Llegamos puntualmente desde Madrid con Airlingus a la Terminal 2 del Aeropuerto de Dublin, el avión prácticamente nuevo y con una separación entre asientos más que aceptable, para ser mi primer vuelo con esta compañía debo decir que la experiencia fue muy positiva. Según salimos de la terminal nos dirigimos a la parada del Aircoach y compramos billetes ida/vuelta (12€). A pesar de la cantidad de gente que había esperando para tomar los buses, llegamos a O´Connell en escasos 20 min, siendo las 14:00 horas, por lo que tras hacer el check-in en el hotel y dada la hora que era, nos dirigimos a nuestro ya conocido “The Kingfisher” (Parnell Street )un pequeño restaurante donde degustamos unas estupendas hamburguesas caseras de un tamaño descomunal y esas míticas patatas irlandesas en gajos del tamaño del pulgar de un gorila que saciaron sobradamente nuestro apetito. Es un sitio donde la comida es buena y el precio es razonable, he visto opiniones de si es un sitio con mucho turista, etc…Hombre, efectivamente hay turistas, pero es que está delante de un hotel con lo cual es normal. Para mí es un estupendo local con un magnífico servicio, muy frecuentado por dublineses, señal habitualmente inequívoca en cualquier parte del mundo de que es un buen sitio…
A continuación descendimos la calle O´Connell, parándonos un momento a observar la Spire, tan impresionante como la primera vez que la vimos en 2012, con sus 120 metros de acero, y la conocida como GPO (General Post Office), la Oficina Central de Correos, protagonista inequívoca del Alzamiento de Pascua en 1916, germen de la independencia irlandesa del Reino Unido aunque fracasó, todavía pueden verse los disparos de la encarnizada lucha que se vivió allí entre los revolucionarios irlandeses y los soldados británicos…probablemente el monumento (aunque todavía está en uso) más apreciado por los dublineses en su ciudad.
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Seguimos nuestra marcha hacia el final de la calle O´Connell, pasando junto al monumento a Daniel O´Connell, uno de los padres del nacionalismo irlandés, llegando acto seguido a las orillas del río Liffey, elemento divisorio de la ciudad durante siglos, no solo geográficamente sino también en lo social, para atravesar el archiconocido Ha´Penny Bridge (Puente del medio Penique) y Temple Bar para dirigirnos a la Catedral de San Patricio: El año anterior no habíamos podido visitarla y nos quedamos con ganas, aprovechando esta tarde para hacerlo.
Se trata de la Catedral “nacional” de Irlanda, tan representativa para los irish como la de Santiago para los españoles. Su historia se mezcla con el comienzo del cristianismo en la isla, se dice que su origen se remonta al siglo V, comenzando con la construcción de una pequeña capilla de madera en las cercanías de un pequeño pozo que allí existía y que San Patricio utilizó para bautizar a pobladores de la zona. Aquella capilla se convirtió en una iglesia en 1191 de mano de los invasores anglo-normandos comandados por el legendario Strongbow (Richard FitzGilbert de Clare, II Conde de Pembroke) y sus arqueros galeses, enterrado en la cercana Christ Church, que visitamos en nuestro anterior viaje.
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Sufrió diversos avatares a lo largo de su longeva historia: Incendiada en varias ocasiones entre los siglos XIII y XVII, utilizada como caballerizas por el invasor inglés, privada de su uso eclesiástico, en estado de abandono, su imagen actual aunque bastante respetuosa con la original es producto de sus últimas modificaciones efectuadas con el apoyo económico de Benjamin Guinness (nieto del fundador de la marca cervecera) en 1860.
La entrada cuesta 5.50€ y los horarios son bastante ajustados (de marzo a octubre: Lunes a viernes de 9:00 a 17:30 horas, sábados 9:00 a 18:30 horas y domingos de 9:00 a 11:00, de 12:30 a 15:00 y de 16:30 a 18:30 horas/ de noviembre a febrero: Lunes a sábado: de 9:00 a 17:30 horas, domingos 9:00 a 11:00 y de 12:30 a 15:00 horas) y para dentro que fuimos…El interior de la catedral es bastante sobrio, con poca luz y aunque han tratado de mantener el espíritu de la construcción original, a mi parecer destacan bastante las modificaciones relativamente modernas (del siglo XVIII en adelante). A pesar de ello nos parecieron bastante interesantes el coro, sobre el que cuelgan los estandartes de los Caballeros de la Orden de San Patricio fundada por Jorge III en 1783, la famosa “Puerta del Capítulo” a través de cuyo agujero estrecharon sus manos el Conde de Ormond y el Conde de Kildare en 1492 para firmar la paz, tras haberse ocultado el primero en lugar sagrado huyendo del segundo, así como el enorme órgano de la catedral.
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También destacan en el ala izquierda, las banderas y placas referentes a los regimientos irlandeses que lucharon en lugares como Sudáfrica, Birmania y en la Primera Guerra Mundial (esto es una constante en diversos lugares de Dublin, como en el Fusiliers Arch en St Stephen's Green, los irlandeses tienen un respeto reverencial por sus soldados caídos, aunque fuese luchando por otro país).
Otra de las cosas destacables es la llamada Campana de Huguenots: Hugonotes era un término despectivo utilizado en Francia para denominar a los protestantes seguidores de Calvino, en 1685 Luis XIV ordenó después de un período de convivencia pacífica, su persecución y exterminio, huyendo muchos de ellos a los Países Bajos (entre otros lugares). Pues bien, 3000 de ellos se instalaron en Irlanda tras luchar y vencer a las órdenes de Guillermo de Orange, príncipe holandés de la dinastía Nassau y aspirante al trono inglés, contra Jacobo II (al cual apoyaban los católicos irlandeses) en la batalla del Boyne en 1690. Esta campana se trasladó en 1975 a la Catedral de San Patricio tras el cierre al culto de la Iglesia de San Lucas, uno de los principales templos hugonotes en la ciudad. Aunque parezca una cosa de escasa importancia no deja de ser un reflejo de la capacidad de perdón y de tolerancia del pueblo irlandés, teniendo en cuenta que como consecuencia de la derrota en aquella batalla, los católicos fueron excluidos del Parlamento y se prohibió toda manifestación de la cultura y religión (católica) irlandesa hasta bien entrados los siglos XIX-XX.
Otra de las cosas destacables es la llamada Campana de Huguenots: Hugonotes era un término despectivo utilizado en Francia para denominar a los protestantes seguidores de Calvino, en 1685 Luis XIV ordenó después de un período de convivencia pacífica, su persecución y exterminio, huyendo muchos de ellos a los Países Bajos (entre otros lugares). Pues bien, 3000 de ellos se instalaron en Irlanda tras luchar y vencer a las órdenes de Guillermo de Orange, príncipe holandés de la dinastía Nassau y aspirante al trono inglés, contra Jacobo II (al cual apoyaban los católicos irlandeses) en la batalla del Boyne en 1690. Esta campana se trasladó en 1975 a la Catedral de San Patricio tras el cierre al culto de la Iglesia de San Lucas, uno de los principales templos hugonotes en la ciudad. Aunque parezca una cosa de escasa importancia no deja de ser un reflejo de la capacidad de perdón y de tolerancia del pueblo irlandés, teniendo en cuenta que como consecuencia de la derrota en aquella batalla, los católicos fueron excluidos del Parlamento y se prohibió toda manifestación de la cultura y religión (católica) irlandesa hasta bien entrados los siglos XIX-XX.
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También pudimos ver el púlpito desde donde se predicaba, de uso habitual por los deanes de la catedral, entre ellos el famoso Jonathan Swift, polifacético personaje, escritor, religioso y polémico, autor de “Los Viajes de Gulliver”, enterrado en el propio templo y probablemente uno de los ciudadanos más famosos de Dublin. Otros personajes que acompañan en su último viaje a Jonathan Swift, son Turlough Caroulan (arpista y uno de los últimos juglares irlandeses), así como diversos arzobispos de la ciudad.
En resumen nos gustó bastante la visita, pero nos dejó una sensación extraña, como si se tratase más de un parque temático que de una catedral al uso, supongo que el hecho de encontrarse de frente con la tienda nada más entrar tampoco ayuda, como mínimo es un poco mercantilista, aun así creo que la visita vale la pena. En cuanto a la manida discusión Christ Church vs Catedral de San Patricio, para mí personalmente gana la primera…
En resumen nos gustó bastante la visita, pero nos dejó una sensación extraña, como si se tratase más de un parque temático que de una catedral al uso, supongo que el hecho de encontrarse de frente con la tienda nada más entrar tampoco ayuda, como mínimo es un poco mercantilista, aun así creo que la visita vale la pena. En cuanto a la manida discusión Christ Church vs Catedral de San Patricio, para mí personalmente gana la primera…
Pues bueno, estábamos en Dublin, primer día e hicimos lo que todo turista (aunque yo me considero viajero, no turista) de pro debe hacer allí, ir al Temple Bar a tomarse unas pintas.
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Acudimos primero, como no, al bar homónimo, ya que era la primera vez que visitaba Cristian la ciudad y es ya una tradición: Mucha gente, clientela mayoritariamente extranjera, estuvimos tomando unas pintillas y luego nos fuimos a cenar algo a una pizzería que ya conocíamos del año pasado en Capel Street, para acabar la noche en el PorterHouse (16 de Parliament Street esquina con Essex Street) donde nos deleitamos con sus especialidades (la mejor Red de todo Dublin y una carta de cervezas propias excelentes, además de otras variedades de todo el mundo) y pudimos reencontrarnos con los chicos de “Sliotar”, grupo irlandés que nos encantó en nuestra anterior visita. Por cierto, para los aficionados al rugby, decir que previamente a la actuación estuvimos viendo el partido del VI Naciones entre Gales e Inglaterra, por supuesto todos los irish iban con Gales y tanto….Vencieron a Inglaterra 30-3, una auténtica humillación para el combinado de la Rosa y una alegría para los irlandeses presentes. Nos retiramos no muy tarde que al día siguiente tocaba la Parade, el desfile de San Patricio 2013 y además visitaríamos de nuevo la Guinness Storehouse.