24 de julio
Tras dos años preparando el viaje, creo que no voy ni a necesitar el GPS, me he empapado tanto de los mapas de carretera de Rand McNally que me conozco los números de casi todas las carreteras por las que voy a circular, las ciudades que voy a cruzar, a qué estado pertenecen...Pero empecemos por el principio, no?
Con toda la ilusión del mundo llego al aeropuerto de Barcelona para coger el vuelo de Air Canada dirección Toronto. Colas interminables en las taquillas de facturación, mientras unas empleadas agobiadísimas examinan con mala cara los pasaportes de los futuros viajeros. Al llegar a mi posición, le entrego el mío, y lo coge con tanta "delicadeza" de mis manos que le rompe las tapas en un 90%, se quedan colgando por los pelos. Encima tiene la desfachatez de decirme que voy a tener problemas en USA por llevar el pasaporte en mal estado. Me calmo o la lío gorda. Me calmo. De momento puedo facturar y subir al avión. El vuelo transcurre sin incidencias, y tras unas 8 o 9 horas de vuelo aterrizamos en Toronto y me dispongo a pasar rápidamente los controles de inmigración y demás papeleos. Son casi las 3 de la tarde cuando llega mi turno en inmigración. Preguntas y malas caras cuando ven que solamente voy a estar en Canadá una sola noche. Me hacen pasar a un cuartito aparte y me vuelven a acribillar a preguntas. Les contesto, ya un poco mosqueado, que sólo quiero ver las Cataratas del Niágara y largarme a USA. Parecen ofendidos. Encima me recriminan el estado del pasaporte. Al final me dejan pasar, tras casi dos horas de interrogatorios. Salgo a recoger equipaje y a buscar el coche que tengo reservado en Thrifty, un Toyota Matrix. Cambio automático y gasolina en vez de diésel son las diferencias con mi auto habitual, pero esto está chupado. Enchufo el GPS, y mientras se encuentra, voy tirando, para habituarme al tráfico. Siguiendo las indicaciones, me meto en la autopista GRATUITA hacia el suroeste, bordeando el lago Ontario, para después girar al este hasta Niagara Falls, en total hora y media de conducción tranquila. A medida que me acerco al río cruzando el pueblo veo con desagrado como parece un parque infantil gigante, con atracciones, restaurantes y muy poca naturaleza...Decepcionante, pero ya veremos. En vista de lo complicado que es aparcar, voy al motel (Red Carpet Inn & Suites), a registrarme y dejar el coche para bajar andando. Típico motel con párking en el patio interior. No está a más de 20 minutos del meollo, así aprovecho para estirar las piernas después de tantas horas. Cuando estoy llegando al río, empieza a llover de una manera exagerada, un auténtico aguacero, así que me meto, empapado, en uno de los muchos centros de juegos recreativos a ver como la gente corre calle arriba.

Al cabo de 10 minutos ha parado y bajo hasta el mirador de las cataratas. Completamente a mi merced, todo el mundo se ha ido con las primeras gotas de lluvia. Las vistas son impresionantes, el caudal de agua hace que las gotas de la cascada que está a varios cientos de metros se eleven en el aire y lleguen hasta mi posición. Enfrente de mi, una de las dos cascadas, la que queda junto al puente que comunica con USA.


Desde luego no es la más alta, ni la más ancha ni la más bonita de las que he visto, pero debido a estar en el lugar que están, son quizás de las más famosas del mundo. En el agua, a pocos metros de la impresionante caída de agua, el crucero típico lleno de turistas con impermeables. No tengo tiempo de montar en él, así que daré un paseo río arriba hasta llegar cerca de la posición de la otra catarata, en forma de media luna.

Está oscureciendo y la gente vuelve a salir para verlas iluminadas por la noche. Yo empiezo a notar el cansancio y me dirijo al centro a comprar algo para cenar y volveré al hotel a descansar un poco. Mañana me espera otra paliza, y el día de hoy ya se ha alargado unas cuantas horas...


25 de julio
Me levanto pronto para poder ir a ver otra vez las cataratas antes de volver a Toronto. Menuda diferencia: nadie por la calle, todos los establecimientos cerrados, qué tranquilidad...


Un buen paseo, unas cuantas fotos más, y regreso a Toronto, a llenar el depósito, para irme acostumbrando al funcionamiento de las gasolineras. Antes de llegar al aeropuerto, paro a desayunar en un Tim Horton's, típico de aquí. La comida, espectacular, debería estar prohibido que sea tan bueno. Seguro que me acaba matando...Entro al aeropuerto, devuelvo el coche, facturo y a volar!
El vuelo Toronto-Denver no es muy largo, aunque llega con un par de horas de retraso, y al viajar hacia el oeste, se ha vuelto a alargar el día en un par de horas más, que sumadas a las de ayer, ya son unas cuantas que hacen efecto en mis huesos. Los controles en USA son mucho menos estrictos de lo que creía iban a ser, supongo que por llegar desde Canadá... Eso sí, la foto y las huellas digitales no me las quita nadie. Las malas caras y advertencias por el estado del pasaporte tampoco.

El aeropuerto de Denver es algo brutal de grande, para ir a recoger equipajes tengo que coger un tren subterráneo. Después un autobús de Alamo me lleva hasta la estación de recogida de coches de alquiler, situada fuera del aeropuerto, a unos pocos centenares de metros. Cada compañía de alquiler tiene su autobús propio, sólo tienes que saber con qué compañía has reservado para encontrar dónde esperarlo. Me hacen entrega de un precioso Chevrolet Cobalt deportivo de color blanco y me indican como salir del complejo del aeropuerto para dirigirme hacia Grand Junction, aún más al oeste. Prácticamente todo el trayecto es por autopista, la I-70. Son 5 horas largas de camino, y se va haciendo pesado. Como no he comido nada en el vuelo, salgo de la autopista y enseguida encuentro un garito de carretera lleno de Harleys a la puerta, mola! Se llama Kermitts Roadhouse y la salida es la 244 de la I-70, en Idaho Springs. Entro y flipo! Las paredes y techo están llenos de billetes de 1 y 5$ pegados, con firmas de la gente.


Me siento en la terraza, junto al escenario en que por las noches hay música en vivo, y una camarera con un chicle enorme en la boca se sienta conmigo para ofrecerme la comida y tomar nota. No podía ser menos: hamburguesas con patatas y cerveza Coors (hecha en Colorado). Como no domino el tema salsas, me trae un par de platitos para probarlas gratuitamente. Deliciosas! Es como pegarle un mordisco a una vaca...

Una vez con el estómago lleno y las pilas cargadas, vuelvo a la carretera, cojo de nuevo la autopista y al poco de estar conduciendo, veo un letrero que indica que en la próxima salida se puede visitar la tumba de Buffalo Bill. Lástima que voy mal de tiempo... Al final, después de muchas horas, el sueño puede conmigo y tengo que parar en una gasolinera a comprar una coca cola para llegar al Motel 6 en Grand Junction. Me registro en un santiamén y a la cama volando. Estoy molido, son las 11 de la noche, pero para mi son las 10 de la mañana después de una noche sin dormir debido a las horas ganadas al viajar al oeste...
