Día 3, 10 de septiembre: Isla de Pascua
Hoy no madrugamos, ya que el desayuno no se sirve aquí hasta las 8:30h.
Después del desayuno fuimos a recoger el coche que habíamos reservado el día anterior, con intención de comenzar la visita haciendo la excursión “larga” de la isla, que consiste en subir desde Hangaroa, la capital, por el este hasta el norte y volver luego por el centro de la isla.
Lo primero que nos llama la atención de la isla es su impresionante mar, siempre con muchas olas, y el bucólico paisaje lleno de granjas y animales en cualquier sitio. Pero sin duda, el objetivo estrella de la isla es ver los moais y, para eso, la ruta del día de hoy es la mejor.
Después del desayuno fuimos a recoger el coche que habíamos reservado el día anterior, con intención de comenzar la visita haciendo la excursión “larga” de la isla, que consiste en subir desde Hangaroa, la capital, por el este hasta el norte y volver luego por el centro de la isla.
Lo primero que nos llama la atención de la isla es su impresionante mar, siempre con muchas olas, y el bucólico paisaje lleno de granjas y animales en cualquier sitio. Pero sin duda, el objetivo estrella de la isla es ver los moais y, para eso, la ruta del día de hoy es la mejor.
Los moais son esculturas de piedra que se suponen representan a los antepasados, venerados en la cultura polinésica. Están construidos con piedra volcánica, en una cantera situada en las laderas del volcán Ranu Raraku.
Los altares, llamados ahu, sobre los que se ubican los moais, son plataformas ejecutadas en piedra en el mismo lugar en el que se ubicaban los moais. Tened cuidado, porque es una falta tremenda de respeto pisarlos.
El siguiente elemento importante de estas estructuras religiosas son los pukao, esa especie de moño rojo colocado sobre algunos de los moais. Estos son de otro tipo de roca volcánica y se extraen otra cantera situada en el cráter de Puna Pau. No se tiene claro qué eran. Hay quien dice que eran un peinado, porque alguno de los europeos que pasaron por la isla vieron a los rapanui así peinados, o incluso quien dice que era un sombrero, símbolo de pertenecer a una clase determinada. El caso es que algunos los tienen y otros no, lo que parece indicar que en algún momento de la historia fueron colocados y en otros no.
Los primeros ahus que vemos en este recorrido tienen los moais en el suelo. La primera zona se llama Hanga Te'e-Vaihu, donde no sólo vemos el Ahu Hange Te’e, sino que también vemos algún vestigio de lo que era el poblado ceremonial antiguo, especialmente el círculo de piedras delante el ahu.
Los altares, llamados ahu, sobre los que se ubican los moais, son plataformas ejecutadas en piedra en el mismo lugar en el que se ubicaban los moais. Tened cuidado, porque es una falta tremenda de respeto pisarlos.
El siguiente elemento importante de estas estructuras religiosas son los pukao, esa especie de moño rojo colocado sobre algunos de los moais. Estos son de otro tipo de roca volcánica y se extraen otra cantera situada en el cráter de Puna Pau. No se tiene claro qué eran. Hay quien dice que eran un peinado, porque alguno de los europeos que pasaron por la isla vieron a los rapanui así peinados, o incluso quien dice que era un sombrero, símbolo de pertenecer a una clase determinada. El caso es que algunos los tienen y otros no, lo que parece indicar que en algún momento de la historia fueron colocados y en otros no.
Los primeros ahus que vemos en este recorrido tienen los moais en el suelo. La primera zona se llama Hanga Te'e-Vaihu, donde no sólo vemos el Ahu Hange Te’e, sino que también vemos algún vestigio de lo que era el poblado ceremonial antiguo, especialmente el círculo de piedras delante el ahu.
El siguiente ahu que vemos es el Ahu Akahanga, que también tiene todos los moais en el suelo. Tanto el inmenso trabajo como el dineral que su restauración supone, hace que solo unos pocos de los ahus se hayan reconstruido.
Después subimos a Ranu Raraku, el volcán en cuyas laderas se tallaban los moais. Es muy bonito, porque cuando los rapanui desaparecieron dejaron los moais a medio esculpir, por lo que nacen como setas. Disfrutamos mucho de las vistas porque el día estaba precioso.
Por allí había un Rapa Nui, que no era guía ni nada, pero que se dedicó a explicarnos cómo trasladaban los moais desde aquí a sus ubicaciones en los distintos sitios de la isla. Realmente los hacían caminar tirando de ellos con cuerdas, pero imagino que les debería de llevar días, ya que algunos están bastante lejos de la cantera. No obstante, mires donde mires te encuentras moais que parecen surgir de la tierra.
También se ven algunos en la propia roca que se quedaron a medio tallar. Esto hace evidente que sus constructores “desaparecieron” sin planificarlo, ya que dejaron sus trabajos a medio hacer.
Tras el recorrido por la cantera subimos al cráter del volcán. Es precioso porque tiene una laguna en la cima y también hay moais a medio hacer.
Tras la cantera bajamos de nuevo a la costa para ver el Ahu Tongariki, el primero que vemos en pie, con una vista impresionante de los quince moais con el mar al fondo (uno de ellos tiene el pukao o moño). Es el Primer ahu que vemos restaurado.
Allí nos hemos sentado en la hierba a comer y disfrutar de la vista rodeados de caballos. Son una raza endémica, están por toda la isla y son muy pequeños.
Seguimos hacia el norte dejando a la derecha la península de Poike, donde tuvo lugar la última batalla entre los “orejas largas” y los “orejas cortas” (los primeros fueron aniquilados, que eran los que construían los moais), hasta llegar a Papa Vaka, una zona con petroglifos, que no se veían muy bien a esta hora, parece que la mejor luz es al amanecer.
Finalmente llegamos a Te Pito Kura u ombligo del mundo, una piedra magnética teóricamente traída por el rey Hotu Matua de su tierra de origen. Muy cerca se encuentra el Ahu Te Pito Kura, del que dicen que es el tienen el moai más grande de la isla, con más de 80 toneladas de peso.
Seguimos camino hasta la playa de Anakena, con su Ahu Nau Nau completo con siete moais, cuatro de ellos con pukaos, donde nos dimos un estupendo baño. El moai solo que se ve al fondo en la foto de abajo se llama Ahu Tahai.
Desde allí por una carretera a través del centro de la isla hemos llegado directamente a Hangaroa, a reparar una rueda que parece estar pinchada. Finalmente no es así, sólo se desinfla.
Tras la ducha reparadora cena en el mismo sitio de ayer y a descansar.