Antes de visitar la Ciudad Alta de Tallin, Toompea, nos íbamos a desplazar hasta el distrito de Kadriorg. Desde principios del siglo XVIII hasta la revolución bolchevique Tallin estuvo bajo las normas del imperio ruso, lo que influyó en las costumbres, arquitectura y religión de la ciudad. El distrito de Kadriorg emergió gracias a la presencia de la alta sociedad rusa y hoy en día sigue siendo uno de los mejores barrios residenciales de la ciudad. De la época del imperio ruso quedan algunos monumentos y uno de los que visitamos (sólo el exterior) en la excursión panorámica fue el Palacio de verano de Kadriorg, mandado construir por Pedro el Grande y que desde el siglo XX es la residencia del presidente de Estonia y que también alberga un museo. Nos acercamos después hasta la costa, para ver a lo lejos el muelle desde el que salen los ferries hacia Helsinki, y de hecho vimos alguno. Junto a la playa estaba el monumento de Russalka, una estatua construida en honor del barco armado Russalka que a finales del siglo XIX se hundió en el trayecto de Tallin a Helsinki, muriendo toda la tripulación. Por lo visto un clásico del arte estonio. Posteriormente subimos a la parte alta del distrito para ver el escenario Song Grounds, construido en la época de dominio soviético. Algunos de los conciertos realizados en este lugar fueron de vital importancia para la independencia de Estonia de la Unión Soviética. De hecho, el festival realizado en 1988 se transformó en una gran protesta pidiendo el final del control soviético, participando más de la tercera parte de la población estonia. También nos contaron que ese escenario durante los festivales se habían llegado a formar coros de miles de cantantes.




Volvimos hasta la ciudad antigua para hacer la visita panorámica de la Ciudad Alta (Toompea). Entramos a la Ciudad Baja por la Puerta Suur Rannavärav y pasamos cerca de la Torre Eppingi situada cerca de la calle Lai hasta llegar a la puerta medieval que había en la calle Pikk y que daba acceso a la Ciudad Alta por la calle de la Pierna Larga (Pikk jalg). Esta calle fue durante mucho tiempo la única vía de comunicación entre la Ciudad Baja, donde vivían los comerciantes y la Ciudad Alta, donde vivía la nobleza. Por la noche cerraban la puerta, con lo que las dos partes de la ciudad permanecían incomunicadas. Precisamente en esta calle vimos un bar que hacía honor al nombre de la calle porque tenía una pierna (de alguna aleación, claro, no de verdad, jejeje) colgada de la fachada a modo de aplique. En Toompea hay otra calle que se llama Pierna Corta. Llegamos hasta el Castillo Toompea, del siglo XIII, construido por los daneses cuando conquistaron la ciudad y la Torre Kik in de Kok. El nombre literal de esta torre es gracioso. Significa “Echar un vistazo en la cocina”. La llamaban así porque decían que por su altura los soldados eran capaces de ver hasta la despensa de las casas en la Ciudad Baja. El siguiente lugar que visitamos fue la Catedral de Alexander Nevsky, iglesia ortodoxa construida en 1900 y que tiene la particularidad de tener el conjunto de campanas más sonoro de la ciudad. A continuación fuimos a ver la Catedral St Mary the Virgin, la principal iglesia luterana. Dentro tenía muchos escudos de la nobleza de los siglos XVII al XX y también lápidas de los siglos XIII al XVI. Pasamos por varios miradores desde los que podíamos ver excelentes panorámicas de la Ciudad Baja, destacando por encima de todo lo demás los campanarios de la Iglesia de St Olav, la más alta de todas las iglesias medievales (Se puede subir a su campanario) y 6 ó 7 torreones de la muralla, entre ellos Nunna, Sauna y Kuldjala. Antiguamente la muralla rodeaba la ciudad por completo con un perímetro de 4 km y hasta 46 torreones, de los que hoy en día se conservan la mitad. Si me tenía que quedar con una imagen de Tallin era esta. Me parecía la postal perfecta de una ciudad medieval.







Era la hora de comer, así que nos fuimos a buscar un restaurante en la Ciudad Baja. Elegimos uno que era de comida orgánica, sin saber muy bien qué significaba. Creo que era algo de alimentos sin productos químicos. No nos gustó. Más o menos habíamos visto lo principal de Tallin, aunque seguro que nos habíamos dejado lugares interesantes, porque con el laberinto que era la ciudad resultaba imposible. Nos fuimos para la zona nueva de la ciudad, nada que ver con la de otras ciudades de Rusia o de las repúblicas bálticas, porque no vimos los típicos edificios de la época comunista. Esta zona estaba en expansión. Decidimos entrar a tomar algo a un hotel, para pasar un poco la tarde. Desde la terraza de la última planta teníamos una vista excelente del casco antiguo con sus campanarios y sus torreones, del puerto e incluso al fondo, ya casi difusa la torre de la televisión.


Después de pasar un par de horillas en el hotel decidimos volvernos otra vez a la ciudad antigua, a seguir paseando y picoteando algo en alguna pastelería. Cuando íbamos por las proximidades de la Iglesia de St Nicholas escuchamos de pronto música y como el cuento del Flautista de Hamelín allá que fuimos a ver de qué se trataba. Era un grupo coral que estaba interpretando una pieza clásica por la calle. Los fuimos siguiendo a ver dónde terminaba todo aquello......y terminó dentro de la Iglesia St Michael's Lutheran. Resulta que eran un grupo coral de un pueblo de Barcelona, lo que son las casualidades, jajajaja. Los habían invitado a Tallin (no sé si a alguna ciudad más) para realizar una serie de actuaciones o una gira de promoción, no recuerdo bien. Lo que sí que recuerdo es que durante media hora estuvimos sentados en los bancos de la iglesia escuchando como embobados, lo puedo decir por mí, el recital que ofrecieron de piezas clásicas y también de música popular catalana. Me quedé más contento que unas pascuas. Seguimos paseando y ya por fin nos fuimos a cenar en un rinconcillo unos embutidos que compramos en un supermercado. Este había sido el último día en Tallin y me había sorprendido gratamente en general.