![]() ![]() Asturias y un poco de Cantabria. ✏️ Blogs de España
En seis días...Autor: Taburete Fecha creación: ⭐ Puntos: 4 (1 Votos) Índice del Diario: Asturias y un poco de Cantabria.
El recorrido que hicimos fue el siguiente:
Día 1: llegada a Gijón por la noche (los enlaces no permitían otra forma). 2. Ver Gijón. 3. Salir de Gijón por la mañana dirección Oviedo, visitar la ciudad y a por la tarde salir hacia Cangas de Onís. 4. Ver Cangas de Onís, subir a Covadonga y a Lagos y por la tarde seguir a Potes. 5. Fuente Dé, Llanes y Ribadesella. 6. Mirador del Fito, Lastres, Colunga, Cabo de Peñas y Avilés. 7. Salida del aeropuerto a las 7.30 de la mañana... La primera sorpresa al llegar a Asturias fue que el autobús que nos debería haber llevado hasta Gijón y que suele esperar por el vuelo de Madrid antes de salir... no lo hizo. Se marchó a las 21.20 horas y cuando salimos en busca de él ya no estaba. Hicimos por esperar pero un chico que andaba por allí nos contó que a él le había ocurrido lo mismo la semana anterior y que la única solución que había a esa hora era coger un taxi. "Afortunadamente" éramos cuatro por lo que nos salió más barato... En apenas 35 minutos estábamos en la puerta del "Hotel Hernán Cortés" que elegimos por las buenas críticas que tenía. Y se cumplieron las expectativas. Está situado al comienzo de las principales calles comerciales de Gijón y en la zona centro, a mitad de camino para llegar a la zona de la Marina y por el otro lado de la Playa de San Lorenzo. Es un hotel antiguo, pero con todas las comodidades de uno moderno. El trato del personal fue exquisito aunque íbamos con el miedo del "especial" tipo de desayuno: te ofrecían 3 en función del precio (Express, Continental y Buffet) de menor a mayor. Esa misma noche, aprovechando el adelanto horario que supuso el viaje en taxi, fuimos a cenar a "Los Pecaditos", una franquicia de montaditos a 1 euro y copa de vino o refresco también a ese precio. Probamos 3 cada uno y aunque no fue una cena-cena sí que por lo menos matamos el gusanillo. Aprovechamos para ver la calle Corrida de noche y la zona de la Plaza Mayor, donde paramos en una sidrería para beber una botellita... Para el que no lo sepa (yo no lo sabía) la sidra que solemos beber no es igual a la que se te ofrece en Asturias, así que la segunda sorpresa (después de la del autobús) fue ésta. Es más ligera (no tiene gas) y menos dulce, ya que no se le añade nada. Es la fermentación del zumo de manzana puro y duro. Es por eso que la "tiran" desde arriba para que al llegar al vaso coja "cuerpo". Hay que tener en cuenta también que solo se sirve en el vaso el "culín", que debe tomarse de seguido y sin pausa, "como si fuera agua", nos llegaron a decir. Y ya si se quiere hacer de la manera correcta, hay que dejar un poco en el fondo y lanzarlo "a la tierra" (yo prefería beberlo todo). Después de un paseo nocturno de vuelta al hotel tocó descansar. Por cierto, en el hotel nos dieron una 9ª planta que de noche al llegar nos dio vértigo pero que por la mañana nos ofrecía unas vistas más que buenas de la zona centro de Gijón. La mañana del segundo día aprovechamos para callejear, previo desayuno. Elegimos el formato Continental, con café (posibilidad de repetir), zumo, sandwich o tostadas y pieza de bollería. La verdad es que con eso fue más que suficiente y contábamos con poder "picar" algo antes del almuerzo. Además, pese a que anunciaban que costaba 5.50 nos lo dejaron en 5.00… Mejor. Empezamos por la zona antigua, pasando por la Plaza Mayor, el Museo de Jovellanos (entrada gratuita) y subimos a Cimadevilla para ver las vistas de Gijón. Bajamos por el Club de Regatas para ir a la Playa de San Lorenzo. Antes paramos en la Iglesia de San Lorenzo y entramos en las Termas Romanas, visita que por lo menos a nosotros nos pareció interesante (2.50 euros). Almorzamos en un restaurante de menú de la Calle Instituto (de cuyo nombre no puedo acordarme). La pareja que venía con nosotros ya había estado hacía unos años y estaba bastante bien en relación calidad – precio. Por la tarde fuimos hacia la zona de compras (Corrida y Paseo de Begona), a los Jardines de Begoña y la del Náutico. La verdad es que es una ciudad para pasear tranquilamente, el ambiente es muy agradable y cada vez que preguntamos por algo el trato fue exquisito. Ya a la noche fuimos buscando algo de cenar por la zona de la Plaza de Italia y paramos en una pizzería en la calle Cervantes (La Toscana). Todo perfecto. Para ser un miércoles nos sorprendió la cantidad de gente que “callejeaba” por la noche, con las terrazas llenas y tomando sus cañitas y sus sidras.
Al día siguiente tardamos más de lo queríamos en coger el coche que habíamos alquilado. En principio nos dijeron que estaría en la Calle Marqués de San Esteban pero al final estaba en la nueva terminal de trenes. Con ese ligero retraso salimos dirección Oviedo, llegando en apenas 35 minutos. Fuimos directamente a un parking cerca del Campo de San Francisco y la primera parada fue la oficina de Turismo que hay en el propio parque. Empezamos por recorrer este pulmón de Oviedo y de seguido buscamos el Mercado del Fontán, con sus tiendas y su bullicio, entramos en el Mercado y en la iglesia de San Isidoro, que está junto a la Plaza del Ayuntamiento. A través del arco (parte de la muralla medieval) que hay en medio de este edificio nos fuimos a ver la Catedral y paramos un poco a la sombra de este monumento. Se acercaba la hora de comer, así que buscamos la calle Gascona, donde nos habían recomendado varios sitios. Como íbamos en plan “menú” nos fijamos en los carteles que había en la puerta de los establecimientos para ver qué nos apetecía… Finalmente, paramos en la Sidrería “El Ferroviario”, todo muy bueno y el servicio agradable. Ya después de comer paseamos un poco más para ver la fachada del Teatro Campoamor y salimos en busca del coche para subir al Naranco y continuar hacia Cangas, donde teníamos reservada habitaciones. Para subir al Naranco (somos torpes y dimos varias vueltas dentro de Oviedo para encontrar la salida) hay que dejar el coche en un parking y subir un poco de camino rural. Nada, 10 minutos y merece la pena. A parte del valor propio del monumento también es de reseñar las vistas que hay de la ciudad desde el Monte. Eso sí, horroroso el contraste que marca sobre el la forma de Oviedo el Palacio de Congresos… pero bueno, para gustos colores. Desde aquí salimos dirección Cangas, parando en Arriondas para descansar un poco y pasear junto al Río Sella. Es más, encontramos un caminito que permitía llegar al borde y nos atrevimos a sacarnos los zapatos y remojar los pies. Ya en Cangas buscamos el hospedaje (Hotel “Los Acebos”, 48 euros la noche con desayuno). Está al final de la Avenida Covadonga y si bien al principio nos pareció “viejo” y la zona del desayuno “escasa” es un Hotel más que aceptable y en el que no me importaría repetir estancia. Realmente estaba bien pese a la apariencia, habitaciones más bien pequeñas pero nos sobraba para lo que queríamos, que no era otra cosa que descansar esa noche. Aprovechamos que después de instalarnos aún había luz y dimos un paseo por la zona del Mercado y San Pelayo. Como en todos los lugares donde habíamos estado mucha gente en la calle y en las terrazas de los bares. De camino hacia el Puente Romano mirábamos donde cenar porque no teníamos nada previsto y justo al pie del puente encontramos una “terraza de verano” con parque infantil y música. Pensábamos que iba a ser caro pero nos pedimos una hamburguesa de ternera, con pan artesanal, que era enorme y estaba buenísima y unos pinchos previos. De noche no pudimos hacer fotos del puente, así que nos fuimos a descansar para volver al día siguiente temprano.
Por la mañana, antes de ir a Covadonga volvimos para hacer las fotos.
Antes, el desayuno, que a pesar de la impresión de la tarde anterior fue abundante y variado, con lo que nos fuimos del Hotel con muy buenas “sensaciones”. Tras las fotos que dije antes cogimos dirección Covadonga. Fácil de llegar y bien indicado. Conseguimos dejar el coche en el mismo parking de la Catedral y entramos a verla (no se pueden hacer fotos). Ojo, la Virgen no está aquí… sino en una cueva un poco antes de llegar a la Catedral y mirando el horario de las misas vimos que si queríamos entrar a la cueva teníamos que darnos prisa porque mientras hay ceremonia no se permite la entrada. Contemplamos la imagen de la Santina y las tumbas de Pelayo y Alfonso I y bajamos las escaleras para beber agua en la fuente de los 7 caños (hay que hacerlo si se quiere volver). Después subimos a Los Lagos. La única pega es que en verano hay que hacerlo en transporte público en vez de en coches particulares, por lo que hicimos una pequeña espera. Al llegar arriba te indican la forma de llegar a Los Lagos. No es mucho camino, una hora, aunque con el calor que hacía nos pareció más. Eso sí, merece la pena (mucho) llegar arriba y ver los paisajes que ofrecen las montañas… La bajada, entre vacas, nos llevó de nuevo al parking de los autobuses y de ahí de nuevo a Covadonga donde cogimos el coche y fuimos en busca de “El Repelao” al comienzo de la carretera de subida… Espectacular es poco. Elegimos el menú y de primero me trajeron (a mí solo) una cacerola de fabada, de la que podía repetir. A otro de nosotros que había elegido paella le llevaron una bandeja enorme. De segundo elegí una carne rellena de queso de cabrales y de tercero… una infusión para “equilibrar”. Si no recuerdo mal fueron 11 euros por persona. Con la barriga llena y el corazón contento salimos dirección Potes (Cantabria). La verdad es que fue el peor rato de carretera, quizá también por la zampada del almuerzo. Es montaña pura y vas pasando entre pueblos y barrancos. La parada intermedia la hicimos en Panes, pero quizá por la hora que era (las 5 de la tarde) no fue nada del otro mundo. Sólo estirar las piernas antes de seguir, todo estaba cerrado por lo que hicimos un par de fotos y continuamos camino, con muchas ganas de llegar al hotel. Habíamos elegido el Hotel Valdecoro - Restaurante Paco Wences (62 € habitación, desayuno + iva). Está en la misma entrada de Potes, a 2 minutos en coche del mismo centro. Tardaron un poco en darnos la habitación pero cuando entramos nos llevamos una grata sorpresa. Era amplia, muy amplia, el baño también era enorme y las vistas eran para la parte de atrás, hacia el valle. La única pega por lo menos para mí seguía siendo el tiempo, mucho calor. Tenía la impresión de que hubiera disfrutado más aún con un poco de frío. Después de dejar la habitación fuimos a conocer el pueblo y no nos defraudó. Es pequeñito, acogedor, con soportales con tiendas, el río pasando y dos visitas principales: la Torre del Infantado, donde vimos una exposición sobre el Beato de Líebana y el Apocalipsis (1.5 euro) y la Iglesia de San Vicente. Hay un parking grande junto a la Iglesia y después se trata de callejear. En las tiendas se pueden encontrar los productos típicos de la zona y en la zona del parking también hay un supermercado. Para la cena estuvimos mirando varios locales, hay varias zonas donde comer, pero nosotros seguimos la calle de las tiendas y nos metimos en un callejón donde hay 5 ó 6 sitios. El que finalmente elegimos no fue nada del otro mundo, no tenía mucha variedad… Pero tampoco podía ser todo perfecto!!! Después, buscamos donde tomar una sidra y paramos en una terraza que hay debajo de la plaza… De allí de nuevo al hotel para descansar ya que aunque no lo teníamos previsto decidimos madrugar un poco más para subir al Teléferico de Fuente Dé. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4 (1 Votos)
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