Salimos del hotel a las 6:00 porque a las 6:45 teníamos que coger un autobús que nos iba a llevar a Washington. Resulta increíble la actividad que hay a esas horas de la mañana, no en vano llaman a Nueva York “la ciudad que nunca duerme”. Compramos una muffin y un batido para no perder tiempo y desayunamos en el autobús. El viaje lo hicimos con un montón de niños que iban a pasar un par de días en la capital de la nación y sus maestras, y pasaron la mitad del viaje comiendo. Tan pronto tomaban barritas de cereales, sandwiches.....incluso hasta huevos cocidos. Llevaban una bolsa con comida que parecía no tener fondo. Increíble. Tras casi 4 horas de camino (de 6:45 a 11:10) y una parada en Baltimore, llegamos a Washington. Al bajarnos del autobús, se nos acercaron unos chicos españoles y empezamos a hablar comentando la curiosa dieta de los niños de la excursión. Eran unos chicos de Logroño majísimos: Sergio y Cristina (a quienes mando un saludo si llegan a leer este diario). Tenían pensado hacer el mismo recorrido que nosotros, con lo que decidimos hacerlo juntos.
En primer lugar tomamos un metro para ir al cementerio militar de Arlington. Tengo que hacer una mención especial al metro. Más o menos, en todas las ciudades del mundo, el metro tiene un
funcionamiento parecido. Aquí, entre los cuatro, éramos incapaces de comprar los billetes. Al final tuvieron que ayudarnos los empleados. Resulta que para comprar el billete, tienes que teclear el importe exacto hasta la estación a la que quieres ir. NO teclear el nombre de la estación o comprar un billete sencillo, sino que primero mirar el precio hasta la estación a la que quieras ir, para luego teclearlo. Rarísimo. Además los andenes de metro eran de techos amplios pero muy lóbregos. Recordaba un montón a la obra del Valle de los Caídos de Madrid.
Hacía un calor insufrible. Fuimos paseando hasta la tumba de JFK, punto central del cementerio. Daba gusto ver lo bien cuidado que estaba este cementerio y la sensación de paz que te invadía al recorrer sus caminos con las tumbas a ambos lados primorosamente alineadas. El cementerio está situado en una colina y, como la estructura militar que es, en la zona baja estaban los soldados rasos, en la media los cargos medios y, en la cima de la colina, los altos mandos del ejército. La tumba de JFK constaba únicamente de una lápida en el suelo. A su lado estaban, su esposa: Jacqueline Kennedy Bouvier y sus hijos Patrick Bouvier Kennedy (que murió a los 2 días de vida) y un feto que no llegó a nacer. Su tumba tiene una llama eterna. Poco más allá está la tumba del senador Bobby Kennedy (hermano de JFK). De ahí fuimos al otro punto importante de Arlington: la tumba al soldado desconocido. Llegamos a ver el cambio de guardia (la tumba tiene una guardia permanente las 24 horas del día, todos los días del año). Justo detrás hay una especie de auditorio al aire libre, supongo que reservado a actos oficiales.
En primer lugar tomamos un metro para ir al cementerio militar de Arlington. Tengo que hacer una mención especial al metro. Más o menos, en todas las ciudades del mundo, el metro tiene un
funcionamiento parecido. Aquí, entre los cuatro, éramos incapaces de comprar los billetes. Al final tuvieron que ayudarnos los empleados. Resulta que para comprar el billete, tienes que teclear el importe exacto hasta la estación a la que quieres ir. NO teclear el nombre de la estación o comprar un billete sencillo, sino que primero mirar el precio hasta la estación a la que quieras ir, para luego teclearlo. Rarísimo. Además los andenes de metro eran de techos amplios pero muy lóbregos. Recordaba un montón a la obra del Valle de los Caídos de Madrid.
Hacía un calor insufrible. Fuimos paseando hasta la tumba de JFK, punto central del cementerio. Daba gusto ver lo bien cuidado que estaba este cementerio y la sensación de paz que te invadía al recorrer sus caminos con las tumbas a ambos lados primorosamente alineadas. El cementerio está situado en una colina y, como la estructura militar que es, en la zona baja estaban los soldados rasos, en la media los cargos medios y, en la cima de la colina, los altos mandos del ejército. La tumba de JFK constaba únicamente de una lápida en el suelo. A su lado estaban, su esposa: Jacqueline Kennedy Bouvier y sus hijos Patrick Bouvier Kennedy (que murió a los 2 días de vida) y un feto que no llegó a nacer. Su tumba tiene una llama eterna. Poco más allá está la tumba del senador Bobby Kennedy (hermano de JFK). De ahí fuimos al otro punto importante de Arlington: la tumba al soldado desconocido. Llegamos a ver el cambio de guardia (la tumba tiene una guardia permanente las 24 horas del día, todos los días del año). Justo detrás hay una especie de auditorio al aire libre, supongo que reservado a actos oficiales.



Nos quedó pendiente de ver el memorial Iwo Jima, pero quedaban muchas cosas por ver y muy poco tiempo, y nos pillaba un poco lejos. Tomamos de nuevo el metro y nos dirigimos hacia el National Mall. Nada más salir del metro nos topamos con una serie de edificios gubernamentales hasta ir a dar al obelisco. Hicimos una parada para comer en el parque la consabida hamburguesa de pollo y, con las fuerzas recuperadas, nos dirigimos al capitolio. Cual fué nuestra sorpresa cuando descubrimos que aunque sólo eran las 16:00, estaba cerrado y apenas si pudimos ver nada. Un poco desilusionados, cogimos el primer camino que vimos para salir y acabamos (sin pretenderlo) saliendo a la Biblioteca del Congreso. Guay.



Nos quedamos sin ver el Capitolio pero, de premio, vimos la Biblioteca que no habíamos previsto. Hay que reconocer que los americanos cuando se ponen, construyen edificios maravillosos. Desandamos el camino hecho para encaminarnos hacia el Monumento a Lincoln. De camino vimos un montón de edificios tales como el Smithsonian, El Jardín Botánico, el National World War II Memorial (un estanque con recordatorios a todos los caídos en la 2ªguerra mundial) hasta que tras más de 1 hora de caminata, llegamos al Lincoln Memorial. Hicimos las típicas fotos tanto del monumento en sí como del Estaque Reflectante con el capitolio al fondo.



Todavía nos quedaba por ver la Casa Blanca y se acercaba la hora de coger el autobús. Así que tras descansar un momento, nos pusimos de nuevo en marcha. No quedaba excesivamente lejos, pero con el calor tan asfixiante que hacía daba la sensación de que llevábamos andados muchísimos kilómetros. Por fin llegamos a la White House, tan conocida por la televisión que de nuevo sentíamos como si ya hubiéramos estado ahí. Primero hicimos unas fotos en la parte trasera (donde se encuentra el despacho oval) y luego dimos la vuelta hasta llegar a la puerta principal: 1600 Pennsylvania Avenue. Tuvimos que rodear el Edificio del Tesoro y varias calles cortadas para conseguirlo. La seguridad era discreta pero no faltaban agentes del servicio secreto cortando la calle al tráfico, en el tejado de la propia casa......... Eso sí, vista por televisión parece más grande de lo que es en realidad, aunque no por ello impresiona menos.


Agotados pero contentos, nos dirigimos al autobús. Salimos a las 19:30 y a las 23:40 estábamos de vuelta en Nueva York. Nuestro hotel no estaba demasiado lejos, así que fuimos andando, comprando algo para cenar de camino. Nos despedimos de Sergio y Cristina hasta mañana, ya que volvemos a España mañana en el mismo vuelo.