COSTA RICA "MI VIAJE" SEPTIEMBRE 2017 ✏️ Blogs de Costa Rica

Todo preparado a las 7:10 ya que nos venía a recoger para llevarnos al Parque Manuel Antonio, ya sabíamos que no se pueden meter alimentos tipo snaks ni nada parecido, ya que los monos y los mapaches están hechos unos especialistas en el robo. Si se pueden meter bocadillos, así que nuestra intención es realizar la visita con el guía y luego quedarnos disfrutando del parque.
Esta vez es la empresa Rancho los Tucanes quienes se encargan de la excursión se vuelven a hacer de grupos según el idioma y cada guía va provisto de un telescopio para poder ver los animales que se encuentran más lejos.
El parque no decepciona, se pueden ver todo tipo de animales incluso el mono titi, el único que nos faltaba para ver las 4 especies que viven en el país.
La visita guiada llega hasta la playa Manuel Antonio para luego volver a la entrada. Nosotros decidimos quedarnos aquí recorrer otros senderos del parque, decidiéndonos por el sendero de Punta Cardenal.
Posteriormente disfrutamos de las playas de Espadilla Sur, con menos gente y más oleaje, y de la de Manuel Antonio, ideal para el baño pero con cien ojos puestos en las mochilas porque a los temerarios mapaches no había manera de espantarlos y comprobamos que eran de lo más hábiles abriendo cremalleras.
Después de pasar el día en el parque y nuevamente en el transporte público, ya que nos resultaba muy cómodo y barato, nos fuimos al hotel para asearnos y salir a cenar.
Mientras nos encontrábamos en el hotel, por fin empezó a llover con ganas, pensábamos que nos íbamos a ir de Costa Rica sin ver esas lluvias ecuatoriales, y nuevamente la naturaleza nos sorprendió, pues justamente frente a nosotros y en pleno chaparrón, un perezoso decidió que era su momento de bajar del árbol para hacer sus necesidades y desde la terraza lo estuvimos contemplando.
Una vez escampó un poco la lluvia salimos a cenar y nuestra elección recayó en el restaurante La Cantina ya que habíamos pasado varias veces por la puerta y nos llamaban la atención sus parrillas y que fuera tipo barbacoa.
Pedimos 3 platos para compartir entre los dos: costillas, pargo y ensalada, la verdad es que fue mucha cantidad, y la preparación no es que fuera exactamente a las barbacoas que acostumbramos en España, pero el precio no fue caro.
Cuando terminamos de cenar de nuevo cogimos el autobús y de vuelta al hotel a descansar.

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La excursión programada para este día fue el tour en catamarán. Nos pasaron a recoger a las 8:30 para llevarnos al puerto de Quepos donde cogimos el catamarán.
Continuábamos con suerte en cuanto al tiempo ya que aunque había nubes no llovía.
En el catamarán estuvieron muy atentos entraba barra libre de bebida excepto, cosa muy curiosa, el agua y la cerveza que tenías que pagar por ellas.
Durante la excursión pudimos ver delfines mulares, una ballena jorobada con su cría, además bastante cerca y como colofón una pareja de tortugas copulando.
Después nos llevaron hacia la playa Biesanz para hacer snorkel, bañarnos y disfrutar lanzándonos desde un tobogán que llevaba el barco.
Una vez terminado el disfrute de los juegos acuáticos sirvieron la comida en el catamarán y al finalizar pusimos rumbo hacia el puerto, para repartirnos en los vehículos que nos llevarían de vuelta a nuestros hoteles.
Por la tarde volvimos a Manuel Antonio a pasear por la playa y tomarnos una cervecita.
Una vez que empezó a anochecer nos dirigimos al restaurante El Avión, famoso en la zona. En sus inicios el lugar solo se componía de un avión de la guerra Sandinista y que fue recuperado de un desguace y poco a poco las instalaciones se han ido agrandando. Las vistas desde este restaurante son espectaculares, sobre todo en el atardecer, aunque en nuestro caso el sol ya se había puesto cuando llegamos.
Pedimos unos camarones y una ensalada y con esto nos quedamos bien, ya que los platos son abundantes, y el precio tampoco era demasiado caro.
Hablando con un camarero nos enteramos que este restaurante, La Cantina y el Wagon, que se encuentra uno a continuación del otro, pertenecían al mismo dueño pero que cada uno se dedicaba a un tipo de comida distinto, El Avión a la cocina costarricense, La Cantina a la barbacoa y El Wagon a la italiana.
Después de la cena volvimos al hotel tranquilamente de nuevo en el transporte público.

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Este día no teníamos ninguna actividad programada, lo único que teníamos en mente era realizar algunas compras y tomarnos el día completamente de relax, solo hacer lo que surgiera.
Aunque no teníamos ninguna prisa, no había manera, todas las mañanas antes de las 7 ya teníamos los ojos como platos así que aprovechamos para ir haciendo las maletas para la vuelta y después ir a desayunar tranquilamente, aun así era pronto pero nos fuimos a Quepos y estuvimos paseando por el puerto y por distintas calles de la población.
Al día siguiente era el día de la patria y se notaba la animación, ya que todos los escolares estaban practicando para los eventos a realizar el día siguiente: música, carreras, desfiles...
Visitamos el mercado del pueblo, compramos algún suvenir de recuerdo y por último café, que no me quería venir sin lo típico del país.
Siguiendo las indicaciones de una costarricense nos decidimos por la marca Montaña, ya que según ella no era de las más famosas pero sí de las más ricas y de verdad elaborado allí.
Una vez terminadas todas nuestras compra y como aún era pronto decidimos comprarnos unos bocadillos en el Subway y volvernos al hotel para disfrutar de la piscina y del pequeño Jacuzzi que tenían en los jardines y que hasta el momento ni siquiera habíamos visto.
El resto de la mañana lo pasamos de relax y una vez dimos cuenta de nuestros bocadillos y descansamos un poco nos dispusimos a salir para dar una vuelta por Manuel Antonio, pero se puso a llover torrencialmente así que nos pasamos la tarde en la terraza viendo caer la lluvia.
Cada vez que intentábamos salir volvía a arreciar, pero al final decidimos que cenar tendríamos que cenar, así que con nuestras capas de lluvia salimos, esta vez dirección al restaurante El Wagon, llamado así por tener en las instalaciones un vagón de tren.
Cuando llegamos al restaurante la lluvia había cesado y se quedó una noche muy agradable.
Esta vez para cenar pedimos una pizza, bastante grande, para dos y ensalada, los precios muy parecidos a los otros restaurantes donde habíamos cenado, pero esta vez como extra mi marido pidió un “chupito” de ron con una rajita de limón y ¡madre mía!, nos costó casi tanto como la cena. Así que mucho cuidado con el precio de las bebidas alcohólicas.
Después de la cena volvimos al hotel para terminar de hacer las maletas y a dormir.

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