![]() ![]() El Imperio del Sol Naciente ✏️ Blogs de Japon
Viaje organizado de 15 días a Japón realizado en Agosto de 2007, visitando Tokio, Hakone, Takayama, Kanazawa, Kyoto, Hiroshima, Nara y Osaka.Autor: Miguelang031075 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (53 Votos) Índice del Diario: El Imperio del Sol Naciente
01: Vuelo rumbo a Tokio y adaptación
02: Un intenso día en Tokio
03: Templos y mausoleos de Nikko
04: Jardines de Tokio
05: Un viaje por tierras de volcanes y onsens
06: Rumbo a Takayama
07: Atravesando los Alpes Japoneses: Shirakawa-go y Kanazawa
08: Llegando a Kyoto
09: Un día de templos en Kyoto
10: Nara
11: Hiroshima y Miyajima
12: El castillo de Himeji
13: Un Día En Osaka
14: Despedida de Japón
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Etapas 4 a 6, total 14
El 5º día del viaje es el último en Tokio, antes de comenzar el circuito por las zonas rurales hasta llegar a Kanazawa y Kyoto. Tras el desayuno, salimos sobre las 11 de la mañana para visitar algunos puntos de interés que nos faltan. Hoy nos decantamos por comprar billetes de tren individual en lugar del pase de 1590 JPY, ya que éste no salió muy rentable. En la estación de Shinagawa cogemos la línea JR Yamanote para ir hasta la estación Tokio (una de las estaciones principale de la ciudad). El primer objetivo del día es dar un paseo por la explanada del Palacio Imperial y si es posible por los jardines que lo rodean. El día es el más sofocante de los que llevamos en Tokio. Debemos de estar cerca de los 40 ºC y la humedad es altísima. Cuando llegamos a la zona del Palacio Imperial comprobamos que se trata exclusivamente de un gran espacio en cuya zona central hay un foso. A un lado hay una plaza, Wadadura, con una fuente y un edificio original, desde la que me gusta especialmente la panorámica que se ve con los grandes edificios de oficinas y algún que otro hotel justo enfrente.
![]() Los jardines que hay en esta parte no tienen árboles apenas, por lo que se pasa un poco mal. Justo enfrente del foso, y al final de la explanada, se encuentra el Palacio Imperial, aunque no se ve desde aquí, al estar protegido por una muralla exterior y por el bosque que hay en su interior. Nos acercamos a la muralla para ver una de sus puertas, la Sakashita-Mon.
![]() Seguimos recorriendo la explanada y vemos el puente Niju-Bashi, por el que hay también una excelente panorámica. Dado lo caluroso de la mañana nos dirigimos a unos chiringuitos que hay en la sombra. Ni aquí se puede estar. Es el primer día del viaje que deseo, y mis compañeros también, haberme quedado en el hotel en vez de salir a pasear. Por contra, observamos que están haciendo algún tipo de carrera popular dando vueltas a la explanada imperial. ¡Con el calor que hace!. Sobre las 13:00 nos vamos de la explanada. Es tan insoportable la mañana que ni siquiera hacemos por explorar los alrededores de este distrito. La verdad es que no puedo evitar pensar que me ha decepcionado un poco.
Nos dirigimos a la estación de tren de Ginza. Por el camino entramos a una tienda de un centro comercial en la que venden kimonos. Tras hacer unas compras, nos vamos a la estación. Decidimos visitar el jardín Rikugi-En, uno de los mejores de Tokio según la Lonely Planet. Está cerca de la estación de Komagome, a poco distancia de Ikebukuro. La zona ésta a simple vista no tiene ningún interés. Es como estar un barrio de la periferia cualquiera. Como son más de las 3 buscamos un restaurante antes de visitar el jardín. Encontramos sólo un restaurante de comida rápida, un MacDonald pero a la japonesa. Sin duda alguna el día que peor como y espero no repetir más en lo que queda de viaje. El jardín cierra a las 5, así que no nos podemos descuidar. Por el camino sólo vemos edificios altos y no muy bonitos, y yo tengo la duda de cómo en un barrio así puede haber un jardín considerado como de los más bonitos de la ciudad. Pero por fin lo encontramos, y ......¡es una maravilla!. Es un jardín de estilo Edo en cuyo centro se ubica un estanque con carpas, y también tortugas. Nos dan un folleto para ver los principales puntos de interés que podemos observar. Hay un itinerario señalizado. No sólo podemos ver diferentes especies arbóreas perfectamente identificadas, sino también linternas de piedra y casas de té. Hay rincones que son de lo más bucólicos. Me gusta uno especialmente en el que hay una casa de té junto a un pequeño arroyo, y unas piedrecitas sobre él para poder cruzarlo. Llegamos a un pequeño puente de madera sobre el estanque desde el que podemos ver a las carpas. Se escucha graznar a los cuervos a cada momento. Curiosamente en esta ciudad hay cuervos a montones. Se podría decir que son las palomas japonesas ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Rodeando el jardín, se llega a una pequeña elevación o colina desde la que se obtiene una panorámica bastante completa del jardín. Al fondo los edificios altos y algún que otro córvido posando para la cámara.
![]() ![]() En este lugar, disfrutamos un rato de la tranquilidad y suave temperatura del jardín. Todo lo contrario al asfalto que ruge en el exterior. A nuestro lado tenemos otro pequeño estanque donde vemos nadar un numeroso grupo de tortugas.
![]() Aproximándose la hora de cierre del jardín hacemos ganas para ir hacia el santuario Meiji, ubicado en el parque de Yoyogi. Cogemos de nuevo el tren en Komagome y vamos hasta la parada de Yoyogi. Estamos por el barrio de Harajuku. Empezamos a callejear y damos unas cuantas vueltas sin saber muy bien cómo ir hasta el santuario, a pesar de que preguntamos varias veces. Por fin, pasadas las 6 de la tarde conseguimos llegar hasta el extremo del parque Yoyogi donde está el santuario. Por desgracia, han cerrado el recinto del santuario hace unos minutos. Descartamos dada la hora, recorrer el parque para llegar hasta la zona donde se reunen las chicas jóvenes. Está ya de noche y probablemente no haya mucho ambiente. Además, es el primer día que hace un amago de tormenta, así que damos por concluida la visita a Tokio y nos volvemos al hotel. Ha sido un día raro. No lo hemos aprovechado nada bien. Creo que la sensación de bochorno asfixiante ha podido más con nosotros. Por la noche, después de nuestro merecido descanso, pensamos que como despedida de la ciudad podríamos darnos un homenaje gastronómico a lo grande. A eso de las 9 de la noche vamos a un restaurante cercano a nuestro hotel para probar el buey y la ternera de Kobe, y un concepto diferente de cocina: el teppayanki. En este tipo de cocina el cliente tiene la posibilidad de ver en directo el proceso de preparación. Entramos en una sala y nos sientan a una mesa que tiene incorporada una enorme plancha en el centro, con su extractor y todo. Nos ponen el mandil ![]() Mientras que el cocinero va preparando la plancha, se va calentando, etc... nos traen los aperitivos: sopa, tempura, sushi, .... En esto comienzan a asar la ternera y el buey de Kobe, el pescado, a aliñarlo,... Nosotros con la boca abierta, no sé si por la comida o por ver en directo la preparaciión ![]() ![]() ![]() Para bajar un poco la cena, y la factura, nos vamos de paseo al distrito de Shibuya, que no conocíamos hasta el momento. Me da mucha mejor sensación que Roppongi. Hubiera preferido salir por aquí la noche anterior, en lugar de ir al garito aquel de guiris de Roppongi. La única pega es que parece que en este lugar la animación se acaba pronto. Llegamos pasadas las 11 de la noche y no hay excesivo ambiente por las calles. Nos damos una vuelta con el objetivo de llegar a Harajuku, pero como vemos que nos vamos alejando por unas calles bastante solitarias, cogemos un taxi y nos volvemos al hotel. ¡Qué de vueltas estamos dando! Ya en el hotel decidimos entrar al pub que hay en la planta 38 y pedirnos una botella de champagne, mientras disfrutamos de una bella panorámica nocturna con todos los rascacielos iluminados. La verdad es que es uno de esos momentos que te da la vida en los que hace sentirte eufórico y que te gustaría prolongar todo el tiempo posible. No importa los 3000 JPY que nos dejamos por persona en la botellita. Al fin y al cabo no sabemos si volveremos a Tokio. El colofón magnífico para una ciudad que me ha sorprendido y que no esperaba antes del viaje que fuera a gustarme tanto. Me hubieran hecho falta un par de días más, para ver en condiciones Ueno, Shinjuku y también el parque Yoyogi y sus lolitas. Con esta sensación, nos despedimos de Tokio, para iniciar al día siguiente un viaje por lo más rural del país. Etapas 4 a 6, total 14
¡Y llega el sexto día del viaje!. Abandonamos la ciudad de Tokio, que finalmente me ha encantado. Comenzamos el tour con nuestro guía japonés que nos ha tenido abandonados durante todos estos días en la ciudad. El primer lugar al que nos dirigimos es a Kamakura, capital del imperio nipón durante más de 100 años allá por el siglo XIII. En esta ciudad se puede hacer un circuito por sus templos budistas, pero nosotros sólo vamos a visitar quizás el lugar por el que más se conoce esta ciudad y es el Gran Buda. Llegamos a la ciudad sobre las 10 de la mañana de un nuevo día caluroso. La estatua está situada en un recinto al aire libre y no puede uno menos que sorprenderse y sentirse como una hormiga cuando se sitúa junto a su base. La estatua en concreto, de mediados del siglo XIII, mide más de 11 m de altura. Por lo visto no es la más grande (superada por la de Nara) pero sí la de mayor belleza. Algún dato adicional de esta estatua es que está realizada en bronce y que pesa más de 800 toneladas. ¡Ahí es nada!. Se puede entrar en la base de la estatua, pero no hay nada de interés en su interior. Estamos una media hora a 45 minutos en el recinto, para ver con calma la estatua y mirar los souvenirs. A mí la verdad, la visita me termina resultando algo incómoda. Del sudor se me ha corrido la crema solar y la tengo toda dentro de los ojos, así que estoy con un picor que no resisto.
![]() Abandonamos la ciudad en nuestro bus y tenemos aproximadamente un trayecto de unas 2 horas hasta llegar a Hakone. Durante un pequeño tramo vamos recorriendo la costa del Pacífico. Además hay bastante tráfico. Es 6 de Agosto y comienzan las fiestas japonesas del Obón, durante las cuales la gente vuelve a sus ciudades de origen para rendir homenaje a sus antepasados. Se puede ver en cierto modo como la fiesta de Todos los Santos. Por otro lado, es el día en el que en 1945 cayó la primera bomba atómica sobre Hiroshima.
Llegamos a Moto-Hakone, donde tenemos un tiempo libre de algo menos de 2 horas para comer antes de tomar el barco que nos llevará por el lago Ashi. Tras nuestro menú japonés (arroz, sopa de miso, sushi,...) de unos 2000 JPY tomamos el barco a las 3 de la tarde. El paisaje visible es bonito, aunque no me llama la atención especialmente. No puedo menos que compararlo con los lagos y montañas suizas y no me impresiona demasiado. Quizás ayuda en eso el hecho de que esté muy nublado y que sea imposible apreciar el Fuji o cualquier otra montaña. Están las nubes muy bajas. Eso sí, me impacta la cantidad de vegetación que hay. Hakone es el típico lugar vacacional japonés. En los claros de vegetación se puede observar algún complejo hotelero. Nos cruzamos también con un barco pirata. Original (un poco hortera para mi gusto) el cruzar el lago en semejante chisme. El trayecto por el lago no dura demasiado, sólo entre 20 y 30 minutos. ![]() ![]() Nos bajamos del barco y al autobús, porque nos vamos a Owakudani. Este valle es de gran actividad volcánica. El lugar que vamos a ver destaca por sus fumarolas. Iniciamos cuesta arriba el pequeño sendero señalizado que se dirige hacia los hoyos de donde salen los chorros de vapor. No se puede uno salir del sendero, porque el peligro de sufrir fuertes quemaduras es grande. En el ambiente se nota, o más bien se sufre, un fuerte olor a azufre, o como se suele decir a huevos podridos. No es para menos. Es difícil aguantar tal pestilencia. Para mayor inri, sopla el viento un poco y entonces me vienen los humos y sus olores hacia mí ![]() ![]() ![]() Por otro lado, me llevo una de las sorpresas del día, y quizás del viaje, porque en esos momentos unas nubes comienzan a desplazarse y dejan visible a mis ojos la cima puntiaguda de ese gran cono que es el monte Fuji.
![]() ![]() ![]() Regresamos al autobús rumbo a nuestro ryokán, el único del viaje, y al que llegamos en pocos minutos, a eso de las 5 de la tarde. Es el Yunohana Onsen y estoy ansioso por ver cómo es. Está en un entorno montañoso y rural, aunque el ryokán en cuestión debe ser un poco lujoso, porque tiene hasta campo de golf. En cuanto lo veo me encanta. Entramos en la habitación asignada y es una maravilla. Da al campo de golf. El suelo es de tatami, hay una mesa con un hueco debajo para meter las piernas, el baño también es con tatami. La habitación tiene la típica corredera de papel de arroz para separar el espacio en el que dormiremos del resto de la habitación, que por cierto, es enorme. En los armarios tenemos los kimonos
![]() ![]() ![]() Después de unas cuantas horas llega el momento de la cena. Tenemos un salón reservado exclusivamente para nuestro grupo y tenemos que ir ataviados con los kimonos. La cena va a ser lo que se denomina Kaiseki, o alta cocina japonesa, un tipo de cocina donde lo que más premia es la presentación, el diseño del plato. Las mesas que tenemos son alargadas y muy bajas, así que nos tenemos que sentar sobre el tatami y tratar de encontrar la postura más cómoda, todo ello tratando de mantener el kimono en su posición, sin enseñar más de la cuenta
![]() Las camareras tienen mucho mérito. Van sirviendo los platos de rodillas a lo largo de toda la mesa y mientras que nosotros comemos ellas están aposentadas a ambos lados de la puerta de entrada al salón de la misma manera, es decir, de rodillas. Claro que lo nuestro también es complicado, o al menos a mí me lo parece. Porque estar 5 minutos con las piernas estiradas o entrelazadas para comer es una cosa, pero claro, 1 hora y media después tienes ya las piernas que no las sientes y no sabes ni dónde ponerte el kimono. Mientras tanto, las camareras ahí arrodilladas, tan monas, sin inmutarse. Termina la cena y nos vamos (tras superar las complicaciones para levantarse) de juerga desenfrenada a la sala de karaoke, donde por supuesto hay unos japonesitos cantando, y no lo hacen mal. Será por eso que ninguno de nosotros, que por lo menos somos 10, nos atrevemos a salir a cantar, eso sí, le preguntamos a la japonesa que canta la mayoría de las canciones que si conoce la serie de Heidi ![]() ![]() ![]() ![]() Ha sido toda una experiencia alojarse en un ryokán. Qué pena que no haya más durante el viaje. Mañana dejamos ya esta zona y nos vamos hacia Takayama, en la zona que denominan Alpes Japoneses. Etapas 4 a 6, total 14
Día 7 del viaje. Vamos al salón comedor a desayunar, ataviados con nuestro kimono, aunque no todos. El desayuno no me parece gran cosa, comparado con la cena de la noche anterior y con el del fabuloso hotel de Tokio, pero al fin y al cabo estamos en un pequeño ryokán. Tras el desayuno y hacer la maleta, dejamos el hotel. Hoy tenemos una larga jornada en autobús de entre 4 y 5 horas, con el objetivo de llegar a Takayama. Los empleados del ryokán son la caña. Cuando el autobús deja el alojamiento, están allí diciéndonos adiós con la mano. El autobús pasa por detrás del jardín y allí siguen inmóviles todavía despidiéndose. El autobús sigue alejándose y los empleados todavía despidiéndose. ¡Qué gente más servicial!. El día ha amanecido claro, así que en cuanto salimos a la autovía hay una perfecta panorámica del..... monte Fuji
![]() ![]() El viaje hasta Takayama se hace algo pesado, a pesar de estar amenizado por las anécdotas del guía, que no para de hablar un momento, contando cosillas del tipo de educación japonesa, costumbres, sectas religiosas, etc...
Entre la 1 y las 2 del mediodía llegamos a esta pequeña ciudad de aire bastante rural. Está lloviendo un poco. La primera visita que hacemos es al santuario de Sakurayama Hachiman. ![]() ![]() A continuación realizamos la visita del museo de carrozas de fiesta o Takayama Yatai Kaikan. Algunas de las carrozas que se pueden observar es remontan hasta el siglo XVII. Destacan por sus tallas y lacados y también por unas pequeñas marionetas (karakuri) que hacen acrobacias, gracias a los 8 titiriteros que mueven sus hilos.
![]() ![]() ![]() Más tarde nos dirigimos a pasear por el barrio de Sanmachi, cuyas tres calles principales son el centro de la ciudad antigua, repletas de restaurantes, tiendas, museos, casas privadas, especialmente una de las calles. Hay bastante ambiente, casi no se puede andar. Muchas de las casas están adornadas con plantas y con banderitas de colores, que les da un aspecto bastante alegre. Tardamos en recorrer la pequeña calle de apenas un par de cientos de metros aproximadamente una hora o incluso más, porque entramos a muchas de las tiendas. Al margen de los souvenirs que puedan vender o artículos de mucha más categoría, son interesantes por el diseño interior que poseen, algunas de ellas con galerías que dan paso a pequeños y agradables jardines. ![]() ![]() ![]() ![]() También hacemos un recorrido en torno al canal que atraviesa la ciudad, para ver algunas de las casas típicas de la ciudad, jardines, algún pequeño templo,....
![]() ![]() ![]() En torno a las 6 de la tarde nos dirigimos al hotel Hida Plaza para hacer el check in. Descansamos apenas unos minutos, para dejar las maletas, y volvemos a salir para dar una pequeña vuelta por una de las calles princiaples de la ciudad, la Yasugawa-dori, y de paso buscar un restaurante para cenar no mucho más tarde de las 7. En esta ciudad comprobamos que el inglés ha desaparecido casi como por arte de magia de muchos de los letreros. Preguntamos en algunos restaurantes, pero los camareros desconocen por completo lo que es el inglés, y no nos entendemos. Algunos restaurantes ya están cerrados, y eso que aún no son las 7. Otros directamente no sabemos ni qué clase de establecimientos son. Paseando por la misma calle, y en un callejón donde en principio no esperarías encontrarte nada de interés, hay un pequeño patio con un templo budista, el de Kokubun-ji, por lo visto el más antiguo de la ciudad (construido en el siglo VIII), aunque reconstruido en el siglo XVI. En el patio hay una graciosa pagoda de 3 plantas y un arbolito que dicen que tiene 1200 años.
![]() ![]() ![]() Seguimos paseando por la calle principal y por fin decidimos entrar a cenar a una carnicería. Son sobre las 7 y media y es de los pocos lugares que está abierto. En esta ocasión vamos a degustar una de las especialidades gastronómicas de Takayama: la ternera de Hida. Nos sientan en unas mesas especiales que tienen incorporadas en el centro una especie de parrillas. Nos llevan el plato de carne al peso, cortada en varios filetes, y otro plato de verduras. Una de las carniceras que trabaja allí nos abre la llave de paso del gas y ya podemos empezar a poner los filetes y las verduras sobre la placa. A mí, que soy cocinero de vitrocerámica, no me hace mucha gracia el mecanismo que tenemos en la mesa, porque de vez en cuando suben las llamaradas, y yo casi salto al techo de los sustos que me llevo ![]() Cuando salimos del restaurante resulta que hay bastante animación en las calles. Parece que se celebra algún tipo de festividad local. Hay muchos puestos de todo tipo por la calle por la que veníamos. En algunos de ellos se pueden comprar bolitas de arroz, en plan pinchito. Yo pruebo las galletas de arroz, que no me saben a nada. Pasamos por un izakaya japonés, donde entramos para probar el sake. En realidad yo sólo miro mientras los demás se lo beben. Yo no sé si sería por el sake o por qué, surgen las risas por una chica que podría definirse como la Betty la Fea japonesa. La verdad es que los dientes le hacen a la mujer flaco favor, y el peinado y el kimono menos todavía. Ha salido de paseo como si fuera de andar por casa y sin peinar. Le faltan las zapatillas. Cuando dejamos de reírnos del asunto, la verdad que con un poco o bastante de mala idea, seguimos paseando. Justo sobre uno de los puentes que atraviesan el canal han colgado unos farolillos de color rojo y verde, que le dan una iluminación muy bonita a la calle. Pasamos por otro callejón donde hay un grupo de jazz actuando en plena calle, aunque lamentablemente llegamos cuando ya está terminando. Justo al lado unos chicos adolescentes están saltando en bicicleta sobre una plataforma. Está divertido, aunque alguno no aterriza de la forma adecuada y se da un tortazo considerable. Decidimos volvernos al hotel porque al día siguiente abandonamos la ciudad rumbo a Kanazawa. De camino al hotel vemos que todos los puestos han desaparecido y que no hay gente apenas en la calle, a pesar de ser menos de las diez y media. No obstante, cuando llegamos al hotel nos vamos al bar cafetería a tomarnos unos licorcitos, charlar, criticar un rato, etc.... Al final nos da la 1 de la madrugada. Etapas 4 a 6, total 14
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