Con el Citty Pack del "el País Aguilar" en mano, nuestra guía de referencia, nos dirigimos a callejear el centro e ir paso a paso. Florencia es una ciudad para callejear, y sobretodo para visitar galerías de arte. Tengo que destacar que no haré demasiado incapié en valorar estas galerías ya que no me considero un apasionado de la pintura. "Pobre ignorante por mi parte".
Primera parada, el Duomo. Estuvimos viéndolo por fuera, (desgraciadamente en obras) y había una gran cola por lo que decidimos posponer la visita interior por la proximidad al hotel. Era la primera catedral de la Toscana que visitábamos y no nos dejó indiferente.
Es muy agradable tomar un café en las terrazas de la Piazza del Duomo. Seguidamente hacia el Mercato Centrale y el Mercato de San Lorenzo. Por su puesto, en los mercados, aunque no me guste, se vive del regateo constante.
Antes de volver al hotel pasamos por la Galleria dell´Academia. En ella se puede ver el David de Miguel Ángel.
Por la noche decidimos acercarnos a la Piazza della Republica. Con su imponente arco y el ambientazo que había fue una buena elección nocturna.
El segundo día, tras un buen desayuno, directos a la Galleria degli Uffici. No nos íbamos a librar de colas por madrugadores que fuéramos. Seguidamente fuimos a tomar un café a la Piazza della Signora. Había que preparar el cuerpo para la mejor postal de Florencia.
Habíamos llegado al Ponte Vecchio. No suelo dejar para el segundo día la mejor postal pero esta vez pude aguantar la tentación. Es un antiguo puente con casas a los laterales y lleno de tiendas de oro. Las tiendas, comercios sin más, pero las postal muy pintoresca. Algo que me llamó la atención es que la corriente del río es muy suave lo que hace que esté en calma y se refleje todo sobre el río lo que hace que las postales sean como la de la foto.
De aquí nos dirigimos al Palacio Pitti (ya muy cansados por agobiante calor), y llegamos a Piazzale Michelangelo. Hay una vista panorámica que no nos podemos perder. En el atardecer era espectacular con el sol bajo.
Con ello solo nos quedaba Santa Maria Novella, otra catedral que visitaríamos cuando volviéramos de alguna excursión ya que estaba junto a la estación.