SEGUNDO DÍA EN EDIMBURGO
Día 21 de junio de 2010
The Royal Mile
La milla real, milla por su longitud y real porque era la calle utilizada por el Rey para ir del Castillo al Palacio y viceversa.
Tiene cuatro tramos diferenciados y muchas cosas que ver. Hoy la recorremos a fondo.
Castlehill
La calle más antigua de Edimburgo parte desde el castillo hasta el segundo tramo: Lawnmarket.
Nos situamos aquí para entrar en un lugar que nos resulta simpático: Tartan weaving Mill and Exhibition. Es una tienda de tartán, el típico tejido a cuadros escocés, pero también es un taller de hilatura en el que se muestra toda la elaboración de la vestimenta de las Highlands, a partir de las ovejas y su esquilado.
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Se pueden ver telares y el tartán de todas las maneras y si quieres puedes hacerte una fotografía vestido de escocés. La entrada es gratuita.
¿Os interesa la elaboración del whisky? En una antigua escuela está el Scotch Whisky Heritage center, la entrada incluye degustación.
Enfrente la Outlolook Towe&Camera Obscura: Un curioso dispositivo de lentes y espejos (funciona desde 1853) para reflejar la imagen de la ciudad en la gran pantalla. Será curioso de ver, pero no entramos.
Llegamos a “The hub” una vieja iglesia con el capitel más alto de Edimburgo reconvertida en oficina de información, un café y el lugar donde pueden adquirirse entradas para el festival de Edimburgo.
Lawnmarket
El segundo tramo de la Royal Mile le debe su nombre al antiguo mercado textil emplazado aquí. Era la zona más elegante de Old Town.
Glandstone,s Land es un edificio visitable, vivienda de un comerciante (Glanstone) en 1617.
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Museo de los escritores: Dedicado a Robert Burns, Sir Walter Scott y R.L. Stevenson.
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Aquí si que entramos. El lugar es pintoresco, una mansión de una tal Lady Stairs del siglo XVII. Se ve enseguida y tiene mucho encanto. Material diverso y objetos personales de los tres escritores más significativos de Escocia. De todos ellos al que más conozco es a R.L.Stevenson ya que además de “La isla del tesoro” o “la verdadera historia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” he leído últimamente muchos relatos cortos de este autor, exactamente un libro entero que me dejaron los Reyes Magos (debían saber que iba a venir por aquí). Algunas de sus historias como la de los desenterradores de cadáveres te llevan directamente a Burke y Hare, una historia siniestra ya que eran dos suministradores de cuerpos para la investigación médica que terminaron asesinando a los objetos de estudio para ir por la vía rápida. Burke fue delatado por su colega y ahorcado. El cementerio de Greyfriars sabe bastante de esto. Muchas tumbas tienen altas rejas con las que protegían a sus residentes.
Volvamos a Stevenson, tan ligado a Edimburgo y eso que vivió mucho tiempo alejado de ella y murió en los mares del sur. El caso de doble personalidad del Dr. Jeckyll, dicen que se le ocurrió paseando por las estrechas y retorcidas callejas del Old Town y además se basó en otro individuo que también terminó ahorcado: William Brodie. Precisamente en el tramo de calle que visitamos en encuentra una taberna en su honor, la Deacon Brodie‘s Tavern. Un lugar simpático abarrotado de turistas.
En esta zona de Lawnmarket junto con Grassmarket, se llevaban a cabo ejecuciones públicas, la última fue en 1894. Una placa lo conmemora.
Pero sigamos recorriendo la milla real.
Highstreet
El alma de Old Town.
Saint Giles, (Santo Patrón de mendigos y tullidos) da nombre a la catedral. La corona de la parte superior de la misma forma parte de la silueta inconfundible del casco antiguo de Edimburgo. En su interior llama la atención la multitud de políticos y personajes a los que se conmemora en las paredes. Cosa de la iglesia reformista. Fue precisamente aquí dónde John Knox dirigió la reforma escocesa, basada en el culto individual, o sea sin reconocer la autoridad de los obispos.
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La capilla del cardo honra a los caballeros vivos y muertos de la muy antigua y noble orden del cardo. Un señor con cara de malas pulgas la vigila para que no saques fotos. Una lástima, ya que el angelito tocando la gaita escocesa que puede verse en el techo me resulta irresistible.
Estamos un ratito sentados en un banco para descansar y reponer fuerzas para continuar la visita ya que hay muchas cosas por aquí .
En la calle, junto a la entrada oeste de Saint Giles está “The heart of Midlothian“ dibujado con fragmentos de piedra en el pavimento. Marca el lugar en que se hallaba el Tolbooth: el antiguo Ayuntamiento. Es tradición escupir en el corazón para tener suerte.
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Al otro extremo de Saint Giles: La Cruz del Mercado, dónde los mercaderes sellaban sus tratos.
Esta zona del Parlamento Square (dónde se encuentra el palacio de justicia: Parliament house) la Cruz del mercado, y la estatua ecuestre de Carlos II, está llenita de grupos que hacen tours en todos los idiomas.
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Se va uno y llega otro. Me quedé un poco con las ganas de hacer alguno, pero el de la mañana en español, comenzaba a las 11 y con mis apretados itinerarios no era posible. La gente parecía estar pasándolo muy bien.
Lo que sí hacemos es buscar “closes” que son los callejones que salen a izquierda y derecha de la Royal Mile. Abro un brevísimo paréntesis:
Hasta el siglo XVIII los habitantes de Edimburgo vivían alrededor de la Royal Mile y Cow Gate. Por un lado la ciudad crecía hacia arriba, en una suerte de Manhattan medieval (esta comparación la copio literalmente de la Lonely, me parece muy gráfica) alcanzando cinco o seis plantas y, por otra parte la vida se desarrollaba en sótanos sin luz ni ventilación. Los bajos de la ciudad antigua constituían todo un submundo, así como un importante foco de enfermedades. Había 300 closes y quedan 60. Algunos ofrecen perspectivas curiosas de la ciudad.
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Otros ofrecen curiosidades arquitectónicas, como los dragones de Wardrop’s court.
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El Mary King’s close es una de las visitas terroríficas que guarda la ciudad y aunque no entramos puedo deciros que se trata de una muestra de la vida en las profundidades de Old Town, con algo de teatralización y sobre todo, con fantasma incluido: el de Annie, una niña que llora porque ha perdido su muñeca …
Siempre en esta calle hay cantores que nos sorprenden por lo bien que lo hacen ... atención a estos dos chicos de aquí ... llegarán lejos.
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Todavía nos quedan algunas cosas que ver en este tramo de la Royal Mile que nos ocupa: High Street.
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Nuestra siguiente visita está relacionada con los niños, ya que tenemos previsto entrar en el encantador Museo de la infancia.
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Juguetes antiguos de todo tipo se exponen en este museo que nos lleva a la nostalgia. Tienen algo inquietante los rostros de las muñecas que nos miran a través del cristal o qué decir de la reunión de ositos que parecen preparados para tomar la merienda ...
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Una colección impresionante de juegos, coches, marionetas y, en general de todo lo relacionado con la infancia ya que también hay cunas, ropa, utensilios de aseo para bebés, medicinas, libros escolares…
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Una curiosa ambientación sonora en alguno de sus tramos. Áreas para que los niños actuales puedan jugar, así es que unos cuantos peques que lo visitan con sus padres convierten este lugar en algo vivo. Lo gracioso es que, según cuenta mi guía, lo construyó en 1955 Patrick Murray, un concejal que odiaba a los niños.
Nos gustó mucho la visita (además es gratuita) pero no se acababa nunca y cuando salimos por la tienda que tienen a la entrada, hacemos recapitulación y por unanimidad decidimos hacer una pausa para comer algo antes de seguir.
Siguiendo consejos del foro, nos encaminamos hacia Market Street 45, paralela a la Royal Mile aunque nos cuesta encontrarla ya que está hacia abajo, al lado de la estación. Buscamos la Fruit Market Gallery, mejor dicho su café, al que se entra por la tienda de libros. Allí sirven platos del día a 8,50 libras aparte de sopas, ensaladas o bocadillos variados. Muy apañadito y aunque es pequeño no tenemos problema para encontrar sitio y comer estupendamente. El lugar es sencillo y agradable (sin pretensiones) y te alejas del rollo turístico por un rato.
Volvemos adónde nos habíamos quedado, pasando directamente por la Casa de John Knox, dirigente de la reforma. Es una de las casas más antiguas de la ciudad, de 1450. Murió en un piso del cuarto superior. Se conservan sus recuerdos.
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Llegamos al último tramo de la Royal Mile:
Canongate
Población independiente fundada por David I en 1143 para los canónigos de la abadía de Holyrood.
Menos frecuentado que los otros tramos tiene unos cuantos lugares interesantes:
Canongate kirk y kirkyard. Una curiosa iglesia de 1688 que se construyó para acoger a los feligreses de la abadía de Holyrood cuando fueron expulsados de allí por Jaime II. Chocan sus bancos pintados de azul.
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Algunos de delante están reservados (con una corona en su parte superior) para la familia real. Hay conmemoraciones varias en el interior (como a los caídos en la II guerra mundial, etc). Una señora muy amable nos da una hoja de información en castellano, que leemos sentados en un banco y así de paso descansamos un poco. Lo siguiente es pasear por el cementerio anexo que encierra tumbas de personajes ilustres aunque a mí sólo me suena Adam Smith.
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Más adelante hacemos una parada en una encantadora librería de libros antiguos para niños (de los años 1900 a 1970), esto por si no hemos tenido bastante con el museo de la infancia.
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Es una tienda pequeñita y mi marido se queda con ganas de llevarse alguna vieja edición de los libros de Enid Blyton que leía de pequeño.
En la calle hay todavía un par de museos, como el dedicado a la gente corriente en la historia (trabajos, diversiones ...) "The People Story's Museum" ...
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... al que no entramos y el Museo de Edimburgo, al que echamos un vistazo rápido (son gratis los dos) y de paso ir al baño. Allí se encuentra el "national covenant", el documento firmado por los presbiterianos, deseosos de mayor autonomía, frente al credo anglicano de Carlos II. Yo me pierdo un poco con este lío de religiones pero a ellos, los "covenanters", les costó la vida, ya que muchos fueron ejecutados en Grassmarket o encarcelados en terribles condiciones. También hay planos de la ciudad, como los originales del New Town o maquetas de Edimburgo de los tiempos de María Estuardo y una curiosidad: el collar y la escudilla original del perrito Bobby, así como alguna foto de Bobby en vida.
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Hay salas con colecciones de valiosas vajillas en las que no nos detenemos y el museo finaliza con un aula interactiva o algo así, orientada a los niños. Me imagino que traen a grupos escolares a conocer algo de la vida en el pasado en su ciudad. Hay todo tipo de material para manualidades, trajes con los que pueden disfrazarse de época y una ambientación en la que seguro que los niños tienen que sentirse muy a gusto y, mientras juegan, aprender sobre ellos mismos y su pasado. Como tengo hijas en edad escolar me fijo mucho en esas cosas.
No hemos parado en todo el día, pero todavía nos queda una visita importante: el palacio de Holyrood. Bueno, en realidad todavía nos queda mucho más por andar, pero eso será en la siguiente etapa.