12 días de verano en Croacia ✏️ Blogs de Croacia

Abandonamos Makarsaka con la intención de pasar un día relajado ya que no nos quedaba mucho por visitar. La primera parada fueron las playas de Brela.
Brela nos pareció una zona de veraneo para gente con dinero. Todo estaba lleno de apartamento de lujo y chalets. Las playas de Brela son una sucesión de pequeñas calas que, al estar rodeadas de casas, tienen el acceso bastante limitado, sobre todo si vas con coche, y las convierte en playas privadas prácticamente. Aunque realmente no son privadas, o eso creo, la falta de aparcamiento (solo pueden aparcar los que se alojan allí) y los accesos por escaleras, hacen que no sean fáciles de visitar.
Como era muy temprano pudimos aparcar y ver una de ellas, un bañito rápido y a seguir.
Había un camino que conecta las calas y por el que se veía mucha gente haciendo jogging o paseando. Parecía un paseo bastante agradable de hacer, pero lo dejamos para otra ocasión.
Decidimos coger la carretera que pasa enfrente de las islas Kornati porque creíamos que iba a tener muy buenas vistas pero resultó que no era para tanto. Aún así vimos una playa que nos gustó y como estaba al lado de un pueblecito pegado al mar decidimos buscar sobe allí. Encontramos un apartamento y pasamos un día bastante relajado entre las playas del pueblo y una visita al cercano Biograd.


Biograd tiene unos de los puertos deportivos más grandes que hayamos visto, debido a su ubicación enfrente de las Kornati y la forma de lengua que se adentra en el mar. Por la noche las calles estaban muy animadas y había mucha gente cenando en el paseo marítimo. Dimos un agradable paseo por sus calles, aprovechamos para comprar los últimos recuerdos para los sobrinos y a descansar.

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De camino a Rijeka n0os paramos en otra playa que estaba en un camping y la chica de la entrada muy amablemente nos dejó pasar sin pagar. Hicimos un snorkel impresionante, para despedirnos por todo lo alto, y seguimos camino a Rijeka.
Rijeka es una de las pocas ciudades con aspecto de ciudad que hemos visto en este viaje y la verdad es que no tiene nada especial. No merece la pena en absoluto visitar ni pararse en Rijeka pero nos permitió descubrir un sitio que nos encantó para pasar la última noche, Kastav.
Kastav está en la montaña que hay justo encima de Rijeka. Desde este pueblo las vistas son inmejorables, ya que se ven la isla de Krk, la isla de Cres y parte de Istria. Es una pasada de pueblo, de verdad. Nos recordó mucho a las ciudades fortificadas de Istria, se notaba la proximidad.
Kastav es un pueblo medieval muy bien conservado y con un encanto especial. Se respira tranquilidad por sus calles de piedra y mientras das un paseo descubres que hay muchos artistas que trabajan aquí en sus talleres que a la vez mantienen abiertos como galerías de arte improvisadas. No pudimos comprar nada porque no vendían los típicos souvenirs de turistas, sino cuadros, esculturas, muebles, etc. Y a unos precios muy altos. Pero eso no le quitó interés a la visita.


Nos alojamos en una sobe que dirigía una señora mayor, 80 años, que nos trató muy amablemente y desuñes de aguantar una conversación con ella de media hora en italiano (aunque no sepas ni una palabra de italiano algo se pilla), nos invitó a unos dulces caseros acompañados de un licor de cereza que estaban sublimes.
Cenamos en uno de los restaurantes de la plaza una de las mejores pizzas que hemos probado y además eran tan grandes que no pudimos ni pedir postre.
En fin que no pudimos encontrar mejor sitio para pasar la última noche en Croacia.

Etapa 12

Para volver a Trieste cogimos una nacional que sale de Kastav hacia el norte sin pasar por Istria y nos ahorramos la viñeta de Eslovenia. Nos dimos la sorpresa de que nos habían abierto el coche la noche anterior en Kastav (hay que ver con los artistas) pero lo único que pudieron robarnos fueron los reproductores de mp4 que llevaba con toda mi colección de música para el viaje de vuelta. Menuda faena, pero podía haber sido peor porque al ser la última noche habíamos sacado todo del coche para hacer la maletas.
En fin, que llegamos al aeropuerto de Trieste en un par de horas, dejamos el coche de alquiler, y de vuelta a España con una sensación de ¡noooooo, yo quiero quedarme aquíiiiiiii!, pero que se la va a hacer, intentaremos volver algún día.

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