HISTORIA DE ISRAEL 1a PARTE ✏️ Diarios de Viajes de IsraelHablar de la historia de Israel no siempre es sencillo puesto que nos encontramos con los textos bíblicos, no siempre exactos con fechas y lugares. Históricamente hay evidencias de existencia de homínidos en la zona del lago Tiberiades y el valle...Diario: Israel: peregrinos sin peregrinar⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Etapas: 28 Localización: IsraelHablar de la historia de Israel no siempre es sencillo puesto que nos encontramos con los textos bíblicos, no siempre exactos con fechas y lugares. Históricamente hay evidencias de existencia de homínidos en la zona del lago Tiberiades y el valle del Jordán del Paleolítico inferior. Entre el undécimo y el noveno milenio a.C. se desarrolló en Canaán la llamada civilización natufiense, nómada. En el IX milenio a.C. tribus neolíticas se dedicaron a la agricultura y la ganadería. Hacia el VII milenio a.C. se construye la ciudad de Er Riha (Jericó), una de las más antiguas del mundo. Hacia el IV milenio a.C la civilización cananea se organizó en ciudades-estado. De esa época data el intercambio con Egipto, que ejercerá una gran influencia en la región. Hacia el III milenio a.C los hicsos invadieron Egipto y paralelamente las ciudades cananeas empezaron a construir murallas defensivas. Escritos del siglo XXI a.C. evidencian la existencia de la ciudad de Ourousalim (actual Jerusalén). Los hicsos se desplazaron hacia la parte oriental del delta del Nilo e instalaron su capital en Avaris. Canaán, bajo la autoridad de Avaris, se desarrolló espectacularmente. En 1850 a.C. la ciudad de Ascalón se convirtió en la capital de un reino; su puerto era muy activo. De esa época data la migración de tribus de Israel (según el Antiguo Testamento, es el tiempo de Abraham, Isaac y Jacob). Dice el Génesis que hubo tres patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob. A Jacob también se le conoce como Israel y de él derivaría el nombre de esta tierra. Abraham fue el primer patriarca de Israel según el judaísmo, descendiente de Noé por vía de su hijo Sem. Abraham se casó con Sara, que era su medio hermana y era estéril. Cuando tenía 75 años, Dios le ordenó que saliera de su tierra y fuera al país que le indicaría. Abraham, su esposa y sus seguidores viajaron hasta Canaán, donde se establecieron. Después de un tiempo en Egipto, Abraham regresa a Canaán. Como no tiene hijos con su mujer, esta le ofrece a a su esclava Agar. Abraham tiene un hijo con la esclava pero Sara, celosa, la expulsa. Cuando Agar iba por el desierto se le apareció Dios y le dijo que su hijo, Ismael, sería el “padre de una muchedumbre”. A Ismael se le considera el padre de los beduinos nómadas. Cuando Abraham tenía 99 años se le apareció Dios y le dijo que Sara daría a luz a un hijo llamado Isaac, que engendraría doce príncipes que se convertirían en una gran nación. A Isaac se le consideró el único heredero y primogénito de Abraham (a pesar de Ismael). Algún tiempo después Dios volvió a aparecerse a Abraham y le pidió que le ofreciera a su hijo en sacrificio en el monte Moriah. Pero cuando estaba a punto de hacerlo se le apareció un ángel que le dijo “No extiendas tu mano contra el niño, ni le hagas nada; pues ahora conozco que eres temeroso de Dios”. En su lugar Abraham sacrificó un cordero. Abraham murió en Hebrón a los 175 años. Isaac se casó cuando tenía unos 40 años con Rebeca. Cuando esta tenía unos 60 años dio a luz a dos hijos mellizos, Jacob y Esaú. Antes de dar a luz Rebeca profetizó que en su vientre luchaban dos naciones. Cuando los chicos crecieron cada uno se convirtió en el favorito de uno de sus progenitores: Jacob de su madre y Esaú de su padre. Un día que Esaú vino de cazar y estaba cansado y hambriento vio a su hermano Jacob comiendo un plato de lentejas. Esaú, que era el mayor, le pidió que le diera su plato y Jacob le dijo que se lo daría a cambio de su primogenitura. Esaú accedió. Isaac estaba casi ciego. Rebeca aprovechó la situación para ponerle pieles de cabrito en cuello y manos a Jacob para que su padre le confundiera con su velludo hermano. Isaac, confundido, le dio la bendición y le reconoció como primogénito. Esaú se enfadó mucho por lo ocurrido y juró vengarse pero Jacob ya se había marchado a buscar a su tío Labán, aconsejado por Rebeca. Esaú mandó a su hijo Elifaz a buscar y matar a Jacob. Este, acompañado por sus tíos maternos, persiguió a Jacob y lo alcanzó en Siquem. Jacob le rogó por su vida y le dijo que tomara a cambio todo lo que tenía. En el camino hacia Harán, Jacob tuvo una visión de una escalera que subía al cielo, desde lo alto Dios le bendecía. Ya en Harán, Jacob se enamoró de una de las hijas de Labán, Raquel. Para poder casarse con ella y pagar la dote, Jacob se ofreció a trabajar siete años para su tío. Al pasar ese tiempo Labán consideró que era inaceptable darle en matrimonio a su hija menor antes de casar a Lea, la mayor. Solo después de trabajar para él otros siete años le dio a Raquel. Lea y Jacob tuvieron muchos hijos mientras que con Raquel que no podía engendrar ninguno. Raquel le ofreció a su esposo a su criada Bilha para que tuviera un hijo con ella. Abraham y Bilha tuvieron dos hijos. Lea se puso celosa y le ofreció a su esclava Zilpa para que tuviera hijos con ella; tuvieron dos. Al cabo de un tiempo, Lea dio a luz a tres hijos más y Raquel a dos. En total tuvo trece hijos: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, Dina, José y Benjamín. Tiempo después, los hijos de Labán se quejaron porque Jacob tenía mejor ganado que ellos. Dios le aconsejó a Jacob que se marchara y este lo hizo junto con su familia. Al partir, Raquel robó los ídolos religiosos de casa de su padre. Labán persiguió a Jacob y le acusó de haberle robado los ídolos. Jacob, que no sabía nada, dijo que quien hubiera robado los ídolos debía morir. No obstante no pudo encontrarlos porque Raquel los escondió bien. Jacob siguió su camino hasta la Tierra prometida. De los hijos varones de Jacob (Dina era su única hija) provienen las doce tribus de Israel. Los descendientes de José, sus hijos Efraín y Manasés, tuvieron cada uno una porción de tierras. La tribu de Judá se quedó con la parte occidental del Mar Muerto, con los desiertos de Idumea. La tribu de Simeón se quedó con el oeste de Judá; la de Benjamín, la tierra al sur de la de Judá; la de Dan estaba al norte de la de Simeón; la de Efraín, al norte de las tierras de Dan y Benjamín. La de Manasés estaba al oriente del Jordán y al norte de la de Efraín. La de Isacar estaba al oriente del Jordán. La de Zabulón estaba al norte de la de Isacar. La de Aser estaba al este de las tierras de Zabulón y Neftalí, al norte del Líbano. La tierra de Neftalí estaba entre la tierra de Aser y la de Manasés. Las de Rubén y Gad estaban en la parte oriental del Mar Muerto y del Jordán. La tribu de Leví no tenía tierras ya que se dedicó al sacerdocio. El período cananeo se extiende desde el principio del III milenio a. C. hasta el final del siglo XVI a. C. A partir del siglo xix a. C. comenzó un aumento de los asentamientos permanentes y una disminución del número de tribus. Las ciudades cananeas empiezan a rodearse de murallas. La existencia de la ciudad cananea de Ourousalim (Jerusalén) se certifica en escritos que datan del siglo XXI a. C. Los hicsos llegaron por entonces a la parte oriental del delta del Nilo, donde se instalaron e hicieron de Avaris su capital en el siglo XVI a. C. En esta época, Canaán, parte de un imperio bajo la autoridad de Avaris, alcanzó un nivel de civilización notable: tenía potentes fortificaciones que rodeaban las residencias de los reyezuelos cananeos, en guerra permanente unos contra otros y que recurrían a los carros de guerra arrastrados por caballos. Las desigualdades sociales eran muy evidentes. Las tumbas, cavadas en la roca, eran sepulturas generalmente familiares. Los poderosos se enterraban con sus armas y joyas. En esta época comienza la migración de las tribus de Israel hacia Canaán, posiblemente desde el sur de la región caucásica. No existe documentación histórica verificable. Según el Antiguo Testamento, es el periodo correspondiente a Abraham, Isaac y Jacob, que abarcaría hasta 1650 a. C. aproximadamente. Los hicsos fueron expulsados por Amosis I (1550-1525 a. C.), el primer faraón de la decimoctava dinastía con la que comienza el Imperio Nuevo. Amosis destruyó la capital de los hicsos en Avaris y sus sucesores conquistaron la ciudad de Saruhen (cerca de Gaza), y destruyeron confederaciones canaanitas en Megido, Hazor y Qadesh. Tutmosis III (1504 a. C. al 1450 a. C.) estableció el imperio de Egipto sobre el occidente del Cercano Oriente, derrotando a la confederación cananea en Megido y tomando la ciudad de Joppa, trasladando la frontera desde el Sinaí a la curva de Éufrates. La batalla de Megido es uno de los hechos más relevantes del reinado de Tutmosis III y la primera batalla documentada de la historia. Al final de la regencia de la reina-faraón Hatshepsut, los gobernantes de la antigua Retenu (región entre Siria y Palestina) intentaron liberarse del yugo de la hegemonía egipcia. Retenu se alió con el reino de Mitani en las orillas del Éufrates, y con el de Kadesh, una ciudad del Canaán a orillas del río Orontes en lo que hoy es territorio sirio. A la alianza también se unió Megido, ciudad de importancia estratégica por su situación geográfica en el valle de Jezreel, tras el monte Carmelo y el Mediterráneo, desde donde se podía controlar la ruta principal entre Egipto y Mesopotamia. Mitani era el más poderoso Estado del Próximo Oriente del siglo XV a.C. Se estima que esta alianza contaba entre 15.000 y 20.000 hombres, así como 1.000 carros de guerra. Tutmosis III reunió un ejército de 10.000 hombres (algunas fuentes hablan de 20.000 hombres y 1.000 carros de guerra) en la fortaleza fronteriza de Tharu (llamada Sile en griego) y llegó diez días después a la ciudad leal de Gaza. Tras un día de descanso, marchó hacia Yehem, donde llegó después de otros once días. Desde aquí deberían seguir hacia el norte, y pasar por el monte Carmelo, tras el cual se encontraba la ciudad de Megido, donde se habían reunido las fuerzas rebeldes. Contra la opinión de los líderes de su ejército de tomar cualquiera de los caminos más seguros, Tutmosis III decidió marchar por el camino más estrecho pero más corto hacia Megido. La ruta del medio, pasando por Aruna, era peligrosa: seguía un cañón estrecho, y las tropas solo podrían viajar en fila. Si el enemigo esperaba al final del cañón los egipcios podrían ser fácilmente divididos y atacados. Pero nadie supuso que los egipcios pasaran por ahí, por lo que Aruna estaba débilmente protegida. Tutmosis ordenó acampar y durante la noche desplegó sus fuerzas cerca del enemigo. A la mañana siguiente atacó. Los rebeldes estaban en la alturas junto a la fortaleza. La línea egipcia se dispuso en una formación cóncava que amenazaba los dos flancos rebeldes, con Tutmosis en el centro dirigiendo el ataque. La disposición de los egipcios, junto con su número y la sorpresa del ataque deshicieron la formación de los rebeldes, que hubieron de retirarse a la ciudad, cerrando las puertas tras ellos. Los egipcios se habían entretenido con el pillaje y habían perdido la oportunidad de tomar la ciudad de manera rápida. No quedó más opción que sitiarla. El sitio duró 7 meses, al cabo de los cuáles Megido se rindió. El rey de Kadesh pudo escapar. Así se relata el botín conseguido en las paredes del templo de Karnak: "340 prisioneros vivos y 83 manos. 2.041 yeguas, 191 potros, 6 sementales. Un carro trabajado en oro, su vara de oro, de este vil enemigo; un hermoso carro trabajado en oro del príncipe de Megido, 892 carros de su miserable ejército; en total, 924 carros. Una hermosa armadura de bronce perteneciente al príncipe de Megido, 200 armaduras de su vil ejército, 502 arcos, 7 varas de madera del enemigo, trabajadas en plata. Además 1.929 cabezas de ganado grandes, 2.000 de ganado pequeño, 20.500 ovejas". Tutmosis tomó como rehenes a los hijos de cada uno de los reyes derrotados. Después de ser educados en la corte egipcia, fueron devueltos a sus lugares de origen, donde gobernaron con el consentimiento de Egipto. Después de esta primera campaña, Egipto volvió a consolidarse como una de las grandes potencias de la región. Las sucesivas expediciones que Tutmosis III realizó en la región en los años siguientes fueron sobre todo de carácter recaudatorio, para que no olvidaran a qué gran potencia debían lealtad. Incluso, en el reinado de su sucesor, Amenhotep II (1427 – 1400 a.C.), las incursiones eran más de reafirmación que de conquista. No existe ninguna fuente histórica o arqueológica que confirme la existencia de un éxodo de israelitas desde Egipto a Canaán tal como lo describe la Biblia. También es cierto que no es muy probable que los orgullosos judíos dejaran constancia de algo que les era tan poco favorable. Las cifras que da la Biblia son exageradísimas. 600.000 personas habrían superado a la población de Canaán en una proporción, como mínimo de veinte a uno. De hecho, un estudio reciente sugiere una cifra de 20.000. La Biblia dice que el éxodo se produjo 480 años antes de la fundación del templo de Salomón en Jerusalén, lo que supondría situar la emigración en torno a 1450 a.C. Pero en la misma fuente también se afirma que los judíos trabajaron en la construcción de una ciudad llamada Rameses, probablemente Pi Ramsés, la capital construida por Ramsés II en el delta del Nilo en el siglo XIII a.C. No cuadra. Veamos ahora el camino que tomaron para ir a la Tierra prometida. Es la misma que siguieron dos esclavos que habían escapado de Egipto en el siglo XIII a.C. y que quedó plasmada en el Papiro Anastasi V. En el siglo VIII a.C., el reino de Israel sufrió su ruina y la deportación de su población a manos de los asirios, dando lugar al mito de las tribus perdidas de Israel. Por su parte, el reino de Judá fue conquistado por el monarca babilonio Nabucodonosor II en el año 586 a.C., y la élite judía fue deportada a Babilonia. El relato bíblico se escribió después y pudo haberse inspirado en esos dos acontecimientos. Se sabe que Egipto fue desde siempre tierra de acogida para poblaciones seminómadas procedentes de la vecina Siria-Palestina. Llegaron huyendo de las hambrunas o de la guerra, buscando las riquezas y las tierras fértiles egipcias. La palabra apiru (o habiru) está presente en numerosos textos egipcios y mesopotámicos del II milenio a. C. Fue en 1890 cuando se relacionó por primera vez este término con el de “hebreos” que se cita en la Biblia. La palabra aparecía en una tablilla de barro cocido, escrita en acadio, que había sido enviada por el gobernador de Jerusalén a un faraón. En ella le pedía ayuda contra los apiru que atacaban sus campos. No queda claro quiénes eran pero se cree que los hebreos estaban entre ellos. La primera vez que las fuentes egipcias les llaman por su nombre les consideran enemigos y los establecen fuera de Egipto. Aparecen en una gran estela erigida por el faraón Merenptah (c. 1212-1202 a. C.), hijo de Ramsés II, en el año 5 de su reinado, descubierta en 1896. En ella, Merenptah cuenta las victorias militares de los principios de su gobierno. Las dos últimas líneas aluden a una campaña en Canaán donde el faraón conquistó ciudades como Ascalón y Gezer. Es en este punto donde se refiere, ambigua y escuetamente, a otros rebeldes a quienes dice haber devastado por completo: “las gentes de Israel”. Esta referencia constituye la mención más antigua de Israel como una entidad propia. Pero nada en el texto de Merenptah permite relacionar esa alusión con el episodio bíblico del Éxodo. Sin embargo, para muchos autores, constituye la prueba irrefutable de la existencia de Moisés y de la fundación de Israel. Así pues, de haber ocurrido el Éxodo, el año 5 del reinado de Merenptah podría marcar la fecha más antigua para datarlo. Eso ha llevado a pensar a algunos que el famoso faraón del Éxodo era Mefenptah y no su padre, Ramsés II. Existe una teoría que se desmarca por completo de la cronología ramésida y que busca a “Faraón” más de trescientos años antes: entre los monarcas de la dinastía XVIII. Existe una versión egipcia de la historia de Moisés que fue muy popular durante el Egipto grecorromano, a partir del siglo IV a. C. En ella se identifica a los israelitas como uno de los pueblos que se encontraban con los hicsos cuando estos fueron expulsados de Egipto. Sus defensores relacionan los extraños fenómenos naturales que describen las diez plagas con las catástrofes provocadas por la erupción del volcán de la isla griega de Tera (Santorini). Pero volvamos al inicio, a aquellas teorías que dicen que los hebreos tomaron partes de historias reales y las moldearon a su conveniencia. Eso sería verosímil teniendo en cuenta a la arqueología, a lo que se ha encontrado y a lo que no. El arqueólogo Israel Finkelstein es muy duro con sus afirmaciones. Es muy rotundo al asegurar que el Pentateuco es una compilación iniciada durante la monarquía de Josías, rey de Judá, en el siglo VII a.C. En aquel momento, ese reino israelita del Sur comenzó a surgir como potencia regional, en una época en la cual Israel (reino israelita del Norte) había caído bajo control del imperio asirio. El principal objetivo de esa obra era crear una nación unificada, que pudiera cimentarse en una nueva religión. El proyecto, que marcó el nacimiento de la idea monoteísta, era constituir un solo pueblo judío, guiado por un solo Dios, gobernado por un solo rey, con una sola capital, Jerusalén, y un solo templo, el de Salomón. Ve terribles incongruencias en la Biblia e insiste en la inverosimilitud de las 600.000 personas marchando por el desierto y que no exista registro alguno de ello. En conclusión, ¿el Éxodo existió?. Pues hoy por hoy, y como lo narran los textos bíblicos, no. ¿Existió Moisés?. Moisés es el profeta más importante para el judaísmo. En el Libro de Éxodo, el nacimiento de Moisés tuvo lugar cuando un faraón egipcio había ordenado a las parteras que mataran a todo varón hebreo recién nacido, pero éstas por temor a Dios no hicieron como se les mandó. Era hijo de Amram (miembro de la tribu de Leví y descendía de Jacob) y su esposa, Iojebed o Jocabed. Tenía una hermana siete años mayor, Miriam, y un hermano de tres años más, Aaron. La madre le escondió tres meses y cuando no pudo más, le metió en una cesta untada con brea y le echó al Nilo. Miriam siguió el recorrido de la cesta por las aguas hasta que la hija del faraón, que se había ido a bañar, le encontró. Entonces la niña convenció a la princesa para que una hebrea amamantara al niño. La elegida fue su madre. Moisés se crió el palacio. Ya de adulto, supervisaba los trabajos de los hebreos. Un día vio a un capataz maltratar a un esclavo. Lleno de ira, le mató. Luego huyó de Egipto. En la tierra de Madián, Moisés se detuvo en un paraje con un pozo y allí protegió a siete pastoras de una banda de otros pastores con malas intenciones. El padre de las pastoras, Jetró, era sacerdote de Madián. Adoptó a Moisés como hijo suyo y le permitió que viviera con ellos; allí trabajó Moisés como supervisor y responsable principal de los rebaños. Con el tiempo se casó con Séfora, la hermana mayor. Moisés llevó a su rebaño al monte Horeb y allí vio una zarza que ardía sin consumirse. Cuando Moisés intentó aproximarse para observar más de cerca aquella maravilla, Dios le habló desde la zarza, revelando su identidad e intención a Moisés: "No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. [...] Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. [...] Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel [...] Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel. [...] "Yo soy el que soy". Le pide que vuelva a Egipto y libere a su pueblo. Así lo hace. Junto con Aarón, va a ver al faraón e intenta convencerle para que deje ir a los hebreos. El faraón le dice que ni hablar. Caen terribles plagas sobre Egipto. El faraón les dice que se vayan. Empieza el éxodo hacia la Tierra Prometida. El faraón se lo piensa de nuevo y ordena perseguirles. Los hebreos están atrapados. Egipcios por un lado, Mar Rojo por otro. Moisés, ayudado por Dios, separa las aguas para que pase su pueblo. Luego éstas se cierran y engullen al ejército. En el Monte Sinaí, Dios da a Moisés las tablas de la Ley, los Diez mandamientos. Cuando baja con ellas bajo el brazo, los suyos están adorando a un becerro de oro. Enfadado por su idolatría, rompe las tablas. Luego Dios las da de nuevo. 40 años vagaron por el desierto. Al llegar a la Tierra prometida, ningún varón de más de 20 años pudo entrar. Moisés se quedó en el Monte Nebo y allí murió. Los textos que hablan de Moisés fueron escritos mucho después del tiempo en el que se supone que vivió. No hay evidencias históricas reales de la existencia del personaje. Veamos evidencias históricas de lo que sí pasaba en ese tiempo. En el reinado de Amenhotep III 1450-1424 a. C.) aparece en los textos egipcios la primera mención del pueblo Habiru (posiblemente hebreos). Todo parece indicar que muchos habirus hablaban hurrita; posiblemente era una casta social más que un grupo étnico, e incluso pueden haber estado incorporados en los grupos tribales de los primeros israelitas. La correspondencia de Amarna da cuenta detallada de las cartas intercambiadas durante el período de dominación egipcia en Canaán durante el reinado de Akenatón (hacia el 1350 a.C.).. Los alcaldes locales, tales como Abdi Khepa de Jerusalén y Labaya de Siquem, eran delegados del faraón, y actuaban en su favor. Akenaton les informa de haber enviado a la región a un regimiento de Medjay (Nubia) para mantener orden. En este período se produjo la invasión de los hititas. [img] Ramsés I dirigió una campaña a través del territorio que más tarde sería Israel, después de la rebelión de los shasu que siguió a la batalla de Qadesh, estableciendo una guarnición egipcia en Moab. Hacia 1200 a. C. el imperio hitita de Anatolia fue conquistado por tribus llegadas del oeste. Los cananeos de la costa norte, (llamados posteriormente "fenicios" por los griegos) pudieron haber sido desplazados temporalmente, pero regresaron tras la marcha de los invasores que no se asentaron en el lugar. Hacia 1187 a.C. se produjo la invasión de Egipto por los llamados Pueblos del Mar. Entre esos grupos estaban los filisteos y los dadaneos. Las cinco ciudades filisteas principales eran Gaza, Ashdod, Ekron, Gath y Ascalón. Resulta muy difícil, como ya dije, dar por ciertos históricamente hablando los hechos narrados en la Biblia. Según la Biblia, tras salir de Egipto, los israelitas vagaron por el desierto durante una generación, para invadir luego la tierra de Canaán destruyendo ciudades cananeas, como Ai, Jericó y Hazor bajo las órdenes de Josué. Resulta que Ramsés II se adjudicó lo mismo pese a ser ciudades que ya llevaban 200 años destruidas y abandonadas pero el gran faraón era un maestro en maquillar la historia para beneficiarle y la Biblia es, por su parte, muy poco fiable. Si seguimos la Biblia nos encontramos con la idea de que los hebreos ocuparon la mayoría de Canaán, que repartieron según las líneas familiares tradicionales derivadas de los hijos de Jacob y de José (las tribus de Israel). No había ningún gobierno formal, y el pueblo era guiado por los jueces. Los Jueces eran los líderes carismáticos de su tiempo, personas inspiradas por el Espíritu Santo. Históricamente hablando podemos referirnos a las ya mencionadas incursiones de los pueblos del mar (filisteos, entre otros). Hacia el siglo XI a.C. se dice que los jueces se hicieron avaros y corruptos. Hacia el final de la edad de bronce se vivía una epoca de prosperidad. Se recuperó el comercio con Egipto y Mesopotamia, y se abrieron nuevas rutas comerciales, desde Cadesh-Barnea al sur, de Hebrón, Jerusalén y Lakís en Samaria, a Siloé, Siquem y a través de Galilea, a Megido y todo el valle de Jezreel. Esta ruta amenazaba el monopolio comercial de los filisteos, que intentaron dominarla tanto directamente, con una intervención militar contra las tribus de Israel, como indirectamente, promoviendo a mercenarios a posiciones de poder como los Achish de Gath, posteriores aliados de David. Siguiendo los textos bíblicos, la nación pidió un rey porque los hijos de Eli (el sumo sacerdote de la época), que habían sido designados como jueces, emplearon mal su cargo. Aunque él intentó disuadirlos, los israelitas estaban decididos. Saúl ben Qish, de la tribu de Benjamín, fue ungido como rey por Samuel. No se ha encontrado ninguna evidencia independiente sobre la existencia de Saúl, aunque el primer período de la Edad del Hierro era una fase de expansionismo filisteo. Habla la Biblia de un poderoso Reino de Israel, muy superior a la del actual estado de Israel, ya que abarcaba desde el sur del Líbano a la península del Sinaí y del mar Mediterráneo al río Jordán (escritos de Samuel). Nuevamente las evidencias históricas lo desmienten. En el tiempo de David y Salomón Jerusalén apenas tendría unos cientos de habitantes: insuficientes para gobernar un imperio que abarcase desde el Éufrates a Eilath. Los expertos aseguran que la primera referencia independiente para el Reino de Israel es de 890 a. C., mientras que para el de Judá es aproximadamente 750 a. C., muy posterior a los reyes citados. Algunos investigadores actuales creen que el rey Omri fue el creador del primer estado israelita en Palestina, mientras que el reino de Judá solo alcanzó la condición de estado más tarde, parcialmente por la acción de los soberanos de Israel. No obstante, la mayoría de los arqueólogos consideran que Judá surgió al mismo tiempo, y proponen un núcleo del relato bíblico de la Monarquía Unida. Omri, por cierto, era el padre de Acab, a quien me referiré ya en el viaje propiamente dicho al hablar de Haifa. Volvamos a Saúl, primer rey de Israel unido según la Biblia. Saúl, elegido como rey por Dios, era un hombre fuerte y enérgico que derrotó a los amonitas, moabitas y filisteos en numerosas ocasiones. Estableció su capital en la ciudad liberada de Jabes de Galaad. Saúl había preparado una campaña militar contra los filisteos pero esperaba a Samuel para que este ofreciera un sacrificio a Yahvé. Dado que Samuel tardaba tanto en aparecer Saúl ofreció el sacrificio él mismo. Samuel se enfadó mucho. Más adelante, después de su victoria sobre los amalecitas, Saúl dejó a su rey con vida. Samuel volvió a enfadarse y le mató. Vamos, monarca y juez no se ponían nunca de acuerdo. Era lógico que Samuel buscara un sustituto que le gustara más. Y lo encontró en David. ¿Qué se supone que había hecho mal Saúl?. Pues se dice en los textos bíblicos que había pecado al desobedecer a Dios durante la batalla de Michmash, donde debía destruir a todos los enemigos amalecitas y no lo hizo. Por ello, Dios decidió retirarle su bendición y envió al profeta Samuel en busca de un nuevo «ungido», de un nuevo rey para Israel. Fue a Belén, donde vivía Isaí, un pastor con sus hijos. Uno de ellos debía ser el elegido y Samuel, como profeta, debía saber cuál. Para evitar un castigo del rey Saúl, el profeta se excusó alegando que viajaba para realizar un sacrificio. Una vez en casa de Isaí, el profeta conoció a siete de sus ocho hijos, pero ninguno cumplía los requisitos. Cuando preguntó si faltaba alguno, Isaí llamó al más pequeño, David, quien estaba apacentando las ovejas y cuando el profeta lo vio, supo que era él. Allí, delante de su padre y hermanos mayores, le ungió como futuro rey de Israel. David fue nombrado paje de armas y arpista de la Corte (por eso se le representa a menudo con un arpa). Al rey le encantó el joven porque su música le relajaba mucho. Israel, bajo las órdenes del rey Saúl, estaba en guerra con los filisteos. Un gigante llamado Goliat de Gat, desafió a los israelitas y les dijo que escogieran a su mejor hombre para enfrentarse con ėl. Si Goliat vencía, los hebreos sería esclavos de los filisteos. Todo el mundo estaba muy asustado. David se presentó ante el rey Saúl y se propuso para luchar contra el gigante. Con la autorización del rey, David se vistió con la armadura del monarca pero, al no estar acostumbrado a utilizarla, le molestaba tanto que se deshizo de ella y se dirigió al campo de batalla solo con su honda. Por el camino recogió cinco piedras lisas en un arroyo y se plantó delante del gigante Goliat. Goliat se burló de David pero este usó su honda y le asestó un golpe con una piedra en la frente (el hermoso David de Miguel Ángel tiene la honda preparada en el hombro y sostiene la piedra, apretada en su otra mano). Después de vencer al gigante, David consiguió la confianza de los criados y del pueblo, se ganó la amistad de Jonatán y el amor de Mical, quien fue su primera esposa. Jonatán y Mical eran hijos de Saúl. Estas muestras de afecto provocaron los celos del rey Saúl, que ordenó capturarle. David tuvo que huir al desierto con un escuadrón de 200 guerreros leales y se convirtió en el paladín de los oprimidos. Allí aceptó la protección del rey filisteo Aquis de Gat, enemigo de Israel. La guerra contra los filisteos supuso una derrota para los Israelitas. Todo el ejército fue aniquilado y murieron los hijos varones de Saúl: Jonatán, Abisúa y Malquisúa. Saúl mismo fue alcanzado por flechas. Al verse gravemente herido, Saúl le dijo a su escudero que lo matara pero este se negó; así que Saúl se suicidó con su espada. David se dirigió a la ciudad de Hebrón para ser nombrado rey de Judá. Pero los norteños no estaban de acuerdo con tal decisión y buscaron a un descendiente del difunto rey para nombrarle como sucesor. El escogido fue su hijo Isboset, al que nombraron rey. Este intentó ganarse la confianza del reino, pero dos caudillos seguidores de David decidieron asesinarle en su propia casa. Cuando se presentaron ante el rey David esperaban una recompensa, pero se encontraron con la muerte. David no estuvo de acuerdo con la muerte de su enemigo y decidió ejecutarles por asesinato. Al final David encontró la ciudad neutral e idónea desde la que reinar. Se trataba de Jebús, que por entonces no estaba en manos de la gente de Judá ni en manos de los israelitas del norte, sino ocupada por los jebuseos. Una vez reconocido por los líderes de todas las tribus, David conquistó la fortaleza de Jebús y la hizo su capital. Se conoció desde entonces como Ciudad de David. Con el tiempo se conocería como Jerusalén. David conquistó Soba, Aram (la actual Siria), Edom y Moab (la actual Jordania), así como las tierras de los filisteos y de otros territorios. En muchos casos exterminó a gran parte de sus habitantes cananeos. Eran tantos los crímenes cometidos que el profeta Natan le dijo que debía esperarse una generación para que se cumpliera su sueño, construir un templo para Yahvé. Durante el sitio de Rabbah, el rey David decidió no ir a la batalla y quedarse en Jerusalén. Después de una siesta y desde la terraza, el rey observó que, en una casa vecina, estaba bañándose una hermosa mujer. David quedó prendado de ella y quiso saber quién era: Betsabé, la mujer de un soldado hitita principal, llamado Urías, que estaba luchando en el sitio de Rabbah. Como el adulterio se penaba con la muerte, David hizo volver al marido para fingir que era el padre de la criatura. Urías se negó a quedarse en casa, con su mujer, mientras sus compañeros luchaban en la batalla. David no quería perder a Betsabé así que mandó poner a Urías en el lugar más peligroso en batalla para que muriera. Y eso es lo que pasó. David se casó con Betsabé pero ambos fueron castigados con la muerte del niño, de apenas unos días de vida. Con el tiempo uno de los hijos de David, Absalón, se rebeló contra su padre y ambos llegaron a luchar por el derecho al trono. Un día, Absalón quedó atrapado por su cabello en las ramas de un roble y Joab, el comandante de tropas de David, le clavó tres flechas y lo mató. David lloró mucho esa muerte. Otro de sus hijos, Adonías, aprovechó que su padre estaba en cama, viejo y enfermo, para proclamarse rey. Betsabé y el profeta Natán pidieron a David que nombrara como heredero a otro de sus hijos, Salomón. Según las escrituras, David emprendió campañas militares contra los enemigos de Judá e Israel, y derrotó a enemigos tales como los filisteos, amonitas y arameos, consiguiendo así que las fronteras permanecieran seguras. David llevó a su nueva capital el Arca de la Alianza, que se encontraba en Quiryat Yearim. Ya comenté antes que ese gran imperio que sugiere la Biblia no se corresponde con la arqueología, que nos habla solo de un pequeño reino tribal. Estudios serios dicen que en el período que abarca los reinos bíblicos de David y Salomón, toda la población de la región montañosa de Judá, no era más que unos 5.000 personas, la mayoría de ellos pastores errantes, con una zona urbanizada que constaba de una veintena de pequeños pueblos. A David le sucedió, pues, su hijo Salomón. Según la Biblia, claro. Como llevo diciendo todo el rato, la Biblia va por un lado y la realidad histórica por otro. No se han encontrado inscripciones contemporáneas que lo mencionen y ninguna evidencia arqueológica que confirme los datos bíblicos. Hablando claro. De Salomón solo habla la Biblia. Siguiendo los textos bíblicos, pues, Salomón fue proclamado antes de la muerte de su padre, ya que su medio hermano Adonías había anunciado sus pretensiones al trono. Adonías fue más tarde ejecutado por orden de Salomón, y el sacerdote Abiatar, partidario suyo, depuesto de su cargo, en el cual fue sustituido por Sadoc. También fue asesinado el general Joab sin respetar el derecho de asilo del santuario. De Salomón se dice que fue un rey pacífico y sabio (recordemos el famoso juicio y las mujeres que se disputaban el niño vivo). Hizo alianzas con reyes vecinos, como Hiram I de Tiro. Se dice que su reino era espléndido y que recibió la visita de la reina de Saba. Los textos bíblicos hablan de la reina de Saba (actuales Etiopía y Yemen), una mujer descrita como de belleza destacable. Se desconoce su nombre. En la tradición etíope es llamada Makeda, mientras que en la tradición islámica (aunque no en el Corán) es conocida como Bilqis o Balkis. Otros nombres asociados a ella son Nikaule o Nicaula. Se cuenta que visitó al rey Salomón, atraída por su fama. Le trajo regalos muy caros (oro, especias y piedras preciosas o, según otros, marfil, pavos y monos). Siguen contando los textos bíblicos que cuando la reina llego a Jerusalén quedó deslumbrada por el templo y por la sabiduría de Salomón, quedándose tres años y logrando un tratado de no agresión y comercio entre estos dos reinos. Otros dicen que no buscaba ese tratado y que el motivo del viaje era ver si el rey era tan sabio. "Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría: pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aún se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído. Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría. Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia”. Pero ¿y si lo único que le hubiera impulsado a la reina era comerciar?. Al contrario de como se la ha retratado en el cine sólo intimaron la última noche ya que ella siempre se negó y gracias a que Salomón (muy mujeriego) trazó un plan. Con la excusa de la despedida alargó hasta tarde la estancia de la reina en su palacio. Entonces le dijo que dadas la hora se quedara a dormir en el palacio. Ella estuvo de acuerdo pero a cambio de que no intentara nada. El rey accedió pero con una condición, que ella no cogiera nada del palacio. Makeda (por darle un nombre) se ofendió al verse tildada de ladrona pero terminó con avenirse. Los sirvientes de palacio dejaron una vasija con agua al lado de la cama de la reina. Cuando ella se disponía a beber, una mano la sujetó. Era Salomón. - Tú no cumpliste tu parte, yo no cumpliré la mía. Y se entregaron a una noche de pasión de la cual la reina engendró a su único hijo Menelik. Hombre, Salomón era un poco vivo. Y a saber si realmente fue una noche de pasión querida por ambas partes... Lo cierto es que no parece que sufriera mucho cuando regresó a su reino. Las malas lenguas dicen que tenía más de 300 concubinas y 700 esposas legales para consolarse. Se dice que la reina se convirtió a judaísmo. Una vez que Menelik cumplió la mayoría de edad, emprendió el mismo viaje que hizo su madre hasta llegar a las tierras de Israel y conocer a su padre. Se cuenta que cuando volvió a Etiopía lo hizo acompañado por un séquito de jóvenes judíos y con el Arca de la Alianza. Según la narración bíblica, fue un templo de Jerusalén construido bajo el reinado de Salomón y terminado en el año 957 a.C. El Templo de Salomón o Primer templo fue saqueado y luego destruido en el 586/587 a.C. a manos del rey babilónico Nabucodonosor II, quien también deportó a los judíos. David fue el rey que unió a las tribus israelitas, capturó Jerusalén y llevó a la ciudad el Arca de la Alianza. El monarca eligió el monte Moriah en Jerusalén como lugar para un futuro templo que albergaría el Arca, hoy conocido como el Monte del Templo o Haram al-Sharif. Sin embargo, Dios no le permitió construir el Templo, pues había «derramado mucha sangre». Entre otros mató a Urías, esposo de su amante Betsabé. Su hijo Salomón lo mandó construir en su lugar. Colocó el Arca en el Sanctasanctórum, la sala más interior sin ventanas y la zona más sagrada del Templo, ya que allí se suponía que descansaba la presencia de Dios. Solo el sumo sacerdote podía entrar en la sala, una vez al año, en el Día de la Expiación, llevando la sangre de un cordero sacrificado y quemando incienso. El templo era un edificio religioso y lugar de reunión. El edificio (según la Biblia) debió tener una longitud interior de aproximadamente 27 metros, 9 metros de ancho y una altura de también 13,5 metros. Sus dimensiones, por tanto, eran comparables a las de una capilla; culto por lo general se llevaba a cabo desde su exterior. A ambos lados de la entrada del templo fueron erigidas dos columnas, llamadas Jaquín y Boaz. Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta enchapada en oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Tras esa puerta se encontraban tres recintos. Primero había un vestíbulo, seguido por otros dos recintos. El primero de esos recintos era denominado Hejal o Santo (es decir, Lugar Santo o Santuario), que se iluminaba a través de ventanas altas. La anchura y longitud de esta estancia guardaba una proporción de 1:2, lo que significa que la planta del Hejal estaba compuesta por un doble cuadrado. El forjado de piedra se encontraba cubierto por un solado de madera de cedro. Las paredes y vigas del forjado del Hejal estaban recubiertas por láminas de cedro libanés. La tercera cámara, denominada Dvir o Kodesh Ha-Kodashím era el lugar más sagrado del Templo de Salomón. En latín se la conoce como Sanctasanctórum. En el centro estaba el Arca de la Alianza. El patio interior del Templo era rodeado por un muro formado por tres capas de bloques de piedra cubiertas por vigas de madera de cedro. En este patio interior podían entrar los peregrinos y las masas de fieles, pero el Santuario del Templo solo era accesible a los sacerdotes y el monarca de turno. A los judíos que habían sido deportados tras la conquista de Babilonia se les permitió finalmente regresar y reconstruir su templo, conocido como el Segundo Templo. Ya no había ni rastro del Arca. Muchos historiadores dudan de la existencia de ese primer templo. La Biblia indica que fue saqueado por el faraón Sisac (Sheshonq I) en 925 a. C., profanado por algunos de los reyes de Judá y destruido por los babilonios durante el tercer asedio de Nabucodonosor II contra Jerusalén en 587 a. C. No hay ni una evidencia arqueológica de su existencia. Se desconoce la ubicación exacta del Templo: se cree que estaba situado en la colina que constituye el emplazamiento del Segundo Templo del siglo I y el actual Monte del Templo (llamado hoy Explanada de las mezquitas). Salomón tuvo 300 esposas y 300 concubinas, muchas extranjeras, lo que hizo que su reino cayera en la idolatría. El reino vivía del comercio pero también entraba en guerra con otros. Vamos, cosas normales que ha habido en muchos reinos a lo largo de la historia pero que se ven mal desde un prisma religioso. En fin, Salomón cayó en desgracia. El rey ya no era justo y eso desintegró el Estado de Israel (recordemos que históricamente ni siquiera hay evidencias de que se hubiera creado ni de que existiera el rey). La Biblia narra que, al morir Salomón en el 931 a. C., dejó como heredero a su hijo Roboam. Las tensiones entre las diez tribus israelitas del norte y aquellas de Judá y Benjamín en el sur alcanzaron un punto de crisis. Cuando Roboam desoyó las quejas económicas, el territorio de Israel fue dividido en dos entidades hebreas: el Reino de Israel en el norte y el Reino de Judá en el sur. El primero incluyó en su territorio a Siquem y Samaria; el segundo conservó Jerusalén. La mayoría de las demás provincias vasallas no-hebreas se perdieron. El Reino de Israel se mantuvo independiente desde el año 930 a. C. hasta 722 a. C., cuando fue conquistado por el imperio asirio. El Reino de Judá tuvo una vida más larga que su rival, existiendo hasta 586 a. C., cuando fue conquistado por el imperio babilónico. Alrededor del año 930 a. C., Jeroboam lideró la rebelión de las tribus norteñas estableciendo el reino de Israel (I Reyes), con capital en Siquem. La Biblia indica que Yahvé estaba «indignado» con las tribus norteñas por el modo de vida ostentoso, desigual y corrupto que practicaban. La verdad es el Reino de Israel se desarrolló mejor que el Reino de Judá debido a las mayores precipitaciones y unos sistemas agrícolas más productivos pero sobre todo, debido a su posición estratégica para aprovechar el comercio regional. Según el relato bíblico, que no se puede comprobar por fuentes exteriores, hubo 19 reyes en Israel. Políticamente fue menos estable que Judá. Israel fue invadido por el faraón Sheshonq I de la dinastía XXII. El reino fue poderoso en el siglo IX a.C. con el reinado del ya mencionado Omri. Fundó una nueva dinastía con capital en Samaria, ciudad mejor protegida, con la ayuda de la ciudad fenicia de Tiro, reforzando esta alianza al casar a su hijo y sucesor, Acab (874-853 a. C.), con la hija del gobernante de Tiro Etbaal (llamada Jezabel), y a su hija Atalía con el hijo del rey Josafat de Judá, el futuro rey Joram. Acab formalizó múltiples alianzas entre los pequeños reinos y contribuyó con 2000 carros y 10 000 soldados a la coalición que derrotó a Salmanasar III en Qarqar (853 a. C.). La Biblia es muy critica al respecto. Como dije, al tratar de Haifa, hablaré de ello y del profeta Elías. Doce años más tarde, Jehú, con ayuda del reino de Aram, dio un golpe en el cual Acab y su familia fueron asesinados, y es ungido rey de Israel por el profeta Eliseo. La Biblia no hace ninguna referencia a este hecho. Hacia el 838 a. C. se aviene a pagar un tributo a Salmanasar III para defenderse de los arameos de Damasco. El rey Hazael guio a los arameos contra Joram de Israel y Ocozías de Judá, derrotándolos en Ramoth-Gilead. Tras esta batalla, Hazael rechazó dos ataques asirios contra los territorios israelitas situados al este del Jordán, y la ciudad filistea de Gath e intentó tomar Jerusalén. Jeroboam II fue coronado rey de Israel en 787 a. C. Luchó contra Damasco y Moab en un intento de expansión, mientras los asirios amenazaban a los reinos judíos. Jeroboam II murió en el año 747 a. C. en una rebelión popular, y con él acabó la dinastía de Jehú. De la sangrienta rebelión, Menahem se erigió en rey el 745 a. C., y aceptó pagar tributo a Tiglath-Pileser III. Le sucedió su hijo Pecajías, que perdió el trono ante Pecaj. Pecaj intentó una coalición con Rasón de Damasco y Ajaz de Judá, para combatir a los asirios. Pero Ajaz apoya a Asiria, lo que llevó a la caída de Israel en poder del rey asirio Sargón II, que lo incorporó a su imperio en el 720 a. C. Muchos ciudadanos huyeron a Judá y se refugiaron en Jerusalén. Todo este período es el de los famosos profetas (Elías, Eliseo, Amós, Jonás y Oseas). ¿Y qué pasó en el Reino de Judá después de la escisión?. Las tribus de Judá y Benjamín permanecieron fieles a Roboam, formando el reino de Judá con capital en Jerusalén. Roboam luchó contra el rey de las tribus norteñas (Jeroboam de Israel), guerra que mantuvo su hijo Abías o Abiyam. Le sucedió su hijo Asa, que prohibió el culto a los ídolos, rechazó a los madianitas y a los etíopes que habían invadido Judá, y luchó contra Basa, rey de Israel, con la ayuda de Ben-Hadad, rey de Siria. Durante el reinado de Acaz, la población de Jerusalén creció enormemente como resultado de la llegada de muchos refugiados israelitas que huían del norte, pasando de ser un pequeño mercado local a una ciudad importante. Durante el reinado de Ezequías (725-697 a. C.), su hijo, la población había crecido alrededor de un 500%. Ezequías realizó grandes obras, incluyendo la ampliación de las murallas para incluir la nueva población tanto en Jerusalén como en Lakís, construyó la piscina de Siloé para dar a la ciudad una fuente independiente de agua en el interior de la ciudad y también amplió el Templo. Senaquerib, rey de Siria y Babilonia, sitió Jerusalén en el 701 a.C. Según el relato bíblico Yahvé envió un ángel, que en una noche derribó a "ciento ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios": "se levantaron por la mañana, y he aquí que todos eran cadáveres". Tal desastre obligó a Senaquerib a regresar "con rostro avergonzado a su propio país". En realidad seguramente hubo alguna epidemia. Los asirios debieron retirarse, pero pudieron imponer un tributo que empobreció a la población de Judá durante una generación. En el reinado de Manasés, Judá tuvo una cierta recuperación económica. Con el reinado de Josías se intentó unificar los reinos judíos. El rey luchó por liberarse de Asiria, y tras la caída de ésta (612 a. C.), por liberarse de Egipto. Murió en batalla, resistiendo el avance del faraón Necao II en el 609 a. C. En el 608 a. C. Necao II impuso como rey a Eliaquim, con el nombre de Joaquim. Los egipcios fueron derrotados por los babilonios el 605 a. C. en Karkemish, y Egipto quedó sometido por el rey babilonio Nabucodonosor II, que influenciaba también sobre Judá. El año 598 a. C. Nabucodonosor II depuso a Joaquim, que se negaba a pagar tributo. Su hijo Joaquín tampoco colaboraba, así que el ejército babilonio encarceló a Joaquín y a toda la aristocracia del reino de Judá. Nabucodonosor II nombró a Matanías rey de Judá en el año 589 a. C. Bajo el nombre de Sedecías, fue el último rey judío. El imperio babilónico arrasó Jerusalén, su Templo fue destruido en 587 a. C. y la élite judía fue obligada a vivir en Babilonia. Muchos consiguieron huir a Egipto, Siria, Mesopotamia, o Persia. El rey de Judá (ciego y sometido) conservaba su título nominal, y ciertos hebreos fueron colocados en cargos de relevancia. Pese a todo, se sentían esclavizados y sometidos a la idolatría de Babilonia. En el año 559 a. C. Ciro II el Grande se convirtió en rey de Persia, y conquistó Babilonia en el 539 a. C. El imperio persa gobernó Asia occidental, incluyendo a Israel, hasta 332 a. C. Ciro permitió la libertad de culto a sus súbditos, siempre y cuando le hicieran ofrendas. Liberó a los judíos. Por decreto, en 537 a. C., les dio permiso para volver a la tierra de Israel y reedificar el Templo de Jerusalén. En este tiempo algunos judíos eran siendo politeístas y consideraban que Yahveh tenía como esposa a la diosa Anat. En 445 a. C. Artajerjes nombró virrey de Judá a Nehemías, que fortificó Jerusalén para defenderse del gobernador de Samaria. Los samaritanos construyeron su propio Templo en el monte Garizim en 428 a.C. Los persas fueron derrotados por Alejandro Magno, en el 331 a. C., en cuyo imperio estaba incluido Israel. Se dice que no atacó Jerusalén después que una delegación de judíos lo convencieran de su lealtad, mostrándole las profecías contenidas en las escrituras que esto debía ocurrir. En el 323 a. C. moría Alejandro y empezaron las luchas de poder por su sucesión. Lo que hoy es Israel cambió de manos muchas veces. En ese tiempo aparecieron muchas sectas, como los fariseos, saduceos y esenios. El rey seléucida Antíoco IV Epífanes atacó y venció a los ptolomeos y conquistó su imperio. Saqueó Jerusalén para usar los fondos del Templo. Entre 174-163 a. C. promulgó varias ordenanzas para conseguir la helenización de los judíos: trató de suprimir el culto a Yahveh, prohibió el judaísmo suspendiendo toda clase de manifestación religiosa y trató de establecer el culto a los dioses griegos. Los hebreos se sintieron esclavizados de nuevo. El 167 a. C., después de que Antíoco emitiera en Judea los decretos que prohibían la práctica de rituales religiosos, un sacerdote rural de Modín, Matatías el Asmoneo, encendió la chispa de la revuelta contra el Imperio seléucida. Rechazaba rendir culto a los dioses griegos. Matatías mató a un judío helénico que se adelantó para ofrecer un sacrificio a un ídolo griego en el pueblo de Matatías. Él y sus cinco hijos huyeron a las montañas de Judea. Tras su muerte, un año más tarde, su hijo Judas Macabeo lideró un ejército de judíos disidentes a la victoria contra los seléucidas. El término macabeos para designar al ejército de Judea proviene del apellido de Judas, cuyo significado es 'martillo'. Judas Macabeo recuperó Jerusalén en 164 a. C. En el 150 a.C. los sirios fueron expulsados. El último de los hermanos Macabeos, Simón, reinó en paz, mientras el Senado romano reconoció su dinastía en 139 a. C. Pero la situación cambiaría pocos años después en 135 a. C. cuando fue asesinado en compañía de sus hijos Matatías y Judas por instigación de su cuñado Ptolomeo hijo de Abubus. Esto le abrió el camino a su tercer hijo, Juan Hircano que entre el 134 a. C. y el 104 a. C. abriría el linaje de los Asmoneos. Empezaba el reinado de los Asmoneos, apoyado por los fariseos (168-142 a. C.). Cuando el imperio seléucida cayó en 129 a. C., el estado judío adquirió plena autonomía. Juan Hircano, hijo de Simón Macabeo y Sumo sacerdote, gobernó desde Jerusalén entre 134 y 104 a. C., pero no fue reconocido como rey al no ser descendiente de David. Se anexionó Jordania, Samaria, Galilea e Idumea, con el apoyo de Roma. Los idumeos fueron forzados a convertirse al judaísmo. En 105 a. C. el nuevo rey y sumo sacerdote de Judá, Alejandro Janneo, cambió el apoyo de los fariseos por el de los saduceos. Aristóbulo I encarceló a su madre y a sus hermanos. No obstante, tuvo pocos apoyos y murió tras una dolorosa enfermedad al cabo de un año. Le sucedió uno de sus hermanos encarcelados, Alejandro Janeo, que gobernó hasta el 76 a. C. y murió durante el sitio de la Fortaleza de Ragaba. A Alejandro Janeo le sucedió su mujer, Salomé Alejandra, que reinó hasta el 67 a. C. y que pasó a ser la única monarca mujer en la historia de Israel. Su reinado fue próspero y pacífico y se logró un buen entendimiento con la secta de los fariseos. Durante el reinado de Salomé Alexandra, Aristóbulo II se enfrentó a su madre por entregar a los consejeros de su padre al juicio de los fariseos, cada vez más poderosos. Aprovechando su enfermedad, Aristóbulo dio un golpe de Estado en el 67 a.C. Aristóbulo reclutó un ejército en el Líbano, se ganó el favor de la mayor parte del país, y se proclamó rey. Durante la rebelión, su mujer e hijo fueron secuestrados por los fariseos, que los mantuvieron como rehenes. Salomé murió un mes más tarde, dejando el reino a su hijo Hircano II, lo que dio comienzo a una guerra civil. Aristobulo II venció a su hermano Hircano II en Jericó. Antípatro el Idumeo, que había sido gobernador de Edom durante el reinado de Alejandro Janeo, no estaba de acuerdo con que Aristóbulo II tomase el poder. Antípatro de Idumea persuadió a Hircano II para pelear contra su hermano por sus derechos, e incluso le convenció de que su hermano menor quería matarle. Por eso intervino para que Hircano II buscara la protección del rey Aretas III de Petra. El acuerdo era que las ciudades de Transjordania serían de Aretas si ayudaba a Hircano II a recuperar el poder. Por esto, el rey Aretas III emprendió el asedio de Jerusalén contra Aristóbulo II. Hircano II también solicitó ayuda al general romano Pompeyo. En el año 63 a. C., después de tres meses de duro asedio, Pompeyo tomó Jerusalén con un ejército formado por romanos y judíos. Aristóbulo II huyó en un primer momento a la Fortaleza del Alexandrión pero fue capturado y encarcelado. Mientras que sus seguidores, los saduceos, se refugiaron en el templo. Como consecuencia de estas acciones murieron aproximadamente 12.000 judíos. Aristóbulo murió envenenado en Roma. Julio César, en el 47 a. C., nombró a Hircano II como etnarca de Judea, mientras que mantuvo a Antípatro como ministro principal. Antípatro fue envenenado en el año 43 a. C. Sin embargo, en el año 41 a. C., Marco Antonio designó a Fasael y Herodes, los hijos de Antípatro, como etnarcas. En el 40 a. C., los partos ocuparon Judea e instauraron a Antígono Matatías, segundo hijo de Aristobulo II como rey y sumo sacerdote. Fasael fue asesinado, a Hircano II le cortaron las orejas (ya no se le podía considerar apto para reinar) y Herodes huyó. En el 37 a. C., el gobernador romano de Siria, Cayo Sosio logró derrotar a los Partos y en junio de ese año tomó Jerusalén, restableció en el poder a Herodes, declarándolo rey efectivo. Herodes logró que Marco Antonio ordenara la decapitación de Antígono Matatías en el año 37 a. C. Herodes nombró a Hircano II como su consejero principal, tras haber contraído matrimonio con Mariamne I, nieta a la vez de Aristóbulo II y de Hircano II. En 40 a. C. Herodes el Grande fue designado rey de los judíos por el Senado romano, lo que no indicaba independencia pero sí una cierta autonomía, y una total exención de impuestos. Durante su reinado nacieron Jesús de Nazareth y Juan Bautista. Le sucedió Herodes Antipas, nombrado tetrarca de Galilea y Perea el año 4 a. C. ¿Cómo es posible, si Herodes el grande ordenó la matanza de los inocentes una vez nacido Jesús?. Pues porque seguramente Jesús no nació cuando se cree sino unos años antes. En el año 6, Arquelao, etnarca de Samaria, Judea e Idumea fue depuesto por Augusto, y el territorio se anexionó a Siria como Provincia de Judea, con capital en Cesárea, bajo gobierno directo de Roma. Quirino, legado de Siria, organizó el primer censo de Judea al que se oponían los zelotes dirigidos por Judas el Galileo. El año 26 Poncio Pilatos fue nombrado gobernador de Judea. Durante su mandato (26 - 36) fue decapitado Juan Bautista y crucificado Jesús. Tras la muerte de Herodes Antipas el año 39, el emperador Claudio designó como rey de los judíos a Herodes Agripa I (41-44), a Herodes de Calcis y posteriormente a Herodes Agripa II, (48-100), séptimo y último rey de la familia Herodes. En el año 66 Eleazar ben Ananías cesó los rezos y los sacrificios en el Templo en honor al emperador romano y mandó atacar a la guarnición de Jerusalén, todo ello debido al robo del tesoro del Templo. Herodes Agripa II huyó y los judíos consiguieron hacer frente al legado de Siria hasta la llegada del general Vespasiano en el año 67, que logró conquistar el norte. En el 69 fue nombrado emperador, dejando a su hijo Tito el encargo de tomar Jerusalén. Tito logró tomar la ciudad y arrasar con la población en el año 70, destruyendo el segundo Templo, del cual solo se mantuvo parcialmente en pie la pared occidental, conocida actualmente como el "muro de las lamentaciones". El último reducto judío fue Masada. Hablaré extensamente de ello en su momento. El rabino Yochanan ben Zakai, huido de Jerusalén, obtuvo el permiso del general romano para establecer un centro de aprendizaje judío y formar el Sanedrín en la ciudad de Yavne, lo que se considera el comienzo del judaísmo rabínico, cuando se recopiló la Halajá. El Sanedrín se convirtió en el cuerpo religioso, político y judicial supremo para los judíos por todo el mundo hasta el 425, cuando fue disuelto por el emperador Marciano. En el 113 estalló la segunda guerra judeo-romana. En el 118 fue nombrado emperador Adriano, que prometió autorizar la reconstrucción del Templo, lo que trajo la paz a la región. En 132 estalló la rebelión de Bar Kojba, debida a varias razones, pero sobre todo a los decretos dictados por Adriano que prohibían el Brit Milá, la celebración del Shabat, y las leyes de pureza en la familia, así como por las noticias de que pretendía levantar un templo en honor de Júpiter sobre las ruinas del de Jerusalén. Israel consiguió una independencia de tres años pero los romanos la recuperaron. Jerusalén también fue arrasada, y para evitar el retorno de los judíos se construyó una ciudad romana, Aelia Capitolina, y se aposentó una guarnición en el lugar donde se había levantado el Templo. Para completar la humillación, se llamó desde entonces a la región Provincia de Siria-Palestina, eligiendo el nombre filisteo, enemigos de los judíos. No es hasta el siglo IV cuando Constantino permite su regreso. Índice del Diario: Israel: peregrinos sin peregrinar
01: CONSIDERACIONES GENERALES
02: CONSIDERACIONES GENERALES. 2a PARTE
03: CONSIDERACIONES GENERALES. 3a PARTE
04: HISTORIA DE ISRAEL 1a PARTE
05: HISTORIA DE ISRAEL 2a PARTE
06: MASADA
07: MAR MUERTO
08: TEL AVIV
09: JAFFA
10: HAIFA
11: ACRE
12: MONTE DE LAS BIENAVENTURANZAS
13: MAR DE GALILEA y YARDENIT
14: CAFARNAUM
15: MAGDALA
16: TABGHA: PANES Y LOS PECES Y PRIMADO DE SAN PEDRO
17: NAZARET
18: CESAREA MARÍTIMA
19: JERICÓ
20: JERUSALÉN 1a PARTE
21: JERUSALÉN 2a PARTE
22: JERUSALÉN 3a PARTE
23: JERUSALÉN 4a PARTE
24: JERUSALÉN 5a PARTE
25: JERUSALÉN 6a PARTE
26: JERUSALÉN 7ª PARTE
27: JERUSALÉN 8a PARTE
28: BELÉN
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