Euroluna de Miel en Israel. ✏️ Blogs de Israel

Jueves 16 de Mayo:

Este día también nos lo tomamos con calma. Tras la trasnochada del miércoles nos levantamos bastante tarde, y después de desayunar nos fuimos otra vez a la estación de HaHagana para coger el tren hacia Haifa. Esta la visita la hicimos en compañía de nuestro amigo Ernesto, con el que habíamos cenado la noche anterior.

En todas partes he leído que Haifa es una ciudad industrial que no tiene demasiado interés, así que nos limitamos a conocer lo más famoso y emblemático de Haifa: los jardines Bahaíes. La ciudad ha crecido mucho en las últimas décadas, precisamente por su carácter industrial y por ser el principal puerto de Israel, y hoy es la tercera ciudad en tamaño tras Jerusalén y Tel Aviv. Se asienta sobre el monte Carmelo, que es sagrado tanto para cristianos como musulmanes y judíos.

La fe Bahaí es integradora y predica la igualdad entre hombres y mujeres, la eliminación de todo tipo de prejuicios o la complementación de todas las religiones cada una aportando sus mejores valores y el entendimiento de la humanidad, entre otras cosas. Su fundador fue el "Bab", un persa en el siglo XIX. Sus declaraciones pronto encajaron mal entre los musulmanes y acabó siendo detenido y ejecutado. Sus restos se encuentran enterrados bajo la cúpula que preside los jardines.

Estos jardines son visibles desde lejos, ya que se asientan sobre la ladera de la montaña, en un plano inclinado. Están divididos en tres secciones diferentes, separados por calles de la ciudad por donde pasan coches y autobuses, pero en la distancia parecen un gran jardín continuo. Como no habíamos madrugado llegamos tarde para poder visitar la parte central por dentro (el santuario abre de 9 a 12) y para la visita guiada que hay todos los días (en inglés a las 10 y las 12), así que nos limitamos a subir hasta el mirador que hay en la parte más alta de los jardines, el Balcón Yefe Nof, desde donde se tiene una buena vista de los propios jardines y de la costa de Haifa, con Acre y sus murallas a lo lejos. Para llegar usamos el bus 58 desde la propia estación central de Haifa (HaShmona), y en una media hora te deja a pocos metros del mirador). Hay que bajarse en la parada HaNassi/Iris y desde allí caminar unos tres minutos hasta el mirador, que es de acceso gratuito.


Después bajamos hacia la parte baja de los jardines andando, cruzando barrios residenciales que no me parecieron tan mal después de lo que había leído, aunque no tienen tampoco mucho más interés. La parte baja de los jardines sí abre hasta las 5 de la tarde, pero ya apretaba el calor y no teníamos muchas ganas de subir y bajar escaleras para ver los jardines, así que nos hicimos algunas fotos con los jardines de fondo y la fuente y atravesamos la colonia alemana, justo a los pies de la puerta baja de los jardines. Esta zona, entre los jardines y el puerto, fue fundada por alemanes que construyeron aquí casas unifamiliares, que hoy en día son mayoritariamente restaurantes. De hecho aprovechamos para comer en un Pizza Hut que encontramos ya que no queríamos perder mucho tiempo. Seguramente esta zona será muy agradable por la noche ya que muchos de los establecimientos tenían terrazas donde seguro se está de lujo con la fresquita nocturna.




En el tren de vuelta a Tel Aviv conocimos a una chica argentina que vivía en Israel desde hacía ya unos años, ya que su padre era judío y habían emigrado cuando se produjo la crisis económica de los 90 en su país. Hasta entonces su padre les había ocultado que era judío pero entonces lo dijo porque así se pudieron acoger a la ayuda que el gobierno de Israel da a los judíos que quieren instalarse en el país. Pudimos ver cómo una señora mayor empezó a insultar y gritar a un militar israelí pero éste permanecía impasible. La señora le estaba reprochando infinidad de cosas, hasta le habló de las Torres Gemelas de Nueva York, y el chico no le dijo absolutamente nada. La escena fue bastante curiosa. La chica argentina nos dijo que en el ejército israelí les adiestran para que en estos casos no digan nada y aguanten el chaparrón como buenamente puedan. Durante todo el viaje hemos visto muchísimos militares por la calle, en los trenes, autobuses... y siempre van con sus fusiles. Es algo que llama mucho la atención. El servicio militar es obligatorio para chicos y chicas y dura unos años, y por eso hay tanta presencia por todas partes.

Al llegar a Tel Aviv volvimos al apartamento y nos preparamos para asistir a la segunda semifinal de Eurovisión, que tenía lugar esa misma noche, y por eso no podíamos prolongar demasiado la visita a Haifa. Tras la hora de bus de rigor llegamos al recinto de exposiciones y congresos y disfrutamos de las actuaciones de la segunda tanda y como siempre, pasaron algunas que no nos convencían y algunas favoritas se quedaron, pero en general fue bastante previsible todo. De esta semi me que quedé con las ganas de ver en la final a Irlanda, que además quedó última.

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Las calles del mercado estaban masificadas, había muchísima gente comprando o simplemente mirando... pero entre tanta gente Víctor reconoció una cara que le sonaba, aunque al principio no supo quien era. Enseguida caí en quien era, Sebalter, un cantante suizo que representó a su país en Eurovisión 2014 y al que ya conocimos en persona en Amsterdam ese mismo año. Me acerqué y le pregunté si era él, y efectivamente, nos dijo que sí y que estaba allí porque era el comentarista en la retransmisión del festival para Suiza. El chico fue simpático, como siempre, y nos hicimos una foto con él.



A la salida del mercado había una pequeña plaza donde había gente bailando y otros dando abrazos gratis, había muy buen ambiente por la zona. En general Tel Aviv es así, no es la ciudad más bonita del mundo, es más, está muy dejada en muchas calles y hay edificios muy cochambrosos por toda la ciudad, pero tiene un ambiente relajado y festivo del que Jerusalén carece. Parecen dos mundos diferentes.

Después nos adentramos por la calle Sheinkin, que es famosa por dos motivos. El primero es ser el centro de una zona de la ciudad donde abundan edificios de estilo "Bauhaus", edificios blancos de líneas simples pertenecientes a un movimiento arquitectónico del siglo XX de origen alemán. Precisamente por ese tipo de arquitectura Tel Aviv está reconocida como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. No sólo están en esa calle y las cercanas, pero es la zona con más concentración de todo Tel Aviv.



La otra razón es que durante mucho tiempo ha sido la principal calle para la comunidad gay de Tel Aviv. Seguramente esta ciudad es la más abierta de todo Oriente Medio para los miembros del colectivo LGTB, y éste fue su centro tradicional, con tiendas, cafés, restaurantes... Hoy en día los lugares destinados al público LGTB abarcan muchas más calles de la ciudad y se pueden ver banderas arcoiris por muchas partes, nada que ver con Jerusalén, desde luego. Nosotros aprovechamos para tomar un café en una de la cafeterías de la zona, y después cambiamos algunos euros en una oficina de cambio de la misma calle, ya que nuestra reserva de NIS estaba bajo mínimos.

Después seguimos paseando tranquilamente por Roschild Boulevard, una de las principales avenidas de la ciudad, visitando alguno de los edificios Bauhaus que aparecen en el vídeo anterior, y disfrutando también del ambiente de la zona. Llegamos hasta el número 16, donde se ubica el Independence Hall, lugar donde David Ben Gurión leyó la declaración de independencia del estado de Israel el 14 de Mayo de 1948. Lamentablemente esos días estaba cerrado y no pudimos entrar.


Deshicimos nuestros pasos para dirigirnos a la plaza Dizengoff, una curiosa plaza circular rodeada de algunos edificios Bauhaus. Para mi gusto es uno de los sitios más bonitos de la ciudad, es muy armoniosa. Antes pasamos por el Dizengoff Center, un centro comercial. No teníamos intención de entrar porque el tema e las compras no es lo nuestro, pero vimos un anuncio en la puerta de un local que regalaba banderas de países de Eurovisión, y evidentemente allí nos plantamos para conseguir 4 banderines para nuestra colección: Noruega, Dinamarca, Islandia e Israel. La pena es que sólo dieran dos por persona.

En la misma plaza Dizengoff habíamos quedado con Antonio, un amigo también eurofan que estaba esa semana también en Tel Aviv. Con él fui a mi primer Eurovisión en directo, en 2001 en Copenhague, y nos hacía ilusión ese reencuentro. Comimos en una terraza en la calle Dizengoff (sí, no se complican mucho con los nombres), y cuando ya habíamos acabado vimos pasar a un señor que se parecía mucho a Izar Cohen, el del Abanibi. Me levanté corriendo y le pregunté si era él, y sí, así que le pedimos una foto y accedió. La verdad es que estaba muy cambiado respecto a las imágenes que teníamos de él, pero claro, habían pasado 40 años desde su victoria en Eurovisión. Si no hubiera sido porque lo vimos unos días antes en el Eurovillage no lo hubiera reconocido. Nos hizo gracia que una señora que iba con él, no sabemos si amiga, hermana, prima, mujer o socia, nos sacó un colgante que llevaba para enseñárnoslo y decirnos que era diseño de Izar Cohen, que ahora por lo visto se dedica al diseño de joyas entre otras cosas, para intentar vendernos alguno, aunque sin éxito.

Después de tomar un café con Antonio en una terraza nos despedimos y seguimos nuestro camino hacia el puerto de Tel Aviv, todo esto andando. Llevábamos ya un buen trecho caminado ese día y lo que nos quedaba... El puerto no es gran cosa, se supone que los viejos hangares los han reconvertido en tiendas y restaurantes, pero no había mucha gente. Eso sí, vimos el Euroclub, otra de las discotecas temáticas, a la que habíamos pensado ir esa misma noche, pero que al final desistimos. También queríamos visitar el puerto porque en otro de los establecimientos había una exposición sobre Dana International, la transexual que ganó por Israel en 1998. Ella es oriunda de Tel Aviv y es todo un símbolo para la comunidad LGTB de allí. Por desgracia, ya eran las 5 de la tarde, y al ser viernes habían cerrado antes por el shabat.


El puerto se encuentra en la zona norte de la ciudad, a más de 6 Km de nuestro apartamento. Como ya he adelantado, era viernes, y los autobuses habían dejado de funcionar, así que no nos quedaba más remedio que coger un taxi o ir a pata. Habíamos considerado la opción de volver temprano para descansar y por la noche ir un rato al Euroclub, pero al final lo dejamos y preferimos un plan más tranquilo. Decidimos bajar caminando por las playas. La verdad es que el paseo no se hizo nada pesado y fue entretenido. Vimos una playa para perros, con duchas adaptadas a ellos, y otras playas religiosas, que estaban cercadas por unos muros y donde hombres y mujeres entraban por separado, algo que nunca había visto hasta entonces.


Un poco más abajo nos encontramos la playa gay de Tel Aviv, y a partir de ahí todos los hoteles del litoral. Nos pilló la hora del atardecer y encima viernes, así que había mucha gente corriendo por el paseo, bailando, otros practicaban algún deporte en la arena... vamos la típica estampa playera, y además la temperatura era muy buena, así que se estaba de lujo. En cierto momento vimos a un grupo de gente con cámaras y con acreditaciones colgadas del cuello, así que se nos disparó la alarma y supusimos que estaría por allí algún cantante de Eurovisión, y efectivamente, estaban grabando algunas escenas con el representante italiano, aunque no sabemos para qué. Esperamos a que terminara de grabar y después le pedimos una foto, y aunque fue un poco seco y tenía cara de pocos amigos, accedió.


Tras el encuentro con Mahmood, que así se llama el chaval, tomamos algo en una terraza frente al mar y después nos fuimos a cenar. En nuestra ciudad solemos ir a cenar a un chino casi todos los sábados, sábado chino, así que en Tel Aviv hicimos un shabat chino y buscamos un restaurante por allí para no perder las costumbres. Esto es algo que solemos hacer en todos los viajes, buscar un chino de las ciudades que visitamos y probarlos. Este en concreto fue el China Court, que no estuvo mal del todo, aunque bastante más caro que los chinos españoles.


Tras la cena seguimos caminando hacia el sur, hacía ya fresco porque se había hecho de noche, así que llegamos al apartamento y nos quedamos descansando. Nos habíamos dado una paliza de patear ese día pero nos había gustado mucho.[/align]

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