Sábado 4 de agosto
Normalmente el primer día de nuestros viajes nos unimos a un tour a pie gratuito (en el que se paga la voluntad) pero no llegamos a tiempo, así que después de un enorme desayuno/comida paseamos a nuestro aire por el Barrio Francés, el más famoso de la ciudad. Contemplamos las bonitas fachadas con las barandillas de los balcones de filigranas de hierro fundido. Lloviznea y hay poco turista paseando.
Una de las muchas cosas que hubiéramos hecho si fuéramos muy ricos, sería un paseo con un tradicional barco de vapor, como el Natchez, pero nuestro presupuesto no da para todo
Estamos cerca del Café du Monde y no hemos tomado postre, así que es la excusa ideal para hacer lo que todas las guías señalan como imprescindible: tomar un beignet en la cafetería más famosa de Nueva Orleans.
El beignet es una especie de buñuelo frito y azucarado, muy típico y calórico.
Cargados de energía paseamos por el Barrio Francés y pasamos por delante del Preservation Hall, una sala de conciertos, toda una institución en la ciudad por promover el jazz tradicional desde hace más de 50 años. Es un misterio para mí el porqué no sale en todas las guías de turismo.
Si por el French Quarter hay un montón de bares que ofrecen música en directo sin coste, el Hall es todo lo contrario. Hay que pagar entrada y no venden bebidas.
Habíamos leído que hay varias funciones al día y que es habitual hacer hasta una hora de cola. Hay una forma de ahorrarse la cola y es comprar las entradas anticipadas por el doble de precio (40$ en vez de 20$).
Eran las tres, los conciertos no empezaban hasta las 5, pero estaba abierto. El chico de taquilla nos dijo que podíamos comprar una entrada para una función especial en homenaje a un gran músico. Un concierto habitual vale 20$ y dura unos 45 minutos, y éste valía 25$ pero duraba 1h y media. ¡Aceptamos!
Esta entrada no nos ahorraba la cola, pero nos garantizaba el acceso. Compramos cervezas cerca (se permite entrar bebidas) y volvemos una media horita antes del inicio de la función. Ah, no esperéis lujo, no hay aire acondicionado ni baño y los bancos de madera son duros.
La banda estaba formada por media docena de señores de mediana edad con sus instrumentos: trompetas, tubas, piano, contrabajo, que interpretan temas clásicos del jazz, que nosotros no habíamos escuchado en nuestras vidas.
La suerte nos hace sentarnos al lado de una adorable señora que es la mujer de uno de los músicos. Cuando llega la pausa para el descanso la señora nos cuela en el backstage y nos presenta a todo el mundo. El primer día y ya nos encontramos con la famosa Southern Hospitality.
Por la noche salimos a dar una vuelta por Bourbon st. La calle donde están los bares, la fiesta y los turistas, los borrachos y los turistas borrachos. Está abarrotada, las luces de neón nos ciegan, la música comercial de los bares que se escucha desde la calle no es lo que esperamos, encontramos un par de bares con bandas en directo pero el ambiente tan turístico nos cansa y retiramos pronto.
*** Imagen borrada de Tinypic ***