![]() ![]() Viena y Bratislava en 4 días ✏️ Blogs de Austria
Viaje a Viena y escapada a Bratislava en 4 días y de una forma económica.Autor: Nacho_soria Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (11 Votos) Índice del Diario: Viena y Bratislava en 4 días
01: 1. Día de llegada
02: 2. Los palacios de Viena y Hundertwasserhaus
03: 3. Bratislava, una grata sorpresa
04: 4. Navidad en Viena
05: 5. Día de partida
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Etapas 4 a 5, total 5
![]() El sábado sería el último día completo que pasaríamos en Viena. La mañana amaneció gris; sin contar el día de llegada en que llovía, fue el día que más oscura estaba la ciudad. Desayunamos como cada mañana, y tomamos el metro para ir a Stadtpark. Se trata de un parque situado en el centro de Viena, especialmente famoso por la estatua color dorado en homenaje a Johann Strauss, el rey del vals. Fue quien compuso el famoso vals de El Danubio Azul, obra conocida especialmente por ser la música que suena como inicio de baile en las bodas. Aprovechamos la presencia de unos turistas japoneses, y les pedimos que nos hicieran unas fotos, que en eso, son profesionales. También en Stadtpark, vimos un pequeño lago donde cohabitan patos, cuervos, gaviotas y palomas. Y también una estatua más, en esta ocasión de piedra y más deslucida, de Franz Schubert, compositor nacido en Viena. Tras esto, nos dirijimos hacia el centro de Viena, donde a las 12 teníamos planeado contemplar el baile que hacen las figuras del Ankeruhr. El Ankeruhr es un reloj situado sobre una especie de puente que une dos edificios. Cada hora del reloj está representada por un personaje típico de Austria. Los más conocidos, seguramente sean Haydn y Maria Teresa. Cuando dan las 12, todos los personajes pasan al son de una música lentamente hasta volver de nuevo al que da las 12, que no es otro que Joseph Haydn. Para mi gusto demasiado lento, tanto que resultaba cansino. Salimos de allí y nos dirigimos hacia Museums Quartier, un barrio vienés dedicado por entero a los museos. Tengo que decir que no me llamó especialmente la atención, aunque quizá pueda ser por el cansancio acumulado que llevábamos, y que hizo que no indagáramos en exceso en él. Bueno, y por una pequeña decepción que nos llevábamos, ya que todos íbamos buscando una casa al revés colgada en el tejado del museo de Arte Moderno. Se trataba de House Attack. Pero no estaba. Luego ya descubrimos que se trataba de una especie de exposición temporal, y por eso ya no estaba allí. Pero claro, las fotos que habíamos visto por Internet nos engañaron. Dejando atrás Museums Quartier, nos dirijimos hacia la plaza donde se encontraba el monumento a Maria Teresa, emperatriz de Asutria. Allí, ya se estaban colocando algunos puestecillos navideños. En esa plaza uno en frente del otro, e iguales en dimensiones y estructura están en Kunsthistorisches Museum y el Naturhistorisches Museum, es decir, los museos de Historia del Arte e Historia Natural respectivamente. Son dos edificios iguales, que sólo difieren uno del otro en la estatua superior que los corona. Caminamos un poco más y descubrimos el Volkstheater, un teatro del centro de Viena. También nos acercamos a Neustiftgasse, una calle donde ya estaban empezando a montar un bonito mercado navideño que tendría su explendor más entrada la tarde. Partimos de allí y llegamos al Naschmarkt, un enorme mercado de fruta, verdura y alimentación en general, junto a Karlsplatz. Allí, además, también hay un apartado donde se venden ropa y objetos de segunda mano. La verdad que la parte de la fruta tiene mucho colorido, pero los tenderos acaban siendo excesivamente pesados en si intento por vendernos algo. La parte de segunda mano, bastante lamentable; todo sucio, roto y en un ambiente de bastante mediocridad y pobreza. No se, quizá me esperaba otra cosa, pero imagino que la gente que compra y vende ropa y antigüedades de segunda mano se moverá por esos círculos. Salimos de allí, con un poco de frío y con una pequeña decepción con el día que llevábamos (el Ankeruhr nos había resultado un poco aburrido, Museums Quartier no nos encantó y el mercado de segunda mano nos entristeció un poco) y fuimos a un sitio a comer algo. Yo pedí un Wiener Schnitzel, que es el plato típico vienés. A decir verdad no es más que un escalope rebozado. Solo eso. Pero estaba bastante bueno. Yo fui a lo seguro y pedí eso. Mi novia y mis amigos se la jugaron con otros platos de los que no etnendían algunos de los ingredientes, y salieron perdiendo. Tras la comida, fuimos a Rathauspark, lugar donde se encuentra el Ayuntamiento de Viena. Allí, había un enorme mercado navideño, donde pasamos un buen rato viendo adornos navideños, comiendo algún dulce, y viendo como todo el mundo pedía una especie de ponche que servían en unas tazas de plástico muy chulas, y que los vieneses, como habitantes cívicos que son, devolvían tras beberse el contenido. Nosotros, como buenos españoles, andábamos ojo a vizor a ver si podíamos hacernos con alguna de esas tazas. Pero al final no cogimos ninguna. Coincidió además que mientras estábamos por allí se produjo el encendido de las luces de Navidad, tanto de las que estaban colgadas entre las casetas, como las del Ayuntamiento. De esta forma, el Ayuntamiento quedó iluminado completamente, dejando una instantánea espectacular. También en Rathauspark se encuentra el Burgtheater, que es el teatro imperial de la corte. Fue entonces, cuando decidimos que iríamos a ver una de esas óperas para turistas que nos habían ofertado anteriormente, así que nos dirigimos una vez más a Stephansplatz, y allí dimos con uno de estos relaciones públicas. Tras titubear un poco, y en un perfecto español, nos vendió 4 entradas para esa misma noche por 25€ cada una. Así que comimos algo, y fuimos hacia el lugar donde se celebraba el concierto. Era en la plaza de Ludwig van Beethoven, creo que en la antigua casa del artista. La verdad que no se parecía mucho a como nos lo habían pintado, ya que en vez de butacas, había unas simples sillas, y el teatro donde supuestamente se celebraría el concierto resultó ser una simple sala, muy bien decorada y bonita, pero no dejaba de ser una sala. Yo en parte me lo esperaba, era un concierto para guiris. Pero resultó bastante entretenido. Un animado presentador, que resultó ser un fantástico (al menos en mi opinión) violinista, hizo que la Orquesta Imperial de Viena y los cantantes de ópera y bailarines de danza nos hicieran pasar un buen rato. Probablemente, cualquiera que sepa un poco de música habría puesto en entredicho la calidad de esos músicos, pero a nosotros, como meros aficionados nos agradó bastante. Casi todo piezas conocidas, y de corta duración, lo que hizo que no resultara nada pesado. Cuando finalizó el concierto, nos dirigimos ya hacía Rennweg, no sin antes pasar por la casa de España (creo que era), donde nos llamó la atención una serie de letreros en los que se podía leer las palabras hola, fiesta, chocolate, sonrisa y... ¿chevere? En fin, nunca dejarán de confundirnos con los mexicanos. Tomamos una cerveza en un bar cercano al hotel y nos fuimos a acostar, más tarde de lo normal. Aquella iba a ser nuestra última noche en Austria. Etapas 4 a 5, total 5
![]() El domingo partíamos de nuevo hacia España. Nuestro avión salía a las 3 de la tarde, así que aún pudimos aprovechar la mañana para hacer algo que aún no habíamos podido hacer. Ir a ver la noria del Prater. Se trata de la noria más antigua del mundo, y sin duda uno de los símbolos de la ciudad, junto con la Catedral de San Esteban. Está situada en un vetusto parque de atracciones, en el parque del Prater de Viena. Nos habían recomendado no ir al parque de atracciones en invierno, y menos de noche, ya que no es una buena zona, y hay mucho vagabundo. Y era cierto; aún siendo las 10 de la mañana, la zona estaba plagada de gente sin hogar y en no muy buenas condiciones. Visitamos la noria, noz hicimos algunas fotos e incluso mis amigos montaron en uno de esos columpios con las cadenas gigantes que dan vueltas y te hacen volar por los aires. A las 11 tomamos el metro hacia el hotel para recoger las maletas y marchar para el aeropuerto. Desde el sábado por la noche, ya no tenía vigencia la Viena Card que habíamos adquirido, pero decidimos que visto lo visto, y que ningún revisor nos había solicitado nada en ningún transporte, malo sería que para 2 ó 3 viajes más tuviéramos que pagar algo, así que decidimos subirnos sin ningún billete ni nada. Y, ¡oh, ley de Murphy! Si algo puede salir mal, saldrá mal. Solo dos paradas hasta el hotel, y nada más subir nos damos cuenta de que había un revisor en nuestro vagón. Y el tren que cada vez avanzaba más lento. Nos levantamos y nos acercamos a la puerta. Parecía que nunca iba a llegar a la parada. Pero llegó, y antes de que el revisor nos pidiera nada, nos bajamos. Tuvimos que esperar al siguiente tren para que nos acercara otra parada más. Por poco, habíamos estado a punto de que nos pillaran. Ya habría sido mala suerte... Llegamos al hotel, cogimos las maletas, y esta vez si, compramos los billetes para tomar el tren hasta el aeropuerto. Allí, tuvimos que facturar en una máquina de esas de check-in, e hicimos espera hasta tomar el vuelo de Swiss. Hicimos escala en Zurich y llegamos a Madrid sobre las 19:30. Tomamos el metro hasta Avenida América donde a las 21:30 cogimos el bus con destino a Soria. A las 00:15 ya estaba en casa, con una maleta llena de ropa sucia y regalos, y un montón de ideas en la cabeza para contar en este diario. Etapas 4 a 5, total 5
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