Irán: Teherán, Shiraz e Isfahán ✏️ Blogs de Iran

Hace mucho tiempo que no dormía tan bien, las 38 horas casi sin sueño tienden a tener ese efecto. Para desayunar servían varias ensaladas, huevos normales, huevos revueltos con algo y, por supuesto, té. Durante el desayuno conocí a un chico de Bélgica que estaba de vuelta a casa poco a poco desde Australia. Durante la charla averigüé que el taxi a Persépolis costaba $30.
Después salí y fui a ver la ciudad.



Mi primera parada fue la Ciudadela de Karim Khan-e Zand. La entrada costaba 200 riales y durante el invierno no era un lugar muy interesante. Debería ser mejor durante la primavera o verano.





La siguiente parada fue la Mezquita de Vakil.


Es una mezquita del siglo XVIII. La entrada costaba 50 riales.



Cerca de la mezquita están situadas las termas de Vakil, el antiguo baño público. La entrada valía 150 riales.


Después fui al Bazar de Vakil que también estaba cerca. Este bazar me gustó más que el de Teherán. Es mucho más grande. Durante el paseo muchas iraníes se me acercaban para darme la bienvenida a Irán. Tuve una charla muy larga con un propietario de una tienda. Él estaba muy interesado en saber como pensaba una persona rusa sobre lo que está pasando en el mundo.


Siguiendo su consejo fui a comer a un restaurante que se llamaba Saray-e Mehr donde comí un kebab delicioso.


Durante la comida me invitaron a unirme a una mesa con una pareja de viajeros de Corea y Japón y una chica local. Tenían los mismos planes que yo y entonces nos juntamos. Además la chica me invitó a quedarme también en su casa y lo acepté sin pensarlo mucho.
Entonces nos fuimos a ver la mezquita principal de Shiraz - Shah Cheragh.



Es un lugar muy chulo y con la entrada gratuita. Y también todos los extranjeros están acompañados de un guía. Las salas son asombrosas, las paredes y techos están decorados con miles de pequeños espejos, una obra excepcional. Simplemente asombroso.



Después de la mezquita fuimos al coche...





...y fuimos a ver la tumba del poeta Hafez. La entrada valía 200 riales y el sitio era muy bonito y tranquilo. Lo recomiendo.




Se acercaba la noche y fuimos a casa de los padres de la chica, donde conocimos a toda la familia numerosa. Tomamos té, y juntos con su marido e hija fuimos a su casa. Pasamos la tarde hablando de la vida iraní, de las costumbres, de la situación política, mientras tomábamos té y fumábamos narguile. Esa familia iraní era una familia totalmente normal, como en otras partes del mundo. En casa las chicas no se cubren la cabeza, en la cocina hay alcohol y el gobierno no les gusta. Nos contaron que sobre un 30% de la población son fundamentalistas y 70% son modernos, pero, por desgracia, el poder está en manos de los primeros. Pues, mucha gente pretende que les apoyan cuando están fuera de casa. Sin embargo, muchas chicas se visten como las europeas y se cubren solo la mitad de la cabeza. Creo que así se puede averiguar si es una chica moderna o no.
Sobre la medianoche ya estábamos agotados y nos fuimos a dormir.

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Me desperté sobre las nueve, desayunamos y fuimos a Persépolis sobre las once. Con la oferta de nuestros amigos iraníes costaba $20. Hacía muy mal tiempo y llovía. Pero tuvimos suerte y cuando llegamos allí dejó de llover.



Desde hace mucho quería visitar esta ciudad. Desde sexto curso de primaria. Por alguna razón los dibujos del libro de historia antigua permanecían en mi cabeza. La entrada valía 200 riales. El territorio del complejo es enorme, pero, por desgracia, no queda mucho de la ciudad antigua. Además la gente dice que el gobierno corriente no está intentando salvar lo que queda porque esta parte de la historia no tiene nada que ver con el Islam. ¡Qué pena!
Nos quedamos unas tres horas allí y fuimos al coche, y cuando subimos empezó a llover de nuevo.









Por el camino paramos para comer algo, esta vez hamburguesas iraníes. Son más grandes que las de McDonald's y mucho más baratas - solo 80 riales.



La tarde también estuvo llena de charlas. Había muchos visitantes que querían hablar con los extranjeros. Y nuestro grupo creo que era bastante excepcional - un ruso, un coreano y una japonesa. Entre los amigos de familia había una persona muy interesante - un tío que rondaba los 60 que hablaba 12(!!!) idiomas. Hablé con él en ruso, parecía que estaba echando de menos ese idioma. Me contó que había vivido en Rusia y su ex-esposa con su hija aún estaban viviendo allí, en India, en China y en EEUU. Y ahora era un profesor de idiomas en una universidad.
Bueno, con té y dulces llegamos a la medianoche.

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Por la mañana no quisimos hacer nada, estuvimos descansando un poco. Y sólo sobre las doce nos pusimos en marcha. Me despedí de la familia muy amable y fuimos a la estación de autobuses para comprar los billetes a Isfahán. El camino nos llevó al lado del río sin agua y los barrios residenciales al otro lado. Nada muy especial. Solo la gente. Aún no podía acostumbrarme a esa amabilidad. Todos preguntaban de dónde éramos, a dónde íbamos y nos daban consejos. Y no intentaban vendernos nada después de la charla, estaban verdaderamente interesadas.




En unos 30 minutos llegamos a la estación. Algunos taxistas nos preguntaron si necesitábamos un taxi, pero sin imponerse. Otro chico se acercó a nosotros y nos preguntó qué estábamos buscando. Se lo contamos y él nos llevó a un mostrador. Pensábamos que iba a llevarnos a algún mostrador específico para obtener alguna comisión después pero resultó que solo había un mostrador. Eso fue tan agradable, él solo nos ayudó. Asombroso. Me compré un billete para un autobús VIP a las 23:50 a Isfahán. Y mis compañeros otro para un autobús normal al día siguiente. El VIP valía 300 riales y el normal 170.


Fuimos a buscar algo para comer y, como teníamos mucha hambre, entramos en el primer lugar que encontramos. Pedimos una pequeña pizza para cada uno pero por alguna razón nos hicieron las grandes. Parecía que teníamos que haber marcado con el dedo lo que queríamos. Costaron 170 riales, pero nos pusimos las botas.





La siguiente parada era la mezquita Nasir al-Mulk, que tiene un apodo de “Mezquina Rosa” por tener mucho de ese color en su decoración interior. La entrada costaba 100 riales. De hecho, queríamos ver el atardecer pasando a través de las ventanas y dejando una impresión maravillosa. Sin embargo, eso habría sido posible solo por la mañana durante el amanecer. Pero en cualquier caso la mezquita era preciosa. En la sala de rezos vimos una situación interesante, un chico con chica iraní se echaban en el suelo hablando y riendo. Nunca había visto situaciones así en las mezquitas. Un guía que en ese momento estaba dando un tour también lo notó y dijo a su grupo “¡Mirad! ¿Podéis imaginar algo así en una mezquita en Turquía? Tenemos un país libre.” Y si, de verdad lo parece. La gente totalmente normal, solo el gobierno no tanto.




Al salir hablamos con el chico que estaba vendiendo las entradas y cuando descubrió que aún no estabamos en la puerta de Qur'an, insistió que fuéramos a verla. Y eso fue nuestra siguiente parada. Sin embargo, mis compañeros decían que estaban agotados y se fueron a casa.





En 30 minutos llegué allí. Ya se hizo de noche y una vista magnífica se presentó desde la puerta.





Lo último que quería ver antes de irme de Shiraz era la mezquita Shah Cheragh por la noche. Me fui allí y estaba muy agradecido de que estuviera abierta 24 horas.






Me dieron una bienvenida muy hospitalaria, los de seguridad me ofrecieron dulces con té mientras estuve esperando al guía. Esa vez el guía era incluso más positivo que él del día. Cuando dije que mi madre es musulmana me permitía hacer las fotos en todos los lugares, incluso dentro.







Cuando terminé con las fotos me invitó a la oficina de Asuntos internacionales. Es un lugar donde los guías pasan los días esperando a los turistas. Conocí a unos chicos alegre. No parecían nada religiosos. Me ofrecieron unirme a la cena: pan, ese queso maravilloso y otras cosas muy sabrosas. Y por supuesto té. Estábamos hablando y bromeando hasta las diez de la noche, me regalaron una carta con algunas palabras amables escritas. Escribí algunas palabras en su libro de visitantes y después me dejaron en la estación de los autobuses, me ayudaron a encontrar el autobús y nos despedimos.
Según pasaba cada día en ese país, me gustaba más y más.

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