Road trip de 30 días por el oeste americano en familia ✏️ Blogs de USA

DIA 3.- LOS ANGELES – PISMO BEACH (300 kms)

Amanece un nuevo día en Los Angeles. Hoy nos dedicaremos a ver un par de cosas que quedaron ayer pendientes: el cartel de Hollywood, que hasta ahora sólo habíamos visto de lejos, y la zona de las playas, para mas tarde comenzar nuestra ruta hacia San Francisco.

Tras desayunar en el hotel y meter todas las maletas en el coche nos dirigimos hacia las colinas en busca del punto que tenía marcado para ver el cartel: el 6084 de Mulholland Highway, que creo que es el sitio mas próximo al que se puede llegar (curiosamente si os meteis en el streetview de googlemaps con esta dirección, se ve a gente haciéndose la foto). Es el final de esta calle, y hay algunos letreros de los vecinos que parecen indicar que no les agrada mucho ser testigos de tanta peregrinación. La zona está llena de carteles avisando de que ni se te ocurra intentar acercarte al cartel.

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Foto cortesía de un amable japonés que pasaba por allí

Merece la pena perderse un poco por estas colinas observando las casas y el paisaje. La zona parece muy exclusiva y las casas tienen muy buen pinta, pero los accesos son malísimos: una carretera estrecha y serpenteante en la que apenas entran dos vehículos, con curvas ciegas, y donde el sitio es tan escaso que todas las casas apuran hasta el centímetro. Amén de ser un tanto laberíntico, con calles sin salida, carreteras en bucle,...
Paramos un rato en un parque cercano con la señal de Hollywood como fondo (Lake Hollywood park), donde los lugareños llegan en sus coches a pasear, a sacar al perro, a que los niños corran,... y desde ahí nos dirigimos con calma hacia la costa, que queda a unos 20 kilómetros de aquí.

Nuestro siguiente objetivo es el archiconocido muelle de Santa Mónica, al que llegamos por la carretera de la costa y donde cometo el fallo de, sin darme cuenta, meterme en un carril que me lleva directo al parking del propio muelle. Y digo fallo porque veo que este parking cuesta, si no recuerdo mal, 12$. Intento salirme de este carril, dar la vuelta, pero es inútil, lo tienen diseñado para que sea imposible echarse atrás, no hay manera. Así que a pagar los 12 dólares, que es verdad que da derecho a estar todo el día, pero nosotros no vamos a estar mas que unas horas, y podríamos haber aparcado en cualquier otro lugar. De hecho, creo que este fue el único parking que pagamos en todo el viaje.

Hace calor, pero sopla un viento un tanto molesto. Paseamos por el muelle hasta el final viendo las atracciones, restaurantes y chiringuitos varios, algunos de los cuales son muy conocidos por salir en multitud de series y películas. Nos damos la vuelta como Forrest Gump y entramos en un local de máquinas de tickets, donde los niños se pasan no menos de una hora jugando.
La verdad es que para ser un muelle de madera tiene de todo: desde un pequeño aquarium, un carrusel, montaña rusa, norias, restaurantes,...

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El muelle de Santa Mónica

Bajamos a la arena y nos vamos dando un paseo hasta la zona de Venice Beach. Se nota que todavía no es verano, ya que aunque se ven skaters, bicicletas, culturistas, patinadores,... no hay mucho ambiente de playa. Volvemos sobre nuestros pasos hacia el coche y nos ponemos en marcha hacia el norte.

Toca repostar por primera vez, y “disfrutar” de los precios de la gasolina en este país. En la zona de California, los precios oscilaban en torno a los 4$ por galón, siempre teniendo en cuenta la gasolina mas barata (hay unos tres tipos según los octanos). Si 4$ son 3€, y un galón son 3,78 litros, la cuenta dice que el litro de gasolina está a unos 80 centimos de euro, así que llenar el depósito viene a costar unos 30€.
En otras zonas del país, como Utah o sobre todo Idaho, la gasolina estaba todavía mas barata, en torno a los 3,40$/galón (¡66 centimos de euro por litro!), pero también es verdad que en algunas zonas remotas puede encontrarse mas cara (el record se lo lleva la única gasolinera del valle de la muerte, a cinco y pico).
En esas areas remotas hay que tener cuidado porque las gasolineras brillan por su ausencia. Normalmente estas zonas están avisadas; yo el tramo mas largo que recuerdo es uno de en torno a 250 kms. (que afortunadamente estaba avisado).
Por otro lado, tampoco os mateis buscando unos céntimos mas o menos en el precio de la gasolina, porque el precio que vereis marcado es por galón, así que, por ejemplo, una diferencia de 10 centavos (que puede parecer mucha diferencia), realmente es (10 centavos = 7,50 centimos/3,78 litros) una diferencia de menos de 2 céntimos de euro por litro. Lo que sí suele suceder es que el precio que anuncian, en muchas ocasiones, es el precio por pagar en “cash”; si pagas con tarjeta el precio puede ser unos céntimos superior.
Para pagar en “cash”, pasas primero por el chiringuito y le dices el número de surtidor y cuánto quieres echar; si no estás seguro de lo que va a entrar, le dices que vas a llenar el depósito, le pagas de sobra, y una vez terminas pasas a recoger las vueltas.

Con el depósito lleno arrancamos por la carretera 1 dirección San Francisco, aunque hoy sólo haremos la mitad del camino, hasta Pismo Beach, muy cerca de San Luis Obispo. Dejamos para mañana la zona del Big Sur.
Por el camino nos dejamos llevar viendo los paisajes de la costa, las casas y lugares que van apareciendo, mientras atravesamos lugares como Malibú o Santa Bárbara, aunque no paramos en ninguno de ellos.

Ya de noche llegamos a Pismo Beach, donde teníamos reservado un anodino pero funcional Motel6.

Antes de echarnos a dormir nos pasamos por un establecimiento de la cadena Big5 sporting goods para comprar un cartucho de gas para el hornillo que usaremos los días de camping (está prohibido llevarlos en el avión). Por si os interesa el tema, la marca Campingaz es muy difícil de encontrar, pero con suerte algunos de los establecimientos de esta cadena todavía lo tienen en existencias; la marca que mas se ve por aquí es Coleman y otras marcas compatibles con ésta.

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DIA 4.- PISMO BEACH – SAN FRANCISCO (450 KMS)

Comenzamos un nuevo día con el triste café que te dan en el Motel6 como desayuno. Normalmente los desayunos los solíamos complementar (cuando era necesario) con compras que hacíamos en los supermercados.
Casi todos los días parábamos en alguno, y terminamos por hacernos unos pequeños expertos. Mi recomendación por precio y surtido es Walmart, aunque otras cadenas como Vons o Family Dollar tampoco están mal. Hay un sin fin de cadenas de supermercados, y muchos de ellos tienen abierto las 24 horas. Walmart además tiene la ventaja que te puedes perder por su sección de bazar y curiosear cosas que te pueden poner los dientes largos al grito de “por este precio me lo llevo a casa” (yo ví unas bicis a precios increíblemente baratos). De alguno de ellos nos llegamos a sacar la tarjeta de cliente para acceder a descuentos.

A escasos kilómetros teníamos nuestra primera parada: San Luis Obispo, que resultó ser una agradable población (sobre todo teniendo en cuenta que veníamos de Los Angeles). Aceras para caminar, tiendas, cafés, tranquilidad,... un lugar bastante acogedor.
Nos dedicamos a deambular un rato por el centro y descubrimos esta curiosa pared... repleta de chicles pegados.

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Curiosa sí, pero un poco guarrada ¿no?

Posteriormente buscamos la misión que da nombre al lugar, que no era gran cosa, y nos ponemos en marcha dispuestos a recorrer la famosa Big Sur, la zona que nos llevará por toda la costa hasta cerca de San Francisco.
Tiene bastante fama, pero siendo sinceros, como carretera costera no es gran cosa. A lo mejor es que vivo en el Cantábrico y estoy acostumbrado a costas accidentadas, pero personalmente creo que cualquier punto de la costa del norte de España es bastante mas bonito que esta carretera. De todas formas, la otra opción es una aburrida highway que recorre el interior de California, así que siempre será mejor ir por aquí.
Son aproximadamente 200 kilómetros en los que no se puede ir demasiado rápido, así que podeis calcular un buen rato si tenemos en cuenta que alguna parada siempre se hace (yo creo que tardamos unas seis o siete horas).

Tras pasar por Morro Bay la carretera se pega al mar, y aunque hay infinitos sitios para detenerse, nosotros hicimos cuatro paradas: Piedras Blancas, Jade Cove, Sand Beach y la cascada McWay.
Si alguien quiere planificarse excursiones en esta zona, la página www.hikinginbigsur.com está muy bien.

La primera parada es la playa de Piedras Blancas, unos 10 kms al norte de San Simeón, refugio de una enorme colonia de elefantes marinos. La verdad es que uno no espera encontrar tantos bicharracos de estos por aquí, pero es ciertamente curioso. Están distribuidos en un par de playas contiguas y existen miradores para poder verlos de cerca.

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Nuestra siguiente parada está situado un poco al norte de la población de Gorda, y se trata de Jade Cove (no está muy indicada), una pequeña bahía con rocas de color verduzco donde la gente va a buscar ¿jade?, no sé, no soy ningún experto en geología. Tiene un acceso un poco difícil y el lugar es incómodo, pero los niños se lo pasaron bomba buscando “piedras preciosas”.

Un par de kilómetros mas al norte está la playa de Sand Beach, que tiene aparcamiento al borde de la carretera (de pago). La playa es grande y está bastante bien para bañarse; en la zona superior, junto al parking, hay unas mesas de picnic. Aquí aprovecho para comentar que normalmente solíamos comer en estos lugares, ya que nos habíamos llevado una nevera portátil, así como todo el menaje necesario para cocinar aunque fuera de forma sencilla.

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Baño en el Pacífico.

Una vez bañados y comidos seguimos nuestro camino hacia el norte hasta llegar a la fotogénica cascada McWay, a la que no se puede descender pero sí hacer un pequeño sendero que te lleva a donde están las mejores vistas. Parece que hay un aparcamiento de pago, pero casi todo el mundo aparca en el arcén de la carretera. La visita se hace en menos de quince minutos.

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Como ya dije, toda esta carretera es bastante estrecha, los adelantamientos son difíciles, y el día va avanzando, así que para poder llegar a San Francisco a una hora razonable decidimos seguir del tirón.

En esta ciudad teníamos reservadas dos noches en un apartamento a través de la página airbnb. Es la primera vez que probábamos esta fórmula, y teníamos curiosidad por ver como salía.
El precio no era precisamente barato, 87€ la noche, y el lugar no estaba céntrico, pero nos apetecía probar algo diferente. Nuestro apartamento es este: www.airbnb.es/rooms/203621#maps, y lo elegí mas que nada por sus buenas referencias y por poder aparcar el coche sin problemas.

A la hora que mas o menos habíamos acordado, las 8 de la tarde, llegamos a la casa, que está situada en South San Francisco, un barrio al sur de la ciudad, algo lejos del centro. La anfitriona sale a recibirnos muy amable y nos enseña la casa: se trata de una típica construcción americana, y nuestro apartamento está situado más en el sótano que otra cosa, con entrada independiente.

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La entrada a la casa

El sitio es muy amplio, parece que era un antiguo lugar de reunión de jóvenes o algo así, reconvertido en apartamento, y tiene como curiosidad un máquina de pinball (que funciona), amén de frigorífico, cocina, microondas,...
A nosotros nos gustó, pero quizás no era apto para todos los públicos: a ver, los dueños eran un poco hippies (¿todavía se usa este término?) y toda la casa estaba en ese tono, no era una casa convencional. Ya digo que para nosotros ideal, pero le llevo a mi madre ahí....
Mis hijos encantados: entre la máquina de pinball, el perro que tenían los dueños, sus dos hijos pequeños,... se pasaban todo el rato subiendo y bajando (nuestro apartamento estaba conectado con el de ellos por unas escaleras internas). La verdad es que estuvimos muy a gusto, pero yo lo definiría como alojamiento alternativo, desde luego no apto para todos los públicos.

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Jugando al pinball

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DIA 5.- SAN FRANCISCO

El día de hoy lo dedicamos por entero a ver San Francisco en dos partes: por la mañana nos desplazaremos en coche a ver las cosas que quedan un poco mas a desmano y que requieren automóvil, y tras un descanso en nuestro apartamento, volveremos por la tarde en transporte público a patear el centro de la ciudad.

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Ruta de la mañana

Tenemos unos quince/veinte minutos de coche para llegar a la ciudad, que es ciertamente diferente a Los Angeles, pero tampoco creo que sea, como he leído en algún sitio, “como una ciudad europea”.

Nuestro primer destino será el Japanese Tea Garden, sito en el Golden Gate Park, que tiene entrada gratuita los lunes, miércoles y viernes si entras entre las 9 y las 10 de la mañana. Hoy es viernes, así que tras aparcar en uno de los caminos internos del parque, para las nueve y pico estamos en la puerta.
A lo largo de la mañana aparcamos 3 o 4 veces en distintos sitios y en casi todos tenías un par de horas de gratis, así que no tuvimos que pagar. El centro de la ciudad sí parecía mas complicado en el tema del aparcamiento.
El jardín japonés es un sitio pequeño pero curiosillo, con pequeños estanques, puentes japoneses, pagodas,... un sitio agradable para pasar un rato, pero si hubiera que pagar entrada, no creo que mereciera la pena. Lo mas llamativo fueron un par de ancianas niponas vestidas con trajes típicos que trabajaban en la tienda de recuerdos y que parecían recién sacadas de una película japonesa.

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Luego nos quedamos paseando un rato por los caminos del Golden Gate Park, que es un parque enorme lleno de lagos, animalillos,... De vuelta al coche nos dirigimos a Alamo Square, donde está una de las vistas típicas de la ciudad, con las casas victorianas con la ciudad de fondo. La plaza es realmente un parque en cuesta (a partir de aquí la ciudad se empieza a “inclinar”) con zonas para pasear, pista de tenis, columpios,... y una hermosa campa desde donde poder hacer la foto de rigor.

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Nos quedamos paseando por el barrio que está repleto de este tipo de casas tan características de esta ciudad, y de nuevo en el coche nos dirigimos hacia la zona de Nob Hill y Russian Hill, que es, para que me entendais, el barrio de las cuestas, que hay que recorrerlo, obligatoriamente, en coche, ya que andando no tiene gracia. Por el camino hacia allí atravesamos Japantown, uno de tantos barrios asociados a distintas nacionalidades tan típicos de estas ciudades.

Sin un rumbo fijo, estuvimos vagando un buen rato a lo Steve McQueen subiendo y bajando entre risas, y es que los descansillos que tienen las cuestas provocan que en el momento en que el coche se asoma de nuevo, prácticamente no veas lo que viene.
Acabamos nuestro periplo en el tramo serpenteante de Lombard Street, cerca de la cual aparcamos en batería, lo que hace que el que abre la puerta mirando hacia abajo tenga la impresión de que se va a caer. Hay que tener en cuenta que algunas calles tienen hasta 30º de inclinación.
Subimos y bajamos andando este tramo de Lombard Street y paseamos por toda esta zona. Al estar en un alto, desde aquí hay bastante buenas vistas de la ciudad y la bahía, e incluso por una calle cercana pasa el famoso tranvía.

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Decidimos dar por acabada la mañana y volver al apartamento a comer y descansar para coger fuerzas para la tarde. En general llevamos un ritmo bastante tranquilo, de forma que prácticamente en ningún momento del viaje llegamos a sentirnos cansados.

Después de comer, y con energías renovadas, nos disponemos a tomar el transporte que nos va a llevar de nuevo a la ciudad. La parada mas próxima está a sólo unos 200 metros de nuestro alojamiento, en la calle 3th, y el trayecto dura unos 20 minutos. Se trata de una especie de moderno tranvía cuyo ticket vale 2$ (0,75$ los niños) y en principio admite transbordos, aunque no me quedó muy claro. Se abona el importe exacto en una máquina que hay al lado del conductor.

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Ruta a pie por el centro de San Francisco (el trazado que une los puntos es orientativo)

Nos bajamos en una de las principales arterias de la ciudad, Market Street, situada en pleno centro, con grandes edificios, bancos, tiendas de todo tipo, y mucha gente por la calle. Desde aquí caminaremos por todo este barrio hasta la zona de Chinatown, para mi gusto nada del otro mundo, lleno de tiendas “de chinos” (eso sí, buen lugar para comprar chorraditas de recuerdo para la familia por pocos dólares).

Continuamos paseando por calles cada vez mas tranquilas hasta Telegraph Hill, a la que ascendemos para ver nuevas vistas de la bahía, y desde ahí descendemos hacia el puerto buscando el Fisherman´s Wharf, un enorme muelle lleno de restaurantes y tiendas, repleto de turistas y lugareños en busca de entretenimiento. Curiosamente, en un lateral de este muelle hay establecida una colonia de elefantes marinos.
Desde aquí cerca salen los ferrys que hacen tours por la bahía o van a Alcatraz.

Este recorrido por todo el centro es totalmente factible de hacer a pie dando un tranquilo paseo, ya que las distancias no son demasiado grandes, yo creo que en total no caminaríamos más de 5 kms.

Decidimos volver, ya anocheciendo, por la zona de los muelles caminando en busca de un tranvía que nos acercara al centro, para luego conectar con otro que nos devolvería a nuestro barrio. Curiosamente, cuando nos montamos en el centro el 95% de los viajeros son “blancos anglosajones”, pero según nos vamos alejando de la ciudad y entrando en los barrios periféricos, el público del vagón va mutando hasta quedar configurado por negros e hispanos.

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