París, zona de Montparnasse ✏️ Blogs de Francia

Preparativos:



Hace dos meses saqué los billetes. Me han costado una pasta, 600 euros, con Airfrance, por sacarlos demasiado tarde y porque tengo muchos requisitos obligatorios. En primer lugar los vuelos tienen que llegar y partir de Charles Degaulle o Orly, el aeropuerto de Beauvais stá descartado, supone luego todo un viaje hasta llegar a París. En segundo lugar por los horarios del vuelo, como salimos el miércoles y yo trabajo esa mañana tiene que ser a partir de las 15h, pero tampoco me gusta que salga demasiado tarde, quiero llegar a la ciudad con tiempo de registrarnos en el hotel y salir a cenar tranquilamente. El horario de vuelta tiene las mismas limitaciones, quiero llegar a Madrid a la hora de comer del domingo, para tener esa tarde de “adaptación” y al mismo tiempo no estoy dispuesta a salir del hotel a las 5 de la mañana. Con todo esto dicho, el precio se explica. Por supuesto, hay billetes muchísimo más baratos para quién no tenga estas manías.



La elección de hotel también ha llevado su tiempo. Evidentemente tiene que estar en el barrio de Montparnasse, de 3 o 4 estrellas, prefiero un hotel medio o pequeño que las moles de cientos de habitaciones. Finalmente, tras mucho mirar, comparar, etc, me decido por Lenox Montparnasse, les pongo un correo para preguntar por habitaciones con balcón (somos fumadores y este es otro requisito imprescindible), me contestan rápido, muy atentos, ofreciéndome la habitación Club por 712 euros las 4 noches, con balcón para poder fumar. Las habitaciones estándar son más baratas pero sin balcón, acepto y me confirman la reserva. Aclaro que no llevo incluido el desayuno, una de las cosas que más me gustan de París es desayunar en el primer café cerca del hotel, cruasanes recién hechos y rodeada de parisinos, la mejor forma de empezar el día.



Después de estudiar un poco en internet y en la guía de París, he visto que en esta zona está el restaurante La Coupole, un clásico que tengo ganas de conocer. Hago la reserva a través de El Tenedor para el jueves 2 de mayo.



Y por último, el transporte. Después de varios años de pagar taxis desde el aeropuerto al hotel y sufrir en los atascos por la velocidad con la que corre el contador, decidí 3 años atrás contratar el traslado a precio cerrado por internet. Por 55 euros trayecto nos recogen en el aeropuerto y nos dejan en el hotel, servicio privado, no compartido. Nunca nos ha costado menos un taxi y sí, muchas veces, más de 70 euros, así que me parece una buena opción (por supuesto el traslado en minibús en grupo es más barato y, desde luego, trenes o autobuses). Contrato los dos traslados con My Taxi París (hay varias con el mismo precio).



El día anterior al vuelo compruebo las previsiones de tiempo para el puente. Primavera, es decir confusión total, llovizna, sol, nubes, 15 grados pero algún día 23, un lío para la maleta. Decido llevar unas cuantas camisetas, una chaqueta de lana intermedia y la gabardina, además un paraguas de viaje que me encanta porque no pesa absolutamente nada, es completamente plano y pequeñito. Meto todo esto en la maleta e imprimo todos los correos de las reservas y las tarjetas de embarque.

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Día 1 (30 de abril), viaje y llegada.


A las 13,00 estoy en el aeropuerto. Llego con tiempo de sobra para poder comer algo antes de salir. Tras facturar la maleta y fumar el último cigarro entramos en la zona de embarque. Compro un perfume en la dutty de los que tienen de oferta, suele ser una buena ocasión y esto se ha convertido en una costumbre, nos tomamos unos bocadillos de jamón ibérico y una cerveza en la cafetería. Tras una visita a los lavabos nos dirigimos a la puerta de embarque.

El vuelo sale a su hora. Me pido un café y en 2 horas 10 minutos aterrizamos en CDG. A la salida de facturación hay un conductor con un cartel en el que pone mi nombre, el coche está en la misma puerta de salida. Recorrido un poco largo, con atasco pues es hora punta de salida en París y al día siguiente, 1 de Mayo, es festivo.


Llegamos al hotel a las 19,30, nos dan la habitación. La fachada del hotel es preciosa, con cabezas de león en los balcones y molduras por todas partes. La habitación, muy chiquitita, lo cual no nos sorprende porque es habitual en los hoteles medios del centro de París, espacio justo para dejar la maleta abierta en un taburete y cama cómoda, el baño muy correcto, en definitiva nada del otro mundo pero suficiente para lo que queremos. Nos aseamos un poco y salimos para un primer reconocimiento de la zona en la que viviremos los próximos 3 días. Sobre las 9 nos acercamos a Le Closerie des Liles, un restaurante famoso por haber sido centro de reunión de los intelectuales parisinos, muy bonito, modernista, con una preciosa terraza. Está lleno, con mucho ambiente, pero encontramos una mesa para dos. Nos recomiendan los espárragos blanco templados con salsa muselina, pues es plena temporada, como veremos después en todos los mercados, y de segundo el solomillo Hemingway, con salsa de carne flambeado con ron. Pedimos que nos sirvan el café en la terraza, no hace nada de frio, y dos copas de Calvados. Salimos a 120 euros por persona pero debo decir que cenamos de maravilla, el servicio super atento y salimos de allí casi a las 12,30 de lo bien que se estaba.



Día 2 (1 de mayo).



Nos despertamos prontito, desayuno de café y cruasán en un café a dos metros del hotel, 6,50 euros pp. A continuación damos un corto paseo hasta el cementerio Montparnasse, a la entrada pedimos un planito del cementerio, nos sentamos en un banco y vamos seleccionando las tumbas que nos interesan, cuando están marcadas en el plano hacemos la mejor ruta y comenzamos el paseo. De los tres cementerios importantes de París es el más pequeñito, parece un parque, allí están enterrados personajes como Sartre, Alhekine, Cortazar, César Vallejo, Baudelaire, etc. Se puede decir que es suficiente una hora para recorrerlo y buscar las tumbas más destacadas, nosotros dedicamos 2, nos paramos bastante y algunas estaban un poco escondidas por lo que nos costó dar con ellas.



El resto de la mañana callejeamos por los bulevares, por todas partes había vendedores de ramitos de “muguette”, lirios del valle, pues en Francia es tradición regalarlo por el Día del Trabajo. Sobre las 13h decidimos comer en la Rue Montparnasse, por lo visto famosa por ser la “calle de las creperies”, y elegimos la Creperie Josseline, que según leí era la más famosa por ser auténticamente bretona, estaba a tope, pero había una mesa libre. El local precioso, todo de madera oscura, con una antigua cocina bretona abierta donde ves cómo hacen las creps, las lámparas son de encaje bretón. Comimos dos saladas y una dulce, con dos cervezas. Estaban realmente buenísimas. (16 euros pp)



Volvimos al hotel para una pequeña siesta y nos hizo mucha ilusión comprobar que nos habían dejado un ramito de “muguete” en la habitación.



Por la tarde fuimos a la Tour Montparnasse, es una torre moderna desde la que se puede ver todo París, hay un poco de cola, 15 minutos, para sacar las entradas (14 euros pp). La vista desde la terraza es espectacular, las mejores fotos de la torre Eifel, se identifican todos los grandes monumentos de París, Notre Dame, Montmartre, los inválidos, etc, aunque hay gente se puede ver con mucha comodidad cualquiera de los puntos cardinales y sacar muy buenas fotos, me gusta más de lo que esperaba, en un vistazo ubicas todo lo que has visto y te haces una idea estupenda de la ciudad, como una maqueta pero de verdad. Puedes dedicarle 20 minutos o pasar bastante rato descubriendo los distintos edificios, los parques, etc y llevarte una estupenda colección de fotos desde otra perspectiva. En la planta de abajo hay una cafetería, lavabos y tienda típica de recuerdos.



Por la noche, tras un paseo por el boulevard de Montparnasse, vamos a La Coupole, donde teníamos reserva. El restaurante es totalmente modernista, precioso, con mucha animación. Pido un Kirk Royal de aperitivo, el curry de cordero (dicen que es el plato más antiguo, estaba en la carta inaugural allá por los años 20), 50 euros pp. La comida no nos gusta mucho, es bastante mediocre, yo recomiendo ir a tomar una copa y ver el local sin necesidad de cenar.



Día 3 (2 de mayo)



Como la noche anterior trasnochamos un poquito nos levantamos tarde, desayunamos en el café de al lado y nos vamos paseando a las Catacumbas. Hay bastante cola, son las 9,30 y abren a las 10. 8 euros pp. Una hora después entramos, la cola en ese momento es kilométrica, oigo en la taquilla que le dicen a la gente que entrarán en 3 horas más o menos. Recomiendo por lo tanto ir antes de que abran para esperar lo menos posible. Tras bajar un buen número de escalones empieza un recorrido por la antigua cantera hasta llegar al osario, a mi me pareció bastante impresionante, cientos y miles de cráneos y demás huesos organizados a los lados del pasillo. Son unos dos kilómetros, el pasillo no es muy estrecho y se hace muy cómodo, la subida cuesta un pelín pero es perfectamente llevadera.



Se sale por otro sito, cerca del Boulevard Raspail, enfrente de la salida nos encontramos un mercado con puestos y pequeños bistros, comimos de menún en uno de ellos, justo al salir empezó a caer el diluvio universal, fuimos corriendo al hotel donde nos refugiamos durante la siesta hasta que escampó. Por la tarde hicimos un pequeño recorrido para ver el Edificio Cartier, arquitectura contemporánea, todo de cristal intercalado con árboles, y el Bd. Pasteur, cerca del cual está el Instituto Pasteur y su casa museo.



Decidimos cenar en uno de los famosos restaurantes de pescado, de esos que tienen fuera un espectacular puesto de mariscos y ostras. Tomamos un buey de mar con la carne aliñada y servida dentro de la concha entre los dos y luego un rodaballo al grill con salsa bearnesa, un borgoña blanco y 2 postres de chocolate que estaban de muerte. (100 euros pp).



Día 4 (3 de mayo)



Salimos dando un paseo al Bd. de Saint Germain, entramos en S. Germain Des Pres y en el Museo Delacroix, que tiene sobre todo dibujos, es pequeñito y acogedor, con un patio central, las obras de primera línea están en el Louvre. Recorriendo el boulevard llaman la atención las tiendas de chocolate, casi parecen joyerías, en una de ellas, la que parecía menos cara, compramos una cajita de bombones surtidos. Desembocamos en el Sena, con una preciosa vista de Notre Dame desde el Pont Royale. Retrocedimos para comer en el famoso café de las flores, unos sandwiches, pues no tenían menú.



La última tarde la dedicamos a compras gourmet en las tiendecitas del barrio, un borgoña, calvados, algún queso y paté. Imprimimos las tarjetas de embarque en el hotel y organizamos la maleta. Cenamos en un pequeño restaurante foi micuit y confit de pato. A la vuelta, pedimos que nos despertaran a las 7 para salir al aeropuerto.



Día 5, (4 de mayo, regreso)



Nos despiertan a las 7, tomamos un café en la habitación (de los de sobre del hotel), pagamos la factura y salimos al aeropuerto con el coche contratado que llega puntual. En el aeropuerto facturamos, desayunamos en condiciones y despegamos, con media hora de retraso. Adiós París, hasta la próxima.

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