Jueves 16 de agosto
Estamos a menos de una horita de Nueva Orleans, donde devolvemos el coche. Caminamos dos minutos y empieza a diluviar. Esperamos una media hora debajo de un porche. ¿Cuánta agua puede llegar a caer?

Por fin afloja, llegamos al hotel para hacer check-in (y aprovechamos para darnos un bañito en la piscina) y comemos en el Clover Grill, una pequeña hamburguesería en el French Quarter. El local tiene más de 50 años, el estilo es vintage pero sencillo, las raciones son generosas y los precios, asequibles.
Todavía nos quedan cosas por ver en Nueva Orleans. En la Jackson Square está el Presbytere, un edificio de finales del siglo XVIII que alberga un peculiar museo.
En la planta baja nos habla de los desastres naturales de la zona, principalmente del huracán Katrina que destrozó la ciudad en 2005 pero también de inundaciones anteriores. Y en la primera planta cuenta la historia de Mardi Gras, su forma única en el mundo de celebrar el carnaval. Se exponen posters, vestidos y máscaras.
Es un museo super completo y por sólo 6$. De hecho, como mañana visitaremos la casa museo “1850 House”, compramos el ticket combinado con un 20% de descuento.
Luego nos vamos caminando al barrio de Fabourg Marigny, concretamente a Frenchmen St, una calle llena de bares con muchos menos turistas que en Bourbon street.
Entramos en uno de los bares con música en directo, el Maison y nos tomamos una cervecita. Luego vamos a uno de los bares más populares de la calle, Spotted Cat, dónde toca una banda de jazz. El local es pequeño y no tiene nada de especial, pero la música es buena.

Al salir damos una vuelta por el barrio. Las casas son algo distintas al estilo del French Quarter: casitas de madera pintadas de colores brillantes, adornadas con filigranas, pero sencillitas.
El hotel para este par de noches no puede ser más céntrico. Se llama Place d'Armes y nos ha costado 111€ la noche en una habitación doble sin ventanas. La habitación es pequeña y algo antigua, es oscura y mal ventilada, pero estamos a un minuto del centro y el hotel es un edificio muy bonito y antiguo. Tiene una piscinita y un patio muy agradable.
El desayuno está incluído, pero es muy simple: café, té y zumo de naranja de bote, fruta y bollería.