Desayunamos a las 8 de la mañana tal como concertamos con la propietaria. El desayuno muy elegantemente servido y con amabilidad, la verdad, pero nuestra presencia "inesperada" se muestra en que los artículos de desayuno del pan no sean muy frescos. Lo que remata la impresión de esta casa. Resumiendo en canario: "¡más nunca!".
Partimos hacia la Costa de Granito Rosa pero vamos hacer tres paradas. La primera es a los restos de la Abadía de Beauport. A pesar de estar en ruinas, el lugar y ser el Km. 0 de uno de los caminos franceses a Santiago. merece la pena.


Treguier tiene un puerto muy bonito entre dos ríos y donde se haya la Catedral de St. Tugdual.

Aparcamos en la plaza de N.D. de Coatcolvezou (¿De dónde será este nombre, más que francés parece mejicano?) a la espalda del cementerio. Es de aparcamiento horario. Es pequeño el pueblo y sobra el tiempo. Vemos una boulangerie con unos "kouign amann" recién hechos y no lo pensamos, nos comemos uno y otro para la cena. ¡También están deliciosos y como el desayuno no fue muy allá...!
Aquí nacio Ernest Renan ilustre intelectual del siglo 19 y de bastante "originales" ideas para su época. Tiene un monumento junto a la catedral.
La tercera parada es el mirador (¡Me encantan los miradores!) de Le Sémaphore tras pasar Perros Guirec.
Ya se vislumbra la Costa de Granito Rosa. Que merece disfrutarla con tiempo, pero tenemos un largo trayecto hasta Brest. Recorrer entero el Sendero de los Aduaneros tiene que permitir vistas fantántiscas de esta hermosa costa.




Seguimos, ya con el coche, bordeando la costa hasta Trebeurden. Pasamos junto a su puerto y ya vamos buscando donde comer. Finalmente en el pueblo encontramos cerca de la iglesia, donde aparcamos, un hotel-restaurante "La Molène". Solo está ocupada una mesa con cuatro personas. Pero la atención es agradable y el ambiente solitario es de un bar de Castilla un verano a las cuatro de la tarde. Comemos "galettes" (mis hijas ya le han cogido el tranquillo a la "complete" que lleva un huevo frito). Nos hacen la factura a mano, pero nos ponen un sello del establecimiento. Parece que el fisco controla.
Seguimos y ahora toca los recintos parroquiales o calvarios típicos de Bretaña. Por cierto llama la atención las enormes iglesias en los pequeños pueblos.
Como cogen de paso vemos el de St. Thegonnec (uno de los más importantes)


Y luego los de Guimiliau y Lampaul-Guimiliau. En todos ellos se puede aparcar al lado de la iglesia sin ningún problema.
Tras estas visitas tiramos hacia Brest que no visitaremos pues la mayoría de las opiniones es que la reconstrucción después de la guerra (Pues ya era un importante puerto. Ahora tiene base de submarinos) es un tanto "soviética". Nos quedamos en las afueras, en Gouesnou, en el hotel B&B Brest Kergaredec. Estos hoteles económicos tienen unas habitaciones sencillas, pero muy cómodas, limpias y con Wifi gratis. En este caso la habitación cuadruple tiene un altillo para mis hijas. Les encanta. Así que llegados aquí nos disponemos al descanso y la cena como es habitual. Mañana más.