Aprovechando que nuestro hotel se encontraba junto al parque Izmailovo, y que era sábado, nos encaminamos a primera hora al mercadillo de artesanía, que abre solo los fines de semana y en el que se puede encontrar prácticamente de todo, y lo que es más importante, a precios más reducidos que en otras partes de la ciudad, más que nada, porque los comerciantes admiten el regateo (y llegan a ser muy pesados). Compramos un par de cosas, las dejamos en el hotel y cogimos el metro en dirección al parque Tsarítsino (metro línea 2).
Ese día lo íbamos a dedicar a ver parques. Sin embargo, cuando nos bajamos en el metro en la parada de Tsarítisino, no encontramos parque por ninguna parte… Resulta que el acceso al parque, se encuentra en la parada siguiente, Orekhovo, aunque eso no lo descubrimos hasta el día siguiente. De forma que frustrados, volvimos al metro y desandamos el camino hacia la parada de Kolomenskaya (también en la línea 2), donde se tiene acceso al parque de Kolomenskoye, una antigua finca de los zares y hoy es una agradable zona de esparcimiento, con un par de iglesias, entre las que destaca la Iglesia de la Ascensión, del siglo XVI, que es Patrimonio de la Humanidad.
Como era la hora de comer, comimos tumbados en césped y aprovechamos para descansar un rato, antes de volver al centro para recorrer la calle Tverskaya. Esta calle, que sale de Manezaya y se extiende varios kilómetros hasta las afueras de Moscú, es una de sus arterias principales, muy comercial, y que esconde tranquilos barrios residenciales en ambas aceras. Stalin sometió esta calle a una cirugía radical para ampliarla en anchura, demoliendo numerosos edificios y moviendo otros. Hoy conserva algunos edificios históricos, entre ellos el Ayuntamiento de Moscú, y la Galería de alimentación Yelissevsky, donde es posible comprar manzanas o galletas entre mármoles, estucos, espejos dorados y cristales, en lo que parece más un palacio que un supermercado (no es tan caro como podría parecer). Es tan chic que vimos a una parece de recién casados haciendo sus fotos de boda allí (creo que no he visto mayor horterada en la vida). Tras llegar a la animada plaza Pushkin, decidimos descansar para bajar por el anillo de jardines hasta la calle Nikitskaya y volver al Manege para participar en una costumbre rusa: comprar un par de cervezas para beberlas en la calle bajo el sol.
Entramos en el supermercado del centro comercial bajo la plaza, y al salir, apenas unos minutos después, estaba lloviendo de tal manera que era imposible salir de allí… de modo que decidimos hacer la turné por el famoso metro de Moscú. Construido entre los años 30 y 50, fue el mayor instrumento propagandístico del régimen soviético, el llamado palacio del pueblo. La mayoría de estaciones están decoradas con mosaicos dorados, azulejos, vidrieras, esculturas, arañas, columnas…y sobretodo con hoces y martillos y efigies de Lenin.
Nosotros nos dedicamos a hacer el recorrido por la línea 5, en el que la mayoría de estaciones son una pasada. Personalmente, las mejores me parecieron Konsomolskaya, Arbatskaya, Kievskaya, Taganskaya, Novoslobodskaya, Prospect Mira, Park Kulturi y Ploshchad Revolutsii, a falta de ver la de Mayakovskaya. Todavía estaba lloviendo cuando salimos del metro ya en el hotel…
Ese día lo íbamos a dedicar a ver parques. Sin embargo, cuando nos bajamos en el metro en la parada de Tsarítisino, no encontramos parque por ninguna parte… Resulta que el acceso al parque, se encuentra en la parada siguiente, Orekhovo, aunque eso no lo descubrimos hasta el día siguiente. De forma que frustrados, volvimos al metro y desandamos el camino hacia la parada de Kolomenskaya (también en la línea 2), donde se tiene acceso al parque de Kolomenskoye, una antigua finca de los zares y hoy es una agradable zona de esparcimiento, con un par de iglesias, entre las que destaca la Iglesia de la Ascensión, del siglo XVI, que es Patrimonio de la Humanidad.
Como era la hora de comer, comimos tumbados en césped y aprovechamos para descansar un rato, antes de volver al centro para recorrer la calle Tverskaya. Esta calle, que sale de Manezaya y se extiende varios kilómetros hasta las afueras de Moscú, es una de sus arterias principales, muy comercial, y que esconde tranquilos barrios residenciales en ambas aceras. Stalin sometió esta calle a una cirugía radical para ampliarla en anchura, demoliendo numerosos edificios y moviendo otros. Hoy conserva algunos edificios históricos, entre ellos el Ayuntamiento de Moscú, y la Galería de alimentación Yelissevsky, donde es posible comprar manzanas o galletas entre mármoles, estucos, espejos dorados y cristales, en lo que parece más un palacio que un supermercado (no es tan caro como podría parecer). Es tan chic que vimos a una parece de recién casados haciendo sus fotos de boda allí (creo que no he visto mayor horterada en la vida). Tras llegar a la animada plaza Pushkin, decidimos descansar para bajar por el anillo de jardines hasta la calle Nikitskaya y volver al Manege para participar en una costumbre rusa: comprar un par de cervezas para beberlas en la calle bajo el sol.
Entramos en el supermercado del centro comercial bajo la plaza, y al salir, apenas unos minutos después, estaba lloviendo de tal manera que era imposible salir de allí… de modo que decidimos hacer la turné por el famoso metro de Moscú. Construido entre los años 30 y 50, fue el mayor instrumento propagandístico del régimen soviético, el llamado palacio del pueblo. La mayoría de estaciones están decoradas con mosaicos dorados, azulejos, vidrieras, esculturas, arañas, columnas…y sobretodo con hoces y martillos y efigies de Lenin.
Nosotros nos dedicamos a hacer el recorrido por la línea 5, en el que la mayoría de estaciones son una pasada. Personalmente, las mejores me parecieron Konsomolskaya, Arbatskaya, Kievskaya, Taganskaya, Novoslobodskaya, Prospect Mira, Park Kulturi y Ploshchad Revolutsii, a falta de ver la de Mayakovskaya. Todavía estaba lloviendo cuando salimos del metro ya en el hotel…