Irán: Teherán, Shiraz e Isfahán ✏️ Blogs de Iran

El autobús era bastante cómodo, aunque mi asiento no tanto. No tenía la oportunidad de estirar mis piernas como se debe hacer, entonces no dormí bien.
Sobre las seis llegaríamos a Isfahán, a la terminal de los autobuses Kaveh. Al mirar el mapa noté una estación del metro e intenté averiguar dónde estaba. Resultó que aún están construyendo el metro (debería inaugurarse el año 2017) y el único modo de transporte era el taxi. Al salir había un montón de esos, se me acercó una persona bastante mayor y ofreció llevarme hasta mi hostal por 120, al final acordamos que por 100. Me quedé en Amirkabir Hostel, una noche con desayuno costaba 300. Al llegar inmediatamente me acosté, me desperté sobre las nueve y fui a preguntar sobre el desayuno. Costaba 70 y todo como siempre: huevo, pan, queso, jam, zumo y, claro, el té.
Durante el desayuno encontré a mi conocido de Shiraz, el de Bélgica. Y con dos viajeros de Nueva Zelanda decidimos ir al barrio armenio para ver la iglesia. El taxi salió 25 riales por persona. La entrada a la iglesia 200 riales. Honestamente, una iglesia armenia como una iglesia armenia. Notable por estar en Irán. Aunque, a lo mejor, no soy quien para juzgar.



Pero en el museo en la iglesia había unas cosas interesantes: el libro más pequeño del mundo, claro, una Biblia y las cartas del siglo XIX, son interesantes porque ahora ya la gente no escribe tan bonito.


En la iglesia se nos unió un compañero más de Nueva Zelanda y juntos fuimos a caminar por la ciudad. Por el camino tomamos unos cafés y después fuimos por la orilla del río hasta del puente de 33 arcos.









De allí con uno de los compañeros fuimos a ver el templo zoroástrico de fuego. Era un largo viaje, 100 riales para la ida, con el taxista acordamos que nos esperaría. El templo en sí mismo estaba en ruinas, pero en la cima de una montaña, desde donde se ve una buena vista de la ciudad.




Nos quedamos allí una hora y luego nos volvimos. Además decidimos pagar al taxista 50 riales más, por la espera tan larga.
Llegó la hora de comer y fuimos al bazar, que está situado alrededor de la plaza Naqsh-e Jahan. Comimos un plato local biryani - pulmón de cordero. Y estaba sabroso, especialmente con ese yogur local. El precio era 125 riales.
Después de comida anduvimos por el bazar. Ese compañero ya tenía un montón de amigos allí. Ya había estado unos días en la ciudad. A las cinco de la tarde ya quería dormir por no haber dormido bien y entonces acabamos el día tomando un café.


Nos despedimos y me fui al hostal. Por el camino quería también pasar a la oficina de Irancell para preguntar sobre mi tarjeta SIM inútil y a la agencia de los billetes para los vuelos, porque quería dormir lo suficiente antes de mi último día en Teherán y no podría hacerlo en un autobús. La oficina de Irancell no la encontré, alguien por el camino me contó que ya estaba cerrada y había que ir a la mañana siguiente. Con los billetes salió una historia más larga, fui a alguna tienda para preguntar dónde estaba la agencia, el dueño le dijo a su hijo que me acompañara pero me pareció que él no lo sabía y empezaba a preguntar a otros peatones. Dos chicos tampoco lo sabían pero ofrecieron su ayuda a encontrarla. Al final anduvimos media hora buscándola y charlando y, al final, la encontramos. Pero la oficina de cambio ya estaba cerrada, entonces la apunté en mi mapa y volví al hostal.

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Me desperté antes de lo normal, a las ocho. El vecino de hostal volvió a ser ruso de Tayikistán que vivía en Ekaterimburgo. Y hablaba farsi, allí era una habilidad muy útil. Durante el desayuno llegaron mis compañeros asiáticos de Shiraz y quedamos en ir a algún sitio después. Sobre el autobús normal no dijeron nada malo, solo durmieron.


Después del desayuno con el vecino fuimos a dar una vuelta hasta la oficina de Irancell, esperando concluir la historia de mi tarjeta SIM. En la primera oficina pequeña no nos ayudaron y nos aconsejaron ir a la grande que estaba a 20 minutos. Allí dijeron que si, había algún error y que debería funcionar al día siguiente. Bueno, el último día por lo menos. Estaba alegre)


Al volver al hostal me despedí con el vecino. Encontré a mis compañeros dormido, y fui a la agencia del dia anterior para comprar un billete a Teherán, que costó 1300 riales.



Después me comí una hamburguesa y fui a la plaza Naqsh-e Jahan. La plaza es maravillosa. Resultó ser la segunda más grande del mundo después de la plaza Tiananmen en Pekin. Pero por su belleza seguro que la primera.





Mientras paseaba se me acercaron unos estudiantes y empezaron a preguntarme qué tal y todo eso y después me ofrecieron ser guías por la plaza. Durante unos 40 minutos estuvimos charlando. Me contaron un montón de historias y momentos interesantes, eran muy positivos. Pero uno me aconsejo convertirme al Islam)
Unos 20 minutos después se me acercó otro tío para charlar y hablamos de la literatura rusa. Estuvo muy interesado en ese tema. Al final me ofreció visitar la tienda de las alfombras de su hermano para tomar té y calentarme un poco. Hacía frío y así lo hicimos. Lo más asombroso fue que nadie me ofreció comprar una alfombra. Sorprendemente, sin embargo, te acostumbras a esto rápido y dejas de buscar motivos escondidos cuando los extraños empiezan a hablar contigo.
Después de algún tiempo me fui en dirección de los puentes para hacer unas fotos nocturnas.


Por el camino me congelé bastante y entré en un centro comercial en busca de café calor. Encontré un sitio muy bueno en la planta cuarta, se llamaba Café Ribar. Por 70 riales se puede tomar un café muy bueno con galletitas y chocolatinas.


Cuando terminé con el café ya se echó la noche y fui al puente. Una vista maravillosa.




Y después volví otra vez a la plaza, también para admirarla con las luces nocturnas.







Y así acabó ese día.

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La tarjeta SIM todavía no funcionaba y el viernes era festivo. Parece que si iba a empezar funcionar, solo el último día. No perdía la esperanza.
El último día en Isfahán lo pasé paseando por la ciudad con mis compañeros de Shiraz. Anduvimos a lo largo del río pasando todos los puentes hasta la plaza. Allí, como era viernes, tenían un rezo. Por eso no podíamos entrar a la mezquita de Imam.








Me compré unos imanes, 30 rialos por cada uno. Parecían un poco caros, pero no quería ir al bazar el último día en Teherán. Cuando estábamos caminando por el boulevard Charbagh, se nos acercó un tío solo para saludarnos. Y corrió solo para hacerlo, curiosamente.
Comimos hamburguesas y ya era el tiempo para irme al aeropuerto. El taxi valía 230 riales. El aeropuerto en Isfahán es muy bueno, pequeño y bonito.



Volamos en un Boeing M82, un avión bastante viejo, pero llegamos bien.


Al llegar a Teherán miré al mapa y, como había solo un kilómetro hasta el metro, fui andando. Por cierto, sobre cruzar las carreteras. Es igual que en Asia sureste: andas y todos te desvían. La única diferencia es el medio de transporte: en Asia son motos y en Irán son coches y, por eso, tardas más en acostumbrarse.
El metro de Teherán es nuevo, nada de especial, solo un medio de transporte público. Para navegar hay una aplicación que se llama “Tehran Metro” y también tiene un interface en inglés. Usar el metro es muy sencillo y barato: un viaje costaba 7 riales, dos - 10 riales. También se puede comprar una tarjeta de metro por 20 y cargarla con dinero. Se dice que sale incluso más barato. Pero eso solo tiene sentido si vais a usar el metro mucho. Además, se puede viajar gratis si el empleado del metro es un hablador y le gusta Rusia

Al cabo de una hora llegué a casa de mis amigos de CouchSurfing. Me equivoqué un poco por el camino, pero una chica local me dirigió al callejón correcto. Y la tarde la pasamos hablando.

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