![]() ![]() MARRAKECH CON LOS CINCO SENTIDOS ✏️ Blogs de Marruecos
Relato de 4 días en la ciudad roja en enero de 2017, nuestra primera vez en Marruecos. Una ciudad que no deja indiferente por sus sabores, olores, sonidos y colores.Autor: Marimerpa Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (49 Votos) Índice del Diario: MARRAKECH CON LOS CINCO SENTIDOS
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Etapas 4 a 6, total 6
El plan para ese día era visitar la Madraza Ali Ben Youssef y dar una vuelta por los zocos, aunque no teníamos intención de comprar nada, ya que viajamos solo con equipaje de mano.
Fuimos por la Calle Mouassine, muy tranquila a primera hora de la mañana, hasta la Madraza Ben Youssef. Esta escuela coránica fundada en el siglo XIV, fue la mayor del norte de África, contando con más de 900 estudiantes. Estuvo en funcionamiento hasta 1962. Es uno de los pocos edificios religiosos abierto a no musulmanes en Marruecos. Se pueden ver las sencillas celdas donde se alojaban los estudiantes, con magníficas vistas del patio, el plato fuerte de la visita. Tiene el suelo de mármol y un estanque en el medio, un precioso zócalo de azulejos policromados y las paredes decoradas con delicadas tallas en madera y estuco. Muy bonito, nos gustó mucho. Anexo al patio, en el extremo opuesto a la entrada, se encuentra el antiguo salón de oraciones. Es otra de las visitas imprescindibles de la ciudad. La entrada cuesta 20 dirham. Muy cerca de la madraza está el museo de Marrakech, que no visitamos. No teníamos mucho interés, y la entrada de 50 dirham nos pareció excesiva solo para ver el edificio (que es muy bonito según dicen). Justo al lado está la koubba Ba’adiyn, edificio hispanomorisco que actualmente está cerrado al público. Después dimos una vuelta por los zocos. Comenzamos por el zoco Cherratine, donde cortan y cosen las pieles para hacer bolsos, pufs o cinturones. Seguimos por el zoco Serrajine, donde están los guarnicioneros y el Haddadine, el de los herreros. Desde allí nos llevaron al zoco de los tintoreros, uno de los más bonitos, con las lanas de colores secando al sol. Digo nos llevaron porque un vendedor de una tienda nos pilló por banda y nos llevó a uno de los talleres de los tintoreros. Allí nos enseñaron los diferentes tintes con los que tiñen la lana, y luego nos metió en su tienda, queriendo probarnos pañuelos, y en ese momento nos fuimos, antes de que la situación se pusiese incómoda, ya que no queríamos comprar nada. Seguimos paseando por allí, un poco desorientados a pesar del mapa. Constatamos que en el zoco de Marrakech suceden cosas extrañas. Un señor que nos daba indicaciones al principio de una calle, y que súbitamente aparecía delante de nosotros unos metros más adelante. ¿Se había teletransportado? ¿Era su gemelo? Ni idea, pero lo que está claro era que se movía más rápido que nosotros sin ser visto, dando la inquietante sensación de que nos perseguía. Esta situación nos pasó varias veces a lo largo del día. Entre tanta calle estrecha fuimos a parar a la Plaza de las Especias (Place Rahba Kedima), que antiguamente era un mercado de esclavos y donde hoy abundan los puestos de sombreros y bolsos de rafia, además de los de especias y animales. Subimos a la terraza del Café des Epices a tomarnos un té, mientras observábamos la vida de esta agradable plaza. Era curioso ver como las mujeres pasaban el tiempo moliendo hojas de alheña, de donde se saca el tinte de los tatuajes de henna. Para descansar del ambiente de los zocos, salimos un poco de la medina, y nos dimos una vuelta por el Ensemble Artisanal, en la Avenida Mohamed V, una tienda regulada por el estado, que es como una cooperativa de artesanos, donde los precios no se regatean, ya que son fijos. Yo no sé si los precios regateando en los zocos son más bajos, pero en la tienda los artículos de cuero, por poner algo comparable, valen poco menos que en España. Cerca, un poco más adelante, vimos la muralla de Marrakech, construida en el siglo XI por los almorávides, fundadores de la ciudad. Rodearon la medina con una muralla de adobe de 19 kilómetros de largo y 5 metros de alto para defender la ciudad. Aprovechamos que estábamos por la ciudad nueva para buscar un supermercado. Cuando visitamos otros países siempre nos gusta echar un vistazo a los supermercados, y solemos comprar alguna cosa de comida para traernos a casa. Nos resulta muy instructivo ver qué se compra y qué se come en el día a día de los habitantes del país. Encontramos el Supermarché Label'Vie, del grupo Carrefour, al finalizar un gran parque llamado Cyber Parc, girando una calle a la izquierda. Compramos algunas sopas y salsas, limón encurtido, algunos dulces y té. No mucho porque pensábamos ir a comprar a una tienda en la medina. Volvimos al riad a dejar las cosas y fuimos a comer al Chez Chegrouni. Hacía un día muy bueno y nos sentamos en la terraza, con vistas a la plaza. Pedimos una ensalada marroquí, un tajín de cordero con ciruelas y otro de pollo con cebolla y limón, acompañados de dos zumos de naranja (total 160 dirham=). De postre fuimos a tomarnos un té acompañados del dulce típico “cuerno de gacela”. Es como una empanadilla rellena de pasta de almendra, me gustó mucho. Después de comer volvimos a la Plaza de las Especias, para curiosear un poco en la subasta bereber en el zoco Joutia Zrabi. Esta subasta de alfombras tiene lugar cada día a eso de las 16:30, y no se oyen voces ni se ve dinero, nosotros solo vimos a gente entrando y saliendo con alfombras y otros en el suelo hablando en voz baja. Después de eso seguimos dando una vuelta por los zocos. El Semmarine, que está en una de las calles “principales” y donde se veían todo tipo de artículos; el zoco Smata, donde venden babuchas de todos los colores; y ya de vuelta hacia la plaza pasamos por el zoco de las aceitunas (Ableuh) y el zoco Kchacha, donde abundaban los frutos secos. Ya más acostumbrados, no nos agobiaban tanto, aunque seguían pasando cosas inquietantes. Fuimos a comprar a la tienda de Omar Idmachai, recomendada en el foro, en una pequeña plaza que se encuentra cerca de la plaza Jemaa El Fna, por detrás del Café Argana. Omar fue muy amable, le pedimos una especia de la que solo sabíamos el nombre en español y llamó a alguien por teléfono para averiguar qué era. Compramos especias, té y los mejores dátiles que he probado nunca, buenísimos, con una carne jugosa y muy dulces. Para terminar la tarde nos fuimos a los jardines de la Kutubia. Compramos en un puesto un zumo de granada recién exprimido que estaba riquísimo y allí nos sentamos a beberlo, viendo como caía el sol y la gente acudía a la última llamada a la oración. Volvimos al riad a descansar un rato hasta la hora de cenar. Pensábamos cenar en le Roti D’or, que había recomendado una forera y que tenía buenas críticas en tripadvisor. Se supone que está en la Rue Kennaria, pero nos recorrimos la calle de arriba abajo y no lo encontramos. Acabamos cenando en el Snak Toubkal, dos sopas, una tortilla de tomate, unas aceitunas y un cuscús de salchicha. Fue el día que peor cenamos, la verdad, aunque fue muy barato, menos de 80 dirham. Etapas 4 a 6, total 6
![]() ESSAOUIRAExcursión a Essaouira, ciudad portuaria cuyo centro histórico es Patrimonio de la Humanidad.
El último día decidimos salir de la ciudad. Entre las varias opciones de excursiones que se pueden hacer desde Marrakech, nos decantamos por el pueblo costero de Essaouira, que es Patrimonio de la Humanidad y está a unos 170 kilómetros. Se puede ir en autobús, las compañías Supratours y CTM tienen varias frecuencias de ida y vuelta a lo largo del día. Pero nosotros, por no complicarnos la vida, teniendo que pillar un taxi para la estación de autobús y correr el riesgo de que el autobús estuviese completo, reservamos una excursión, que nos salía solo un poco más caro. La reservamos por internet en www.excursionenmarrakech.com. Pagamos 20 euros cada uno, pero otras personas que la habían reservado en la medina pagaron 200 dirham.
Quedaron en recogernos en nuestro riad a las 8:15, así que ese día madrugamos un poco más para poder desayunar. Cuando salimos al patio llovía y no vimos las mesas puestas para el desayuno, y nos dijeron que el desayuno era a las 8:30. Nuestro gozo en un pozo, no teníamos ni idea, el primer día no nos explicaron nada y los días anteriores el desayunos estaba ya preparado cuando salimos. Total, que cuando nos estábamos preparando para desayunar algo rápido fuera, la mujer nos llamó a la puerta y nos dijo que nos había preparado algo para que nos pudiésemos ir desayunados. No había tantas cosas como otros días, pero estuvo bien, y el detalle es de agradecer. Nos recogió un chico en el riad y nos llevó a donde tenía aparcado el minibús, fuera de la medina. Recogimos a dos parejas más y nos pusimos en marcha. El viaje de ida se me hizo un poco pesado, y eso que estuvimos un rato charlando con una pareja de Sevilla. Cuando habíamos pasado más de la mitad del camino nos pararon para que pudiésemos hacer fotos a las típicas cabras subidas a los árboles del argán. Según tengo entendido es normal que las cabras se suban a los árboles si no encuentran verde para comer en el suelo. Pero a estas cabras creo que las habían "incentivado" para que se subiesen o al menos para que se quedasen hasta que llegasen los turistas. Junto al árbol estaba el pastor pidiendo propina si querías hacer fotos. Muy curioso también un señor que estaba arando la tierra con un tiro de un burro y un camello, una extraña pareja. ![]() Un poco más adelante paramos en una cooperativa de argán. Había tres mujeres trabajando en las diferentes fases del proceso de extracción del aceite, el cual nos explicaron en un momento. Luego dejaron tiempo para que la gente comprase en la tienda. Nosotros no compramos, aunque yo sí que probé el aceite que tenían allí para degustación. No lo había probado nunca, tiene un sabor como a almendra tostada. Por fin, cerca de las 12 de la mañana, llegamos a Essaouira. Concretamos con el conductor la hora de vuelta y nos dispusimos a recorrer el pueblo. Nos dejaron junto al puerto, y lo primero que vimos fue la Skala, las torres que dominan la muralla y la puerta de entrada a la ciudad entre ellas, que nos recuerdan que Essaouira fue conquistada por los portugueses, quienes construyeron la fortaleza en el año 1506. Entramos a visitar una de las torres, el precio es de 10 dihram. Desde allí las vistas son fantásticas, tanto de la cuidad y sus murallas, como del puerto y de los pequeños islotes frente a la costa, con las gaviotas siempre presentes. Además de la torre, se visita un tramo de muralla, con las baterías de cañones apuntando al mar. ![]() Después dimos un paseo por el puerto, donde ya estaban las pequeñas barcas tras la jornada de pesca. Y los pequeños puestos de venta de pescado fresco. Las gaviotas estaban dándose un festín con los restos de la limpieza del pescado. El día amenazaba lluvia y efectivamente se puso a llover. Era la hora de comer y nos fuimos hacia la zona donde están los restaurantes. Al pasar por los puestos de pescado empezaron a enseñarnos y llamarnos, y como esas cosas nos agobian un poco pasamos de largo. Dimos una vuelta por los restaurantes y decidimos hacer un intento con los puestos de pescado, porque pensamos que, estando en lugar con el pescado tan fresco, era una lástima no comerlo. Nos dimos una vuelta viendo la pinta del pescado y a todos les decíamos que luego. Al rato volvimos y nos paramos en uno de ellos. Nos dijeron que 150 dirham los dos con bebida y ensalada. Sacaron una bandeja y nos enseñaron lo que nos pondrían en la parrilla. Nosotros les dijimos que lo pensábamos y metieron más cosas en la bandeja, hasta que nos convenció y nos quedamos. No sé si pagamos mucho o poco, pero quedamos bastante satisfechos con lo que comimos: erizos, gambas, galeras, una pata de cangrejo con su pinza, chocos, sardinas (jugosísimas), otro pescado que no sé cómo se llama, una dorada bastante grande. Todo ello a la brasa. Con la barriga llena dimos un paseo por la medina de Essaouira. Mucho más tranquila que la de Marrakech, aquí los vendedores no te llaman, solo te ofrecen si te acercas a mirar. Se veían muchos puestos de frutas y verduras, mujeres trabajando el argán, y también muchos dulces y especias. El color predominante es el azul, color del que suelen estar pintadas puertas y ventanas, aunque también las había pintadas de amarillo. En definitiva, un paseo con mucho encanto. Una zona que nos gustó mucho fue la cercana a la muralla, que recorrimos por dentro. Según leímos, en esta parte de la ciudad es donde vivían los judíos, y es que Essaouira fue un importante asentamiento de la comunidad judía. Después nos sentamos cerca del puerto a tomarnos un té a la menta. Y yo que me había quedado mosqueada porque no había visto cómo subir a las murallas (y había visto fotos desde allí) volví para ver si podía subir. Y lo que encontré es que el lugar por donde se sube estaba cerrado, así que me quedé con las ganas. Dimos un último paseo por la ciudad antes de volver al lugar donde nos esperaba el autobús. La visita se me hizo muy corta y Essaouira me gustó mucho. Hubiese estado muy bien hacer una noche allí, pasear por sus playas,… pero con el tiempo que teníamos no podía ser. Por cierto, los fans de Juego de Tronos seguro que saben que Essaouira fue Astapor en la tercera temporada de la serie, e incluso algunas calles de Desembarco de Rey. ![]() Tardamos menos de tres horas en el trayecto de vuelta a Marrakech, que se me hizo más corto que a la ida, ya que fuimos directos. Llegamos cerca de las 8 de la tarde, nos dejaron cerca de la plaza, y decidimos que lo mejor era cenar antes de volver al riad. Volvimos a intentar encontrar el Roti D'or, después de haber hecho una búsqueda en google sobre su ubicación exacta, pero estaba cerrado y sin rastro de actividad, ni siquiera había un cartel. Finalmente cenamos en otro lugar en la misma Rue de Kennaria que habíamos visto la noche anterior y que recomendaban en la Lonely Planet. El restaurante se llama Bakchich Café y tiene una decoración muy curiosa, a base de material reciclado. Pedimos un sándwich de pollo, una tortilla de hierbas y un cuscús de pollo, acompañados de dos zumos. Estaba todo muy bueno y la cuenta ascendió a 125 dirham. Etapas 4 a 6, total 6
![]() REGRESO Y CONCLUSIONESSe acaba el viaje. ¿Qué es lo que más nos ha gustado y lo que menos? ¿Repetiríamos?
Nuestro vuelo salía a la una de la tarde, así que desayunamos y preparamos las maletas sin prisas. Nos fuimos con mucho tiempo de antelación al aeropuerto, ya que Ryanair nos había enviado varios correos advirtiéndonos de posibles colas y retrasos en los controles del aeropuerto. Teníamos pensado ir en el autobús de la línea 19, que cuesta 30 dirham por persona, incluso habíamos reservado el dinero justo en moneda local. Pasamos de los taxistas que nos ofrecían llevarnos, pero ya sentados en la parada del autobús, se nos acercó uno, que nos llevaba por el mismo dinero que el autobús. Como íbamos con tiempo, le dijimos que no, que nos íbamos en autobús, porque pensamos que no íbamos a tener dinero para la propina. Pero nos ofreció llevarnos por 50 dirham, y aceptamos. Nos llevó al aeropuerto en un momento, y al final le dimos los 60 dirham.
Llegamos con mucho tiempo al aeropuerto y al final las colas no eran para tanto. Rellenamos de nuevo la tarjeta de inmigración, pasamos por el mostrador de Ryanair para que nos sellasen la tarjeta de embarque, pasamos el control de pasaportes y el de seguridad y nos sentamos a esperar mientras comíamos algo. En el aeropuerto de Marrakech se puede pagar en euros, aunque las cosas son bastante más caras que en la ciudad. Así acababa nuestra breve escapada de invierno a Marrakech, breve pero intensa. Nos hemos dejado muchas cosas por ver. En la ciudad no fuimos a los Jardines de Majorelle ni a La Menara. Tampoco al zoco de los curtidores, pero es que ninguna de estas visitas estaban entre nuestras prioridades. En los alrededores me quedé con muchas ganas de visitar Ait Bentaddou, pero como excursión de un día resultaba un poco paliza. Eso será en otra ocasión. Marruecos es un país para repetir, ya que tiene mucho que ofrecer. Marrakech como ciudad es bonita, tiene monumentos preciosos, pero es muy turística, para lo bueno (infraestructuras, hoteles, y demás comodidades) y para lo malo. Me da la sensación de que en la ciudad están demasiado a la caza del turista y su dinero, llegando a agobiar en ciertos momentos. Fuera de Marrakech solo estuvimos en Essaouira y allí, pese a ser también un lugar turístico, no sentimos tal agobio. Por eso, y por los comentarios de amigos que conocen el país, creo que merece mucho la pena. En general hemos disfrutado mucho de la comida, de los tés y los dulces. Toda una delicia para el paladar, sobre todo para los golosos. Como visitas imprescindibles, me quedo con las tumbas saadíes, el palacio Bahia y la madraza Ali Ben Yousef. Además, sentarse en una de las terrazas de la plaza a tomar un té al atardecer viendo la actividad, relajarse un los jardines de la Kutubia y pasear por los zocos, con paciencia y cuidado con las motos y bicis. En definitiva, una escapada recomendable ![]() Más diarios de Marimerpa: Etapas 4 a 6, total 6
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