![]() ![]() Cruzar a Tanzania ✏️ Diarios de Viajes de Africa Este y Centro
7. Dejó de llover durante la noche aunque yo no me di cuenta. Durante el desayuno, varios compañeros discutían sobre la hora exacta a la que había parado la lluvia e insistían en que no habían pegado ojo en toda la noche, una vez más. Me llama la...![]() Diario: VIAJE KENIA TANZANIA⭐ Puntos: 4.7 (7 Votos) Etapas: 16 Localización:![]() 7. Dejó de llover durante la noche aunque yo no me di cuenta. Durante el desayuno, varios compañeros discutían sobre la hora exacta a la que había parado la lluvia e insistían en que no habían pegado ojo en toda la noche, una vez más. Me llama la atención la capacidad de otras personas de aguantar días sin dormir o bien, de exagerar lo poco que duermen. En cualquier caso, la mañana era fresca y el suelo estaba mojado. Todos nos preparamos para lo que probablemente sería un largo día de viaje. Cogimos la que en teoría era la segunda carretera en importancia de la zona entre Kenia y Tanzania, pero que resulto ser un barrizal con enormes agujeros y grietas provocados por el tiempo y acrecentados por la tromba de agua de la noche anterior. A pesar de la pericia de nuestro conductor, media hora después nos tuvimos que bajar por primera vez para aligerar en lo posible la carga del camión. El barro era denso y tras unos pasos, formaba una masa en las suelas de los zapatos, aunque la primera vez, logramos salir más o menos rápido y seguir camino. La segunda ya fue peor. Las grietas del camino se fueron haciendo cada vez más grandes, siendo alguna ya capaz de tragarse un mamífero mediano. En un momento dado, la situación obligó a elegir entre meterse en una de las dos zanjas disponibles, siendo muy mala la menos mala. Todos nos bajamos a ver en primera persona, como todos suponíamos, como se quedaba atrancado el camión, perdiendo tracción la ruedas motrices y lanzando gritos de ayuda, como un enorme dinosaurio abatido. Mientras esto ocurría, un grupo de niños se nos había unido, viendo con curiosidad tanto el camión como a los mzungus que había alrededor. A pesar de nuestra ayuda poniendo palos bajo las ruedas, la situación empeoraba con cada acelerón del camión. Más de una hora más tarde en la que ya nos habíamos hecho amigos de los niños y que muchos no hacíamos otra cosa que molestar, la guía decidió mandarnos a la gran mayoría de avanzadilla, pidiéndonos que siguiéramos el camino y que ya nos cogerían cuando saliese el camión. Con un guiño cómplice, la guía me nombró líder espiritual del grupo, supongo que por ser el único que hablaba inglés. Esa repentina responsabilidad me llenó de orgullo. Ser el líder de la manada en África. El macho alfa. Me gustaba. Sólo esperaba no tener que pelear para mantener el título. Los catorce que salimos agradecimos el andar y la verdad es que fue un paseo de lo más agradable si no llega a ser porque una hora y media y varios kilómetros más tarde, decidimos darnos la vuelta, preocupados por la tardanza del camión. A los laterales del camino pastaban tranquilamente gacelas y cebras y nos pudimos hacer fotos con ellas muy cerca. Todos los niños que normalmente nos saludaban con la mano al paso del camión, salían curiosos y acompañaban durante un rato a tan extraño grupo. Jugaban y se reían e incluso, los más atrevidos intentaban hablar en su tembloroso inglés. Uno de los más mayores tendría unos 9 años y venía acompañado de sus dos hermanitos. - ¿Como te llamas? -Alfred. ¿Y tú? - Ben. ¿De dónde eres? - España. - ... - Fernando Torres, Iniesta. - España!!! Yo he visto ganar la copa en África. ¿Has estado en Masai Mara? - Sí, es muy bonito. ¿Tú has estado? - No, nunca. Pero me gustaría mucho. ¿Has visto ñus? - Sí claro, he visto muchos. - Y ¿has hecho fotos con tu cámara? Me senté en el suelo y les empecé a enseñar algunas de las fotos que había hecho. Los hermanos pequeños, tímidos al principio, no se atrevían a acercarse, aunque al final uno me cogió del hombro y el otro no dejaba ver sus hermanos al meter la cabeza delante de la pantalla. Me sorprendió que el animal que más les llamaba la atención fuera el ñu. La curiosidad de los niños parece no tener fin. Al fin y al cabo, viviendo cerca de la carretera, no siendo una zona turística, supongo que no muchas veces se encuentran un grupo de blancos andando por el barro. Cuando ya decidimos parar y esperar sentados al camión (Justo un rato antes de darnos la vuelta), otros tres hermanos se sentaron con nosotros, aunque estos eran más pequeños y no hablaban inglés. Para matar el tiempo, saqué mi libreta y empecé a escribir las últimas vivencias. Yo no me di cuenta, pero el resto del grupo me comentó lo gracioso que había sido como se habían ido acercando a mí poco a poco, hasta que como los anteriores, llegaron a pasarme el brazo por los hombros para ver como escribía. Yo disfruté de su cercana y mocosa curiosidad hasta que el grupo, cansado de esperar dio la vuelta. Me despedí de mis tres amiguitos, no sin antes darles un bolígrafo a cada uno, esperando que aprendieran a escribir con mejor letra que la mía. Atesoro estas vivencias al mismo nivel o más que las visitas a lugares o las comidas exóticas. Compartir un rato de la cotidianeidad de gentes lejanas es la experiencia más auténtica y curiosa que puede haber. Volvimos sobre nuestros pasos saludando a viejos amigos que, si antes se preguntaban que hacían unos mzungus andando por la carretera, ahora alucinaban viéndonos volver. Algún kilómetro después llegamos al camión que estaba más o menos donde lo dejamos. No es lo mismo decir que en total tardamos cinco horas en sacar el camión del barro, como estar cinco horas pensando, cavando, cogiendo piedras y ramas, volviendo a pensar, volviendo a cavar y soltar tacos tan enormes que hasta los chavales los aprendieron. Espero que se les olvidasen al rato porque con la frustración de no poder salir, fuimos muy creativos en cuanto a las maldiciones. Cuando finalmente salimos del hoyo en el que nos habíamos metido y tras el jolgorio y la algarabía posterior seguimos camino hacia la frontera, no sin antes tener algún pequeño percance en forma de parada forzosa. Yo hice toda esta parte del viaje con Gody, el más joven de nuestros chavales. Después de este rato fue mi mejor amigo todo el viaje. Le pregunté por un hombre que había visto en una de nuestras paradas, él solo y terriblemente borracho en el medio del bosque. - Sí, esta gente hace esto. Hacen su propio alcohol, muy fuerte, para emborracharse muy barato. - Y ¿se vienen al bosque ellos solos? - No, pero se emborrachan tanto que no saben lo que hacen. - ¿Por qué lo hacen? - No lo sé, ¿en España no pasa lo mismo? - Pues bien pensado, supongo que sí. Pero allí se quedan en los bares. Y no hacen su propio alcohol claro. Así fuimos hablando mucho rato, ambos satisfaciendo la curiosidad del otro. Cuando cogió suficiente confianza, sus preguntas se fueron haciendo más y más concretas, especialmente sobre la forma de vida en España. Aunque era obvio que ya sabía algo, intenté que su visión del país se acercara más a la realidad en todos los aspectos. Creo que al final quedó satisfecho de mis explicaciones. Finalmente llegamos a la frontera, una zona vallada en la que estaba prohibido hacer fotos. Nos bajamos del camión con nuestro pasaporte y nos pusimos a la cola. El policía de aduanas parecía estar de buen humor y bromeó sobre mi ciudad de origen: - Valuadualis. - Casi. - ¿Cómo lo pronuncias tú? - Valladolid. - Valuadualis. - Perfecto. Otro sello en el pasaporte más tarde entramos en Tanzania, que básicamente era igual que Kenia aunque había más gente en la calle y hablaban más alto. O esa fue mi primera impresión. Esta primera impresión, claramente aleatoria al principio, se vio fundada con el paso de los días. Si bien no era una diferencia notable, los tanzanos me dieron la impresión de ser gente más abierta y alegre que los kenianos. En cualquier caso, yo ya estaba pendiente del sitio a donde nos dirigíamos esa misma noche: Una de las fuentes del Nilo y el objetivo de la lucha de Burton y Speke, dos de los más legendarios exploradores de la época dorada de la exploración. Batalla finalmente ganada por Speke, el descubridor del lagoVictoria. Debido a todos los percances del día, llegamos al sitio de acampada ya de noche. Ayudamos a montar las tiendas y nos duchamos en las enormes duchas del camping. La mía en concreto era una habitación de unos 10 metros cuadrados con espacio más que suficiente para mí, una cucaracha del tamaño de un casco, una araña enorme y el resto de fauna que me acompañó ese rato. Después tomamos nuestra primera Kilimanjaro, la cerveza local en el bar del camping. Después de todo el día de viaje, es difícil sentirse mejor que recién duchado y con una cerveza fría en las manos. La cena de este día fue algo especial. Nos habían colocado la mesa en la playa junto al lago Victoria. Aunque era de noche, todos disfrutamos de la cena consistente en la siempre bienvenida sopa y de segundo un pescado parecido a un besugo, del mismo lago Victoria cocinado al papillote. Muchos compañeros no se atrevieron, pero tanto yo Silvia como yo dimos cuenta de nuestro pescado, que si bien su olor no era muy bueno, era sabroso y no produjo daño intestinal alguno. Después de un rato charlando, nos fuimos a la cama, no sin antes ver más luciérnagas que las que yo he visto en mi vida. Junto al lago, entre unas plantas, había más de cien luciérnagas, parpadeando y creando un espectáculo hipnótico. Cansados nos fuimos a las tiendas a pasar, aunque todavía no lo sabíamos, una de las noches más largas de nuestras vidas. Índice del Diario: VIAJE KENIA TANZANIA
01: Preparativos y Salida
02: Llegada y Nairobi
03: Lago Baringo
04: Lago Nakuru
05: Nakuru 2
06: Masai Mara
07: Cruzar a Tanzania
08: Serengueti - Tented Camp
09: Serengueti 2
10: Poblado Masai
11: Ngorongoro
12: Lago Manyara-Zanzíbar
13: Zanzibar Kizimkazi
14: Zanzíbar Kizimkazi 2
15: Zanzíbar Stone Town
16: Vuelta a casa
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