Weimar y Chemnitz ✏️ Diarios de Viajes de AlemaniaEl siguiente itinerario tenía un pequeño problema y a la vez reto. Entre Erfurt y Dresde, mi próximo destino, no existen conexiones directa en trenes regionales (RB, RE) por lo que es necesario hacer trasbordo, como mínimo, en una estación. Pero...Diario: Viaje por Sajonia y Turingia⭐ Puntos: 4.8 (21 Votos) Etapas: 5 Localización: AlemaniaEl siguiente itinerario tenía un pequeño problema y a la vez reto. Entre Erfurt y Dresde, mi próximo destino, no existen conexiones directa en trenes regionales (RB, RE) por lo que es necesario hacer trasbordo, como mínimo, en una estación. Pero, debido a la eficacia de los Ferrocarriles alemanes (DB) y mi interés por conocer por lo menos una de las ciudades por la que pasa este itinerario, mis planes se llevarán a cabo con una agradable sorpresa. En la estación de Erfurt muestro como es costumbre mi destino. Con un poco de mímica y un mapa de la zona doy a entender al empleado mi interés por llegar a Dresde pero con una parada. Me explica en alemán y después en inglés algo. Al hablarme en inglés entiendo una palabra, “today”. A mi respuesta con un “Ja” me explica algo que no entiendo. Enseguida se acerca un pasajero que, mira por donde sabe español, básico, pero español. Me indica que me conviene un tipo de billete especial. Este billete lleva el nombre del Lander (Estado) en que se compra y te permite subir y bajar todas las veces que quieras durante toda la jornada. Se llama aquí el “Türingen-Ticket”. Pero para esta zona en concreto, tal billete es válido también para los estados de Sachsen (Sajonia) y Sachsen-Anhalt. Su precio, 20€, cuando el billete entre Erfurt y Dresde en tren regional vale algo más de 30€. Para usarlo tan sólo tengo que escribir mi nombre ya que es nominativo y señalar las ciudades en las que quiero bajar. Me señala también el “improvisado traductor” que se puede usar en todos los transportes de estos tres Estados Alemanes, o al menos eso es lo que yo entiendo. En realidad esto último no era cierto lo que me llevará, involuntariamente, a un curiosa anécdota. Yo entendí que este billete era válido para todos los sistemas de transportes por lo que durante este día, en los autobuses y en los tranvías que utilicé, estuve tranquilo ya que llevaba “mi billete de transporte público” en el bolsillo. En una ocasión, en Weimar, como los pasajeros mostraban el billete al conductor, yo hice lo mismo. El conductor miró con extrañeza el extraño billete (es idéntico a los billetes normales de la DB), dijo algo, pero yo, tan tranquilo. Al día siguiente, en Dresde, hablando con un grupo de turistas españoles le comenté algo de la eficacia de los ferrocarriles alemanes y como ejemplo les hablé de este tipo de billete y sus supuestas “ventajas”. A uno de ellos les pareció algo raro y al mostrarle el billete me tradujo lo que en realidad decía en la parte central. Este billete era válido para esos tres Estados pero en los trenes regionales y en los de cercanías. De autobuses y de servicio urbano nada de nada. Afortunadamente no pasó inspector alguno en ninguno de los trayectos que realicé. Volviendo a la estación de Erfurt tomo un folleto con horarios para esta zona y teniendo en cuenta mi interés por dos lugares concretos planifico el día de la siguiente forma. El primer tramo hasta Weimar a poco más de 15 minutos y desde esta ciudad visitar el centro conmemorativo de Buchewald. Después, en una segunda etapa parar también en la ciudad de Chemitz, antes de llegar a Dresde. WEIMAR Y BUCHEWALD Tras dejar en las consignas automáticas de la estación mi equipaje, me informo frente a la misma del trasporte público de Weimar. El bus número 6 dirección Ettersbeg me deja en la zona del antiguo campo de concentración de Buchewald. El trayecto apenas dura unos 15 minutos y se localiza al norte de la ciudad de Weimar. Atraviesa una zona que hasta hace poco estuvo ocupada por una importante base militar rusa. El centro de información de Buchewald se abre a las 10 de la mañana por lo que tengo que esperar frente al mismo, junto a los aparcamientos. En poco minutos llegan dos autobuses con diversos grupos y algún vehículo particular. En este centro de información ofertan gratis un pequeño dossier sobre este campo de concentración y a la vez una audioguía en español (3 €) muy útil en este caso. A diferencias de otros centros conmemorativos de la barbarie nazi aquí en Buchewald apenas se han conservado edificaciones de la misma. En la mayor parte de los casos tan solo están las parte baja de los barracones. Los edificios que están en pié y que sirven para oficina de información, sala de proyección, etc. son los edificios de las tropas de la SS. Por eso, con la ayuda de la audioguía uno puede hacerse una idea de las dimensiones, destino y significado de lo que en realidad se tiene delante, unas marcas de piedras en el suelo, un monumento conmemorativo o la historia de este campo y de otro que existió aquí tras la derrota de la Alemania nazi. En este último campo de concentración fueron encerrados los que para el gobierno comunista eran “enemigos del pueblo”. Con la audioguía y un mapa visito algunas zonas. Hacia el norte de la oficia de información se encuentra el acceso al campo de concentración propiamente dicho. Es casi idéntico al de otros establecimientos similares. Tras él se abre, la zona que ocupaban los barracones de los prisioneros y hacia la derecha según se accede un edificio aislado ocupa el crematorio (reconstruido) y detrás varios pabellones donde se expone la historia del campo de concentración. En varios paneles y con objetos originales se habla de su importancia debido a las fábricas militares que estaban aquí y en sus cercanías, del origen de los prisioneros, la organización, los experimentos con prisioneros, etc. Detrás otro edificio está dedicado al campo de concentración que estableció aquí el ejército soviético y después el gobierno comunista de la RDA. La zona que ocupaba este campo hoy es un bosque y entre los árboles unos monolitos metálicos recuerdan la localización de los barracones. Tras esta vista vuelvo a la zona donde se situaban los barracones de los prisioneros. Entre los restos abundan los monumentos conmemorativos a los prisioneros según su origen, nacionalidad o condición. De todos uno me sobrecogió. Estaba formado por numerosos monolitos de piedras, situados hacia la mitad de este espacio, y estaba dedicado a los gitanos asesinados por los nazis. La visita puede durar varias horas, pero al igual que en otros campos de concentración que he visitado, hay un momento en que la mente ya no puede asimilar más ese horror. En uno de los momentos de mi visita, coincidí junto a los hornos del crematorio con un grupo de personas, quizás descendientes o familiares de supervivientes o asesinados en este campo. Los minutos que pasé los recuerdo por el tremendo silencio, el susurro de lo que parecía una oración dicha por una persona anciana, pero sobre todo por los pañuelos que limpiaban algunas lágrimas en nuestros rostros. A las dos horas aproximadamente, me dirijo hacia el sur, hacia una gran torre que antes había visto cuando venía desde Leipzig hacia Erfurt en tren. Desde allí las vistas son impresionantes sobre el valle donde se asienta la ciudad de Weimar, lo que dice mucho del conocimiento que la población de los alrededores tenían sobre este importante campo de concentración. Al volver a Weimar y aunque no era mi intención, continué en el bus hasta el centro de la ciudad. Creo que la ciudad merece más de un día para su visita debido a los atractivos que tiene no solo históricos, literarios y filosóficos ya que fue residencia de muchos de los autores que en esos campos hemos estudiado, sino también por la cantidad de parques y el buen gusto que han tenido al restaurar los inmuebles. En la oficina de turismo (situada en el Mark) me entregan un folleto (en inglés) con 28 puntos de interés para visitar. Sin lugar a dudas es una de mis lugares a visitar en una próxima visita. Por la hora busco en el centro un lugar para comer. Un restaurante me llama la atención por su rótulo “Anno 1900” (en una calle entre la Goethe Platz y la Herder Platz) Todo un descubrimiento, tanto por su localización (dentro de lo que parece un invernadero de estilo art nouveau) como por sus platos. Tras la carne, carne y carne, aquí hay mucha oferta vegetariana. Debido a mi “extenso conocimiento del inglés y del alemán” casi jugando al pinto-pinto-gorgorito, me encuentro con una soberbia ensalada, unos crêpes vegetales y una exquisita cerveza. Tras la comida, en la cercana Goethe Platz un café en una de las cafeterías frecuentadas por estudiantes. De vuelta a la estación, con la tranquilidad que me daba mi billete de transporte, busco el tren más próximo hacia mi próximo destino. Hay varios, pero cada dos horas hay uno directo. El trayecto entre Weimar y Chemitz es de casi 2 horas y media por lo que hoy la siesta en los ferrocarriles alemanes. CHEMNITZ. Desde Weimar a Chemnitz el trayecto en tren dura más de dos horas por un paisaje de montaña donde algunos núcleos industriales, instalaciones industriales abandonadas y explotaciones mineras destacan en el paisaje. Algún núcleo destaca sobre los demás como Jena en el que una torre cilíndrica recubierta en cristal destaca sobre esta ciudad famosa entre otras cosas por las industrias de óptica (Zeiss). Algo que me llama la atención y que no he observado en otros trayectos es la mayor presencia policial, tanto en las estaciones como en el propio tren. Incluso poco antes de llegar a Chemnitz suben al tren tres policías que revisan todo y piden a varias personas la documentación. La estación de Chemnitz es como la de Leipzig de grandes dimensiones. Mas de la mitad de las vías terminan aquí y ponían en comunicación, con un sistema de cercanías, esta ciudad con núcleos, industrias y zonas mineras de los alrededores. Y digo ponían, ya que en la actualidad el tráfico es mas bien escaso. Una sensación de vacío llena todas las instalaciones de esta estación. Es más, habituado a las zonas de tiendas, cafeterías de otras estaciones, aquí precisamente esto es lo que apenas hay. Muchas de las vías no se usan y una sensación de crisis económica se adueña del ambiente nada más llegar a la ciudad. Justo al lado de la estación está uno de los terminales del transporte publico. Como siempre una simple mirada al plano explicativo me permite averiguar enseguida qué tranvía debo tomar. El billete simple vale 1,60 € y el tagelkarte 3,20€ (julio 2007). Pero yo tranquilo ya que tengo mi magnifico billete Türigen-ticket y con el que creo no tendré problemas. Tomo el tranvía 2 que se dirige hacia la pequeña zona que se ha conservado tras la destrucción de la ciudad en la Guerra Mundial y la reconstrucción en el periodo comunista. Tras la 2ª Guerra Mundial, el gobierno soviético y después el de la RDA intentó llevar a cabo en esta ciudad uno de sus programas pilotos para crear una ciudad socialista. Uno de los primeros pasos fue cambiarle el nombre, de Chemnitz pasó a denominarse Karl Marx Stat (la ciudad de K.Marx). Se intentó borrar la memoria histórica representada por algunos edificios y levantar, como es habitual en otras ciudades de la antigua RDA grandes avenidas con bloques pantalla y detrás las barriadas obreras. Y aquí, en Chemnitz, se encuentra uno de sus mejores ejemplos. El tranvía 2 tras abandonar la estación atraviesa la Avenida de las Naciones con los típicos edificios-pantalla a ambos lados. Tan sólo quedan del pasado el edificio de la Universidad Técnica y el conjunto de Museos e iglesia del s. XIX. Continuo hasta llegar a la altura del enorme Hotel Mercure. Aquí me apeo para ver uno de los iconos o imagen más conocida de la ciudad. En la ciudad de Marx debía estar su estatua y aquí está, o menor dicho, su cabeza. Se trata de una enorme cabeza de metal con rasgos desafiantes del fundador del marxismo. Como fondo un edificio en el mas puro estilo RDA en el que la parte central lo ocupa, en varios idiomas, uno de los lemas del marxismo “Proletarios del Mundo, unios!” Popularmente este monumento es llamado “nichi” (la cabeza). Desde aquí el centro de la ciudad queda cerca, concretamente detrás de una de las pocas torres que quedan de sus murallas. Varios centros comerciales con calles peatonales intentan alegrar el aburrido panorama de las edificaciones de esta zona. En medio la pequeña plaza está el Ayuntamiento con un bonito reloj con figuritas y con la oficina de turismo en uno de sus bajos. Me entregan un mapa muy esquemático con el plano de los transportes urbanos. En un lateral está el Nuevo ayuntamiento con interesante decoración art deco. Tras la plaza del ayuntamiento, otra plaza, mas pequeña con una pequeña Jakobikiche, de estilo gótico con una techumbre de nervaduras muy atrayente y un retablo de pinturas en forma de tríptico. De accede a la misma por una pequeña capilla y lo que parece una cocina. En poco más de una hora ya he visto todo el centro de Chemnitz. En la cercanías de la Rathaus (Ayuntamiento) tomo un tranvía, el número 1, que me lleva hacia el oeste por un paisaje de bloques, bloques y más bloques, casi todos ellos idénticos en un ambiente aburrido. Aproximadamente unos 10 minutos más tarde, me apeo y tomo otro en sentido contrario cuyo recorrido termina en la estación. Recojo la maleta de la consigna y a los pocos minutos tengo un tren regional para Dresde. El trayecto ahora dura unas dos horas. Cuando llego a la capital de Sajonia son casi las 9 de la noche. Desde la misma estación veo en la amplia calle peatonal Praga mi hotel de la cadena Ibis. Pero por la hora me acerco a uno de los self service que hay dentro. Se trata de una franquicia con nombre francés “Marchè”. Aceptable y la cerveza, claro está, por estar ya en esta ciudad una que empieza por “Rad-“ Después llego al hotel (Bastei) y una graciosa anécdota. Mi apellido tiene una “ñ” y en algunos sitios, como ya me indicaron, me podía dar problema. Pero en un país en el que ante cualquier obstáculo, se analiza la situación y se intenta solucionarla, más que un problema fue un agradable momento. Resulta que la reserva como la de otros hoteles las había hecho por Internet. Al transcribir los datos alguien ante la dificultad de señalar la “ñ” había optado por un camino más fácil. Como apellidos me aparecía la localidad de residencia. Así al presentarme en recepción y mostrar el código de reserva, no me aceptaban. Para mí, era mi primer contratiempo en todo este viaje en el que mis planes y la organización de hoteles y ferrocarriles habían resultado siempre o casi siempre, digamos que, bien avenidas. Uno de los empleados a comenzó a cruzar datos y datos y al final encontró la respuesta, allí estaba con mi flamante nuevo apellido. El hotel, por lo demás, a escasos metros de la estación cumplía con mis expectativas. Los tres grandes complejos hoteleros que existían aquí en tiempos de la RDA han sido reformados. Mi reserva abarcaba los dos días siguientes y mis planes para esta ciudad y sus alrededores los tenía casi ultimados. La oficina de Turismo de Dresde me había enviado meses atrás varios folletos muy interesantes por lo que tan sólo las informaciones sobre el transporte público me eran necesarias para conocer parte de esta ciudad los dos próximos días. Índice del Diario: Viaje por Sajonia y Turingia
04: Weimar y Chemnitz
05: 5ª etapa: DRESDE
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