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Con nuestras maletas ya a punto, nos vino a buscar nuestra amiga para ir en coche hasta el aeropuerto de El Prat. Utilizamos este servicio donde aparcas el coche durante los días del viaje. Ellos se ocupan de llevarte en furgoneta hasta la terminal donde sale tu vuelo, y cuando vuelves te recogen y te llevan hasta donde aparcaste el coche.
Al llegar a la Terminal 1 teníamos una mezcla de nervios, excitación, alegría, emoción… Fuimos hasta el mostrador de Air Canada para facturar las maletas, y había una cola! Pues nada, a esperar! Suerte que íbamos con tiempo! Cuando estábamos haciendo cola, se nos acercó una chica de la compañía para pedirnos los billetes y comprobar los pasaportes. Se me ocurrió enseñarle la hoja que ya llevaba impresa desde casa con el check-in hecho (lo hice 24 horas antes, por la política de Air Canada, para asegurarnos que tendríamos los asientos juntas), y me dijo que podíamos saltarnos toda la cola para ir a un mostrador donde no había nadie a facturar las maletas. Y para allí que nos fuimos. Facturamos en un plis plas; bendito check-in on line!
Pasamos todos los controles pertinentes, y allí estábamos delante de la puerta de embarque donde ponía TORONTO.
Muy puntuales empezamos a embarcar. Nos quedaban por delante más de 8 horas de vuelo. Volamos en Air Canada. Todo fue muy correcto. En cabina no teníamos pantallas individuales, pero tampoco me importó mucho porque para pasar el rato ya llevaba mis pasatiempos, mis guías…. También teníamos una mantita y una almohada para poder descansar, y nos dieron auriculares para ver la película.
El servicio de Air Canada lo encontré muy correcto. Nunca había volado con esta compañía. El personal es amable y muy atento. Constantemente están pasando con el carrito por si quieres beber alguna cosa. Cuando despegamos a las 11:55, al cabo de un ratito ya pasaron a servirnos la comida. Como ya es habitual (o al menos en mis últimos viajes) el menú era: “Chicken? Pasta?”. También había un panecillo, mantequilla, ensalada, y una pastita dulce. Bueno, comida de avión; ya se sabe….
Entre cabezadita y cabezadita, pasaron sirviendo snacks y un bocadillo caliente. Así que ya veis que hambre no pasamos!
Finalmente, después de unas cuantas horas de vuelo, y de rellenar una hojita que teníamos que entregar en inmigración, aterrizamos puntuales en Toronto! Ya estamos! Ya empieza todo!
Empezamos a salir del avión y nos dirigimos a inmigración. Madre mía! Qué orden! Una mujer a grito pelado iba organizando a la gente en diferentes filas. Había gente, pero nada de aglomeraciones. Nosotras, superobedientes nos pusimos en la cola, no vaya a ser que empecemos mal el viaje. Había varios puestos con policías que hacían el control de pasaportes. Y ya nos toca! Una policía oriental nos hizo las cuatro preguntitas de rigor (porque motivo vamos a Canadá, cuántos días, iremos a algún otro sitio…), apuntó cuatro cosas en la hojita, y….. pase pase que ya está en Canadá. Así de rápido! Eran las 14:50 hora local.
El aeropuerto de Toronto es bastante grande y bien organizado (aunque Laurie, de la que ya hablaré después, nos dijo que para ellos era bastante caótico!). Nos fuimos a la zona de recogida de las maletas, y en menos de 5 minutos ya las teníamos todas. A esto se le llama rapidez! Salimos de la terminal y… madre mía! Qué bofetada de calor! Va a ser todo el viaje así?
Fuera había un hombre que iba organizando las salidas de los taxis. Como éramos tres, con nuestras correspondientes maletazas, hizo venir una pequeña furgoneta. Acordamos con el conductor que le pagaríamos 67 dólares americanos (no cambiamos a dólares canadienses, porque para un par de días no nos salía a cuenta. Eso sí, tened en cuenta que si pagáis en efectivo con dólares americanos, el cambio te lo dan en dólares canadienses). Ok! Pues arriba! El taxista era un señor muy simpático y muy hablador. Nos hizo un poco de guía turístico, porque nos fue explicando un poco cuatro cosillas sobre el Lago Ontario, sobre la ciudad de Toronto, sobre la vida allí, sobre lo que íbamos viendo… Vamos, que tuvimos un primer contacto con la ciudad gracias al taxista.
Y por fin llegamos a nuestro hotel: Hilton Toronto. Estábamos cansadas y el Jet Lag empezaba a hacer de las suyas! Nos despedimos de nuestro amigo el taxista y nos dirigimos a hacer el check-in. El hall del hotel era muy bonito y moderno. Nos dieron las llaves: piso 12! Subimos en un ascensor exterior todo acristalado hasta nuestro piso, y al entrar en la habitación… perdón? Era enorme! Podíamos bailar y todo! Dos camas muy grandes (y comodísimas!), una mesa escritorio, un gran ventanal, buenas vistas…
Os dejo una foto de la habitación:
Dejamos las maletas y nos fuimos a conocer un poco la ciudad, ya que a la mañana siguiente ya nos íbamos a las cataratas. Al salir del hotel, de nuevo, la bofetada de calor! Era la hora de salida de las oficinas porque había mucha gente trajeada por las calles.
Rodeadas de rascacielos (el denominador común de casi todo nuestro viaje), nos dirigimos hacia la zona del Downtown. Decidimos pasar por el Royal York Hotel que, según nos contó el taxista, es el hotel al que va la reina de Inglaterra cuando está en Toronto. Y allí que entramos! La verdad es que la Queen no se está de nada!
Salimos del hotel y seguimos paseando, sin dejar de ver uno de los símbolos de la ciudad: la CN Tower.
Como solo pasaríamos unas horas en la ciudad decidimos subir a la torre para poder ver la perspectiva desde las alturas. Fuimos a las taquillas y vimos que había varias opciones; algunas incluían ver una película. Pero nos decidimos por la opción más sencilla que era la Observation Expirience (ver las vistas de la ciudad y el suelo de cristal). Pagamos religiosamente (unos 70$ canadienses las tres) y nos dirigimos a los controles de seguridad. Pasamos por unos cuantos; uno de ellos muy curioso. Te ponían en una especie de arco de seguridad y te iban saliendo unos chorritos de aire desde diferentes alturas. Sinceramente, no sé qué función tenía, pero nos reímos un buen rato.
Pasados todos los controles pertinentes nos dirigimos al ascensor que nos iba a subir hasta las alturas de Toronto. Una chica muy simpática nos preguntó si era nuestra primera vez en la CN Tower y en Toronto, de dónde éramos…. En general, la gente que fuimos encontrando era muy amable.
El ascensor tardó poco en llegar y subimos. Es un ascensor panorámico, todo acristalado, que te permite ver cómo vas subiendo (muy rápido), mientras una chica va explicando la altura de la torre y alguna cosa más que no entendí. Hablaba rapidísimo! No había manera de pillar lo que decía!
Es la cuarta torre más alta del mundo, con 533,33 metros. La plataforma de observación está a unos 342 metros. La consideran una de la Siete Maravillas del Mundo Moderno según la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles. Tiene un restaurante giratorio. Hay gente incluso que pagan por colgarse desde una plataforma de la torre!
Bueno, llegamos al observatorio y la vista de la ciudad y del Lago Ontario es espectacular! En principio ves las vistas desde detrás de un cristal.
Localizamos incluso nuestro hotel.
También nos hicimos unas fotos en un sitio que hay con el suelo de cristal, con un montón de gente haciéndose fotos encima. Para tu tranquilidad, dicen que el cristal puede soportar el peso de 14 hipopótamos! Estás encima del cristal y ves la ciudad a tus pies! La verdad es que da un poco de impresión, pero es curioso. Y como no, no pude evitar hacerme una foto!
Después bajamos unas escaleras y salimos al exterior para seguir viendo las vistas. Hacía un viento caliente impresionante! Dimos toda la vuelta a la torre y decidimos bajar. Como es habitual, cuando bajamos del ascensor, dónde nos habían dejado? En la Gift Shop! Qué raro! Pasamos de compras y decidimos seguir paseando un poco, pero en dirección al hotel porque estábamos agotadas y empezábamos a notar los efectos del Jet Lag.
Hicimos una parada técnica en un Starbucks con vistas a la CN Tower (como no), para comer algo, beber (estábamos muertas de sed por el calor) y aprovechar el wifi (bendito wifi de los Starbucks. La de Whatsapps que me permitió mandar!).
Durante el paseo vimos los contrastes de la ciudad de Toronto: calles con edificios viejos, cubos de basura, estrechas, y al fondo los grandes rascacielos.
Andando, andando llegamos hasta el antiguo ayuntamiento (City Hall), un edificio muy bonito con unas gárgolas fantásticas en la torre del reloj. Vimos también el ayuntamiento nuevo, arquitectónicamente espectacular!
Y de allí, nuestros pies y nuestro cuerpo dijeron basta! Bajamos hasta el hotel, pero para no irnos a la cama a las 20h decidimos pasarnos por la piscina del hotel para relajarnos un poco y darnos un bañito.
La piscina estaba rodeada de rascacielos! Qué impresión y qué lujo! Los rascacielos empezaban a ser el leitmotiv del viaje. Durante el paseo no pude evitar hacer infinitas fotos a los edificios.
Después del bañito, ducha en la habitación y poco a poco ya no podíamos evitar ni luchar contra el cansancio. Eran las 22h y nos acostamos (de hecho, caímos rendidas encima de esas confortables camas), con la impresión aun bien viva de una ciudad muy limpia, moderna y con muchos ejecutivos por sus calles (es el centro financiero de Canadá).
Así terminaba el primer día de nuestro viaje, con un muy buen sabor de boca, y a la expectativa de qué nos depararían los demás días y los otros destinos.
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