Martes 14 de agosto
No vamos a irnos de Birmingham sin visitar nada, pero queremos llegar pronto a la playa y quedan más de 450 kilómetros por delante.

Subimos al parque Vulcan Park, con unas bonitas vistas de la ciudad, rodeados de árboles y totalmente solos.
Hay un museo pero abre a las 10h, igual que el ascensor al mirador de la torre donde la escultura centenaria de Vulcano, el dios del fuego y de los metales, vigila Birmingham desde las alturas.
La elección de esta figura mitológica viene por la tradición metalúrgica en Birmingham. El rico subsuelo es lo que ha propiciado el nacimiento de esta ciudad, que en su día vivía de los hornos y fundiciones.
De este pasado industrial sólo quedan los Sloss Furnaces, una fábrica de metal salvada gracias a que la convirtieron en museo.
Es de entrada gratuita y a parte de una exposición y un audiovisual se puede visitar libremente muchas de las antiguas instalaciones semi-abandonadas, algunas de más de 100 años de antigüedad.

Nos encanta lo bien explicado que está todo, lo solos y tranquilos que estamos y lo auténtico del lugar, parece que no hayan tocado nada desde que cerró en los años 70.

Y ahora carretera a tope. Una parada en una hamburguesería de carretera (no hay otra cosa y no queremos perder tiempo)

Esta parada es puramente de relax, me apetecía bañarme en el mar.


El hotel The Tides es una gozada, no es barato (170€ por noche) pero tenemos una enorme playa tranquila y blanca justo enfrente de la piscina del hotel. Nos bañamos en el mar y cuando empieza a llover, nos metemos a la piscina.

Cenamos un par de ensaladas que venden en la cafetería del hotel, no hay mucho más al alcance (si no queremos conducir).