Cuando hago memoria de mi estancia en Masai Mara me viene a la mente un color: el dorado. Recuerdo perfectamente los amplios horizontes cubiertos de hierba alta y dorada, mecida por el viento, salpicada de acacias verde oscuro y, entre medias, toda suerte de animales en tan gran cantidad que aparecían como manchas en el horizonte. Un cielo limpio, azul, surcado de nubes. Me vais a abroncar, pero me recordó a mi Castilla, sólo que sin animales
Nuestro primer safari por Masai Mara fue el descubrimiento del parque, de sus colores, olores, animales, plantas. También el de nuestro guía y ojeador, dos personas muy amables que nos hicieron los viajes muy agradables y en especial Sambe, un masai que tenía lo que ellos llamaban “oído masai”. Bueno, a lo mejor no era exactamente así, hay que tener en cuenta que el español de nuestro guía era muy precario así que, al final, hablaban en inglés y mi marido me hacía un resumen
Escondido entre el follaje, un verdadero rey de la selva, majestuoso, mirando en nuestra dirección y posando como un verdadero modelo.
Durante los 3 días que estuvimos en Masai Mara fueron muchos los animales que divisamos, ñus, cebras, gacelas, topis, elands, elefantes, …
Pero no fueron menos las aves que avistamos, me llamó la atención en especial esta garza aposentada sobre la copa de un árbol.
Y aquí teneis este curioso avestruz con el cuello de color rojo subido, yo no había visto antes algo así, siempre he visto avestruces con el cuello de color carne, así que pregunte y Sombe nos contó que a los machos cuando buscan novia se les pone el cuello colorado, de un tono tanto más subido cuanto mayor es su deseo, así que podéis calcular el de éste
Y por fin le llega el turno a la razón última de nuestro viaje: el CRUCE DEL RÍO MARA, y lo pongo así, con mayúsculas, porque realmente se merece esta distinción
Al iniciar el segundo día de nuestra estancia decidimos dedicarlo a intentar ver el cruce como actividad unica del día. Así nos dirigimos hacia el río Mara para localizar el momento y el lugar por donde cruzarían los animales. En nuestra búsqueda del lugar apropiado hicimos un recorrido intensivo del río disfrutando de unas vistas maravillosas del río
Y pudimos contemplar esta manada de hipopótamos bañándose en el río. Es curioso verlos así todos juntos: a unos se les ve en su totalidad, otros enseñan el lomo cual piedras gigantescas varadas en el río, otros asoman exclusivamente los ojos, en fín todas las posibilidades juntas.
Sombe era nuestro guía en esta búsqueda del lugar ideal. Nos comentó que no era tarea fácil pues nadie sabe qué es lo que hace que los animales den el primer paso hacia el río: las manadas se juntan cada vez en mayor cantidad, por un lado ñus y por otro cebras, gacelas, etc; y están allí, junto al río esperando no se sabe qué
Curiosamente siempre cruzan por los mismos lugares que pueden averiguarse porque en ellos las márgenes del río están muy erosionadas lo que hace más difícil la subida pues son muy resbaladizos, pero, aún así, siempre cruzan por el mismo lado
En un momento dado Sombe decidió que era el lugar y momento apropiado pues se habían juntado varias manadas y se dirigían en fila hacia el punto de cruce y, además, también había cebras y gacelas.
Paramos el coche escondiéndolo entre unos arbustos y nos bajamos con mucho sigilo pues cualquier ruido podría dar al traste con el cruce.
A pesar de todo nuestro cuidado y nuestras esperanzas los animales decidieron que no era el momento
Aproveché la ocasión para fotografiar a los cocodrilos que estaban abajo, esperando lo mismo que nosotros y sopesé la posibilidad de tirarles mi pata tiesa de pollo, pero yo soy muy cívica y ya se que no se deben tirar porquerías al río
En medio de la comida llegó Sombe corriendo: dejadlo todo como está y echad a correr, que están cruzando. Nos dirigimos con premura y cuidando no hacer ruido alguno al lugar elegido previamente, desde donde se divisaba el río y allí estaba, por fin EL CRUCE.
Los ñus se adentraban en el río con decisión, como una cuña, los de atrás empujaban a los de delante, se veían las gotas de agua que levantaban con las pezuñas
Los primeros iban alcanzando el otro lado y empezaban a subir por el lado contrario, resbalando, empujándose, consiguiendo, por fin, alcanzar la orilla superior. ¡habían cruzado!
Al mismo tiempo los cocodrilos que habíamos visto antes se acercaban a la manada sigilosamente y con muy malas intenciones
Estábamos absolutamente emocionados con lo que estábamos viendo y, para mí, el mundo de alrededor había desaparecido, sólo existía el momento presente y en él sólo cabían los ñus.
Y, de repente, oímos una voz de pito que gritaba ¡Pepe, Pepe, mira, corre ven, aquí, aquí!
¡Parece mentira, venir a África y comportarse como si estuvieras en mitad de la Gran Vía!. Lo único bueno que se obtuvo de esta situación fue que los cocodrilos no llegaron a tiempo de zamparse a ningún ñu
Bueno, todo terminó, conseguimos ver el Cruce y mis ojos quedaron llenos de imágenes que se sucedían una tras otra y que hoy, todavía, pueblan mi mente, me basta con recordar para volver a verlo y me quedan muchas fotos para recordarlo.











