Martes, 19 de abril de 2011 ✏️ Diarios de Viajes de Italia

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Todo bien. El coche sigue en su sitio. Después del desayuno tenemos previsto salir para Agrigento con varias paradas por el camino (Cueva de Cusa en Tre Fontane, Caltabellota, Eraclea Minoa, Scala dei Turchi –se pronuncia “Turqui”-, Agrigento y Valle de los Templos).
Sobre el mapa situamos la Cueva de Cusa cerca de Selinunte y cambiamos el plan: lo dejamos para el día de la visita a Selinunte y salimos directamente para Caltabellota.
Antes de salir de Trapani paramos en nuestra pasticceria que, como siempre, ofrece un espectacular mostrador de panes de distintos tipos, así como bollos. Compro dos barras de tipos distintos de pan, una caerá por el camino con los bollos, la otra para los bocadillos que comeremos hoy.
Caltabellota en un pueblecito en cuesta, situado en un lugar privilegiado, a los pies de un picacho. Destacan los restos de un castillo normando, su catedral del S. XI (con una cubierta de madera sustituyendo la bóveda de piedra perdida en algún momento de la historia… terremotos, bombardeos… ¿quién sabe?) y entre ambos una iglesita románica muy cuca (San Salvatore).
Se puede aparcar en la parte alta, donde están los tres monumentos. La intrincada carretera a y desde el pueblo nos ha ofrecido paisajes maravillosos todo el camino que nos han obligado a parar una vez y otra. Según vamos hacia el sur van surgiendo los naranjales de Ribera.
El siguiente destino: Eraclea Minoa, ruinas griegas por 4€. Queda francamente poco: un teatro de arenisca muy deteriorado y protegido por una estructura de plástico que prácticamente impide verlo desde arriba y algunas casas con restos de estucados. Es lo más destacable. Sin embargo la ubicación es espectacular junto a la playa del mismo nombre.
Mi chico dice que vayamos a darnos un bañito y aunque no hay nadie en el agua, nosotros le echamos valor y nos metemos dentro… (Tengo que confesar que yo sólo después de hacer los más variopintos aspavientos porque el agua, aunque mediterránea, tiende a estar fría. Luego mejora).
Pasamos una horita de relax entre agua y arena y entretenidos con un “pescador” que pesca con un armazón de madera que arrastra con un cordel andando a lo largo de la playa. No debía tener mucha confianza en que pescaría algo porque cuando atrapa un pez no tiene donde guardarlo y al final se lo mete en un bolsillo del vaquero. Yo siempre llevo bolsas para recoger arena de playa (hago colección), así que mi chico le da una, aunque yo creo que a esas alturas el olor a pescado en sus ropas ya no lo quita nadie.
Una vez quitados los bañadores mojados y vestidos de nuevo, continuamos camino hacia la Scala dei Turchi pasando por Realmonte donde solo paramos para preguntar el camino a la Scala. ¡Qué gente tan amable! Dos señores (uno dentro de su coche y otro desde fuera) nos indican, pero al final el que está dentro dice que le sigamos y nos lleva hasta un punto desde donde se tiene una increíble vista de la Scala dei Turchi.
Luego nos explica como bajar. Le agradecemos su gran amabilidad y decidimos quedarnos con la vista panorámica y no bajar, para poder llegar al Valle de los Templos. No hemos comido todavía y ya deben ser las 16:30 horas.
Llegamos al Valle de los Templos y aparcamos junto a la Tumba de Terón, debajo del Templo de Hércules.
La carretera divide en dos el valle: según las fotocopias que tenemos, la parte occidental del valle cierra a las 19:00 y la parte oriental a las 22:00. Así que sacamos las entradas (10€/persona, pero hay una exposición de esculturas en bronce del escultor Mito Raj y nos obligan a pagar 1€ más por barba, así que al final 11€.
Puede que la exposición sea interesante pero realmente no hemos venido a ver esas esculturas –exposición que por cierto ya estuvo en Madrid y que se podía visitar gratuitamente el año pasado- es más, en algunos casos, nos impiden ver los templos con perspectiva porque algunas las han colocado delante de los mismos. Y dura hasta noviembre de este año, así que los que vayáis este veranito os las encontrareis allí.
Pues las fotocopias se equivocan, sacamos las entradas a las 17:00 pero todo cierra a las 19:00.
Así que solo tenemos dos horas. Empezamos por la parte occidental: el Templo de Zeus Olímpico con sus gigantescos Telamones tumbados en el suelo, como si descansaran de su pesado trabajo de siglos sosteniendo la techumbre del templo, luego nos acercamos al templo de Cástor y Pólux y su entorno, donde nos quedamos un buen rato.
Cruzamos la carretera para pasar de nuevo por delante de la taquilla y, pasado el torno con el mismo ticket, entrar en la parte oriental del conjunto… nos regodeamos en cada uno de los templos…: Primero el de Hércules, luego el de la Concordia, en perfecto estado y al final de la Vía Sacra, el de Hera. Siempre que visito ruinas arqueológicas trato de imaginar cómo era el lugar en su época de esplendor… impresiona ahora por el buen estado de algunos de los templos, así que en su momento debía ser alucinante. También hay unas catacumbas y un museo arqueológico pero no tenemos tiempo para ellos.
El paseo se ralentiza delante de cada uno de ellos, las cámaras echan humo, no hay perspectiva que quede sin fotografiar. Los olivos rodean los templos y la ciudad de Agrigento y no podemos evitar rememorar el Monte de los Olivos de Jerusalén. La hora es ideal, el sol está bajando y aunque la temperatura ha sido muy agradable durante todo el día, ahora incluso mejora, la luz del atardecer aumenta la fotogenia de los templos… en verano debe de ser horrible. Creo que la primavera es ideal para la visita.
Aunque la hora de cierre era las 19:00, sigue subiendo gente mientras nosotros bajamos… y ya son las 19:30. Cuando llegamos a la salida echan el cierre y ya no entra nadie, excepto un grupo de cinco adolescentes, que muy agitados, discuten con el personal. Por fin les vemos entrar corriendo, posiblemente han olvidado algo dentro del recinto. Su autocar, repleto de sus compañeros les espera.
Ha sido muy tranquilo y relajante, había turistas, pero no tantos como yo esperaba, supongo que por la hora tardía a la que hemos llegado y porque es primavera. Posiblemente, por la mañana esté atestado de grupos y seguramente en verano, a pesar del calor, será un río continuo de turistas arriba y abajo.

Una vez finalizada la visita, bocata de pan y tomates sicilianos con jamón ibérico… ¡Menuda combinación! Ya son las 20:00, buena hora para comer-merendar-cenar. Mientras preparamos y comemos el bocadillo vemos a los cinco adolescentes que vuelven y suben al autocar. Se van. Poco después aparecen cinco turistas con la ilusa intención de entrar a los templos… cuando se dan cuenta de que ya está cerrado se dan la vuelta. Los últimos repartidores de propaganda de restaurantes se van ante la ya inexistencia de turistas.
Cuando llegamos al coche ya es de noche y han iluminado los templos: el de Hércules y la tumba de Terón, con luz blanca, quedan bien, pero el de la Concordia, con los colores de la bandera italiana, queda un poco “raro”…

Entre los tutes turísticos que nos damos y las comidas que nos saltamos estamos haciendo una “operación bikini” estupenda de cara al verano.

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