La primera mañana amaneció temprano y movidita. A las tres y media de la madrugada me despierta el muecín, que se había instalado en mi mesita de noche para hacer la llamada a la oración. Bueno, no, pero como si estuviera. Justo el edificio de al lado del hotel es una mezquita y los altavoces son de los potentes, así que no necesitas despertador… Las llamadas a la oración iban a ser una constante, sobre todo, la primera semana del viaje, en pleno Ramadán. Después de un ataque de risa tonta, media vuelta y a dormir… hasta las cuatro y media, cuando el muecín volvió a la carga. Yo creía que las llamadas a oración eran cinco, pero en Java creo que andan entre ocho y diez al día… o eso es lo que me pareció a mi durante los primeros días de viaje. Luego te acostumbras y yo casi ni lo notaba, aunque la verdad es que le ponen afición.
La mezquita de la discordia...
Sobre las ocho nos trajeron el desayuno y poco después salimos hacia el Taman Sari dando un paseo. No es demasiado espectacular, pero es agradable.
Al salir nos tomamos un te en un chiringo y seguimos hacia el Kratón. Nos gustó mucho, aunque es sencillo. Esperábamos ver la clase de baile de las niñas, pero como era Ramadán no había actuaciones.
Los guardianes del Kraton
Gasolinera cerca del palacio
De allí nos fuimos, en taxi, a Malioboro. Cambiamos dinero y nos volvimos al hotel, a guardar el pastizal que nos habían dado y a bañarnos un ratito.
Por la noche, fuimos a cenar al Via Via. Además, queríamos confirmar la reserva de coche para tres días que llevábamos desde Barcelona.
Normalmente no reservamos coches desde aquí. Preferimos regatear allí con los taxistas. Pero siendo los últimos días de Ramadán nos daba algo de miedo tener problemas. El Via via nos daba el mejor precio de los cuatro o cinco sitios que concertamos y, además, todo el mundo hablaba muy bien. Menos mal que se nos ocurrió ir a confirmar, porque por un malentendido (no fue culpa suya, digamos que parte de la culpa fue nuestra y parte de ellos) nos tenían reservado el coche para un mes después. Lo solucionamos todo rápidamente y nos quedamos a cenar. Estaba todo bastante bueno y el ambiente era muy agradable. Están siempre a tope. Nosotros tuvimos que esperar unos 15 minutos hasta tener mesa.
La mezquita de la discordia...
Sobre las ocho nos trajeron el desayuno y poco después salimos hacia el Taman Sari dando un paseo. No es demasiado espectacular, pero es agradable.
Al salir nos tomamos un te en un chiringo y seguimos hacia el Kratón. Nos gustó mucho, aunque es sencillo. Esperábamos ver la clase de baile de las niñas, pero como era Ramadán no había actuaciones.
Los guardianes del Kraton
Gasolinera cerca del palacio
De allí nos fuimos, en taxi, a Malioboro. Cambiamos dinero y nos volvimos al hotel, a guardar el pastizal que nos habían dado y a bañarnos un ratito.
Por la noche, fuimos a cenar al Via Via. Además, queríamos confirmar la reserva de coche para tres días que llevábamos desde Barcelona.
Normalmente no reservamos coches desde aquí. Preferimos regatear allí con los taxistas. Pero siendo los últimos días de Ramadán nos daba algo de miedo tener problemas. El Via via nos daba el mejor precio de los cuatro o cinco sitios que concertamos y, además, todo el mundo hablaba muy bien. Menos mal que se nos ocurrió ir a confirmar, porque por un malentendido (no fue culpa suya, digamos que parte de la culpa fue nuestra y parte de ellos) nos tenían reservado el coche para un mes después. Lo solucionamos todo rápidamente y nos quedamos a cenar. Estaba todo bastante bueno y el ambiente era muy agradable. Están siempre a tope. Nosotros tuvimos que esperar unos 15 minutos hasta tener mesa.