Hemos quedado a la misma hora de siempre, así que nos despertamos a las 7.30h, preparamos todo y comprobamos que no nos hayamos dejado nada por la habitación, pues hoy saldremos en dirección a Pushkar.
Bajamos a desayunar y cómo siempre, un poco antes de las 9, vemos que ya nos están esperando Gajendra y Prakash. Pagamos en recepción una hora de Internet que habíamos cogido el día anterior (125 rp) y subimos a por las maletas. Al salir de la habitación nos topamos con el botones. Desde luego, no se les escapa una, y por conseguir una propina hacen lo que sea.
Llegamos al coche y le damos propina a él y al hombre tan simpático que suele haber en las puertas de los hoteles por hacerse una foto conmigo, jeje…Al final te gastas mas en propinas que en todo lo demás…

Subimos al coche y ponemos rumbo a Pushkar. El camino no se hace pesado, pues como siempre, es difícil aburrirse con todo lo que uno va viendo. Son unas 3 horas las que se tarda en llegar. La carretera que conduce a Pushkar (el último tramo) está llena de curvas, con mucho verde por los alrededores, monos, vacas, perros…
Nuestro hotel, el Pushkar Bagh Resort está a las afueras del pueblo, en mitad del campo. La verdad es que nos gustó mucho este hotel. Aunque al principio teníamos un poco de miedo por como sería (las fotos que habíamos visto en Internet nos gustaban regular), una vez llegamos allí vimos que era mucho mejor de lo que habíamos pensado, mucho más auténtico que el de Delhi y Jaipur, aquí se notaba que estábamos en la India.
Al bajar del coche ya nos estaban esperando el recepcionista y dos maleteros dispuestos a atendernos. El hotel estaba casi vacío, sólo vimos cinco o seis huéspedes al llegar, pero ya no los volvimos a ver más. Lo bueno de esto es que sólo había tres habitaciones ocupadas, por lo que nos dieron a elegir entre una “habitación tienda” o una “habitación de lujo” por el mismo precio. Por supuesto, elegimos la segunda, aunque en realidad de lujo no tenía mucho, pero estaba bastante mejor que la otra. También hay que tener en cuenta que en pueblos tan pequeños como Pushkar los hoteles que se pueden encontrar son más discretos que en una ciudad.
Como habíamos llegado un poco antes de la hora de comer, nos salimos al porche a hablar un ratito con Prakash mientras nos preparaban la comida. La verdad es que nos sentíamos allí como un marajá en su residencia de verano, se estaba súper a gusto.

Sobre la 13.15h viene el camarero a avisarnos de que la comida ya está lista y nos dirigimos al restaurante. La comida, dos platos de nuddles de pollo y dos cocacolas, está bastante buena.
Después de comer Gajendra nos está esperando para comenzar nuestro paseo por Pushkar. Llegamos al parking que hay justo a la entrada del pueblo y nos ponemos en marcha, nosotros dos solos.
Al principio da un poco de reparo ir solos, pero desde luego que es la mejor manera de mezclarse con ellos y ver su forma de vida y como son. Es impresionante ver como viven, aquí la pobreza es muy notable, pero lo que mas nos impresiona es ver lo felices que son con lo poco que tienen. Algo que creo que no olvidaremos nunca es la generosidad de los indios. Mientras paseábamos nos encontramos con una chica que iba vendiendo tobilleras con su bebe en brazos. Como nos daba mucha pena le pedí dos, y cuando le pregunté cuanto le debía su respuesta fue que le pagara lo que yo considerara que era justo, que si yo era feliz ella era feliz. Tenemos mucho que aprender de ellos.
Seguimos paseando calle abajo viendo tiendas de artesanía, incienso, música…Pushkar es pequeño y muy auténtico, aquí no te agobian para que les compres, pues no están tan acostumbrados al turismo. Camino abajo encontramos un ghat desde el cual vemos el lago sagrado de Pushkar.
Volvemos y vemos que ya está abierto el Templo Brahma, el único templo dedicado a este dios en el mundo. Para nuestra sorpresa, para entrar en el templo tienes que dejar todo lo que lleves, incluída la cámara, en los puestecillos que hay en la puerta.


Volvemos al aparcamiento donde Gajendra nos está esperando para regresar al hotel, tenemos pendiente nuestro paseo en camello y no queremos llegar tarde. Pero antes no podíamos irnos sin repartir algunos juguetes y bolígrafos a los niños que había por los alrededores.
El paseo dura media hora más o menos y es por los alrededores del hotel. La verdad es que nosotros pensábamos que íbamos a ir con más gente, pero íbamos sólo nosotros con Vijay, el dueño del camello. Como nos daba mucha pena le dijimos que nos diera un paseo corto, que por nosotros con un poquito estaba bien, y eso fue lo más divertido de todo, porque el último tramo lo hicimos al galope, jajja!! Del golpe de risa que nos dio por poco nos caemos del camello, jeje…

Cuando volvemos al hotel Prakash ya nos está esperando. Como el wifi no funciona, nos vamos a nuestra habitación y Prakash se trae su ordenador y nos deja conectarnos para ponernos en contacto con nuestra familia. Pasamos un rato hablando con el, enseñándole fotos de nuestro facebook…y ya aprovechamos para darle algo más de dinero.
Según lo acordado, esta noche toca la cena de despedida incluida en el presupuesto, pues ya no veremos más a Prakash hasta nuestro último día en la India.
Sobre las 20.30h salimos de la habitación y flipamos con la presentación de nuestra cena. En mitad del jardín nos encontramos con una mesa con velas, a la luz de la luna y un camarero y un músico que nos esperan. Estar cenando en mitad del campo bajo el cielo estrellado fue increíble. Además, la cena estaba buenísima: sopa de tomate, pollo masala, arroz con verduras, queso con salsa de espinacas, pan naan y un postre muy bueno que no recuerdo como se llamaba. La verdad es que había comida como para tres personas mas, jaja!! pero es que los indios cenan una barbaridad.
Tengo que decir que no tenemos palabras suficientes para agradecerle a Prakash lo bien que nos trató en los días que duró nuestro viaje.
Cuando terminamos de cenar nos vamos a dormir, que al día siguiente hay que madrugar mucho. Así que como todas las noches, malarone, repelente y a la cama.

