Una de las cosas que siempre me habían hecho ilusión cuando pensaba en el viaje a Tailandia era lo de la excursión en elefante. A algunos les puede parecer una turistada, pero después de probarlo estoy de acuerdo con todos los que opinan que es una experiencia muy divertida.
En cuanto salimos al jardín a desayunar conocimos a Nico y a Melodie, una pareja francesa que se hospedaba en Siri House y con los que compartimos un día genial. Para el desayuno, Pat solía preparar algo especial además de las tostadas, el café y la fruta. Lo que más nos gustó fue una especie de arroz con leche que venía envuelto en las famosas hojas que ya sabíamos que no se comían .
La excursión nos costó 850 bahts a cada uno (algo más de 20 €). Como ya le habíamos dado el dinero a Pat la mañana anterior para pagarla, sólo quedaba preparar la mochila y ponernos el repelente para los mosquitos y a las 8:30 ya nos estaban recogiendo en la furgoneta para llevarnos al campo de elefantes.
Tardamos como hora y pico en llegar. Los campos de elefantes más famosos son el Maesa y MaeTaman. El nuestro se llamaba algo así como Mae Taeng.
Hubo suerte y lo primero que hicimos fue montar en los elefantes, ¡divertidísimo de verdad! Un paseíto de 45 minutos por la selva. Hubo un momento en que el mahout se bajó del elefante con nuestra cámara de fotos y nos sacó un buen reportaje. Nos reímos muchísimo viendo las fotos después: el elefante sale estupendo, hay que ver la naturalidad con la que se queda quieto posando para las fotos, ahora de frente, ahora de perfil… Desde luego se ganó los plátanos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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No cruzamos el río sobre los elefantes, le pregunté al guía que por qué, y nos dijo que porque después de las lluvias había muchas rocas en el fondo y se hacían daño en las patas. Se me hizo cortísimo el paseo, pero no hubo más remedio que bajarse y esperar en una plataforma a que llegara el carro de bueyes que nos llevó de vuelta al campamento. Eso no nos hacía ilusión, pero venía incluido en el programa y era mejor que volver a pata.
Llegamos justo a tiempo de ver como se bañaban en el río y el espectáculo. Genial: jugaron al fútbol, tiraron canastas de basket (¡y encestaron!) y pintaron cuadros. Una curiosidad, en el campo de elefantes de Maesa está el cuadro más grande del mundo pintado por elefantes. Me habría gustado verlo.
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Después fuimos a darles de comer plátanos y un elefante muy educado nos encasquetó un sombrero con la trompa a Melodie y a mí.
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Nos reunimos con el resto del grupo para comer en el restaurante del campo de elefantes. Ese día tocó buffet libre y lo aprovechamos bien. Durante la comida no paramos de charlar con Nico y Melodie. Llevan una vida bastante diferente de la nuestra o de la de cualquiera de nuestro entorno y nos encantó escuchar sus historias y contarles las nuestras.
Después de comer nos acercaron hasta un embarcadero para montarnos en las balsas de bambú. El paseo nos gustó mucho, un paisaje bonito y relajante, aunque quizá me lo esperaba un poco más selvático. Vimos algunos elefantes descansando tranquilamente en la orilla.
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Se suponía que no debíamos ponernos de pie en la barca durante el paseo, pero nos dijeron que si queríamos probar a remar y probamos los cuatro. Viéndolos a ellos parecía más fácil de lo que era mantener el equilibrio de pie en la barca y remar al mismo tiempo; pero por lo menos no nos caímos al agua ninguno.
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La última parada de la excursión era la granja de orquídeas. Como no entiendo nada de plantas no me entusiasmó la visita, aunque reconozco que había flores bonitas.
De vuelta en Chiang Mai, decidimos que lo primero que había que hacer era buscar una lavandería para llevar la ropa. Nico nos dijo que había una en la misma acerca de la guesthouse, un poco más adelante y nos fuimos a buscarla. Ya nos estábamos acostumbrando a aquello, porque cuando no había acera íbamos andando por la carretera esquivando motos y coches por la carretera con total normalidad. En la lavandería la muchacha hablaba muy poquito inglés, pero al final conseguimos entendernos y nos dijo que no hacía falta que fuéramos a buscar la ropa al día siguiente, que ella nos la dejaba en Siri House.
Nos duchamos y nos dimos una vuelta por el mercado nocturno. Cuando llegábamos al final de la calle donde lo ponen vi un sitio que me pareció limpio y me gustó para probar eso de meter los pies en un acuario y que los peces se coman la piel muerta, el fish spa. El sitio se llama Fish Actually. Entramos y preguntamos precio (450 bahts – 11 €), más caro que los que hay por la calle, pero qué le vamos a hacer, yo para estas cosas soy un poco escrupulosa y si no las voy a hacer a gusto del todo, prefiero no hacerlas.
Mi marido decidió que no le hacía gracia tener peces comiéndole los pies y aunque lo intenté convencer no lo probó, pero se lo pasó muy bien sacándome fotos, y riéndose de los gritos que di al principio. Además para los acompañantes tienen unos sillones comodísimos y ofrecen bebidas. No sabría cómo definir la sensación, te hacen muchísimas cosquillas y también notas los mordisquitos. En los acuarios de al lado había unas cuantas americanas muy simpáticas que también lo probaban por primera vez y eché un buen rato charlando con ellas. Después de hacer de merienda para los peces casi hora y media saqué los pies y comprobé que se habían dado un buen banquete, allí no quedaba nada de piel muerta, estaban suaves como el culito de los bebés.
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Como estábamos casi al lado de uno de los restaurantes que llevábamos apuntado, el Whole Earth, nos fuimos allí a cenar para después seguir con las compras. Esta vez sí que me acuerdo de quién lo recomendaba, lo leí en el diario de Castellnou. A nosotros también nos gustó mucho el sitio, una casita tradicional tailandesa (nos hicieron descalzarnos para pasar a cenar) con una terraza muy bonita desde donde veíamos el jardín.
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De las mejores comidas thais del viaje por 850 bahts, poco más de 20 €. Esa noche le sacamos una foto al zumo de coco que pidió mi marido de postre, para que veáis que pequeñitos son.
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Volvimos al mercadillo a seguir con el regateo. Mi objetivo después de lo del Sunday Market era no estropear las negociaciones, y ese día me porté mejor, pero no mucho. Del mercado nocturno a Siri House hay diez minutos andando, así que volvimos dando un paseo tranquilamente. Estuvimos charlando un ratillo con Pat que, entre nuestro agotamiento de la noche anterior y que por la tarde había estado ella cuidando de su nieta, todavía no habíamos tenido un rato tranquilo.
Mae Taeng Elephant Park
www.chiangmaielephants.asia/ ...index.html
Maesa Elephant Camp
www.maesaelephantcamp.com/
Fish Actually
www.fishactually.com/
Restaurante Whole Earth
www.wholeearthrestaurant.com/ .../about.php