Hoy tocaba recorrer la carretera alpina más alta de Europa,

así que tras desayunar y comprar en un Spar lo que después sería nuestra comida de ese día, pusimos rumbo a Bruck, hasta llegar al peaje. Antes de pasar, paramos en el centro de visitantes, y justo donde aparcamos vimos unas simpáticas cabras, pegadas a la valla, y cometí el error de tocar a ésta:

Y digo error, porque aunque me lavé las manos 20 veces, estuve todo el día con un olor a cabra encima que no os podéis ni imaginar.

Pagamos el peaje, 32€, que te permite entrar y salir durante todo el día (nosotros volvimos haciendo el mismo recorrido de la ida) e iniciamos el recorrido, fascinados por las montañas que íbamos viendo por el camino.

En el peaje, pedidle que os entregue el mapa en español. En él están marcadas posibles paradas con puntos de interés, hasta un total de 12. Al principio íbamos parando en todos, ya sean miradores u otros para hacer pequeñas rutas por la zona (por ejemplo, el 1, Piffkar, que haces un recorrido por un pequeño bosque y hay un panel en el que pulsando unos botones suena el canto del pájaro que selecciones.
Las paradas más interesantes bajo mi punto de vista son:
4.-Edelweiss-Spitze, que es una carretera prohibida para autobuses que lleva al mirador más alto, desde el que se ven más de 30 montañas por encima de los 3.000 metros, una pasada. Esta es una imagen de parte de la carretera, desde el mirador

7.-Fuscher Lacke: lago donde nosotros paramos a comer y que tiene un pequeño museo sobre la construcción de la carretera

11.-Kaiser Franz-Josefs-Höhe: quizá el más importante, con el mirador sobre el Grossglockner (montaña más alta de Austria) y el glaciar Pasterze. Tiene además tienda, restaurantes, el mirador Swarovski,...

Aparcamos y fuimos paseando por el borde de la carretera, viendo a las marmotas. Nuestra intención era coger el funicular para bajar hasta el glaciar, pero al ir a cogerlo había un cartel que ponía que estaba cerrado. Ni cortos ni perezosos empezamos a bajar andando, pese a un cartel que ponía que era una ruta sólo para profesionales


Os pego esta foto porque es increíble lo que ha bajado el nivel del glaciar, durante la bajada hay señales que muestran por donde llegaba en distintos años, y no queda casi nada, nos lo estamos cargando a pasos agigantados.

Fijaos donde llegaba el glaciar en el año 1985, hace 4 días, y donde está ahora:

Y esta una foto cerca del glaciar:

Subimos y entramos en una exposición de coches antiguos, bastante interesante, aunque estaban cerrando ya y la vimos a la carrera. Cogimos de nuevo el coche y cogimos el desvío hasta el pueblo de Heilligenblut, donde visitamos la iglesia, estuve chapurreando alemán con una mujer que empezó a decirnos que qué iglesia tan bonita, nos preguntaba de dónde veníamos,... e hicimos la típica foto

y nos tomamos un café y apfel strudel en una cafetería con una terraza muy chula

Volvimos a entrar en la Grossglockner (enseñando el pago del peaje, sin problemas) y la rehicimos en sentido contrario, pero esta vez con poquísimo tráfico. De hecho, casi con los únicos con que nos cruzábamos era con parejas de coches de alta gama que iban pegadísimos el uno al otro, supongo que estarían probando algo.
La carretera merece mucho la pena, sobre todo por los paisajes que se van viendo, y parece increíble la cantidad de ciclistas de todas las edades que se animan a subirla. También hay muchísima gente en moto.
De nuevo en Bruck tomamos el desvío hasta Krimml, donde habíamos reservado el Panoramahotel Burgeck. Llegamos sobre las 21h, y nos atendió una chica simpatiquísima que aunque cerraban la cocina sobre esa hora, nos esperó a que dejáramos las maletas y pidiéramos lo que quisiéramos de su carta, así que nos pegamos una opípara cena, 26€, aunque dejamos 30€ por las molestias:

Con el cansancio acumulado de todo el día, duchita y a la cama.

Mi crítica sobre el Panoramahotel Burgeck: 1 noche, 66€
Hotel situado en Krimml, en la falda de la montaña enfrente de las cascadas, con unas vistas impresionantes de todo el valle. Con la hoja de registro en el hotel hay entrada gratuita en las cascadas.
Personal muy muy amable. Llegamos al hotel sobre las 21h, después de todo el día haciendo la Grossglockner, y tras un cálido recibimiento preguntamos sobre la posibilidad de cenar y nos dijeron que estaban cerrando la cocina, pero que si queríamos sí que podríamos cenar. Pudimos elegir 2 platos de la carta, genial preparados y sin meternos ninguna prisa por terminar.
La habitación era un poco básica, con muebles muy standard, y un baño normalito, pero muy limpio y con unas vistas estupendas que disfrutaríamos al día siguiente por la mañana.
El desayuno está bastante bien, sin ser tan completo como en otros sitios, pero con todo lo básico para cargar las pilas y afrontar la subida a las cascadas.