Canadá de costa a costa ✏️ Blogs de Canada

Miércoles 24 de Julio:

Cuando estaba preparando el viaje a Canadá estuve repasando los diarios que había en este foro y encontré algunos que hablaban de las zonas de "badlands" de Alberta, cosa que en las páginas de turismo que había consultado apenas nombraban. Este tipo de paisajes áridos siempre me han llamado la atención y además suponían un buen contraste con lo que nos esperaba en la próxima semana en los parques de las Rocosas, así que decidimos incluirlos en el viaje.

Comenzamos la visita por la zona de Drumheller. Esta ciudad está ubicada a una hora y media al este de Calgary, a orillas del río Red Deer, y es conocida por la gran cantidad de fósiles de dinosaurios que se han encontrado. En la ciudad de Calgary encontramos bastante tráfico en las autopistas que la rodean, mucho coche y camión, pero en cuanto te alejas un poco de la gran ciudad y entras en la Alberta profunda el tráfico disminuye enormemente y se conduce mucho más relajadamente. En algún momento dejamos la autopista principal y tomamos una carretera secundaria hacia Drumheller, de las de un carril para cada sentido. El paisaje se iba volviendo más marrón, con suaves ondulaciones en el terreno. Sin embargo, de vez en cuando aparecían campos enteros de unas flores amarillas que llamaban mucho la atención. No sabíamos qué eran, pero el resultado era muy llamativo en contraste con el cielo azul y despejado que teníamos esa mañana. Antes de entrara a Drumheller nos desviamos para ver el Horseshoe Canyon. Se trata de una gran grieta abierta en el terreno, de unos 5Km de longitud y en forma de herradura. En sus paredes se pueden observar las capas de diferentes sedimentos y ha sido uno de los lugares donde más restos de dinosaurios se han encontrado. En Canadá es considerado algo así como su propio "Gran Cañón", pero obviamente está a años luz del de Arizona. Eso sí, la visita nos gustó mucho. Hay un mirador desde donde se tienen vistas panorámicas del cañón y luego una rampa permite bajar al fondo e hicimos una pequeña caminata por el fondo del cañón. También existe la posibilidad de alquilar un vuelo en helicóptero de unos minutos por unos 100 dólares canadienses, pero no lo hicimos.


Una vez visitado el Horseshoe Canyon entramos por fin en Drumheller. A la entrada tienen el típico cartel con el nombre del pueblo y un dinosaurio, una parada imperdible para tener un recuerdo de la zona. El pueblo es bastante normalito, pero está lleno de referencias a los dinosaurios. Paramos en la zona norte para ver el "Dinosaurio Más Grande del Mundo", una réplica de de un Tiranosaurio Rex que mide 4,5 veces el tamaño real del animal. Se puede entrar dentro y subir al mirador que tiene arriba, pero sinceramente, era demasiado caro para lo que ofrecía y no subimos. En las calles cercanas encontramos también muchas estatuas de dinosaurios que dan mucho juego para hacerse fotos divertidas. La gran atracción del pueblo es el Royal Tyrrell Museum, un museo paleontológico donde se exponen los fósiles encontrados en la zona y que es uno de los referentes a nivel mundial. Me quedé con ganas de verlo pero entrar en él supondría echar allí casi todo el día y preferíamos dedicar el tiempo a ver cosas al aire libre.


Dejamos el pueblo y seguimos la Dinosaur Trai hacia el nortel, la carretera que sigue el valle del río Red Deer. A unos diez minutos llegamos al Horsethief Canyon. Este lugar debe su nombre a que era el sitio donde escondían los caballos que algunos traficantes robaban antes de ser enviados a Estados Unidos de forma ilegal. Las vistas son espléndidas también, y por supuesto, se han encontrado numerosos restos de dinosaurios, incluso esqueletos enteros. En el mirador, construido en el lugar donde había una iglesia de madera que se hundió, aprendimos dos cosas. La primera fue que las omnipresentes flores amarillas se llaman "canola", y que esta planta se utiliza para hacer aceites vegetales y como biocombustible. La segunda fue que los perritos de las praderas son adorables. Aquello estaba lleno de estos animalitos que nos robaron el corazón. Los veíamos salir de sus madrigueras, corretear por allí, y escuchamos su característico sonido que al principio me recordó a una alarma de coche


Con pena por dejar a nuestros nuevos amigos volvimos al coche y deshicimos el camino para volver a Drumheller por la misma carretera, pero lo pasamos de largo y seguimos hacia el este. A unos diez minutos del pueblo llegamos a los Hoodoos, unas formaciones parecidas a las de la Capadocia turca aunque en mucho menor tamaño. Han acondicionado un pequeño camino que los rodea y en poco tiempo lo puedes recorrer, no más de 10 minutos con las paradas para fotos y demás. Por las fotos que había visto pensaba que sería algo más espectacular pero no nos desagradó. Está bien para hacer una pequeña parada.

Con esta visita ya estábamos en la hora de la comida, así que pusimos rumbo a nuestro próximo destino. En los viajes rara vez tenemos pensado de antemano en qué sitios comer, normalmente nos dejamos llevar por el momento y comemos donde nos pille, pero esta era una de esas raras ocasiones donde teníamos apuntado el sitio donde queríamos comer. Se llama "Last chance saloon", y se trata de un antiguo salón del oeste reconvertido en restaurante. El sitio es muy peculiar por su decoración, todo muy abigarrado y lleno de las cosas más inverosímiles, y es muy frecuentado por moteros que recorren las tierras baldías de Canadá. Cuando llegamos estaba muy lleno, así que nos tocó compartir mesa larga con una familia bastante numerosa, pero nos apañamos en un extremo. La carta no es muy extensa que digamos, pero pedimos unas hamburguesas que estaban realmente buenas y abundantes. El sitio nos encantó.


Tras la parada técnica continuamos el viaje hacia el próximo destino, el "Dinosaur Provincial Park". Está bastante lejos de Drumheller, a unas dos horas de coche, y además atravesamos caminos de grava en medio de la nada y los campos de flores amarillas. Al menos aquí pudimos parar fácilmente para hacer algunas fotos de estos paisajes.

Cuando llegamos al Dinosaur Provincial Park ya era más bien tarde, y el centro de visitantes ya estaba cerrado, pero como es de acceso libre puedes recorrerlo por tu cuenta y hacer alguno de los trails, ya que no cierra. El primer trail que hicimos fue el del "Coulee Viewpoint". Sale desde el propio centro de visitantes y lleva unos 45 minutos completarlo. El camino es algo estrecho en algunos puntos y no es aconsejable si ha llovido ya que puede ser resbaladizo. Durante el recorrido atraviesas zonas con una belleza agreste, formaciones geológicas típicas de las badlands, etc. Me gustó mucho, la verdad. Lo malo es que el cielo se había cubierto y amenazaba lluvia, aunque no llegó a hacerlo. En las ocasiones en se podía ver un poco de sol los colores cambiaban y le daban un toque más interesante aún.

Una vez pasada la zona del centro de visitantes se llega al Public Loop Road, una carretera circular, de un sólo sentido, que se mete de lleno en la zona principal del parque. De ella salen varios senderos para recorrer a pie algunas de las zonas del parque. Nosotros elegimos el trail de las "Badlands", de 45 minutos de duración. Este camino recorre una zona de paisajes agrestes ubicados junto a la zona de protección especial, donde sólo se puede entrar con autorización del parque y donde se están llevando a cabo trabajos de investigación. El recorrido es circular y sencillo de realizar, y conforme avanzas vas encontrando paneles informativos de lo que vas viendo. Me gustó pero prefiero el otro trail que hicimos.

Volvimos al coche y recorrimos lo que nos faltaba de la carretera principal del parque. En esta carretera se pueden hacer dos paradas rápidas para contemplar los fósiles de dinosaurios que han dejado en el mismo lugar donde se encontraron. Están protegidos por un cristal y han construido una especie de caseta para protegerlos. Por supuesto paramos, ya que es la única forma de ver auténticos fósiles de dinosaurios fuera del museo Tyrrell o el centro de visitantes.


Con estas dos últimas paradas poníamos punto y final al día y emprendimos el regreso a Calgary, del que nos separaban dos hora de coche y encima estaba ya anocheciendo. El día nos había cundido bastante y lo habíamos disfrutado ya que a todos nos recordó al viaje que hicimos por al costa oeste de Estados Unidos en 2015. Al día siguiente tocaba por fin llegar a las Rocosas, el punto fuerte y más esperado del viaje.

---

Jueves 25 de Julio.

Después de desayunar en nuestra casa de Calgary nos despedimos de los anfitriones y pusimos rumbo hacia las Rocosas. Nuestra primera parada sería Banff, donde pasaríamos las cuatro primeras noches. Cuando buscamos alojamiento en esta zona, allá por febrero, nos costó muchísimo algo minimamente decente y que no se fuera mucho de precio, así que aconsejo buscar cuanto antes. Buscando por booking u hoteles.com era todo prohibitivo, así que al final empecé a buscar en páginas de alojamiento de los parques de Canadá y a mandar mails a los Bed and Breakfast de por allí y acabé encontrando algo que nos cuadró un poco más.

Lo primero que hicimos al llegar a Banff fue pasarnos por el centro de visitantes para pedir información sobre rutas y mapas. Ya teníamos muchas cosas miradas pero no está de más para tener todo actualizado. Gracias a esto hicimos una de las rutas que más nos gustaron en los días posteriores. Después nos pasamos por el alojamiento, aún era temprano pero por suerte nuestra habitación la acababan de limpiar y pudimos hacer el registro y dejar las maletas. Aprovechamos para ir a un supermercado y comprar pan y cosas para hacer sandwiches, ya que en los siguientes días esa sería nuestra comida, al menos a mediodía.

Una vez listos salimos hacia nuestro primer punto previsto en el itinerario, el Jhonston Canyon. Para llegar hay que recorrer un tramo de la Bow Valley Pkway, una de las carreteras donde más fácilmente se pueden encontrar animales. La verdad es que nada más entrar, al dejar la autopista, encontramos un coche parado y el conductor señalaba hacia arriba en el monte. Entre los arbustos pudimos ver un oso, era marrón, pero no sabemos si era un oso negro o un grizzlie, ya que no se podía ver bien del todo, sólo algo del lomo, pero parecía de gran tamaño. Seguimos por la carretera, despacito, ya que es fácil que algún animal cruce el asfalto así que hay que ir con cuidado. A los pocos minutos vimos otro oso, esta vez negro, justo al lado de la carretera!! De hecho, cruzó nada más pasar nosotros. Esto fue un subidón ya que en pocos minutos habíamos visto dos osos, y cuando estuvimos en Yellowstone unos cuantos días no vimos ni uno. La cosa prometía...

Llegamos al parking del Jhonston Canyon y nos asustamos, había muchos coches aparcados en el andén de la carretera desde un buen trecho antes de llegar, lo que indicaba que iba a estar petado de gente. Decidimos probar suerte y entramos al parking, y encontramos un sitio de alguien que se acababa de ir. Nos evitamos así aparcar en la carretera. Como ya era casi mediodía supongo que la gente que llegara a primera hora ya se estaba marchando. Este cañón es uno de los puntos más concurridos del Parque Nacional de Banff, quizá porque es un camino fácil que discurre junto a un río. El camino tiene dos tramos diferenciados. El primero llega hasta la primera cascada, la baja, y es bastante llano y fácil, el segundo llega hasta la segunda cascada, la alta, y empieza a subir más por la montaña. Por esta razón la primera parte está muy masificada, y ver la primera cascada desde cerca fue imposible. Al ver tanta gente apretujada se nos fueron todas las ganas, y menos mal porque los siguientes días veríamos más cascadas. Para ver la segunda cascada también había gente, pero batante menos, y aún así tuvimos que hacer algo de cola para acceder al mirador que hay en la base de la casacada, pero en la parte de arriba apenas había gente y la disfrutamos más. Aprovechamos que allí no había casi nadie para comer sentados en un banco, rodeados de ardillas que campaban por allí a sus anchas.


El camino seguía hacía arriba, hasta llegar hasta los Ink Pots, una serie de pequeñas lagunas con aguas de diferentes tonos, pero decidimos no subir. Para llegar era otra hora más, más la correspondiente bajada, y por lo que habíamos leído tampoco nos atraían lo suficiente. La caminata del Jhonston canyon nos llevó unas dos horas, con la comida incluida.

Volvimos al coche y pusimos rumbo al siguiente punto del itinerario del día. Se trataba de un punto situado junto a Castle Junction. Viniendo desde la Bow Valley Pkway fuimos a coger la carretera 93. Nada más pasar el río Bow por un puente hay una verja que se puede abrir. Hay que dejar el coche en el arcén pero hay espacio. Al cruzar la verja se llega a la orilla del río, y desde ahí se tienen unas estupendas vistas de la montaña Castle y su característico perfil, con las aguas turquesas del río Bow a sus pies. Es un sitio poco conocido y transitado pero merece mucho la pena y no lleva mucho tiempo pararse a hacer unas fotos.


Seguimos por la carretera 93 hacia el Parque Nacional de Kootenay, que está pegadito al de Banff pero ya en la Columbia Británica. Nuestra intención era ver un par de cosas, el Marble Canyon y los Paint Pots. El primero lo encontramos cerrado y no se podía visitar, así que nos fuimos directos a los Paint Ponts. Se trata de unas pequeñas lagunas de un tono cobrizo. Para llegar hay que hacer una pequeña ruta andando, cruzando un río por un puente y luego una zona que estaba embarrada y con agua de color ocre. Hay una serie de tablones de madera para cruzar, pero aún así no cubría todo el terreno y acabamos manchándonos las zapatillas de un color amarillento. Al parecer los nativos de las primeras naciones venían aquí a por la tierra rojiza para elaborar sus pinturas, es un sitio que nos gustó mucho y además no había casi nadie, por lo que lo disfrutamos mucho más.


Durante el camino en coche y en la propia caminata el paisaje nos encantó, y a la vuelta volvimos a ver otro oso!! Era otro oso negro que estaba comiendo muy plácidamente al lado de la carretera. Paramos a unos metros con el coche y pudimos observarlo tranquilamente durante un rato, hasta que se aburrió y se metió entre los árboles.


De vuelta a Banff volvimos a pasar por la Bow Valley Parkway, ya que la hora del atardecer es la mejor para ver animales, junto al amanecer. En esta ocasión sólo vimos un zorro que se escondía rápidamente entre la vegetación. Antes de entrar en el pueblo nos desviamos para ver los Vermillion Lakes, un par de lagos muy tranquilos al lado del pueblo de Banff. Se supone que aquí también es fácil ver animales pero no tuvimos suerte esta vez.


Con esto dimos por finalizadas las visitas del día y nos fuimos a cenar a una pizzeria (Boston Pizza). La verdad es que sobró bastante comida, así que la pedimos para llevar y con eso y alguna cosa del super tuvimos la cena para el día siguiente. El ambiente a esas horas en el pueblo era muy animado, había mucha gente por la calle y las tiendas estaban abiertas pese a ser tarde.

---

Viernes 26 de Julio.

Hoy tocaba el día grande de nuestro viaje por los parques nacionales de Canadá. Queríamos visitar dos de los puntos más emblemáticos de Banff, el lago Louise y el lago Moraine. Nuestra idea era, además de ver el lago, hacer alguna ruta en cada uno de ellos, la del Agnes Lake en el primeroy la de Consolation Lakes en el segundo. Bajamos a desayunar a primera hora en el Bed and Breakfast, en cuanto abrieron el comedor allí estábamos nosotros, ya que queríamos llegar lo antes posible. Sin embargo, no fue suficiente. Cuando llegamos a la zona de Lake Louise entramos hasta el parking que hay junto al lago, pero estaba ya lleno y no eran ni las 9 de la mañana. Nos desviaron al parking Overflow, que está a unos 5 kilómetros del lago y junto a la autopista 1.

Esto nos trastocó los planes ya que desde este parking hay que moverse en transporte público para poder visitar la zona. El servicio de autobuses que han puesto es de pago, y son los típicos autobuses escolares amarillos. Como hay que intentar ver el lado positivo de las cosas pensamos que al menos nos subiríamos en uno de esos por primera vez y los veríamos por dentro. Hay tres trayectos:
- Parking-lago Louis
-Lago Lousie - Lago Moraine
- Lago Moraine - Parking

Cada billete se compra por separado, y hay que tener cuidado porque el último de vuelta al parking desde el lago Moraine sale a las 5. Cuando llegamos, el overflow parking no estaba ni por la mitad, pero la cola para los autobuses ya era considerable... así que nos tocó esperar un rato. Cuando por fin montamos, la conductora nos aconsejó que compráramos el billete al algo Moraine nada más llegar, porque esos billetes van con hora y estaban dando para las 12:30. Al llegar arriba hicimos caso a la señora y compramos los billetes, que ya iban para las 13:20

Teníamos unas horas para disfrutar de la zona del lago Louise. El lago es espectacular, y en un día soleado como el que tuvimos el agua tenía un color precioso. Lo malo... la inmensa cantidad de gente que había. Como sólo teníamos unas pocas horas para estar allí no nos daba tiempo a hacer la ruta del lago Agnes que teníamos pensada, pero sí que nos dimos una vuelta para bordear el lago hasta casi el extremo opuesto. Pasamos la mañana paseando y haciendo fotos en ese entorno tan bonito presidido por el glaciar, al fondo del lago.


A la hora indicada nos fuimos a la cola del autobús y entramos en el que nos tocaba. La verdad es que daba la impresión de ser todo un poco caótico, pero está bien montado y los autobuses son puntuales. En poco rato recorrimos la carretera con curvas que sube hasta el Moraine, bajamos del autobús y recorrimos los escasos metros que separan el parking del mirador. Son pocos metros, pero la pendiente es bastante pronunciada, así que cansa un poco. Eso sí, cuando llegas arriba te encuentras con unas vistas magníficas. Por muchas fotos que hubiéramos visto, no decepciona. Es sin duda mucho más bonito que el lago Louise, y también había muchísima menos gente. El color del agua, turquesa, contrastaba con los picos montañosos que lo rodean, formando una de las imágenes más típicas no solo del Parque Nacional de Banff, si no de todo Canadá. Y con razón. Como eran ya las dos de la tarde aprovechamos para comer nuestros sándwiches allí, a la sombra, mirando al lago.


La caminata del lago Agnes la tuvimos que dejar, pero por suerte todavía teníamos tiempo de hacer la de los Consolation Lakes. Esta ruta sale del parking del lago Moraine y se tarda unas dos horas entre ida y vuelta. Al iniciar la ruta encontramos carteles avisando de la presencia de osos por la zona y aconsejando que fuéramos en grupos de al menos cuatro personas. Nosotros éramos tres, así que decidimos andar cerca de algún otro grupo que fuera en la misma dirección. Al parecer en otras zonas del parque hay carteles donde indican que es obligatorio andar en grupos de mínimo cuatro personas, ya que es más probable encontrarse con los osos, y pueden poner multas si no lo haces.


El camino hasta los consolation lakes es prácticamente cuesta arriba todo el tiempo, aunque no muy duro. Sólo hay dos tramos algo más difíciles, el principio y el final, ya que hay unas zonas que están plagadas de piedras dejadas por los glaciares y es fácil dar un mal paso si no se anda con cuidado. Fuimos todo el camino hablando en voz alta, incluso cantando, ya que así, si hay algún oso, avisas de tu presencia y no les pilla desprevenido, que es lo que hace que puedan ser peligrosos. Cuando ya estábamos casi llegando vimos a una familia parada en el camino mirando a algún punto y haciendo fotos, y pensamos que podría ser un oso o algún ciervo, pero no, era una pareja de marmotas. Otro animal más para apuntar a la lista! La zona de los Consolation Lakes nos gustó muchísimo, merece la pena la caminata para llegar. Apenas había gente, y nos encontramos con un río no muy profundo y con aguas calmadas, bosques, altas montañas y glaciares... parecía el entorno adecuado para ver osos bebiendo en el río o pescando, nada nos hubiera gustado más en ese momento, pero no hubo suerte. Eso sí, estuvimos un rato allí disfrutando del panorama porque se estaba realmente a gusto, y más después de las masificaciones del Lago Louise. Aquí estaba todo en calma y apenas había gente. Para llegar a los lagos propiamente dichos había que atravesar un campo de piedras, bastante grandes y con aristas, y Victor y yo no nos fiamos, pero Mar sí que llegó hasta el final. Nosotros nos quedamos descansando en una de las rocas con los pies metidos en el agua, que estaba realmente fría!! No podías tener los pies mucho rato dentro por que se congelaban.


Deshicimos el camino y llegamos al parking a tiempo para coger el bus de las 4:30. La conductora también nos había advertido de que no apurásemos para coger el último autobús, el de las 5, porque podíamos quedarnos fuera. Llegamos al overflow parking y volvimos a Banff, pero en vez de por la autopista lo hicimos de nuevo por la Bow Valley Pkwy para intentar ver más animales, pero sin suerte esta vez. Estuvimos un rato parados en una pradera que se llama "Moose Meadows", pero no logramos ver ningún alce ni nada parecido.

Esa noche no salimos a cenar fuera, nos terminamos las pizzas que sobraron del día anterior y alguna cosa más que compramos en el súper y nos fuimos temprano a la cama, ya que al día siguiente no queríamos que nos pasara lo de hoy y habíamos decidido comprar cosas para desayunar y salir del Bed & Breakfast sobre las 7 de la mañana.

---