Como ya he comentado, nos vamos haciendo mayores y no nos apetecía hacer de una tacada los setecientos kilómetros largos que hay desde Madrid hasta el que sería nuestro primer alojamiento en el Algarve, en la ciudad de Tavira. Así que hicimos un alto en una localidad pacense que teníamos muchas ganas de visitar y que por diversas razones, el Covid entre ellas, aún no había sido posible.
De modo que reservé una noche de alojamiento en el Hotel Los Templarios, de tres estrellas, que no se encuentra en el mismo centro de la población, pero adonde se llega en un paseo de unos pocos minutos. Además, cuenta con la ventaja de su fácil aparcamiento. Estuvimos muy a gusto y nos dieron una habitación con unas vistas muy bonitas. Nos costó 65 euros, sin desayuno, un buen precio teniendo un cuenta que era sábado.
Normalmente, se tarda en torno a cuatro horas y cuarto en recorrer en coche los 447 kilómetros que separan la capital de la localidad extremeña, si bien nosotros tardamos casi una hora más porque nos detuvimos a almorzar en un parador de carretera, ya que habíamos salido algo tarde y nos dimos cuenta de que no llegaríamos a tiempo de ir a un restaurante de Jerez de los Caballeros que me habían recomendado y que se llama “La Ermita”, situado en una antigua iglesia. Obviamente, no puedo opinar al respecto al no haberlo probado.
Perfil del itinerario de Madrid a Jerez de los Caballeros en Google Maps.
Llegamos sobre las cuatro y media, y descansamos un poco tras hacer el check-in. El día era caluroso y pegaba bien el sol, hasta el punto de que me llevé el sombrero cuando salí a recorrer el pueblo, a eso de las cinco y media. Al llegar, nos habían llamado la atención las preciosas torres de varias iglesias. Por proximidad al hotel, me dirigí a la Iglesia de San Bartolomé , donde me ofrecieron una visita combinada de tres iglesias por seis euros, que se quedaron en dos, pues en la de Santa Catalina se estaba celebrando una boda. También me facilitaron una audio-guía y pude subir a la torre campanario, con una decoración exterior fantástica y desde donde se contemplan unas vistas espléndidas.
Después, la empleada me acompañó hasta la Iglesia de San Miguel, en la plaza principal de la localidad, que también visité con audio-guía.
Luego, me encaminé hacia la Oficina de Turismo, donde me facilitaron un mapa muy detallado y me dieron todo tipo de información. Se encuentra en la antigua Conventual de San Agustín, Plaza de San Agustín 1, donde también hay instalado un bonito mirador sobre la población, aunque no el mejor para mi gusto.
Sin embargo, ya que este diario se refiere al Algarve y la mayor parte de los lectores no va a seguir nuestro itinerario hasta la frontera, los detalles de esta visita los reservo para una etapa que añadiré a mi diario de Extremadura, donde sin duda hallará mejor acomodo. Ahora, simplemente comentar que subí hasta la Fortaleza y la Muralla, me fijé en diversas casas señoriales, paseé por el precio jardín panorámico del Parque de Santa Lucía, pasé junto a varias iglesias más y crucé la monumental Puerta de Burgos, hasta llegar a un yacimiento de una villa romana que se encuentra junto al Centro de salud.
Como era menester, al finalizar mi recorrido, me uní a mi marido para juntos degustar una espectacular ración de jamón ibérico, junto con unas setas de temporada de la zona y un par de cervecitas en una terraza de la Plaza de San Miguel. Al ponerse el sol, se levantó viento y cesó el calor. Parecía mentira, pero necesité ponerme una chaquetita.
En resumen, nos gustó mucho Jerez de los Caballeros, cuya única pega sean quizás las cuestas que hay que subir y bajar continuamente al moverse de un sitio [align=center]a otro de la población. Pero, bueno, se sobrelleva bien.