![]() ![]() Una semana de mayo por el Algarve (Portugal) en nuestro coche. ✏️ Blogs de Portugal
Recorrido de una semana por el Algarve portugués. Fuimos en nuestro coche desde Madrid.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (13 Votos) Índice del Diario: Una semana de mayo por el Algarve (Portugal) en nuestro coche.
01: Preparativos e itinerario para una semana en el Algarve.
02: Madrid-Jerez de los Caballeros (Badajos). Día intermedio de viaje.
03: Un paseo por Castro Marim de camino hacia Tavira.
04: Tavira y ferry a la Ilha de Tavira.
05: Olhao, Silves y Alvor. De camino hacia Lagos.
06: Lagos.
07: Ponta da Piedade, en bote y a pie.
08: Pequeña ruta senderista PR3 PTMA. Trilho Das Varandas Sobre o Mar (Portimao).
09: Aljezur y Sagres.
10: Cabo de San Vicente. Miradouro da Foia. Monchique.
11: Percurso Sete Vales Suspensos, la ruta senderista más famosa del Algarve.
12: Carvoeiro. En lancha por las Cuevas de Benagil. Ferragudo. Algar Seco.
13: Faro. Fin del viaje.
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Etapas 10 a 12, total 13
![]() Cabo de San Vicente. Miradouro da Foia. Monchique.Recorrido matinal por el Cabo de San Vicente, el Miradouro da Foia (punto más alto del Algarve) y la pequeña localidad de Monchique, en la sierra de su nombre.
Día 5. Jueves. Sagres. Cabo de San Vicente. Miradouro da Foia. Monchique. Carvoeiro. Total 133 kilómetros, con el siguiente perfil en Google Maps.
![]() Cabo de San Vicente. Después de desayunar en el hotel, salimos hacia Cabo de San Vicente, que se encuentra a unos seis kilómetros por carretera desde Sagres. El cielo estaba algo más enmarañado que el día anterior, ya que empezaba a llegar una anunciada calima que subiría las temperaturas durante los días posteriores. Sin embargo, al bajarnos del coche en Cabo de San Vicente, el viento seguía soplando inclemente y casi hacía frío, hasta el punto de que tuve que ponerme una chubasquero abrigadito que no había utilizado (ni utilicé más) en todo el viaje.
Situación del Cabo de San Vicente en el mapa del Algarve.
![]() Pese a ser temprano, en el aparcamiento ya había un buen número de coches, incluso un par de autocares turísticos, lo que ponía de manifiesto que se trata de un lugar al que acude mucha gente. Este accidente geográfico se encuentra en el extremo sudoeste de Portugal y algunos historiadores, como el griego Estrabon, lo catalogaron como el punto más occidental de todo el mundo habitado. A lo largo de los siglos ha sufrido el azote de numerosos terremotos y frente a sus costas tuvo lugar el 14 de febrero de 1747 una famosa batalla en la que la Armada Española (que tuvo que intervenir como consecuencia de su alianza por Francia) fue derrotada por la de Gran Bretaña.
![]() ![]() ![]() Muy cerca hay una fortaleza, pero lo más visitado es el faro, en torno al cual hay una especie de centro de visitantes, con bar, restaurante y una tienda. El acceso es gratuito y cuenta con un amplio mirador, aunque personalmente me gustaron más las panorámicas desde fuera del faro, desde donde se vislumbra también Sagres y su fortaleza.
![]() ![]() ![]() ![]() Después de volver a cruzar la verja, caminamos un poco hacia la derecha, teniendo cuidado al pisar unas rocas bastante puntiagudas. Además de las perspectivas del propio faro y el acantilado, contemplé con interés las diferentes plantas y flores que conforman una flora muy especial, endémica por lo que se refiere a algunas especies.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Y, al cabo de unos minutos, nos marchamos, ya que la visita a este lugar tampoco da para mucho más.
Miradouro da Foia. Al tratarse de un mirador instalado en el punto más alto del Algarve, proporciona unas vistas espléndidas que alcanzan incluso a la costa. Sin embargo, con la creciente calima enseguida nos dimos cuenta de que no era el día más apropiado para vistas panorámicas tan lejanas; la tarde anterior hubiese sido perfecta. Pero a lo hecho, pecho.
Situación del Miradouro da Foia en el mapa del Algarve.
![]() Después de pasar de nuevo por Aljezur, el navegador nos metió por una carreterucha infame, con una pendiente terrible y muy estrecha, hasta el punto de que, tras siete kilómetros a menos de veinte por hora, casi nos salimos del asfalto cuando tuvimos que esquivar a una máquina que estaba limpiando la vegetación en el carril contrario. Poco después nos quedamos de una pieza al divisar un hermoso quitamiedos sobre nuestras cabezas, instalado en una amplia carretera por la que circulaban tan ricamente los autocares turísticos. ¡Vaya jugarreta! A lo lejos, unas antenas parecían indicar el punto donde se encontraba el mirador, si bien un par de kilómetros antes había una señal, un apartadero y unas estupendas vistas panorámicas, que nos detuvimos a contemplar, si bien la calima emborronaba un tanto el horizonte, sobre todo a la hora de tomar fotos.
![]() Luego, seguimos hacia las antenas, donde se encuentra el punto más alto del Algarve, en la Sierra de Monchique, a 902 metros de altitud sobre el nivel del mar. La nitidez del espléndido paisaje que se contempla desde allí depende, claro está, de la visibilidad del día, que sin ser muy mala, tampoco era la mejor ese día. Pero para hacernos una idea, sirvió.
![]() ![]() ![]() Desde este punto salen varias rutas de senderismo, pero habíamos leído que tampoco merecen demasiado la pena, ya que se internan en el bosque sin que proporcionen mejores vistas panorámicas, así que no las tuvimos en cuenta a la hora de trazar el itinerario.
Monchique. Surcando la Sierra del mismo nombre, nos dirigimos a su capital, una pequeña villa de poco más de cinco mil habitantes que se creó en 1773 por el desmembramiento del municipio de Silves.
Situación de Monchique en el mapa del Algarve.
![]() Tras buscar aparcamiento, nos dispusimos a dar un paseo por el centro, pues habíamos leído que era bonito y pintoresco, lo cual no es mentira. Sin embargo, enseguida nos dimos cuenta del calor tremendo que hacía allí. No sé si sería por la calima o porque está situado en un punto al abrigo de los vientos, pero nos resultó casi asfixiante; así que no nos entretuvimos demasiado.
![]() ![]() ![]() ![]() Las casas son de arquitectura tradicional y en la mayoría domina el color blanco y los marcos de colores en puertas y ventanas, si bien tampoco faltan las fachadas totalmente pintadas. También son curiosas las chimeneas, diferentes a las de otras zonas del Algarve.
![]() ![]() ![]() ![]() Las calles son empinadas y con detalles de flores para embellecerlas. La iglesia matriz es del siglo XVI, estilo manuelino y con decoración alusiva a la vegetación de las montañas circundantes.
![]() ![]() ![]() ![]() Entre unas cosas y otras eran más de las dos y media. Llevábamos preparados bocadillos para tomarlos durante la caminata que teníamos prevista para por la tarde, la famosa ruta de los 7 Valles Suspendidos, pero se nos había hecho tarde y decidimos tomárnoslos ya si encontrábamos un lugar apropiado.
![]() Y vaya que lo hicimos. Vimos el letrero de una zona de parque y merenderos, de la que no recuerdo el nombre. Fuimos hacia allí, aunque nos costó unos buenos kilómetros llegar. Sin embargo, cuando creíamos que nos habíamos perdido, apareció un sitio precioso en el bosque, con un par de mesas de piedra junto a un río y una fuente, en la que vimos a un paisano recogiendo agua en una multitud de botellas que llevaba en su coche.
![]() ![]() ![]() ![]() Después, mientras nos dirigíamos hacia Carvoeiro, vimos un pequeño bar junto a la carretera, a la salida de un pueblo, y paramos a tomarnos un rico café antes de dirigirnos hacia Praia da Marinha, donde queríamos iniciar la ruta de los 7 Valles Suspendidos. Etapas 10 a 12, total 13
![]() Percurso Sete Vales Suspensos, la ruta senderista más famosa del Algarve.Por la tarde, hicimos un tramo de la ruta senderista más famosa del Algarve, la de los siete valles suspendidos, que ofrece unas vistas espectaculares hacia el litoral. Ruta senderista PR1 LGA, Percurso dos Sete Vales Suspensos (recorrido por los siete valles suspendidos), cerca de Carvoeiro.
No era en ese momento ni así como teníamos previsto hacer esta caminata, pero algunos pequeños inconvenientes que surgieron sobre la marcha lo dispusieron de esa forma, con lo cual el bocata que tendríamos que haber tomado allí, nos vimos obligados a adelantarlo a los alrededores de Monchique, como ya he comentado en la etapa anterior.
Situación de Praia da Marinha en el mapa del Algarve.
![]() Desde Monchique fuimos directamente hacia uno de los puntos de comienzo (o fin, ya que es lineal) de esta ruta senderista, la más famosa del Algarve y una de las más conocidas en Portugal. Para empezar a caminar, preferimos Praia da Marinha, puesto que nos habían comentado que es la zona más bonita y atractiva del sendero, con lo cual no queríamos perdérnoslo por si no la hacíamos completa de ida y vuelta, como así sucedió.
![]() Nos costó un buen rato conseguir una plaza de aparcamiento, dado que la tarde era muy calurosa y había una gran cantidad de gente en las playas. Con un poco de paciencia, lo logramos. Enseguida vimos unas vallas de madera y unas pasarelas. Junto a ellas, un panel informativo con datos de la ruta.
![]() ![]() En total, pone que son 5.668 metros desde Praia de Vale de Centeanes hasta Praia da Marinha, lo cual supone un trayecto total de 11,4 kilómetros y unas seis horas de caminata, cuyo nivel de dificultad puede calificarse como medio, con un desnivel acumulado casi inapreciable, aunque sí que hay subidas bajadas, y escaleras si se quiere visitar las playas. Y, en cuanto a bonito, el punto que más me lo pareció fue el del Arco doble que hay cerca de Praia Marinha, a poco de comenzar allí la ruta. Si no se quiere caminar mucho, será el mejor punto inicial.
![]() ![]() En cuanto empezamos a caminar comenzamos a vislumbrar bajo nuestros pies las formas caprichosas de las rocas que surgen del mar, punteando los bellos acantilados de esta zona del Algarve. Y es que de eso va esta ruta, de contemplar espectaculares panorámicas de la costa, descubriendo playas recónditas (y no tanto), cuevas, arenales, calas…
![]() ![]() ![]() ![]() Para ello, existen pasarelas y vallas de madera, si bien en ocasiones solamente se cuenta con senderos de tierra, multitud de ellos que se entrecruzan, acercándose algunos hacia los abismos, invitando a los más osados a asomarse al vacío. Desde luego hay que tener prudencia y no arriesgar, pero con sentido común se pueden contemplar muy bellas perspectivas sin riesgo alguno.
![]() ![]() ![]() Los acantilados que perfilan la costa han sido esculpidos por la acción erosiva del agua durante cientos de años, proporcionando una orografía única y sumamente bella, con unos colores rojizos que rivalizan con los azules del cielo y los turquesas del mar. Sin embargo, aquella tarde la calima había hecho acto de presencia y el cielo estaba un poco blanquecino y el mar no tan brillante como en Ponta da Piedade. En cualquier caso, las vistas eran espléndidas .![]() ![]() Pasamos por varios miradores preparados y otros naturales, sobre los precipicios, y pudimos ver la gran cantidad de barquitos y kayaks que realizaban las excursiones para ver la línea costera y las cuevas desde el mar. Al día siguiente, teníamos previsto hacerla nosotros en lancha.
![]() ![]() También muy bonita nos pareció la Praia da Corredoura, prolegómeno del famosísimo Algar (cueva) de Benagil, seguramente la imagen más fotografiada del Algarve, si bien desde su interior, en la misma playa, que solo es accesible nadando o en kayak. Hay un mirador para verlo desde arriba, pero las vallas no permitían ver el fondo, aunque no faltaban quienes se acercaban al vacío para sacar la imagen. Yo no me atreví a tanto.
![]() ![]() La Praia da Benagil hay que pasarla sí o sí, ya que el sendero baja hasta ella y vuelve a subir después. Desde el pequeño puerto parten muchas de las excursiones a que me he referido anteriormente. Esa tarde en concreto estaban a tope.
![]() ![]() Llegamos a Praia do Carvalho, bastante peculiar, ya que el acceso solo puede realizarse por un estrecho túnel con escaleras excavado en la roca. Una vez en la playa, se pueden contemplar varias cuevas muy curiosas. Merece la pena detenerse en este punto.
![]() ![]() ![]() ![]() En cualquier caso, no hay que confundir las playas con las cuevas, que pueden llamarse del mismo modo, pero encontrarse en sitios diferentes. Y, de todas formas, ni siquiera mirando los mapas estoy muy segura de los sitios, así que espero que me perdonéis si he puesto algún nombre mal.
![]() ![]() ![]() Seguimos hasta unos miradores que hay cerca de la Praia do Vale Espinhaço, desde donde se descubre el Farol (faro) de Alfanzina. Y ya no continuamos más. Aunque pensé en contratar un taxi que nos devolviera al punto de partida, al final no lo hice porque no sabíamos cuánto tiempo nos podía llevar y hasta dónde llegaríamos. Además, como habíamos comenzado muy tarde, no nos daba tiempo de hacer la ruta entera y, por si fuera poco, el calor empezaba a resultar insufrible. Recordar que, aunque no falta la vegetación, apenas hay sombras en en los senderos y es preciso llevar protección solar. gorra o sombrero y agua.
![]() ![]() Así que dimos la vuelta y volvimos al aparcamiento, donde tomamos un riquísimo y fresquito zumo natural de las naranjas del Algarve, que habíamos visto por todas partes y que están realmente buenas. El último día paramos en un puesto junto a la carretera y compramos un saco de cinco kilos.
![]() Muy fotogénica esta ruta, aunque lo que se contempla no deja de ser siempre lo mismo o parecido, acantilados y la línea costera, esculpida con formas muy bellas. Otra cosa sería aprovechar para bajar y darse un chapuzón en alguna de las playas que van surgiendo de paso. No hubiera estado mal, aunque no era el plan ese día.
![]() Ya cayendo la tarde, nos dirigimos a la cercana población de Carvoeiro, donde teníamos alojamiento para pasar esa noche.
Etapas 10 a 12, total 13
![]() Carvoeiro. En lancha por las Cuevas de Benagil. Ferragudo. Algar Seco.En nuestro último día completo en el Algarve, recorrimos Carvoeiro y Ferragudo; hicimos una ruta en lancha por las Cuevas de Benagil y la pequeña ruta senderista del Algar Seco. Día 6. Viernes. Carvoeiro. Cuevas de Benagil en lancha desde Portimao. Algar Seco. Ferragudo. Faro. Total, 89 kilómetros, según en siguiente perfil en Google Maps.
Perfil del itinerario de la jornada en Google Maps.
![]() Carvoeiro. La noche anterior nos alojamos en este bonito pueblo del Algarve, muy turístico pero también muy pintoresco, con varias colinas rodeando la playa en torno a la cual se extienden unas casitas de colores que, según dicen algunos, recuerdan a las de las de las islas griegas. Bueno, no me lo parece tanto, aunque bonito sí que lo es. Se aprecia muy bien desde los miradores laterales; sobre todo el que hay yendo hacia Algar Seco.
![]() ![]() Tampoco están nada mal las vistas que se obtienen desde el mar, en el curso de las excursiones que salen de Carvoeiro, de Portimao o de Benagil hacia las Cuevas.
![]() El hotel que escogimos estaba en lo alto de uno de aquellos promontorios, se llama Carvoeiro Hotel y nos salió muy bien de precio, ya que por 68 euros nos dieron un apartamento enorme, con habitación, vestíbulo con armarios, baño, salón comedor, cocina totalmente equipada y una gran terraza con mesa y sillas. Ni que decir tiene que no utilizamos apenas nada de todo eso, dado que solo pasamos allí unas horas. Puede ser una buena opción para familias con niños, aunque, eso sí, está algo alejada de la playa y para bajar al centro del pueblo hay que caminar unos quince minutos, cuesta abajo y, eso es lo peor, regresar cuesta arriba
![]() ![]() ![]() De hecho, fue lo que hicimos para ir a cenar. La verdad es que podíamos haber llevado el coche, pues había aparcamiento de sobra, pero nos apetecía andar. Tras bajar una empinadísima cuesta, como ya era tarde nos acomodamos en la terraza exterior de un restaurante que vimos de camino con buena pinta y que luego no nos defraudó: pedimos sopas, espetada y entrecot. Lo que no me gustó fue un postre muy raro con mezcla de frutos secos, miel y aguardiente. No recuerdo su nombre, pero nos dijeron que era tradicional de la zona.
![]() Después, de noche, dimos un paseo por el entorno de la playa, donde había ya muy poquito ambiente. Así que volvimos al hotel, escogiendo otra calle algo menos empinada pero más larga. En fin, que la cena la bajamos bien.
![]() Cuevas de Benagil en lancha. Esta excursión me dio mucho que pensar. La reservé desde casa, la anulé al ver el tiempo que iba a hacer y volví a contratarla la noche anterior, ya que nos había gustado tanto el paseo en bote por Ponta da Piedade que nos daba un poco de penita prescindir de la de las Cuevas de Benagil.
![]() Tras desayunar en el hotel, salimos hacia Portimao, de donde salía el paseo en lancha que habíamos escogido. Existen otros de mayor o menor duración, y que parten desde Carvoeiro y Benagil. Esta la reservé con Civitatis, aunque ellos subcontratan a una empresa local. Nos costó 28 euros por persona y tiene una duración de dos horas, ya que recorre toda la línea costera hasta el entorno de la Cueva de Benagil. Se realiza en español (también había franceses) y lleva 15 personas como máximo creo recordar, quizás menos, todas provistas de chaleco salvavidas. Menos mal,
![]() ![]() Salimos puntualmente a las 11 de la mañana. Sin embargo, el día distaba mucho de parecerse al de Ponta da Piedade. El cielo estaba blanco por la calima, dotando al mar de un tono grisáceo en lugar de azul turquesa, lo que no favorecía la belleza de las panorámicas. No hacía frío. Antes de partir, estuvimos dando una vueltecita por el puerto de Portimao.
![]() ![]() Tras pasar frente a las costas de Ferragudo, ofreciendo bonitas vistas de dicha localidad con sus casitas, su castillo y su playa, la lancha giró (viró, creo que se dice, no sé) a la altura del faro y enfiló su proa a muy buena velocidad, mostrándonos unas primeras y espectaculares imágenes de los acantilados desde el mar. De pronto, nos dimos cuenta del gran oleaje que había, lo que enseguida convirtió nuestra lancha en una especie de trenecito de montaña rusa
![]() ![]() ![]() Muchas risas por aquí, muchas risas por allá por lo que se movía aquello. Había otras embarcaciones haciendo el recorrido, pero los kayaks no habían salido, pues era peligroso. Allí nadie se cortaba y los barquitos entraban en las cuevas, afrontando osadamente la fuerza de las olas. La verdad, daba cierta cosa, sobre todo cuando aceleraba para escapar de la corriente, y más a nosotros que íbamos en la zona de proa.
![]() ![]() Al contrario que la mañana de Ponta da Piedade, el traqueteo de la lancha y mi empeño en mantenerme sujeta el mayor tiempo posible hizo que las fotografías salieran bastante peor. Desde luego, ni soñar con ponerme de pie para enfocar bien, Una vez lo intenté y quedé bien escarmentada
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Pasamos por sitios muy bonitos, aunque carecían del colorido de los de Ponta da Piedade al estar ausente el sol. Y también vimos Carvoeiro, con su animada playa y sus pintorescas casitas asomándose al mar.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Punto y aparte merece el sorprendente paraje de Algar Seco, con la gente asomándose a través de sus ventanas naturales abiertas en la roca como consecuencia de la erosión. Nos llamó tanto la atención que decidimos ir allí después de comer. En la primera fotografía, se aprecian perfectamente el camino de pasarelas que lo recorre sobre el acantilado, con la procesión de senderistas surcándolas.
![]() ![]() ![]() Seguimos con la lancha, descubriendo algunos de los lugares que habíamos recorrido la tarde anterior a pie, por la parte alta del acantilado, al hacer la ruta de los siete valles suspendidos.
![]() ![]() ![]() El interior de algunas cuevas presentaban colores sorprendentes pese al día gris. ![]() ![]() Y, al fin, llegó el momento que se considera estelar de este tipo de recorridos, la entrada a la Cueva de Benagil, con sus agujeros por los que se contempla el cielo azul y su preciosa playa, a la que solo se puede acceder nadando o en kayak, ya que está prohibido desembarcar en este tipo de excursiones.
![]() El asunto estaba chungo, pues las olas rompían con mucha fuerza y se nos puso un nudo en la garganta. No obstante, la lancha entró, permitiéndonos hacer alguna que otra foto, hasta que aquello se convirtió en una especie de cascarón a merced de las olas, con lo cual pronto retrocedió sin darnos la consabida vueltecita por el interior para captar la cueva en toda su belleza. Sin embargo, así casi nos resultó más impresionante.
![]() La lancha enfiló a toda velocidad para salir de la cueva y, de pronto, vi una ola enorme que venía hacia nosotros. Solo me dio tiempo a meter el móvil en el bolso a toda prisa. El agua cayó a plomo sobre la lancha, por encima de nuestras cabezas, y nos empapó a todos. Yo lo vi venir y me agarré con todas mis fuerzas al asa de la lancha, pero a mi marido el rebote le levantó y le hizo daño en la espalda. De vuelta en Madrid, incluso tuvo que ir al médico. Afortunadamente, ya se ha recuperado. Fue un momento de tensión, pese a las risas que se nos escaparon después. Luego, la persona que manejaba la lancha nos dijo que había tenido que tomar así la ola por cuestión de seguridad, para poder salir de la cueva. No sé, yo no entiendo de estas cuestiones marítimas; el caso es que en ese momento se suspendió la excursión y volvimos hacia Portimao a toda prisa, manteniéndonos bastante más alejados de la línea costera, donde las olas azotaban con mucha menos fuerza. No hacía frío, pero el remojón fue tan fuerte que el chico que iba a mi lado, y que fue el que recibió el impacto más fuerte, empezó a tiritar, así que nos proporcionaron toallas para cubrirnos. Cuando llegamos al puerto seguíamos completamente empapados, de arriba abajo. Menos mal que llevábamos la maleta con la ropa en el coche, porque tuvimos que cambiarnos todo lo que llevábamos puesto. Vamos, que tuve que poner a secar hasta los tres billetes de veinte euros que llevaba dentro del bolso (era de tela). Y la cámara de fotos ya no la pude utilizar durante el resto del viaje. Menos mal que al teléfono móvil no le afectó el remojón. Así que mucho ojo con este tipo de actividades si la mar está picada; no creo que haya problemas para la integridad personal de los excursionistas, pero sí que se pueden llevar un susto y un buen e imprevisto baño. Tampoco viene mal proteger la cámara de fotos y el móvil en una bolsa plastificada o similar. En cualquier caso, a partir de entonces ya no volvió a salir ninguna embarcación. No volví a hacer más fotos durante el regreso al puerto, pero al menos sí que nos quedó el recuerdo del interior de la Cueva de Benagil y de su "olita".
![]() ![]() Ferragudo. Desde Portimao habíamos visto las casitas de este pequeño y pintoresco pueblo, con varios restaurantes que ofrecen pescado fresco. Nos habían recomendado uno de ellos, pero cuando llegamos nos dijeron que por unas serie de problemas solamente disponían de pescado del día al peso, lo cual no nos convenció porque estábamos muy escamados de este tipo de ofertas, pues algo parecido en Almería nos salió por más de cien euros y el bicho era tan grande que se quedó la mitad en el plato.
![]() ![]() Así que, como ya era muy tarde, tomamos un menú del día en la terraza de otro restaurante. No fue nada del otro mundo, pero me hizo gracia comer en Portugal con sangría. Y no estaba muy mal, ja,ja,ja, al menos no le habían puesto cilantro
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Después de comer, dimos una vuelta por el pueblecito, recorriendo sus callejuelas hasta la iglesia, desde donde hay un mirador desde el que se obtiene una buena panorámica de Portimao. También tiene un castillo privado, que habíamos podido contemplar desde la lancha por la mañana. Merece la pena dar un paseo por Ferragudo.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Algar Seco. Desde Ferragudo, fuimos hasta el parking de Algar Seco, cerca de la Praia de Carvoeiro. Allí hay una ruta de pasarelas de madera que llevan hasta el pueblo, ofreciendo unas bonitas vistas.
![]() ![]() Algar Seco es un monumento natural consistente en una serie de formaciones rocosas y cuevas escarpadas, con piscinas de aguas cristalinas, si bien hay que extremar las precauciones en días de fuerte oleaje, como aquel. ![]() ![]() Dependiendo de la osadía de cada cual, se puede recorrer todo el conjunto de cuevas utilizando unas escaleras excavadas en las rocas, que serpentean por todo el conjunto de acantilado, conduciendo hasta una serie de curiosas ventanas, balcones y túneles, algunas con nombre como las Cuevas Boneca, si bien la presencia de un restaurante rompe bastante la belleza salvaje que podría tener este paraje tan singular, aunque muy concurrido a causa de su proximidad a Carvoeiro y al aparcamiento donde se dejan los coches cómodamente, convirtiéndolo en un destino accesible a todo tipo de visitantes, incluso los más vaguetes.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Me gustó bastante este sitio. Resulta muy entretenido para pasar un rato y sacar bonitas fotos, si lo permiten las personas que se aposentan en los lugares como si fueran sus dueños exclusivos.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Luego seguimos un rato por el sendero que lleva hacia la Praia de Vale Cobo, contemplando un nuevo y espectacular conjunto de rocas y acantilados, aunque no faltan los complejos hoteleros que se agarran a las rocas. Hay quien dice que apenas se les ve y que son respetuosos con el entorno natural. No sé. A mí no me gustan.
![]() ![]() ![]() Cuando nos cansamos, volvimos al coche y enfilamos rumbo a Faro, donde nos alojábamos esa noche, poniendo punto final a nuestras vacaciones en el Algarve.
Etapas 10 a 12, total 13
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