El día después de la primera salida por la isla lo dedicamos a descansar en hotel. Había que estar preparado para el día siguiente, que iba a ser largo e intenso.
Comienza un nuevo día y de nuevo esperando en la puerta del hotel la llegada del bus con destino Montego Bay.
Una vez colocados en el bus, iniciamos nuestro camino hacia Montego Bay, conocida también como Mobay.
Esta vez pude disfrutar del paisaje que ya contemplé a mi llegada, pero esta vez a plena luz del día. Y siguiendo con la tónica de la isla, resultó ser muy bonito y llamativo. Fue curioso atraversar una zona donde de pronto te encuentras con casas enormes, que más bien se podrían considerar mansiones.
Y el hecho en sí te sorprende.
Estas mansiones pertenecen a famosos como Whitney Houston o Mariah Carey, que vienen a esta parte de la isla a pasar temporadas en el anonimato. En Jamaica no importa lo más mínimo la figura de famoso y pasan sin pena ni gloria por estas tierras, alejadas de los periodistas sensacionalistas.
El camino es corto entre el hotel Palladium y Montego Bay, y sin apenas darnos cuenta ya estabamos allí.
Fuimos a otro hotel a recoger a unos compañeros y a comprar hielo para las neveras.
Iniciamos el recorrido por las calles turísticas de Mobay dirigiéndonos hacia nuestro primer destino del día: la comunidad rastafari.
Llegamos a la comunidad y en la entrada nos encontramos con el touroperador del hotel y algunos clientes del hotel, con los que ibamos a compartir la visita. Toda una sorpresa, sobre todo la cara del guía del touroperador cuando nos vió llegar.
Entramos en la comunidad y un rastafari llamado First Man nos da la bienvenida y nos explica una serie de normas que debemos de cumplir; cosas como las fotos o videos, sólo podíamos hacer fotos al paisaje o a nosotros mismos, a cualquier otra cosa o persona no se podía, a menos que pidieras amablemente permiso y te lo concedieran; o el tema del siempre presente "respeto".
Una vez aclarados esos pequeños puntos, nos volvió a dar la bienvenida y comenzó a narrarnos como surge la corriente rastafari y en que consiste.
Tras esa interesante introducción partimos a pie hacia la villa.
Para llegar a la villa hay que dar un buen paseo, hay que cruzar a pie un río (antes de cruzarlo hay que dar gracias a una diosa), seguir con el paseo entre cocoteros y árboles frutales, hasta que llegas a la entrada de la villa.
Una vez dentro, nos recibe el jefe o el mandamás de la villa, y es él el que sigue culturizándonos acerca del movimiento rastafari, que no lo voy a explicar porque es muy extenso y complejo, a la vez que muy interesante; por eso, recomiendo a todo el mundo que se informe un poco sobre este tema porque os va a gustar.
Nos dieron de beber agua de coco, dijeron una frase que es muy bonita; decía así "el agua de coco es la única agua que pasa por el corazón". Después nos lo partieron por la mitad y pudimos comer la carne del coco, simplemente delicioso.
Antes de adentrarnos más en la villa, nos purificamos en un jardín que tienen al entrar, también había una hoguera (donde hay un rastafari siempre hay un fuego) en la que echaban cáscara de coco y desprendía un olor muy agradable y muy intenso.
Una vez purificados, pasaron a mostrarnos los frutos que había por los terrenos de la comunidad, nos dieron a comer trocitos de fruta en un cuenco hecho con medio coco y un te de hierbas bueno para la digestión. La fruta estaba exquisita. Lo que más me gustó fue la banana, con intenso sabor muy afrutado y dulce.
Más tarde nos estuvieron enseñando el laberinto, y explicando en qué consistía. Nos invitaron a entrar en él y reflexionar sobre nuestra vida o sobre hacia donde queríamos ir.
Después, pasamos a contemplar su jardin donde cultivan sus plantas medicinales, que las usan a modo de prevención y no de cura.
Tenían de todo lo inimaginable, plantas para todo tipo de dolencias, de intensos sabores (una sabía a menta, buena para el aliento), había otra muy curiosa llamada mimosa; cuando tocabas la planta, las hojitas se cerraban y los tallos se marquitaban... (en realidad la planta se dormía y volvía a su estado natural pasados unos 10 minutos), y como no, la incombustible planta de la marihuana o ganja.
La mujer rasta la agitó un poco y no os podeis imaginar el intenso olor que desprendía, muy intenso.
Terminamos el paseo por la villa y acabamos en la gran palapa, donde nos estuvieron cantando canciones rastafaris a ritmos de tambores y timbales, algo muy étnico y muy bonito.
Nos dieron las gracias por molestarnos en salir de las comodidades del hotel, dejarlas de lado e ir a conocerlos, ver como vivían y aprender algo de la cultura rastafari.
De todos es conocido que otro tipo de turismo no hacen eso, sino que su misión es pasarse todo el día en la piscina bebiendo sin parar, y soltanto billetes de 1$ como propina... ya sabeis a que turismo me refiero.
La visita en la villa rasta fue muy larga, pero muy cultural e interesante, yo aprendí muchas cosas y recomiendo la visita a futuros viajeros.
Terminada la visita a la comunidad (situada cerca de Mobay), emprendimos el largo camino hacia Ocho Ríos (Ochi para los jamaicanos), con la inevitable visita a las cascadas Dunns River Falls.
De camino a Ocho Ríos paramos para comer en un sitio completamente distinto al de la primera salida.
Este era muy limpio y ordenado, bonito y preparado para recibir al turista.
Nos ofrecieron para comer Pollo Jerk o Cerdo Jerk, y escogí el cerdo.
Tanto el cerdo como el pollo nos los sirvieron acompañados de Festivals, que es una especie de pan frito haciendo un lacito.
La verdad es que estaba todo delicioso, y como siempre, la salsa jerk ultra picante!
Acabada la comida, retomamos el viaje camino de Ocho Ríos.
Esta vez el paisaje me gustó algo menos, seguía siendo bonito, pero el interior me gustó mucho más.
Fuimos casi todo el camino bordeando la costa, viendo el mar, pasamos por la Bahía del Descubrimiento, hasta que finalmente llegamos a Ocho Ríos y fuimos a las famosas cascadas de Dunns River Falls.
A las Dunns River llegamos justo antes de que cerraran, está todo muy bien montado, como si se tratara de una especie de parque acuático. Había muchos jamaicanos en plan dominguero pasando el día en unos merenderos que hay en la playa.
Las cascadas eran más largas de lo que yo pensaba, el agua descendía entre las rocas hasta terminar en la playa, muy bonitas.
Nos dejamos todo dentro del bus y fuimos con lo justo: el bañador.
Cuando llegas a la entrada de las cascadas te recoge un guía, que es el que te va a ayudar a escalar las cascadas. Bajas por un pasillo paralelo a las cascadas hasta la playa; una vez abajo del todo, comienza la trepidante y divertida escalada.
Colocados en fila india fuimos trepando entre las rocas, refrescándonos con las frías aguas que descendía con gran fuerza.
Durante la subida te encontrabas algunas piscinitas naturales entre las rocas, otras veces había algunas rocas lisas por las que te podías deslizar a modo de tobogán.
El ascenso fue realmente divertido y muy recomendable para todos.
A mi, al principio, no me atraía mucho la idea de visitar las Dunns, todo el mundo decía que son muy masificadas y siempre hay muchos grupos de excursionistas.
Como nosotros llegamos casi a última hora, éramos prácticamente los únicos realizando el ascenso, lo que nos permitió disfrutarlo al máximo.
Muchas risas y muy buenos recuerdos, porque puedes interactuar de modo muy activo con los otros miembros del grupo.
Una vez refrescados, salimos hacia el mercado de artesanía de Ocho Ríos, para poder realizar las compras y recuerdos.
La visita al mercado fue muy divertida, con una buena cara y sentido del humor puedes sacar buenos precios y encontrar cosas muy bonitas. Compramos de todo, desde gorritos rastas (los tam), tallas de madera, petates de Bob Marley, hasta pinturas... hay un sinfin de cosas.
Ya caía la noche, y era el momento de regresar al hotel, y el instante justo de hacer la visita a las Glistening Waters, o lo que es lo mismo, la Laguna Luminosa.
Glistening Waters está situada en Falmouth. Es una laguna que conecta con el mar, y tienen montado un restaurante; nosotros llegamos a la terraza del restaurante, donde está situado el embarcadero, y mientras esperábamos a que estuviera preparada la barca nos invitaron a una copita, muy amables.
Embarcamos y nos adentramos en la laguna en la más completa oscuridad de la noche.
Nos estuvieron comentando el fenómeno que se da en esa laguna (y que solo se da en 3 lugares más del mundo), el fenómeno se debe a un microorganismo que vive en el agua y que durante el día capta la luz y por la noche, con el movimiento del agua, la desprende (como si se tratara de una luciérnaga). Aún se desconoce el por qué se produce ese fenómeno.
Comenzamos a adentrarnos un poco más y el agua empezó a brillar, a desprender un color azul de neón.
Realmente es una cosa completamente alucinante, es de las cosas más bonitas y curiosas que puedes ver en la vida. Se veían nadar a los peces en la oscuridad por el rastro de luz que dejaban a su paso. Increíble!
El momento más apoteósico fue cuando nos tiramos desde la barca, ver tu cuerpo rodeado de esa luz tan bonita, salir del agua y verte cubierto por una capa de luz... es una cosa que jamás se olvida.
Es una lástima que sea tan difícil captar el efecto en una foto, y prácticamente imposible grabarlo en video, lo intentamos por activa y por pasiva, pero nada. Aún así, la foto que os adjunto es tal cual.
Esta visita es completamente imprescindible!
Una vez terminado el baño, continuamos de regreso al hotel, a descansar para el día siguiente, con el recuero del agua luminosa en la mente, y la espalda cargada de recuerdos de Ocho Ríos.
Comienza un nuevo día y de nuevo esperando en la puerta del hotel la llegada del bus con destino Montego Bay.
Una vez colocados en el bus, iniciamos nuestro camino hacia Montego Bay, conocida también como Mobay.
Esta vez pude disfrutar del paisaje que ya contemplé a mi llegada, pero esta vez a plena luz del día. Y siguiendo con la tónica de la isla, resultó ser muy bonito y llamativo. Fue curioso atraversar una zona donde de pronto te encuentras con casas enormes, que más bien se podrían considerar mansiones.
Y el hecho en sí te sorprende.
Estas mansiones pertenecen a famosos como Whitney Houston o Mariah Carey, que vienen a esta parte de la isla a pasar temporadas en el anonimato. En Jamaica no importa lo más mínimo la figura de famoso y pasan sin pena ni gloria por estas tierras, alejadas de los periodistas sensacionalistas.
El camino es corto entre el hotel Palladium y Montego Bay, y sin apenas darnos cuenta ya estabamos allí.
Fuimos a otro hotel a recoger a unos compañeros y a comprar hielo para las neveras.
Iniciamos el recorrido por las calles turísticas de Mobay dirigiéndonos hacia nuestro primer destino del día: la comunidad rastafari.
Llegamos a la comunidad y en la entrada nos encontramos con el touroperador del hotel y algunos clientes del hotel, con los que ibamos a compartir la visita. Toda una sorpresa, sobre todo la cara del guía del touroperador cuando nos vió llegar.
Entramos en la comunidad y un rastafari llamado First Man nos da la bienvenida y nos explica una serie de normas que debemos de cumplir; cosas como las fotos o videos, sólo podíamos hacer fotos al paisaje o a nosotros mismos, a cualquier otra cosa o persona no se podía, a menos que pidieras amablemente permiso y te lo concedieran; o el tema del siempre presente "respeto".
Una vez aclarados esos pequeños puntos, nos volvió a dar la bienvenida y comenzó a narrarnos como surge la corriente rastafari y en que consiste.
Tras esa interesante introducción partimos a pie hacia la villa.
Para llegar a la villa hay que dar un buen paseo, hay que cruzar a pie un río (antes de cruzarlo hay que dar gracias a una diosa), seguir con el paseo entre cocoteros y árboles frutales, hasta que llegas a la entrada de la villa.
Una vez dentro, nos recibe el jefe o el mandamás de la villa, y es él el que sigue culturizándonos acerca del movimiento rastafari, que no lo voy a explicar porque es muy extenso y complejo, a la vez que muy interesante; por eso, recomiendo a todo el mundo que se informe un poco sobre este tema porque os va a gustar.
Nos dieron de beber agua de coco, dijeron una frase que es muy bonita; decía así "el agua de coco es la única agua que pasa por el corazón". Después nos lo partieron por la mitad y pudimos comer la carne del coco, simplemente delicioso.
Antes de adentrarnos más en la villa, nos purificamos en un jardín que tienen al entrar, también había una hoguera (donde hay un rastafari siempre hay un fuego) en la que echaban cáscara de coco y desprendía un olor muy agradable y muy intenso.
Una vez purificados, pasaron a mostrarnos los frutos que había por los terrenos de la comunidad, nos dieron a comer trocitos de fruta en un cuenco hecho con medio coco y un te de hierbas bueno para la digestión. La fruta estaba exquisita. Lo que más me gustó fue la banana, con intenso sabor muy afrutado y dulce.
Más tarde nos estuvieron enseñando el laberinto, y explicando en qué consistía. Nos invitaron a entrar en él y reflexionar sobre nuestra vida o sobre hacia donde queríamos ir.
Después, pasamos a contemplar su jardin donde cultivan sus plantas medicinales, que las usan a modo de prevención y no de cura.
Tenían de todo lo inimaginable, plantas para todo tipo de dolencias, de intensos sabores (una sabía a menta, buena para el aliento), había otra muy curiosa llamada mimosa; cuando tocabas la planta, las hojitas se cerraban y los tallos se marquitaban... (en realidad la planta se dormía y volvía a su estado natural pasados unos 10 minutos), y como no, la incombustible planta de la marihuana o ganja.
La mujer rasta la agitó un poco y no os podeis imaginar el intenso olor que desprendía, muy intenso.
Terminamos el paseo por la villa y acabamos en la gran palapa, donde nos estuvieron cantando canciones rastafaris a ritmos de tambores y timbales, algo muy étnico y muy bonito.
Nos dieron las gracias por molestarnos en salir de las comodidades del hotel, dejarlas de lado e ir a conocerlos, ver como vivían y aprender algo de la cultura rastafari.
De todos es conocido que otro tipo de turismo no hacen eso, sino que su misión es pasarse todo el día en la piscina bebiendo sin parar, y soltanto billetes de 1$ como propina... ya sabeis a que turismo me refiero.
La visita en la villa rasta fue muy larga, pero muy cultural e interesante, yo aprendí muchas cosas y recomiendo la visita a futuros viajeros.
Terminada la visita a la comunidad (situada cerca de Mobay), emprendimos el largo camino hacia Ocho Ríos (Ochi para los jamaicanos), con la inevitable visita a las cascadas Dunns River Falls.
De camino a Ocho Ríos paramos para comer en un sitio completamente distinto al de la primera salida.
Este era muy limpio y ordenado, bonito y preparado para recibir al turista.
Nos ofrecieron para comer Pollo Jerk o Cerdo Jerk, y escogí el cerdo.
Tanto el cerdo como el pollo nos los sirvieron acompañados de Festivals, que es una especie de pan frito haciendo un lacito.
La verdad es que estaba todo delicioso, y como siempre, la salsa jerk ultra picante!
Acabada la comida, retomamos el viaje camino de Ocho Ríos.
Esta vez el paisaje me gustó algo menos, seguía siendo bonito, pero el interior me gustó mucho más.
Fuimos casi todo el camino bordeando la costa, viendo el mar, pasamos por la Bahía del Descubrimiento, hasta que finalmente llegamos a Ocho Ríos y fuimos a las famosas cascadas de Dunns River Falls.
A las Dunns River llegamos justo antes de que cerraran, está todo muy bien montado, como si se tratara de una especie de parque acuático. Había muchos jamaicanos en plan dominguero pasando el día en unos merenderos que hay en la playa.
Las cascadas eran más largas de lo que yo pensaba, el agua descendía entre las rocas hasta terminar en la playa, muy bonitas.
Nos dejamos todo dentro del bus y fuimos con lo justo: el bañador.
Cuando llegas a la entrada de las cascadas te recoge un guía, que es el que te va a ayudar a escalar las cascadas. Bajas por un pasillo paralelo a las cascadas hasta la playa; una vez abajo del todo, comienza la trepidante y divertida escalada.
Colocados en fila india fuimos trepando entre las rocas, refrescándonos con las frías aguas que descendía con gran fuerza.
Durante la subida te encontrabas algunas piscinitas naturales entre las rocas, otras veces había algunas rocas lisas por las que te podías deslizar a modo de tobogán.
El ascenso fue realmente divertido y muy recomendable para todos.
A mi, al principio, no me atraía mucho la idea de visitar las Dunns, todo el mundo decía que son muy masificadas y siempre hay muchos grupos de excursionistas.
Como nosotros llegamos casi a última hora, éramos prácticamente los únicos realizando el ascenso, lo que nos permitió disfrutarlo al máximo.
Muchas risas y muy buenos recuerdos, porque puedes interactuar de modo muy activo con los otros miembros del grupo.
Una vez refrescados, salimos hacia el mercado de artesanía de Ocho Ríos, para poder realizar las compras y recuerdos.
La visita al mercado fue muy divertida, con una buena cara y sentido del humor puedes sacar buenos precios y encontrar cosas muy bonitas. Compramos de todo, desde gorritos rastas (los tam), tallas de madera, petates de Bob Marley, hasta pinturas... hay un sinfin de cosas.
Ya caía la noche, y era el momento de regresar al hotel, y el instante justo de hacer la visita a las Glistening Waters, o lo que es lo mismo, la Laguna Luminosa.
Glistening Waters está situada en Falmouth. Es una laguna que conecta con el mar, y tienen montado un restaurante; nosotros llegamos a la terraza del restaurante, donde está situado el embarcadero, y mientras esperábamos a que estuviera preparada la barca nos invitaron a una copita, muy amables.
Embarcamos y nos adentramos en la laguna en la más completa oscuridad de la noche.
Nos estuvieron comentando el fenómeno que se da en esa laguna (y que solo se da en 3 lugares más del mundo), el fenómeno se debe a un microorganismo que vive en el agua y que durante el día capta la luz y por la noche, con el movimiento del agua, la desprende (como si se tratara de una luciérnaga). Aún se desconoce el por qué se produce ese fenómeno.
Comenzamos a adentrarnos un poco más y el agua empezó a brillar, a desprender un color azul de neón.
Realmente es una cosa completamente alucinante, es de las cosas más bonitas y curiosas que puedes ver en la vida. Se veían nadar a los peces en la oscuridad por el rastro de luz que dejaban a su paso. Increíble!
El momento más apoteósico fue cuando nos tiramos desde la barca, ver tu cuerpo rodeado de esa luz tan bonita, salir del agua y verte cubierto por una capa de luz... es una cosa que jamás se olvida.
Es una lástima que sea tan difícil captar el efecto en una foto, y prácticamente imposible grabarlo en video, lo intentamos por activa y por pasiva, pero nada. Aún así, la foto que os adjunto es tal cual.
Esta visita es completamente imprescindible!
Una vez terminado el baño, continuamos de regreso al hotel, a descansar para el día siguiente, con el recuero del agua luminosa en la mente, y la espalda cargada de recuerdos de Ocho Ríos.