El desayuno igual que el día anterior, dirigido al turismo oriental.
Antes de iniciar el recorrido del día hicimos el check out. Dejamos las maletas en el hotel, y a las ocho y media ya estamos con Vanny. Esta vez fuimos puntuales. Vanny nos informó que por la mañana iríamos a ver el Grupo de los Roluos y al lago a ver los pueblos flotantes. Y por la tarde haríamos el Gran Circuito. Un día completito.
Salimos hacia el Grupo de los Roluos. Tras unos 10 kilómetros llegamos al primer templo, el Preah Ko. El camino para llegar hasta allí no fue tan agradable como el del día anterior. ¡¡¡Que se le va hacer!!!.
Hacía sol. Más calor, más sudor. Para compensar, todo brillaba más, todo resplandecía.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Preah Ko es bastante sencillo. Se trata de 6 torres de ladrillo en dos filas de 3. Curiosamente de frente sólo veían las 3 de delante. Una simetría perfecta. No es gran cosa, pero estuvo bien para ir abriendo boca. Según Vanny es el templo más antiguo del complejo. En la guía habíamos leído que hay otro más antiguo todavía, el Le Loi, pero está en ruinas. Así que podemos dejarlo en que Preah Ko es el más antiguo de los que están enteros.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A continuación fuimos a visitar el Bakong, el más grande de los tres templos del Grupo de los Roluos. Un típico templo montaña que se va elevando formando terrazas. Se podían distinguir varios niveles, pero no quedaba en pie ninguna de las galerías de los diferentes niveles. Sólo quedaba la marca en el suelo del arranque de las columnas. Arriba se conservaba la torre central. Del resto apenas quedaba nada. Por el contrario si que se conservaban varias torres de ladrillo del nivel inferior. Desde arriba, como en todos los templos montaña, las vistas eran magnificas. Además con un día soleado como aquel, la vista alcanzaba una distancia mayor.
No es el templo más bonito, ni el mejor conservado; pero tiene su encanto. Mucha gente dice que no vale la pena venir hasta aquí, que estos templos no merecen una visita. Debido a eso, los visitamos con cierta reticencia. Y tras verlos, sobre todo el Bakong, cambiamos de opinión. Si que merecen la pena. Y mucho. Ya habíamos visto los templos más importantes e impresionantes, y a pesar de ello recomendamos su visita.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El camino entre los dos templos fue similar al que habíamos visto el día anterior de camino a Banteay Srei. Volvimos a disfrutar de un agradable paseo. Vanny nos llevó por caminos sin asfaltar, llenos de baches. No se si eran atajos o si nos llevó por esos caminos para que disfrutásemos del paisaje, pero bendito sea el momento en que se pasó por la cabeza llevarnos por allí. Resultó un paseo de lo más entretenido.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tocaba visitar el último templo del grupo. Pero Vanny nos dijo que por el tercer templo, el Lo Lei, pararíamos a la vuelta. Que primero iríamos al lago Tonle Sap a ver el pueblo flotante. Nos llevó hasta un sitio que se llamaba Kapong Phlung. Era un poblucho, pero se veía bastante ajetreo. Al bajarnos del tuk tuk Vanny nos dijo que el precio eran 15 $ por persona. Que si cuando fuésemos a comprar los tickets nos pedían más, que le avisásemos que nos los compraría él por ese precio. No se debió fiar mucho de nuestras dotes negociadoras, y nos acompañó hasta la caseta donde vendían los tickets. Tuvimos suerte. No se si estaban de buenas o es que vieron que nos acompañaba Vanny, pero nos pidieron directamente los 15 $. No hubo intento de estafa. ¡De momento!
Una vez comprados los tickets empezó el lío. Para llegar al embarcadero teníamos que montarnos en unos carros tirados por dos bueyes al módico precio de 3 $ ida y vuelta por carro. Vanny lo justificó diciendo que el tuk tuk no podía pasar el camino ya que estaba totalmente inundado. La verdad es que el camino estaba anegado. Así que no nos quedaba otra que pagar el carro. ¡¡¡Vaya cuadro, subidos en un carro de cañas tirado por dos bueyes!!!. Pero no os imaginéis algo glamoroso. ¡¡¡Que va!!! el carro era de lo más cutre. Si me lo llegan a decir al levantarme por la mañana, no me lo hubiera creído. El trayecto, no fue muy largo. Estaba totalmente embarrado. Y eso cuando no pasábamos por un charco con más de un palmo de agua. El tuk tuk se hubiera encallado, y a pie tampoco hubiéramos podido ir, nos hubiéramos hundido en el barro.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En el embarcadero había bastantes barcos esperando clientes. Nos montaron en una barca a motor nosotros dos solos. La barca era para unas 10 personas, pero íbamos solos. Y no es que no hubiese más gente. Al mismo tiempo que nosotros llegaron otras dos personas, y también las montaron solas en otro barco. Mejor, más tranquilos.
Nada más salir, nos sorprendió la gran cantidad de plantas y árboles que salían directamente del agua. Resultaba muy curioso. No eran montones de tierra con vegetación, sino que las plantas nacían directamente del agua. A medida que el barco avanzaba y se alejaba de la orilla, las plantas aumentaban de tamaño. Esa era la gracia del lugar. La gran cantidad de plantas que cubrían la superficie del agua. Es un paisaje precioso. Una mezcla sorprendente del azul del agua y del verde de las plantas. Había algún que otro árbol, pero en su mayor parte eran plantas que no sobresalían más de medio metro del agua. Eso permitía que la vista alcanzase una buena distancia, y que disfrutásemos de una panorámica fantástica. Eso era lo que esperábamos del Delta del Mekong. Y mira tú por donde, lo habíamos encontrados en Camboya en el lago Tonle Sap.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras unos minutos navegando ya nos habíamos rendido a aquel lugar. No teníamos ni idea de cómo era aquella excursión ni lo que íbamos a ver. Nos sorprendió desde el primer momento. Era precioso.
Tras un buen rato navegando, llegamos al pueblo de pescadores. A diferencia de los que habíamos visto en Vietnam, aquí las casas no estaban flotando, sino que estaban construidas sobre pilares de madera clavados en el río. Aquello era un pueblo de verdad. Bastante grande teniendo en cuenta que estaba construido en medio de un lago. Tanto que incluso tenía dos calles bien diferenciadas. Delante de cada casa había una barca. ¡Normal, no! lo raro hubiera sido que hubieran tenido un coche o una moto. Los niños jugaban en la parte delantera de las viviendas. Algunos incluso nadaban junto a las casas. Se veían mujeres comprando o intercambiando mercancías sobre barcas. Llegamos a ver varias jaulas con animales, gallinas, y cerdos. Televisiones dentro de las casas. El pueblo estaba vivo, se notaba claramente que aquella gente vivía allí. Me enamoré de ese lugar. No me lo imaginaba así. Todo parecía tan real. No parecía una atracción turística en absoluto.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A la entrada del pueblo había una escuela, y un puesto de policía. Y a la salida una pagoda. Alucinante. Y lo mejor era notar como la gente pasaba de nosotros, como iban a lo suyo sin preocuparse de nosotros, sin intentar vendernos nada. Los únicos que reparaban en nuestra presencia eran los niños. Nos saludan con insistencia agitando una mano. Y se reían cuando les respondíamos. Es un sitio genial, autentico. Mucho más bonito e interesante que los pueblos flotantes que vimos en la bahía de Halong.
Las sorpresas no habían terminado. Junto al pueblo estaba el bosque sumergido. El nombre deja bastante claro de que se trata. Pero por si hay algún despistado ahí van una pista. Era un bosque en medio del lago. Los troncos se encontraban sumergidos quedando las ramas y las hojas por encima del nivel del agua. Nada más empezar el recorrido por el bosque el barquero nos preguntó si queríamos dar una vuelta por dentro del bosque. ¿….? Para ello teníamos que alquilar una barca más pequeña por 10 $. Le dijimos que no. No me gusta sentir que están intentando sacarme el dinero. Después muchas veces me arrepiento de decir que no, pero en un primer momento es una reacción instintiva. También nos preguntó si queríamos pararnos a comer. Había un restaurante allí en medio. Tampoco tuvo éxito.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Después de tanto fracaso no le quedó más remedio que seguir navegando. Atravesamos un canal que separaba el bosque sumergido en dos. Supongo que adentrarse con una barca a remos por los interiores del bosque debe tener mucho más encanto que cruzarlo por el canal central. Aún así disfrutamos mucho de la experiencia. El bosque se veía perfectamente desde nuestro barco. El canal era estrecho y navegábamos junto a los árboles. Era la culminación de lo que habíamos venido viendo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Las plantas que habíamos visto desde el embarcadero del que habíamos salido hasta la entrada del pueblo, se habían transformado en árboles. En muchos árboles. Tantos y tan juntos que apenas podía verse a través de la espesura. Como si de un bosque tradicional se tratara. Es un sitio mágico, único, nunca había visto nada parecido. El bosque terminó de forma abrupta, y más allá sólo había agua, ni una señal de la maravilla que acabábamos de dejar atrás. Dimos media vuelta y volvimos a atravesar el bosque por el mismo sitio, pero en sentido contrario. Tanto me había gustado ese paseo que a la vuelta estuve tentado de decirle al barquero que se parase, que haríamos la excursión en el bote pequeño. Estuve a punto de pecar, pero conseguí sacar fuerzas de flaqueza y vencer a la tentación. Tras el bosque, entramos de nuevo en el pueblo flotante. En esta ocasión lo atravesamos por la otra calle. Definitivamente precioso. No dábamos abasto para verlo todo. La manera como apilaban la leña sobre los árboles para que no se mojase. Una barca llena de niñas de uniforme que iban al colegio. Las jaulas con animales en los porches de las viviendas. La gente comprado y vendiendo sobre las barcas. En definitiva todo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Un poco antes de salir del pueblo, nos encontramos con una barca parada. Parecía que se le había roto el motor. Nos paramos y subieron el conductor y el único pasajero que llevaba. Confirmado, aquel motor había pasado a mejor vida. Al conductor no pareció importarle mucho. Dejó la barca allí en medio como si fuera lo más natural del mundo.
Volvimos a atravesar el lago, disfrutando de la belleza del paisaje, de la mezcla de agua y vegetación. No tengo ni idea de botánica, pero no parecían plantas acuáticas. Para ir no habíamos visto a nadie, como si no hubiera nadie más en el lago. A la vuelta si que nos cruzamos con varios barcos. Pocos, casi pasaron desapercibidos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La mayoría de las críticas que habíamos sobre esta excursión eran negativas. Sin embargo a nosotros nos encantó. Quizás el no saber lo que íbamos a ver, el no habernos creado expectativa alguna sobre este lugar, hizo que todo resultará sorprendente. No hay que perdérsela por nada del mundo, aunque resulte un poco cara. Fue de lo más bonito que pudimos ver todo el viaje. Tanto el lago con las plantas flotando, como el pueblo de pescadores, como el bosque sumergido. Todo. Para nosotros una visita imprescindible. Un perfecto complemento a los templos de Angkor.
Al final me quedó una espinita clavada. El no haber montado en las barcas pequeñas por las entrañas del bosque inundado. La próxima vez no me lo pierdo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
De vuelta al embarcadero, nos volvimos a montar en nuestro carro que nos llevó hasta el pueblo, a través de barrizales y de charcos. Descubrimos que había un medio de transporte alternativo a los carros. Junto al camino había un pequeño canal por el que circulaban unas canoas que también llevaban turistas. ¡¡¡Que poco glamour!!!, quien quiere ir en una barcucha pudiendo ir en un vehículo ecológico de última generación como el nuestro.
El paseo por el lago nos llevó algo más de dos horas. Si le sumamos los dos paseos en carro nos acercábamos a las dos horas y media. Los trayectos en carro fueron cortos en distancia, pero requirieron su tiempo. Los bueyes debían llevar incorporado un limitador de velocidad porque no iban muy deprisa.
Le preguntamos a Vanny si primero iríamos a ver el Lo Lei y después a comer, o si lo haríamos al revés. Optó por la segunda opción, primero a comer y después a ver el templo. “Ahora que lo dices si que tengo un poco de hambre”.
Nos llevó a comer a un restaurante para turistas en medio de la nada. La cosa era comer algo. Pedimos un plato de pescado a la plancha con patatas fritas, un plato de ternera con salsa de otras, y arroz hervido. Las dos cosas estaban bastante buenas, pero como siempre las raciones fueron escasas. La cuenta subía 13’50 $. Les dimos 14 y nos devolvieron 2.000 rieles. Fue nuestro primer y único contacto con la moneda local. Los cogimos, no por lo que valían sino por la curiosidad. Ya veríamos que hacíamos con ellos más adelante. En esta ocasión fuimos más rápidos que Vanny. Todavía no había terminado de comer. Sólo tuvimos que esperar cinco minutos, y de nuevo estábamos listos para partir.
Pero antes Vanny nos dijo no merecía la pena ir a ver el Lo Lei, que era un templo pequeño y que estaba en ruinas. Aceptamos su consejo y renunciamos a ir a ver ese templo. Tampoco teníamos mucho interés en verlo, así que ……
Pasamos directamente a hacer el Gran Circuito. Pero no llevábamos recorrido ni un kilómetro cuando tuvimos que parar. Una rueda del tuk tuk estaba totalmente desinflada. Intentó hincharla con una bomba de bicicleta, pero el inventó no funcionó, perdía el aire más deprisa de lo que entraba. ¿Y ahora qué? Vanny nos indicó que nos montásemos, que intentaríamos llegar a algún taller mecánico. Por suerte no tardó en encontrarlo. Su intención era arreglar el parche. Pero la goma no tenía un agujero, tenía un boquete de considerables dimensiones. No le quedó más remedio que cambiar la goma. Reconoció que ya era bastante vieja y que la calidad no era muy buena. No hacía falta que dijera que era vieja; se notaba a la legua. Casi no le quedaba dibujo.
Cuando la operación estaba a punto de terminar, Vanny se acercó a nosotros con cierta timidez y nos preguntó si le podíamos anticipar 10 $. Eran para pagar la rueda. Según nos dijo le habían cobrado 15 $. El problema es que sólo nos quedaban sueltos un billete de 10 $ y otro de 20 $. Y no se los podíamos dar, los necesitábamos para pagar la cena. Para él habíamos reservado un billete de 50 $ y otro de 5$. No se nos ocurrió mejor solución que pagarle todo lo acordado. Sin pensarlo le dimos los 55 $. Pero nada más soltar el dinero nos asaltaron las dudas. ¿Y si ahora que ha cobrado nos deja tirados?. Esperemos que no. Antes de irnos, mi mujer vio como pagaba con el billete de 5 $ y el resto en moneda local.
En total habíamos perdido una media hora. El proceso de desmonte y montaje de la rueda había sido totalmente manual. Para los que tengáis una edad. ¿Os acordáis de cómo se cambiaban los parches de las bicicletas?. Pues exactamente igual.
Para recuperar ese tiempo empezó a conducir más deprisa.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Reanudamos nuestro camino. Nos llevó por unos caminos preciosos. Campos de arroz verdes, salpicados de palmeras. Pedazos de tierra encharcados y más campos de arroz. Un paisaje de ensueño. Por el camino no había nadie. Aquella no era la ruta habitual. Vanny nos había llevado por allí para que viésemos el paisaje.
El primer templo de la tarde era el Mebon Este. Un templo montaña típico, más bien pequeño. No nos llamó demasiado la atención. Supongo que ya habíamos visto demasiados templos de este estilo y por eso ya no nos resultó tan interesante. Lo mejor eran las estatuas de los elefantes que había en los niveles intermedios. Estaban en perfecto estado, incluso conservaban la trompa y la cola. No nos pudimos reprimir y nos hicimos unas cuantas fotos. Un poco frikis.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Antes de acceder al templo, Vanny nos dijo que estuviéramos 20 minutos. Creíamos que nos metía prisa para recuperar tiempo después de lo del pinchazo. Pero resultó que lo habíamos entendido mal. No nos daba 20 minutos para visitar el templo. Nos pedía ese tiempo para arreglar algún asuntillo. En cuanto nos alejamos del tuk tuk, en vez de esperar en la puerta como siempre, se fué. Cuando bajamos del templo ya había vuelto. Por cierto, el tiempo nos vino clavado. Tardamos 20 minutos exactos en visitar el templo. A nuestro ritmo, sin darnos más prisa de la normal y sin tener que perder el tiempo.
Tengo que reconocer que cuando vimos que Vanny se iba a toda prisa, nos asaltaron algunas dudas. ¿Y si no vuelve?. Me muero aquí mismo. Pero volvió. Vanny es totalmente fiable. Muy serio y profesional. A pesar de haber cobrado ya, cumplió con su parte, poniéndole las mismas ganas que antes de cobrar. Una buena elección.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El siguiente templo que visitamos fue el Ta Som. Un templo bastante pequeño, de una sola altura. La visita consistió básicamente en atravesar un pasillo. No muy largo. El templo estaba en bastante mal estado. Sin embargo los relieves tallados en la piedra estaban bastante bien conservados. Resultaban muy llamativos. El templo como tal no resultó muy interesante. Sin embargo los relieves si que nos gustaron mucho. Aunque sólo sea por ver los grabados merece la pena visitar el templo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Continuamos hasta la siguiente parada, el Preah Neak Pean. En este caso no se trataba de un templo, sino de un estanque. Para llegar hasta él, tuvimos que recorrer una pasarela de madera levantada sobre el agua. Muy, muy bonita. No la pasarela que eran unos simples tablones, sino todo lo que la rodeaba. Árboles surgiendo del agua casi al alcance la mano. Cerrándose sobre nuestras cabezas y ocultando el cielo. Reflejándose en al agua creando un efecto precioso. Los dos palmos escasos de agua que debía haber, se multiplicaban por diez debido a un efecto óptico. El reflejo de los árboles parecía profundizar varios metros. No creo que la pasarela tuviese más de 500 metros. Y eso fue lo malo, que no tuviese 5.000, porque fue un paseo precioso. Como apenas había gente, las cigarras se ocuparon de hacernos compañía con ese canto, que a base de oírlo, empezaba a parecerme armonioso.
El estanque sólo pudimos verlo desde una barrera que habían puesto delante para evitar que pasara la gente. Se veía correctamente, pero el verlo desde la distancia le restó encanto. Nos habíamos acostumbrado a pasear por encima de los monumentos, y en aquel momento lo echábamos en falta. El lago central, los cuatro estanques laterales, la isla que había en medio. Realmente no había mucho que ver, sobre todo comparándolo con los templos. Pero el paseo por la pasarela de madera, de ida y vuelta si que mereció la pena. Como curiosidad, a la vuelta vimos unos bichos muy raros. Eran rojos y tenían cuatro alas con forma alargada, como las libélulas, pero nos recordaban más a las mariposas. Una combinación peculiar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Ya sólo nos faltaba por visitar el último templo, Preah Khan. Nos pareció muy similar en su estructura al Ta Prohm. Un templo de una sola altura, ordenado en torno a 4 galerías centrales que confluían en el centro del templo. Desde cada uno de los corredores centrales, que en su mayor parte conservaban la cubierta, salían innumerables galerías. La mayoría no eran transitables, ya que se encontraban bloqueadas por piedras. Pero por otras si que se podía transitar accediendo a través de ellas a rincones encantadores, totalmente diferentes a lo que se ve en los templos montaña. Como en Ta Prohm, la naturaleza también juega un papel importante. Se podían ver varios árboles que habían crecido sobre las paredes; sobre todo en las galerías que salían del corredor este. Bastantes menos que en el Ta Prohm. Pero no por ello menos interesantes o menos llamativos. Es preferible visitar primero este templo y dejar Ta Prohm más adelante. Pero si no es posible tampoco os defraudará.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Un templo muy bonito, con un aire enigmático que le daba un encanto especial. Un bonito colofón a los tres días de visita por Angkor.
Habíamos terminado todas las visitas previstas. Todavía eran las cuatro y media. Demasiado pronto para irnos. Nos daba tiempo de hacer una última visita. ¿A dónde vamos? ¿Qué tal una puesta de sol? Con esta petición pusimos a Vanny en un aprieto. Desde el primer día nos había insinuado que no merecía la pena ir a Phnom Bakheng a ver la puesta de sol. Pero cuando en Angkor alguien pronuncia las palabras “puesta de sol”, irremediablemente surge Phnom Bakheng en el horizonte. Así que hacía allí nos fuimos. Nos anticipó que estaría lleno de gente, y que por eso ya no tiene tanto encanto. Se notaba que es una visita que él personalmente no recomienda. No por no quedarse hasta tarde, que eso le daba igual, sino porque realmente creía que no era interesante.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos dejó en la falda de la colina. Allí se amontonaban una multitud de autobuses, coches y tuk tuks. Un anticipo de lo que nos esperaba arriba. Iniciamos la subida. Se realiza por un camino de tierra bastante bonito, pero que se hizo un poco pesado. No es precisamente corto, y tras estar todo el día caminando, lo último que apetece es ponerse a subir cuestas. Pero ese era el precio que había que pagar. Al poco de empezar la subida, nos detuvimos en un mirador que había a mano derecha. Desde allí se veía una típica torre de ladrillo jemer. No sabíamos de que templo era. Habíamos visto numerosas torres iguales que aquella, y aún así nos sorprendió verla desde el mirador. Seguimos ascendiendo, y tras un buen rato caminando, llegamos a otro mirador. La panorámica desde ese lugar era preciosa. Alcanzaba hasta el lago Tonle Lap. Espectacular. Pero no nos pudimos regocijar demasiado. Teníamos que seguir subiendo si queríamos ver la puesta de sol desde el templo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La cima de la colina no estaba muy lejos. Allí estaba Phnom Bakheng, un templo montaña, sin nada que destacase especialmente. Unos letreros indicaban la dirección que había que seguir para acceder al templo. Y al doblar la esquina, ¡Madre mía! La cola para subir al templo era bastante larga. Después de la subida no nos íbamos a rendir tan fácilmente, así que nos pusimos los últimos, y a esperar. Aquello no avanzaba. Los dos guardas iban dejando pasar a la gente con cuentagotas. ¡¡A este ritmo no llegamos!!. Pero la cosa todavía tenía que ir a peor. De repente la cola se quedó totalmente parada. No dejaban pasar a nadie más. Aquello era muy extraño, no dejaban subir a nadie pero tampoco le decían a la gente que se fuesen, que no subirían. Llegados a ese punto ya habíamos renunciado a ver la puesta de sol. Pero yo, que a cabezón no me gana nadie, estaba obcecado. “Yo no me voy de aquí sin saber que hay allí arriba” Y mientras la cola no paraba de crecer detrás nuestra. La explicación nos llegó a través de un guía que guardaba cola detrás nuestro con un grupo de españoles. Recientemente habían limitado el aforo del templo, de manera que no permitían el acceso simultáneo a más personas de las permitidas. Cuando estaba lleno no dejaban subir a más, y había que esperar a que bajasen los que estaban arriba.
Tras un buen rato parados, de repente empezaron a dejar subir a la gente como si se hubieran acabado las limitaciones. No tardó mucho en llegarnos el turno.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El acceso al templo se realizaba por una escalera de piedra con escalones muy estrechos y altos. Otra vez nos tocaba trepar. Una vez arriba entendimos porque Vanny no estaba por la labor de llevarnos allí. Aquello estaba lleno de gente a reventar. No cabía ni un alma. En ese momento entendí porque limitaban el acceso. Sin ningún tipo de duda, fue el lugar donde más gente vimos, incluso más que en Angkor Wat. Todos los turistas del complejo se hacinaban en la cima del templo. Y de puesta de sol nada de nada. Había dos nubes que tapaban el sol, y no dejaban ver el espectáculo. Como buenamente pudimos, dimos una vuelta por la plataforma superior. Al menos disfrutamos de las vistas. Y tenemos que reconocer, que fueron con diferencia las mejores de todo el complejo. No podíamos quedarnos mucho tiempo allí arriba. Todavía teníamos que volver al hotel, cenar e ir al aeropuerto, ya que esa misma noche volvíamos a Hanoi. Al dirigirnos a la escalera de bajada, una nueva sorpresa. También había cola. Además había que esperar que el grupo de delante estuviese abajo para poder iniciar el descenso. Y mira que hay gente torpe. Alguno más que una escalera parecía que estaba bajando del Everest. ¡¡¡ Qué lentitud!!! La bajada era un poco complicadilla, ¡¡¡pero por favor!!!, que sólo había que poner un pie detrás de otro. Había algún torpe que parecía que antes de mover un pie tenía que estudiar el índice de rozamiento, la velocidad del viento, la humedad relativa y la presión atmosférica. Desesperante.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Gracias a Dios la cosa no se demoró tanto como la subida y conseguimos salir de allí antes de que anocheciera. Realizamos el descenso de la colina lo más rápido que pudimos. El tiempo se nos echaba encima. Cuando llegamos a donde nos esperaba Vanny ya estaba oscureciendo.
Fue el único fiasco que sufrimos en los tres días de visita a Angkor. Decididamente lo de ir a ver la puesta de sol a Phnom Bakheng es un pérdida de tiempo, no merece la pena. Mejor ir a cualquier otro templo montaña mucho menos masificado. Además hay que tener en cuenta que a poco que haya un par de nubes en el cielo, aunque el día parezca despeado, ya no se ve nada.
El templo se merece una visita por las vistas tan excepcionales de las que se puede disfrutar desde su cima. Pero las vistas están todo el día, así que mejor subir en otro momento, cuando con casi toda seguridad no habrá nadie y no habrá que hacer cola.
Vanny nos preguntó si queríamos ir a cenar. Le dijimos que no. Que nos llevara directamente al hotel. Que ya comeríamos algo allí. Y así lo hicimos. Pedimos un plato de gambas, un plato de calamar con verduras, una ensalada de atún y dos zumos de limón. Exactamente lo mismo que el día anterior. Nos cobraron 11 $. Muy rico todo.
Recogimos las maletas y le dimos los 2.000 rieles de propina al maletero. Total, para lo que nos iban a servir. Tal y como habíamos acordado, Vanny nos esperaba en la puerta del hotel para ir al aeropuerto a las 18:50. De camino se puso a llover. Suave, lo justito para molestar. Antes de llegar al aeropuerto ya había parado. La verdad es que en este lugar habíamos tenido mucha suerte con la lluvia. Nos había respetado y habíamos podido hacer todas las vivitas sin problemas.
El aeropuerto estaba bastante cerca. No tardamos mucho en llegar. Nos despedimos de Vanny y le dimos 3 $ de propina. Nos dijo que si conocíamos a alguien que fuese a Camboya, que le diésemos su nombre, que el trabajo le había bajado. Que actualmente casi todos los que le llamaban eran españoles. Le dijimos que le recomendaríamos en los foros. Se lo merecía. Habíamos quedado muy satisfechos con sus servicios.
Facturamos las maletas sin problemas. Por cierto la azafata de facturación comprobó que teníamos los visados para entrar en Vietnam. De no haberlos tenido (o por lo menos las carta de invitación), creo que no nos hubieran dejado embarcar. Para salir del país no hay que pagar nada. En el control de pasaportes nos volvieron a tomar las huellas. Pero esta vez solo los 4 dedos de la mano derecha.
El avión salió puntual. Esta vez sí que fueron puntuales. Me cago en Vietnam Airlines. Llegamos a Hanoi 20 minutos antes de lo previsto. Como teníamos un visado de múltiples entradas, pudimos dirigirnos directamente al control de pasaportes. No había nadie. A mi me pidieron la tarjeta de embarque. A mi mujer no. La cuestión es que pasamos rápido y sin problemas.
Era de noche, y la actividad en el exterior del aeropuerto de Hanoi era menor. No nos acosaron hasta que nos acercamos a los taxis. Además a esas horas sólo había taxistas, parecía que no había piratas. Preguntamos el precio del trayecto hasta el centro y nos pidieron 18 $. Caaaaaaaaaaaa, muy caro. Que si, que si, que son 350.000 dongs. Chaval, que no nos hemos caído de un guindo, que son 315.000. dongs. Nos acercamos a los letreros que indicaban el precio y se lo señalamos. Va el tío y nos suelta que ese era el precio de un taxi pequeño, no el de una minivan. Vale, nos vamos con el taxi pequeño. Cogimos las maletas y las llevamos hasta el taxi “pequeño”. No sé porque lo llamaban pequeño, el coche era bastante grande. Al ver que estaba a punto de perder la carrera reaccionó y bajó a 315.000 dongs. Llegas tarde, nos vamos con el otro. No haber ido de listo.
Tras unos 50 minutos llegamos al centro de Hanoi. El taxista no conocía la dirección y se tuvo que parar a preguntar un par de veces. Tras varias vueltas finalmente llegamos al hotel. Más que encontrarlo, se topó con él. El taxímetro marcaba 330.000 VND, un poco más de lo que habíamos acordado. Le di 320.000 y se hizo un poco loco para no devolverme el cambio. No se lo pedí. No merecía la pena discutir por 5.000 dongs.
Nos alojábamos de nuevo en el Sunshine Suites hotel. El precio de la habitación era de 35 euros cada noche. Pero esta vez nos dieron una habitación más pequeña que la nos habían asignado la primera vez que estuvimos en el hotel. Protestamos un poco para ver si conseguíamos que nos diesen la misma habitación. Pero no tuvimos suerte, nuestras quejas cayeron en un saco roto. Nos dijeron que la otra habitación no estaba disponible.
Antes de iniciar el recorrido del día hicimos el check out. Dejamos las maletas en el hotel, y a las ocho y media ya estamos con Vanny. Esta vez fuimos puntuales. Vanny nos informó que por la mañana iríamos a ver el Grupo de los Roluos y al lago a ver los pueblos flotantes. Y por la tarde haríamos el Gran Circuito. Un día completito.
Salimos hacia el Grupo de los Roluos. Tras unos 10 kilómetros llegamos al primer templo, el Preah Ko. El camino para llegar hasta allí no fue tan agradable como el del día anterior. ¡¡¡Que se le va hacer!!!.
Hacía sol. Más calor, más sudor. Para compensar, todo brillaba más, todo resplandecía.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Preah Ko es bastante sencillo. Se trata de 6 torres de ladrillo en dos filas de 3. Curiosamente de frente sólo veían las 3 de delante. Una simetría perfecta. No es gran cosa, pero estuvo bien para ir abriendo boca. Según Vanny es el templo más antiguo del complejo. En la guía habíamos leído que hay otro más antiguo todavía, el Le Loi, pero está en ruinas. Así que podemos dejarlo en que Preah Ko es el más antiguo de los que están enteros.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A continuación fuimos a visitar el Bakong, el más grande de los tres templos del Grupo de los Roluos. Un típico templo montaña que se va elevando formando terrazas. Se podían distinguir varios niveles, pero no quedaba en pie ninguna de las galerías de los diferentes niveles. Sólo quedaba la marca en el suelo del arranque de las columnas. Arriba se conservaba la torre central. Del resto apenas quedaba nada. Por el contrario si que se conservaban varias torres de ladrillo del nivel inferior. Desde arriba, como en todos los templos montaña, las vistas eran magnificas. Además con un día soleado como aquel, la vista alcanzaba una distancia mayor.
No es el templo más bonito, ni el mejor conservado; pero tiene su encanto. Mucha gente dice que no vale la pena venir hasta aquí, que estos templos no merecen una visita. Debido a eso, los visitamos con cierta reticencia. Y tras verlos, sobre todo el Bakong, cambiamos de opinión. Si que merecen la pena. Y mucho. Ya habíamos visto los templos más importantes e impresionantes, y a pesar de ello recomendamos su visita.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El camino entre los dos templos fue similar al que habíamos visto el día anterior de camino a Banteay Srei. Volvimos a disfrutar de un agradable paseo. Vanny nos llevó por caminos sin asfaltar, llenos de baches. No se si eran atajos o si nos llevó por esos caminos para que disfrutásemos del paisaje, pero bendito sea el momento en que se pasó por la cabeza llevarnos por allí. Resultó un paseo de lo más entretenido.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tocaba visitar el último templo del grupo. Pero Vanny nos dijo que por el tercer templo, el Lo Lei, pararíamos a la vuelta. Que primero iríamos al lago Tonle Sap a ver el pueblo flotante. Nos llevó hasta un sitio que se llamaba Kapong Phlung. Era un poblucho, pero se veía bastante ajetreo. Al bajarnos del tuk tuk Vanny nos dijo que el precio eran 15 $ por persona. Que si cuando fuésemos a comprar los tickets nos pedían más, que le avisásemos que nos los compraría él por ese precio. No se debió fiar mucho de nuestras dotes negociadoras, y nos acompañó hasta la caseta donde vendían los tickets. Tuvimos suerte. No se si estaban de buenas o es que vieron que nos acompañaba Vanny, pero nos pidieron directamente los 15 $. No hubo intento de estafa. ¡De momento!
Una vez comprados los tickets empezó el lío. Para llegar al embarcadero teníamos que montarnos en unos carros tirados por dos bueyes al módico precio de 3 $ ida y vuelta por carro. Vanny lo justificó diciendo que el tuk tuk no podía pasar el camino ya que estaba totalmente inundado. La verdad es que el camino estaba anegado. Así que no nos quedaba otra que pagar el carro. ¡¡¡Vaya cuadro, subidos en un carro de cañas tirado por dos bueyes!!!. Pero no os imaginéis algo glamoroso. ¡¡¡Que va!!! el carro era de lo más cutre. Si me lo llegan a decir al levantarme por la mañana, no me lo hubiera creído. El trayecto, no fue muy largo. Estaba totalmente embarrado. Y eso cuando no pasábamos por un charco con más de un palmo de agua. El tuk tuk se hubiera encallado, y a pie tampoco hubiéramos podido ir, nos hubiéramos hundido en el barro.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En el embarcadero había bastantes barcos esperando clientes. Nos montaron en una barca a motor nosotros dos solos. La barca era para unas 10 personas, pero íbamos solos. Y no es que no hubiese más gente. Al mismo tiempo que nosotros llegaron otras dos personas, y también las montaron solas en otro barco. Mejor, más tranquilos.
Nada más salir, nos sorprendió la gran cantidad de plantas y árboles que salían directamente del agua. Resultaba muy curioso. No eran montones de tierra con vegetación, sino que las plantas nacían directamente del agua. A medida que el barco avanzaba y se alejaba de la orilla, las plantas aumentaban de tamaño. Esa era la gracia del lugar. La gran cantidad de plantas que cubrían la superficie del agua. Es un paisaje precioso. Una mezcla sorprendente del azul del agua y del verde de las plantas. Había algún que otro árbol, pero en su mayor parte eran plantas que no sobresalían más de medio metro del agua. Eso permitía que la vista alcanzase una buena distancia, y que disfrutásemos de una panorámica fantástica. Eso era lo que esperábamos del Delta del Mekong. Y mira tú por donde, lo habíamos encontrados en Camboya en el lago Tonle Sap.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras unos minutos navegando ya nos habíamos rendido a aquel lugar. No teníamos ni idea de cómo era aquella excursión ni lo que íbamos a ver. Nos sorprendió desde el primer momento. Era precioso.
Tras un buen rato navegando, llegamos al pueblo de pescadores. A diferencia de los que habíamos visto en Vietnam, aquí las casas no estaban flotando, sino que estaban construidas sobre pilares de madera clavados en el río. Aquello era un pueblo de verdad. Bastante grande teniendo en cuenta que estaba construido en medio de un lago. Tanto que incluso tenía dos calles bien diferenciadas. Delante de cada casa había una barca. ¡Normal, no! lo raro hubiera sido que hubieran tenido un coche o una moto. Los niños jugaban en la parte delantera de las viviendas. Algunos incluso nadaban junto a las casas. Se veían mujeres comprando o intercambiando mercancías sobre barcas. Llegamos a ver varias jaulas con animales, gallinas, y cerdos. Televisiones dentro de las casas. El pueblo estaba vivo, se notaba claramente que aquella gente vivía allí. Me enamoré de ese lugar. No me lo imaginaba así. Todo parecía tan real. No parecía una atracción turística en absoluto.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A la entrada del pueblo había una escuela, y un puesto de policía. Y a la salida una pagoda. Alucinante. Y lo mejor era notar como la gente pasaba de nosotros, como iban a lo suyo sin preocuparse de nosotros, sin intentar vendernos nada. Los únicos que reparaban en nuestra presencia eran los niños. Nos saludan con insistencia agitando una mano. Y se reían cuando les respondíamos. Es un sitio genial, autentico. Mucho más bonito e interesante que los pueblos flotantes que vimos en la bahía de Halong.
Las sorpresas no habían terminado. Junto al pueblo estaba el bosque sumergido. El nombre deja bastante claro de que se trata. Pero por si hay algún despistado ahí van una pista. Era un bosque en medio del lago. Los troncos se encontraban sumergidos quedando las ramas y las hojas por encima del nivel del agua. Nada más empezar el recorrido por el bosque el barquero nos preguntó si queríamos dar una vuelta por dentro del bosque. ¿….? Para ello teníamos que alquilar una barca más pequeña por 10 $. Le dijimos que no. No me gusta sentir que están intentando sacarme el dinero. Después muchas veces me arrepiento de decir que no, pero en un primer momento es una reacción instintiva. También nos preguntó si queríamos pararnos a comer. Había un restaurante allí en medio. Tampoco tuvo éxito.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Después de tanto fracaso no le quedó más remedio que seguir navegando. Atravesamos un canal que separaba el bosque sumergido en dos. Supongo que adentrarse con una barca a remos por los interiores del bosque debe tener mucho más encanto que cruzarlo por el canal central. Aún así disfrutamos mucho de la experiencia. El bosque se veía perfectamente desde nuestro barco. El canal era estrecho y navegábamos junto a los árboles. Era la culminación de lo que habíamos venido viendo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Las plantas que habíamos visto desde el embarcadero del que habíamos salido hasta la entrada del pueblo, se habían transformado en árboles. En muchos árboles. Tantos y tan juntos que apenas podía verse a través de la espesura. Como si de un bosque tradicional se tratara. Es un sitio mágico, único, nunca había visto nada parecido. El bosque terminó de forma abrupta, y más allá sólo había agua, ni una señal de la maravilla que acabábamos de dejar atrás. Dimos media vuelta y volvimos a atravesar el bosque por el mismo sitio, pero en sentido contrario. Tanto me había gustado ese paseo que a la vuelta estuve tentado de decirle al barquero que se parase, que haríamos la excursión en el bote pequeño. Estuve a punto de pecar, pero conseguí sacar fuerzas de flaqueza y vencer a la tentación. Tras el bosque, entramos de nuevo en el pueblo flotante. En esta ocasión lo atravesamos por la otra calle. Definitivamente precioso. No dábamos abasto para verlo todo. La manera como apilaban la leña sobre los árboles para que no se mojase. Una barca llena de niñas de uniforme que iban al colegio. Las jaulas con animales en los porches de las viviendas. La gente comprado y vendiendo sobre las barcas. En definitiva todo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Un poco antes de salir del pueblo, nos encontramos con una barca parada. Parecía que se le había roto el motor. Nos paramos y subieron el conductor y el único pasajero que llevaba. Confirmado, aquel motor había pasado a mejor vida. Al conductor no pareció importarle mucho. Dejó la barca allí en medio como si fuera lo más natural del mundo.
Volvimos a atravesar el lago, disfrutando de la belleza del paisaje, de la mezcla de agua y vegetación. No tengo ni idea de botánica, pero no parecían plantas acuáticas. Para ir no habíamos visto a nadie, como si no hubiera nadie más en el lago. A la vuelta si que nos cruzamos con varios barcos. Pocos, casi pasaron desapercibidos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La mayoría de las críticas que habíamos sobre esta excursión eran negativas. Sin embargo a nosotros nos encantó. Quizás el no saber lo que íbamos a ver, el no habernos creado expectativa alguna sobre este lugar, hizo que todo resultará sorprendente. No hay que perdérsela por nada del mundo, aunque resulte un poco cara. Fue de lo más bonito que pudimos ver todo el viaje. Tanto el lago con las plantas flotando, como el pueblo de pescadores, como el bosque sumergido. Todo. Para nosotros una visita imprescindible. Un perfecto complemento a los templos de Angkor.
Al final me quedó una espinita clavada. El no haber montado en las barcas pequeñas por las entrañas del bosque inundado. La próxima vez no me lo pierdo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
De vuelta al embarcadero, nos volvimos a montar en nuestro carro que nos llevó hasta el pueblo, a través de barrizales y de charcos. Descubrimos que había un medio de transporte alternativo a los carros. Junto al camino había un pequeño canal por el que circulaban unas canoas que también llevaban turistas. ¡¡¡Que poco glamour!!!, quien quiere ir en una barcucha pudiendo ir en un vehículo ecológico de última generación como el nuestro.
El paseo por el lago nos llevó algo más de dos horas. Si le sumamos los dos paseos en carro nos acercábamos a las dos horas y media. Los trayectos en carro fueron cortos en distancia, pero requirieron su tiempo. Los bueyes debían llevar incorporado un limitador de velocidad porque no iban muy deprisa.
Le preguntamos a Vanny si primero iríamos a ver el Lo Lei y después a comer, o si lo haríamos al revés. Optó por la segunda opción, primero a comer y después a ver el templo. “Ahora que lo dices si que tengo un poco de hambre”.
Nos llevó a comer a un restaurante para turistas en medio de la nada. La cosa era comer algo. Pedimos un plato de pescado a la plancha con patatas fritas, un plato de ternera con salsa de otras, y arroz hervido. Las dos cosas estaban bastante buenas, pero como siempre las raciones fueron escasas. La cuenta subía 13’50 $. Les dimos 14 y nos devolvieron 2.000 rieles. Fue nuestro primer y único contacto con la moneda local. Los cogimos, no por lo que valían sino por la curiosidad. Ya veríamos que hacíamos con ellos más adelante. En esta ocasión fuimos más rápidos que Vanny. Todavía no había terminado de comer. Sólo tuvimos que esperar cinco minutos, y de nuevo estábamos listos para partir.
Pero antes Vanny nos dijo no merecía la pena ir a ver el Lo Lei, que era un templo pequeño y que estaba en ruinas. Aceptamos su consejo y renunciamos a ir a ver ese templo. Tampoco teníamos mucho interés en verlo, así que ……
Pasamos directamente a hacer el Gran Circuito. Pero no llevábamos recorrido ni un kilómetro cuando tuvimos que parar. Una rueda del tuk tuk estaba totalmente desinflada. Intentó hincharla con una bomba de bicicleta, pero el inventó no funcionó, perdía el aire más deprisa de lo que entraba. ¿Y ahora qué? Vanny nos indicó que nos montásemos, que intentaríamos llegar a algún taller mecánico. Por suerte no tardó en encontrarlo. Su intención era arreglar el parche. Pero la goma no tenía un agujero, tenía un boquete de considerables dimensiones. No le quedó más remedio que cambiar la goma. Reconoció que ya era bastante vieja y que la calidad no era muy buena. No hacía falta que dijera que era vieja; se notaba a la legua. Casi no le quedaba dibujo.
Cuando la operación estaba a punto de terminar, Vanny se acercó a nosotros con cierta timidez y nos preguntó si le podíamos anticipar 10 $. Eran para pagar la rueda. Según nos dijo le habían cobrado 15 $. El problema es que sólo nos quedaban sueltos un billete de 10 $ y otro de 20 $. Y no se los podíamos dar, los necesitábamos para pagar la cena. Para él habíamos reservado un billete de 50 $ y otro de 5$. No se nos ocurrió mejor solución que pagarle todo lo acordado. Sin pensarlo le dimos los 55 $. Pero nada más soltar el dinero nos asaltaron las dudas. ¿Y si ahora que ha cobrado nos deja tirados?. Esperemos que no. Antes de irnos, mi mujer vio como pagaba con el billete de 5 $ y el resto en moneda local.
En total habíamos perdido una media hora. El proceso de desmonte y montaje de la rueda había sido totalmente manual. Para los que tengáis una edad. ¿Os acordáis de cómo se cambiaban los parches de las bicicletas?. Pues exactamente igual.
Para recuperar ese tiempo empezó a conducir más deprisa.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Reanudamos nuestro camino. Nos llevó por unos caminos preciosos. Campos de arroz verdes, salpicados de palmeras. Pedazos de tierra encharcados y más campos de arroz. Un paisaje de ensueño. Por el camino no había nadie. Aquella no era la ruta habitual. Vanny nos había llevado por allí para que viésemos el paisaje.
El primer templo de la tarde era el Mebon Este. Un templo montaña típico, más bien pequeño. No nos llamó demasiado la atención. Supongo que ya habíamos visto demasiados templos de este estilo y por eso ya no nos resultó tan interesante. Lo mejor eran las estatuas de los elefantes que había en los niveles intermedios. Estaban en perfecto estado, incluso conservaban la trompa y la cola. No nos pudimos reprimir y nos hicimos unas cuantas fotos. Un poco frikis.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Antes de acceder al templo, Vanny nos dijo que estuviéramos 20 minutos. Creíamos que nos metía prisa para recuperar tiempo después de lo del pinchazo. Pero resultó que lo habíamos entendido mal. No nos daba 20 minutos para visitar el templo. Nos pedía ese tiempo para arreglar algún asuntillo. En cuanto nos alejamos del tuk tuk, en vez de esperar en la puerta como siempre, se fué. Cuando bajamos del templo ya había vuelto. Por cierto, el tiempo nos vino clavado. Tardamos 20 minutos exactos en visitar el templo. A nuestro ritmo, sin darnos más prisa de la normal y sin tener que perder el tiempo.
Tengo que reconocer que cuando vimos que Vanny se iba a toda prisa, nos asaltaron algunas dudas. ¿Y si no vuelve?. Me muero aquí mismo. Pero volvió. Vanny es totalmente fiable. Muy serio y profesional. A pesar de haber cobrado ya, cumplió con su parte, poniéndole las mismas ganas que antes de cobrar. Una buena elección.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El siguiente templo que visitamos fue el Ta Som. Un templo bastante pequeño, de una sola altura. La visita consistió básicamente en atravesar un pasillo. No muy largo. El templo estaba en bastante mal estado. Sin embargo los relieves tallados en la piedra estaban bastante bien conservados. Resultaban muy llamativos. El templo como tal no resultó muy interesante. Sin embargo los relieves si que nos gustaron mucho. Aunque sólo sea por ver los grabados merece la pena visitar el templo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Continuamos hasta la siguiente parada, el Preah Neak Pean. En este caso no se trataba de un templo, sino de un estanque. Para llegar hasta él, tuvimos que recorrer una pasarela de madera levantada sobre el agua. Muy, muy bonita. No la pasarela que eran unos simples tablones, sino todo lo que la rodeaba. Árboles surgiendo del agua casi al alcance la mano. Cerrándose sobre nuestras cabezas y ocultando el cielo. Reflejándose en al agua creando un efecto precioso. Los dos palmos escasos de agua que debía haber, se multiplicaban por diez debido a un efecto óptico. El reflejo de los árboles parecía profundizar varios metros. No creo que la pasarela tuviese más de 500 metros. Y eso fue lo malo, que no tuviese 5.000, porque fue un paseo precioso. Como apenas había gente, las cigarras se ocuparon de hacernos compañía con ese canto, que a base de oírlo, empezaba a parecerme armonioso.
El estanque sólo pudimos verlo desde una barrera que habían puesto delante para evitar que pasara la gente. Se veía correctamente, pero el verlo desde la distancia le restó encanto. Nos habíamos acostumbrado a pasear por encima de los monumentos, y en aquel momento lo echábamos en falta. El lago central, los cuatro estanques laterales, la isla que había en medio. Realmente no había mucho que ver, sobre todo comparándolo con los templos. Pero el paseo por la pasarela de madera, de ida y vuelta si que mereció la pena. Como curiosidad, a la vuelta vimos unos bichos muy raros. Eran rojos y tenían cuatro alas con forma alargada, como las libélulas, pero nos recordaban más a las mariposas. Una combinación peculiar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Ya sólo nos faltaba por visitar el último templo, Preah Khan. Nos pareció muy similar en su estructura al Ta Prohm. Un templo de una sola altura, ordenado en torno a 4 galerías centrales que confluían en el centro del templo. Desde cada uno de los corredores centrales, que en su mayor parte conservaban la cubierta, salían innumerables galerías. La mayoría no eran transitables, ya que se encontraban bloqueadas por piedras. Pero por otras si que se podía transitar accediendo a través de ellas a rincones encantadores, totalmente diferentes a lo que se ve en los templos montaña. Como en Ta Prohm, la naturaleza también juega un papel importante. Se podían ver varios árboles que habían crecido sobre las paredes; sobre todo en las galerías que salían del corredor este. Bastantes menos que en el Ta Prohm. Pero no por ello menos interesantes o menos llamativos. Es preferible visitar primero este templo y dejar Ta Prohm más adelante. Pero si no es posible tampoco os defraudará.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Un templo muy bonito, con un aire enigmático que le daba un encanto especial. Un bonito colofón a los tres días de visita por Angkor.
Habíamos terminado todas las visitas previstas. Todavía eran las cuatro y media. Demasiado pronto para irnos. Nos daba tiempo de hacer una última visita. ¿A dónde vamos? ¿Qué tal una puesta de sol? Con esta petición pusimos a Vanny en un aprieto. Desde el primer día nos había insinuado que no merecía la pena ir a Phnom Bakheng a ver la puesta de sol. Pero cuando en Angkor alguien pronuncia las palabras “puesta de sol”, irremediablemente surge Phnom Bakheng en el horizonte. Así que hacía allí nos fuimos. Nos anticipó que estaría lleno de gente, y que por eso ya no tiene tanto encanto. Se notaba que es una visita que él personalmente no recomienda. No por no quedarse hasta tarde, que eso le daba igual, sino porque realmente creía que no era interesante.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nos dejó en la falda de la colina. Allí se amontonaban una multitud de autobuses, coches y tuk tuks. Un anticipo de lo que nos esperaba arriba. Iniciamos la subida. Se realiza por un camino de tierra bastante bonito, pero que se hizo un poco pesado. No es precisamente corto, y tras estar todo el día caminando, lo último que apetece es ponerse a subir cuestas. Pero ese era el precio que había que pagar. Al poco de empezar la subida, nos detuvimos en un mirador que había a mano derecha. Desde allí se veía una típica torre de ladrillo jemer. No sabíamos de que templo era. Habíamos visto numerosas torres iguales que aquella, y aún así nos sorprendió verla desde el mirador. Seguimos ascendiendo, y tras un buen rato caminando, llegamos a otro mirador. La panorámica desde ese lugar era preciosa. Alcanzaba hasta el lago Tonle Lap. Espectacular. Pero no nos pudimos regocijar demasiado. Teníamos que seguir subiendo si queríamos ver la puesta de sol desde el templo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La cima de la colina no estaba muy lejos. Allí estaba Phnom Bakheng, un templo montaña, sin nada que destacase especialmente. Unos letreros indicaban la dirección que había que seguir para acceder al templo. Y al doblar la esquina, ¡Madre mía! La cola para subir al templo era bastante larga. Después de la subida no nos íbamos a rendir tan fácilmente, así que nos pusimos los últimos, y a esperar. Aquello no avanzaba. Los dos guardas iban dejando pasar a la gente con cuentagotas. ¡¡A este ritmo no llegamos!!. Pero la cosa todavía tenía que ir a peor. De repente la cola se quedó totalmente parada. No dejaban pasar a nadie más. Aquello era muy extraño, no dejaban subir a nadie pero tampoco le decían a la gente que se fuesen, que no subirían. Llegados a ese punto ya habíamos renunciado a ver la puesta de sol. Pero yo, que a cabezón no me gana nadie, estaba obcecado. “Yo no me voy de aquí sin saber que hay allí arriba” Y mientras la cola no paraba de crecer detrás nuestra. La explicación nos llegó a través de un guía que guardaba cola detrás nuestro con un grupo de españoles. Recientemente habían limitado el aforo del templo, de manera que no permitían el acceso simultáneo a más personas de las permitidas. Cuando estaba lleno no dejaban subir a más, y había que esperar a que bajasen los que estaban arriba.
Tras un buen rato parados, de repente empezaron a dejar subir a la gente como si se hubieran acabado las limitaciones. No tardó mucho en llegarnos el turno.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El acceso al templo se realizaba por una escalera de piedra con escalones muy estrechos y altos. Otra vez nos tocaba trepar. Una vez arriba entendimos porque Vanny no estaba por la labor de llevarnos allí. Aquello estaba lleno de gente a reventar. No cabía ni un alma. En ese momento entendí porque limitaban el acceso. Sin ningún tipo de duda, fue el lugar donde más gente vimos, incluso más que en Angkor Wat. Todos los turistas del complejo se hacinaban en la cima del templo. Y de puesta de sol nada de nada. Había dos nubes que tapaban el sol, y no dejaban ver el espectáculo. Como buenamente pudimos, dimos una vuelta por la plataforma superior. Al menos disfrutamos de las vistas. Y tenemos que reconocer, que fueron con diferencia las mejores de todo el complejo. No podíamos quedarnos mucho tiempo allí arriba. Todavía teníamos que volver al hotel, cenar e ir al aeropuerto, ya que esa misma noche volvíamos a Hanoi. Al dirigirnos a la escalera de bajada, una nueva sorpresa. También había cola. Además había que esperar que el grupo de delante estuviese abajo para poder iniciar el descenso. Y mira que hay gente torpe. Alguno más que una escalera parecía que estaba bajando del Everest. ¡¡¡ Qué lentitud!!! La bajada era un poco complicadilla, ¡¡¡pero por favor!!!, que sólo había que poner un pie detrás de otro. Había algún torpe que parecía que antes de mover un pie tenía que estudiar el índice de rozamiento, la velocidad del viento, la humedad relativa y la presión atmosférica. Desesperante.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Gracias a Dios la cosa no se demoró tanto como la subida y conseguimos salir de allí antes de que anocheciera. Realizamos el descenso de la colina lo más rápido que pudimos. El tiempo se nos echaba encima. Cuando llegamos a donde nos esperaba Vanny ya estaba oscureciendo.
Fue el único fiasco que sufrimos en los tres días de visita a Angkor. Decididamente lo de ir a ver la puesta de sol a Phnom Bakheng es un pérdida de tiempo, no merece la pena. Mejor ir a cualquier otro templo montaña mucho menos masificado. Además hay que tener en cuenta que a poco que haya un par de nubes en el cielo, aunque el día parezca despeado, ya no se ve nada.
El templo se merece una visita por las vistas tan excepcionales de las que se puede disfrutar desde su cima. Pero las vistas están todo el día, así que mejor subir en otro momento, cuando con casi toda seguridad no habrá nadie y no habrá que hacer cola.
Vanny nos preguntó si queríamos ir a cenar. Le dijimos que no. Que nos llevara directamente al hotel. Que ya comeríamos algo allí. Y así lo hicimos. Pedimos un plato de gambas, un plato de calamar con verduras, una ensalada de atún y dos zumos de limón. Exactamente lo mismo que el día anterior. Nos cobraron 11 $. Muy rico todo.
Recogimos las maletas y le dimos los 2.000 rieles de propina al maletero. Total, para lo que nos iban a servir. Tal y como habíamos acordado, Vanny nos esperaba en la puerta del hotel para ir al aeropuerto a las 18:50. De camino se puso a llover. Suave, lo justito para molestar. Antes de llegar al aeropuerto ya había parado. La verdad es que en este lugar habíamos tenido mucha suerte con la lluvia. Nos había respetado y habíamos podido hacer todas las vivitas sin problemas.
El aeropuerto estaba bastante cerca. No tardamos mucho en llegar. Nos despedimos de Vanny y le dimos 3 $ de propina. Nos dijo que si conocíamos a alguien que fuese a Camboya, que le diésemos su nombre, que el trabajo le había bajado. Que actualmente casi todos los que le llamaban eran españoles. Le dijimos que le recomendaríamos en los foros. Se lo merecía. Habíamos quedado muy satisfechos con sus servicios.
Facturamos las maletas sin problemas. Por cierto la azafata de facturación comprobó que teníamos los visados para entrar en Vietnam. De no haberlos tenido (o por lo menos las carta de invitación), creo que no nos hubieran dejado embarcar. Para salir del país no hay que pagar nada. En el control de pasaportes nos volvieron a tomar las huellas. Pero esta vez solo los 4 dedos de la mano derecha.
El avión salió puntual. Esta vez sí que fueron puntuales. Me cago en Vietnam Airlines. Llegamos a Hanoi 20 minutos antes de lo previsto. Como teníamos un visado de múltiples entradas, pudimos dirigirnos directamente al control de pasaportes. No había nadie. A mi me pidieron la tarjeta de embarque. A mi mujer no. La cuestión es que pasamos rápido y sin problemas.
Era de noche, y la actividad en el exterior del aeropuerto de Hanoi era menor. No nos acosaron hasta que nos acercamos a los taxis. Además a esas horas sólo había taxistas, parecía que no había piratas. Preguntamos el precio del trayecto hasta el centro y nos pidieron 18 $. Caaaaaaaaaaaa, muy caro. Que si, que si, que son 350.000 dongs. Chaval, que no nos hemos caído de un guindo, que son 315.000. dongs. Nos acercamos a los letreros que indicaban el precio y se lo señalamos. Va el tío y nos suelta que ese era el precio de un taxi pequeño, no el de una minivan. Vale, nos vamos con el taxi pequeño. Cogimos las maletas y las llevamos hasta el taxi “pequeño”. No sé porque lo llamaban pequeño, el coche era bastante grande. Al ver que estaba a punto de perder la carrera reaccionó y bajó a 315.000 dongs. Llegas tarde, nos vamos con el otro. No haber ido de listo.
Tras unos 50 minutos llegamos al centro de Hanoi. El taxista no conocía la dirección y se tuvo que parar a preguntar un par de veces. Tras varias vueltas finalmente llegamos al hotel. Más que encontrarlo, se topó con él. El taxímetro marcaba 330.000 VND, un poco más de lo que habíamos acordado. Le di 320.000 y se hizo un poco loco para no devolverme el cambio. No se lo pedí. No merecía la pena discutir por 5.000 dongs.
Nos alojábamos de nuevo en el Sunshine Suites hotel. El precio de la habitación era de 35 euros cada noche. Pero esta vez nos dieron una habitación más pequeña que la nos habían asignado la primera vez que estuvimos en el hotel. Protestamos un poco para ver si conseguíamos que nos diesen la misma habitación. Pero no tuvimos suerte, nuestras quejas cayeron en un saco roto. Nos dijeron que la otra habitación no estaba disponible.