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Diario de 15 días de viaje por Colombia en junio – julio de 2023. Bogotá, Eje Cafetero, Cartagena, islas del Rosario y Tayrona.Autor: Marimerpa Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (18 Votos) Índice del Diario: Colombia a todo color
01: INTRODUCCIÓN de "Colombia a todo color"
02: Día 1. Llegada a Bogotá
03: Día 2. Bogotá
04: Día 3. Eje Cafetero. Finca cafetera y Salento
05: Día 4. Eje Cafetero. Valle del Cocora
06: Día 5. Eje Cafetero. Jardín Botánico, Buenavista y Pijao
07: Día 6. Eje Cafetero. Filandia y reserva Barbas Bremen
08: Día 7. Eje Cafetero. Termales de Santa Rosa
09: Día 8. Del Eje Cafetero a Cartagena
10: Día 9. Cartagena de Indias
11: Día 10. Islas del Rosario: Isla Grande
12: Día 11. Islas del Rosario: Isla Grande
13: Día 12. De Isla Grande a Cartagena
14: Día 13. Traslado Cartagena a Santa Marta
15: Día 14. Parque Nacional Natural del Tayrona
16: Día 15. Parque Tayrona y comienzo del largo regreso a casa
17: CONCLUSIONES Y GASTOS
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Etapas 7 a 9, total 17
Esa mañana dejamos nuestro alojamiento en Salento. Habíamos reservado un tour para intentar ver el mono aullador en la reserva Barbas Bremen. Lo contratamos con “El Palacio del Barbas” y nos costó 70mil COP cada uno. Fuimos con nuestro coche hasta la finca, y el camino fue un horror, aunque el dueño me había dicho que se podía llegar en coche normal. El caso es que llegamos, aunque nos perdimos y en un momento no sabía si podríamos pasar.
Nuestro guía fue Mauricio, un muchacho tímido, pero que conocía muy bien la zona y fue muy amable en todo momento. Nos echamos repelente de mosquitos, nos pusimos botas pantaneras y con un bastón nos adentramos en la selva andina del Barbas Bremen con Mauricio. No vimos monos, aunque sí sus cacas y los oímos a lo lejos. Mauricio se iba adelantando a veces por si los veía y volvía a buscarnos. Como solo íbamos nosotros dos, hicimos un camino un poco más largo que el habitual, que nos propuso el guía, apenado porque nos fuésemos sin verlos. Pero no hubo manera. Ese día hacía mucho calor, y parece que los monos se ocultan en las hojas grandes del yarumo. Aun así, y a pesar de lo duro del “paseo” y el calor, mereció la pena. Caminar por la selva y por el río en aquel entorno increíble nos gustó mucho. Además, vimos dos cascadas y muchas mariposas, incluidas varias mariposas cristal, que no pudimos fotografiar. ![]() Mauricio nos ofreció seguir un poco más, pero ya estábamos cansados y no creíamos que alargar el paseo fuese a resultar en ver el mono aullador. De vuelta a la finca, nos sirvieron limonada casera, muy rica, para reponer fuerzas. Para comer, habíamos reservado en el restaurante Helena Adentro, el más famoso de Filandia. La verdad es que la comida estaba buenísima, el trato fue muy amable y las vistas fantásticas. Era comida un poco más elaborada que la tradicional, nos encantó. Fue el restaurante más caro del viaje, con bebidas, postre y café pagamos unos 36 euros al cambio los dos. Después dimos un paseo por Filandia, otro de los pueblos imprescindibles para visitar en el Eje Cafetero. Tan colorido como Salento, aunque los edificios son más grandes, y más dedicado al turismo, con un mirador de pago sobre la película Encanto. Antes de marcharnos, nos acercamos al mirador de Filandia (8mil COP), una gran torre con vistas panorámicas, donde según subes te vas encontrado paneles con datos de Filandia y la región del Quindío. Ya solo nos quedaba llegar hasta nuestro hotel en Santa Rosa de Cabal, pero pillamos un atasco horrible en Pereira y tardamos muchísimo. Llegamos al hotel Vísperas, que está a la salida del pueblo hacia termales, ya de noche. Cenamos en unos puestecitos que había allí en la carretera, un ajiaco y unos chorizos santarrosanos, típicos de Santa Rosa de Cabal. Etapas 7 a 9, total 17
El plan para ese día era ir a las Termales de Santa Rosa, un complejo de piscinas termales, y así descansar un poco en mitad del viaje.
Lo que no calculamos es que estábamos en vacaciones escolares y eso tenía varios inconvenientes. Por un lado, los horarios están limitados, no es posible tener una entrada para todo el día, sino que hay tres turnos. Además, los precios son más caros. Y lo más importante, es que hay mucha gente. Gestionamos la entrada a través de nuestro alojamiento, al mismo precio que en taquilla (56mil COP) para el turno de las 11 de la mañana. Aprovechamos la mañana hasta esa hora viendo aves en el hotel. Lo cierto es que era un lugar ideal para observar aves. Hay un sendero que lleva hasta un río donde hay muchísima vida. Pero incluso desde la terraza del hotel, donde se sirven los desayunos, vimos muchísimos pájaros. ![]() Me recuerdo desayunando cámara en mano sin perder de vista los árboles. Por cierto, el desayuno era muy bueno, lo cambiaban cada día e incluía chocolate con queso, arepas, huevos preparados de varias maneras. Sin duda la estrella del pajareo allí fue el barranquero, un ave muy bonita, de llamativos colores y una cola impresionante. Llegada la hora nos fuimos a termales. Estábamos muy cerca, a solo 10 minutos. Aparcamos el coche y nos dirigimos a la taquilla, donde nos pusieron una pulsera y nos explicaron por dónde ir. El camino ya es precioso, pasando por cascadas y con una vista inmejorable de la cascada grande rodeada de altas paredes verdes. Hay 4 piscinas de agua caliente, a diferentes temperaturas. Y está la poza fría donde cae la cascada grande. ![]() ![]() El sitio nos gustó mucho y lo pasamos bien. El problema es que había muchísima gente, con niños tirándose, con los flotadores, gritándote al oído. Así que muy relajante la experiencia no fue. Pero con todo, la experiencia fue positiva. Comimos allí mismo, una bandeja paisa y unos chorizos santarosanos. No fue la mejor comida del mundo, pero no estuvo mal. Cuando nos cansamos de estar allí volvimos al hotel para descansar y pasar nuestra última noche en el eje cafetero. Volvimos a cenar al mismo sitio que la noche anterior. Etapas 7 a 9, total 17
Nos levantamos sin prisa, ya que nuestro vuelo no salía hasta mediodía. Pajareamos un rato y dimos un paseo por un sendero cercano al hotel. Devolvimos el coche en el aeropuerto de Pereira y volamos a Cartagena de Indias. Justo en el aeropuerto se desató una importante tormenta, la única lluvia que habíamos visto en el Eje Cafetero. La verdad es que tuvimos bastante suerte con el clima.
Cuando llegamos a Cartagena llovía a mares y era imposible salir del aeropuerto en taxi. Se supone que hay unas tarifas oficiales pero ningún taxi nos quería llevar por ese precio y había unas colas enormes. Así que pedimos un Uber y fue todo más fácil. Un poco más caro que la tarifa oficial, pero al menos con un precio cerrado. Dejamos nuestras cosas en nuestro hotel, Casa Ébano, ubicado en una de las calles más bonitas del barrio de Getsemaní, y nos fuimos a aprovechar las horas de luz que nos quedaban con un paseo por la ciudad amurallada bajo la lluvia. Ese primer vistazo nos sirvió para ver que Cartagena de Indias es una ciudad muy bonita. Con ese toque colonial que recuerda a las construcciones castellanas y canarias, pero con un toque importante de color, lo que resulta en una mezcla maravillosa. ![]() ![]() ![]() ![]() De nuevo comenzó a llover fuerte. Así que nos refugiamos en los soportales y cuando pudimos movernos un poco nos fuimos a cenar al restaurante Coroncoro, cerca de nuestro hotel. Ese restaurante nos pareció un auténtico tesoro: buena comida tradicional, unos jugos de escándalo y barato. Con razón allí se encuentran numerosos comensales locales, además de algunos turistas. Pedimos sancocho de pescado, cazuela de pescado, cerveza y un jugo de maracujá buenísimo. En total fueron unos 60mil COP. ![]() ![]() ![]() Dimos un paseo y nos fuimos a descansar al hotel. Y aquí tuvimos una mala experiencia en Cartagena. El hotel era relativamente silencioso para estar en el centro de la ciudad. Pero resultó que nuestra habitación daba a una terraza particular donde estaban haciendo una fiesta. Una baby shower con la música a tope, pared con pared y con una ventana sin cristales de nuestro cuarto de baño directa a la fiesta. La música era tan alta que las paredes vibraban y no se podía ni pensar. Lo dijimos en recepción, la música era altísima en todo el hotel, pero nos dijeron que no podían hacer nada. Todos los clientes se estaban quejando. Les dije por la ventana que si podían bajar, aunque fuese un poco, la música y la subieron más todavía. Total, que fue un poco insoportable hasta altas horas de la noche. Pensándolo con perspectiva, lo mejor hubiese sido salir a dar un paseo, pero en aquel momento estaba tan cansada, que no podía ni pensar con el ruido y el cansancio. Etapas 7 a 9, total 17
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