Nos alojamos en el African Dream cottage, con sus bungalows y su piscina, buena elección.
Tras un buen desayuno salíamos ya a conocer la enorme y preciosa playa de Diani.
El lugar se distribuye digamos en una carretera principal, con tienditas a un lado y al otro, a unos cuantos metros, está la playa. Es larga, bonita, con un mar precioso y tranquilo. Cuando estuvimos había poco turista.
Pero lo cierto es que allí muchos locales viven de las ventas al visitante (artesanía sobre todo) y por eso cuando veían a alguno como nosotros acudían raudos a vender con la misma estrategia todos de querer enseñar su tienda y lograr una venta. Eso le quita cierto encanto porque es difícil pasear un rato sin que nadie te moleste ya sea por la playa o por la calle principal (main road). Es comprensible cómo se buscan la vida pero llega ser bastante molesto. Eso sí, la parte positiva es que hay infinidad de tienditas donde regatear por artesanías francamente bien trabajadas.
Y un apunte importante: no olvidar llevar camisetas!! todos los vendedores se vuelven locos por las camisetas, a ser posible de fútbol. Las camisetas nuestras, aún siendo viejas, son un detalle muy importante para ellos. Recomiendo llevar muchas y así poder regalarlas o cambiarlas por artesanías.
Por lo demás, andar por la playa es un lujo, y tomarse una cerveza en una tumbona del resort Kaskazi (dos Tusker por 500 shellings) enfrente del mar es una gozada.
Luego de comer pargo rojo en el famoso Restaurante de los 40 ladrones nos retirábamos a descansar.
El día siguiente lo dedicamos a visitar los dos lugares más famosas de Diani:
Kongo Mosque: un lugar fascinante. Rodeada de centenarios baobabs, al lado mismo de la playa, surge esta pequeña mezquita del silgo XV, de coral, sin restauraciones, original. Un señor nos hace una visita por el interior pudiendo admirar el mihrab, la sala de las mujeres o la tumba del primer imán en el exterior. Fascinante.
Y de allí al bosque sagrado de Kaya Kinondo (entrada 1.000 sh). Donde Yuma, un guía que aparece en la Lonely Planet, nos acompañó por el interior de este místico bosque, contándonos sobre las ceremonias que allí celebran, las plantas con sus centenarias palmeras y hasta el espíritu del Fingo, cuyo lugar nos enseñó en lo profundo del bosque.
Y todo ello con los monos Colobus por encima de nuestras cabezas.
Y al día siguiente, tras negociar con un taxista, finalizaba nuestra etapa continuábamos viaje hacia Seychelles...pero eso ya es otra historia...
Magnífica playa de Diani