Este día no teníamos Irish breakfast, nos conformamos con los típicos cereales y tostadas, que tampoco estaba mal. Hoy nos esperar un día largo en carretera, ya que teníamos que cruzar Irlanda de Oeste a Este para llegar a nuestro destino final: Dublín. Pero de camino aún haríamos alguna paradita.
Condujimos rumbo a Westport, una ciudad marítima muy bonita con casitas de colores y mucho encanto. Estuvimos paseando por sus calles y tomamos un té en un “tea room” para entrar en calor, porque este día hacía un poco de frío.
De ahí cogimos el coche rumbo a Clonmacnoise, un conjunto de ruinas de una abadía y un monasterio que datan del año 500. ¡Increíble que se mantuviera aún en pie! Antes de llegar allí tuvimos un largo camino en coche, del que destaco el contraste de paisajes conforme íbamos pasando de un condado a otro: mar, montaña, lagos, pastos, colores verdes, amarillos, más verdes… precioso.
En Clonmacnoise pagamos la entrada para visitar las ruinas porque realmente merecía la pena. Nos gustó mucho y además te ponen vídeos sobre la historia del conjunto histórico, sobre los saqueos que sufrieron, las reconstrucciones, etc. Merece la pena.
Teníamos intención de visitar de camino el Lough Ree, pero ya se nos hacía tarde, así que finalmente, ¡ya era hora de ir rumbo a Dublín! En la capital irlandesa habíamos cogido un hotel de 4 estrellas ya que vimos una oferta de 2X1, así que las 2 noches nos salían a buen precio. El hotel estaba a las afueras de Dublín pero bien comunicado con el tranvía.
Tardamos en llegar al hotel 1 hora desde que entramos en Dublín, ya que había mucho tráfico y además nos perdimos un par de vez, todo sea dicho. Tras el check in en el hotel, hicimos nuestra primera incursión en Dublín, aunque era tarde y sólo nos dio tiempo a cenar y a ver un poco la zona más céntrica. ¡Al día siguiente la aprovecharíamos al máximo!
Condujimos rumbo a Westport, una ciudad marítima muy bonita con casitas de colores y mucho encanto. Estuvimos paseando por sus calles y tomamos un té en un “tea room” para entrar en calor, porque este día hacía un poco de frío.
De ahí cogimos el coche rumbo a Clonmacnoise, un conjunto de ruinas de una abadía y un monasterio que datan del año 500. ¡Increíble que se mantuviera aún en pie! Antes de llegar allí tuvimos un largo camino en coche, del que destaco el contraste de paisajes conforme íbamos pasando de un condado a otro: mar, montaña, lagos, pastos, colores verdes, amarillos, más verdes… precioso.
En Clonmacnoise pagamos la entrada para visitar las ruinas porque realmente merecía la pena. Nos gustó mucho y además te ponen vídeos sobre la historia del conjunto histórico, sobre los saqueos que sufrieron, las reconstrucciones, etc. Merece la pena.
Teníamos intención de visitar de camino el Lough Ree, pero ya se nos hacía tarde, así que finalmente, ¡ya era hora de ir rumbo a Dublín! En la capital irlandesa habíamos cogido un hotel de 4 estrellas ya que vimos una oferta de 2X1, así que las 2 noches nos salían a buen precio. El hotel estaba a las afueras de Dublín pero bien comunicado con el tranvía.
Tardamos en llegar al hotel 1 hora desde que entramos en Dublín, ya que había mucho tráfico y además nos perdimos un par de vez, todo sea dicho. Tras el check in en el hotel, hicimos nuestra primera incursión en Dublín, aunque era tarde y sólo nos dio tiempo a cenar y a ver un poco la zona más céntrica. ¡Al día siguiente la aprovecharíamos al máximo!