Más de Kyoto, Arashiyama, Fushimi Inari y Nara ✏️ Diarios de Viajes de Japon

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20 de mayo de 2008

Hoy de nuevo nos quedamos en Kyoto. A las 9:00h salimos del hotel y tomamos el autobús 207 hasta el templo Kiyomizu-dera. Para llegar hasta él hay que subir una cuesta bastante empinada, bordeada de preciosas casas y tiendecitas. Tanto la calle como el propio templo están llenos de gente, sobre todo escolares, yo diría que hay cientos de ellos. Si no fuese porque me tengo que volver a subir la cuesta, ahora mismo me iba y volvía otro día. La entrada al templo son 300 yenes; aunque el edifico en sí no es una maravilla, su construcción es muy curiosa, ya que está hecha sin usar un solo clavo. Eso sí, desde él se tienen unas vistas magníficas de la ciudad.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Me habría gustado beber agua de la fuente de los tres caños (el de la derecha para la longevidad, el del centro para el dinero y el de la izquierda para ayudar en los estudios) pero la cola es tan grande (ahí están casi todos los escolares) que lo dejo para otra ocasión.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Ahora cogemos el autobús de la línea 206 hacia el templo Sanjusangen-do (500 yenes) en cuyo interior hay una hilera de 1000 imágenes – casi idénticas aunque se supone que no hay dos iguales- de la diosa Kannon. El edificio es la construcción en madera más largo del mundo. Dentro está prohibido hacer fotos, pero yo no pude resistirme, lo siento.

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Luego cogemos la línea 100 hasta el Ginkaku-ji. A pesar de que está en obras, te siguen cobrando los 500 yenes que vale la entrada; por suerte, sus jardines zen y el resto de ellos merecen una visita.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Al salir es la hora de comer, por lo que decidimos hacerlo en algún sitio del “Camino de la Filosofía”, al que nos dirigimos. Craso error, no vemos ni un local de comida en todo el trayecto. Menos mal que el paisaje es una maravilla y vamos bastante entretenidos. Mientras paseamos pasamos por delante de varios templos: Honen-in, Reigan-ji, Eikan-do…Pero la mayoría están cerrados, incluido el Nanzen-ji, aunque de éste último podemos contemplar su magnífica puerta Sanmon y el acueducto.

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Terminado el recorrido, nos montamos en el autobús n. 19 hasta la Sanjo-dori y como tenemos tanta hambre – son las seis de la tarde- nos metemos en el primer restaurante que vemos abierto, resultando ser un español, gallego más concretamente.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Al terminar de comer, muy bien por cierto, hemos seguido caminando por la Sanjo-dori, que termina al final de Teramachi-dori, ya que es la paralela a Shijo-dori e igual de animada y ambientada. De hecho, en la esquina con Pontocho, hay una especie de meeting-point, ya que estaba lleno de jovencitos japoneses.

Damos una pequeña vuelta por allí, ya que bastante hemos andado hoy, pero antes de volver al hotel entramos en un cyber para ver en internet el tiempo de los próximos días, pues queremos ir a Arashiyama. Parece que mañana tendremos sol, así que cambiamos los planes que teníamos. Ahora sí, a dormir que ya va tocando.

21 de mayo de 2008

Efectivamente, el día amanece muy soleado. A las 9:00h, como casi siempre, quedamos y nos vamos a la parada de autobús n.12 en dirección al Castillo Nijo-jo. La entrada son 600 yenes y aquí tampoco se pueden hacer fotos en su interior (no, no tengo ninguna, hay guardias en cada esquina). Mi compi no quiere entrar así que yo me descalzo y me interno en el laberinto de salas que lo componen. En el primer pasillo se encuentra su principal atractivo: el suelo está construido de forma que al ser pisado suena como si fuesen pájaros piando. El objetivo del mismo era avisar si algún enemigo penetraba en el castillo. Por desgracia, hay tanta gente que más que pájaros, parece un gallinero. Incluso hay malagueños por aquí.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Gracias al día soleado, los jardines que rodean el castillo se ven espectaculares.

*** Imagen borrada de Tinypic ***


De nuevo al autobús, ahora línea 9 y hacia la estación. Me pongo a hacer fotos y ¡horror! me quedo sin batería y no traigo la otra cámara, guay. Vamos al andén 33 y allí cogemos el JR Sagano hasta Arashiyama, donde nada más llegar me compro una cámara de usar y tirar (vaya tela, teniendo dos cámaras) por 850 yenes. Aquí de nuevo me sorprendo al ver que los escolares van solos a todas partes. Nos los encontramos por todos lados y rara vez van con un mayor. Normalmente los vemos en grupos, aunque a veces también van solos, incluso bastante pequeños. Eso sí, todos nos miran y nos sonríen y la mayoría preguntan de dónde somos.

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Llegamos a Arashiyama enseguida pero el tren panorámico – Torokko- está cerrado hoy por ser miércoles. En las guías pone que cierra los miércoles en invierno, pero en la estación nos indican que no, que cierran todos los miércoles del año. Así que tomamos otro tren hasta Kameoka. Allí vemos enseguida el itinerario a seguir hasta llegar al punto donde iniciaremos el descenso del río Hozu. Pasamos por un campo sembrado de amapolas que parece un mar, con barquita incluida (a partir de aquí las fotos son de la cámara de plástico).

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El entorno es muy bonito, en plena vegetación. El precio son 3.900 yenes y las barcazas tienen capacidad para 16 personas, más tres remeros que van rotando los puestos, uno de ellos bastante mono. El descenso es bastante light (lo que ya supuse al ver la panda de viejitos que se subían). Por cierto, los que yo llevaba detrás se pusieron bien de sake antes de salir, lo que provocó que uno de ellos se durmiese por el camino, dando cabezazos continuamente contra mi espalda. ¡Cómo hecho de menos mi EOS400D cuando veo los paisajes tan increíbles por los que pasamos! Al menos llevo el móvil, que me sirve para grabar un poco.

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Poco antes de llegar la final del recorrido, se nos acerca una barca-bar, con un montón de cosas para comer y beber, realmente curiosa.

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Tras hora y media llegamos a Arashiyama y como el picoteo nos ha abierto el apetito nos vamos directamente a comer. El entorno es inmejorable, rodeados de naturaleza.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Cuando terminamos de comer decidimos dejar los templos y el bosque de bambú para otra ocasión y aprovechar que hace buen tiempo para ir a Fushimi Inari.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Antes de seguir debo decir que, todas las fotos que pongo de Fushimi Inari, están hechas por mi compañero de viaje, pues la camarita de juguete llegó a su fin al agotar las 27 fotos de las que disponía.
Al llegar a Kyoto tenemos suerte pues el tren para Fushimi sale enseguida (JR Nara Line, plat. 9). En apenas cinco minutos llegamos y nada más salir de la estación encontramos la entrada al recinto del templo, al que se accede de forma gratuita.

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Tras dar una vueltecita contemplando los diversos edificios, ponemos rumbo a la avenida formada por miles de torii, donadas por los comerciantes del lugar para pedir prosperidad en sus negocios.

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El camimo de torii tiene más de 3 kilómetros de longitud, por lo que hacerlo entero requiere bastante tiempo, así como un estado de forma medio en condiciones, pues es todo cuesta arriba.

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Los templos inari están dedicados a la diosa del arroz y el sake y en ellos se encuentran montones de figuritas de zorros, que se consideran los guardianes del lugar. El de Fushimi es el más importate, pero hay unos 30.000 en todo el país.

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A pesar de la subida, pasear por aquí es una delicia. Estamos en medio de un bosque enorme cuyo único sonido es el piar de los pájaros y, de vez en cuando, el “hello” de los turistas –nativos y foráneos- que nos vamos encontrando. Alrededor nuestro se suceden altares que parecen estar repartidos por familias. Todos ellos cuentan con pequeñas figuritas de zorros, esculturas, mini-torii, etc. Pero nos llama mucho la atención uno especialmente, pues parece tener una virgen.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Tras más de una hora subiendo, llega un punto en el que el camino se divide en dos, hacia arriba y hacia abajo. Tomamos este segundo, pues empieza a anochecer y la temperatura está refrescando bastante. El lugar es mágico y me da mucha pena irme. Tengo claro que andar entre torii es una experiencia que repetiré.

Cuando llegamos a Kyoto, de nuevo a Teramachi-dori ¡cómo me gusta esta calle! Mientras cenamos, dejo la máquina revelando y cuando recojo las fotos me quedo flipada, me han cobrado 999 yenes (unos 6 euros) y me han dado las fotos, los clichés y las copias en cd ¡viva Japón!

Al llegar al hotel termino de hacer las maletas, pues mañana las tengo que entregar para que me las envíen al hotel de Osaka.

22 de mayo de 2008

Quedamos a las 9:30h y, tras dejar las maletas (1.270 yenes cada una) para que las envíen a Osaka, vamos a la estación. Tomamos de nuevo la línea JR Nara (plat. 10), esta vez hacia Nara, la antigua capital del país. Nada más descender del tren nos dirigimos a la oficina de información donde nos dan un plano y nos indican que debemos tomar el autobús n. 2 en la parada 1. El trayecto son 180 yenes y hay que llevarlos justos pues se paga al subir y el conductor no lleva cambio. Como la parada donde debíamos bajarnos no se llama igual a como nos habían dicho, cuando nos damos cuenta nos hemos pasado dos paradas, pero no nos importa mucho, pues estamos en un amplio parque donde empezamos a ver los primeros ciervos, que aquí en Nara campan a sus anchas, ya que están considerados los mensajeros de los dioses.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Hay carteles advirtiendo que no se les moleste, pues en ese caso pueden llegar a ser peligrosos, pero yo los vi bastante tranquilos. De hecho, no suelen acercarse a la gente a no ser que te vean comprar galletitas (150 yenes) en los quioscos establecidos para tal fin. Es acercarte a ellos y ya los tienes a todos alrededor pidiendo; además saben mucho, los que están a mi espalda me dan golpes con la cabeza y me tiran del jersey como diciendo “oye, que yo también estoy aquí”. Eso sí, en cuanto se te acaban, dan media vuelta y se alejan. Aunque debo decir, que uno de ellos se llevo medio plano en su boca.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Mientras vamos andando hacia el templo Todai-ji, el primero que visitaremos hoy, se me acerca un grupo de escolares que me piden que pinte de rojo, en un mapamundi que tienen en la mano, el país del que vengo. Nada más empezar a colorear, uno de ellos grita emocionado ¡Spain!

Al igual que en el resto del país, aquí hay unos cuervos enormes paseando entre la gente. Pero diría que éstos son los más grandes que he visto.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Tranquilamente y disfrutando del paseíto, llegamos al Todai-ji (600 yenes), que es un enorme y precioso templo, el edificio más grande del mundo hecho en madera, a pesar de que su tamaño actual es sólo dos tercios del original. Y no es para menos, teniendo en cuenta que su interior alberga la escultura de Buda más grande de Japón.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

Junto a Buda se hallan dos “seres iluminados” así como una gran variedad de “guardianes celestiales” y una maqueta del recinto. También hay una columna de madera con un agujero en su parte inferior, por donde los escolares pasan una y otra vez, pues da suerte. Yo me quedo con las ganas porque, aunque soy pequeñita, no me termino de atrever, por si me quedo encajada.

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Salimos del Todai-ji hacia la izquierda y vamos caminando hasta el santuario Nigatsu-do, encontrándolo cerrado al igual que el Sangatsu-do.

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Andando, andando, llegamos al gran santuario Kasuga Taisha, pero de nuevo mala suerte pues su edificio principal se encuentra cerrando al estar celebrándose una ceremonia en su interior. A través de unos pequeños televisores que hay fuera, vemos que se trata de una boda. A pesar de ello entramos al recinto (500 yenes) y disfrutamos con sus largos corredores llenos de linternas de bronce y con el resto de edificios.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***

Justo de frente a la salida nos encontramos el camino que lleva hasta el templo Kofuku-ji, pasando por la enorme Ichino-torii. Como estamos junto al distrito Naramachi, antiguo barrio de mercaderes con casitas de madera, aprovechamos para comer. Me hace gracia que justo al lado se encuentra el estanque Ara.

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Una vez repuestas las fuerzas, continuamos camino hacia el Kofuku-ji, al que llegamos tras subir una amplia escalera. El recinto – abierto y gratuito- inicialmente estaba formado por más de 150 edificios, de los cuales sólo quedan unos pocos que, además, hoy están cerrados. Entre ellos destaca la pagoda de cinco pisos.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

De nuevo aquí se nos acerca un grupo de escolares que traen en la mano una chuletilla en inglés. Leyéndola me preguntan si me pueden hacer unas preguntas, les contesto que sí y, tras ponerse muy contentos, me “interrogan” solicitándome nombre, país de nacimiento y varias cositas más. Al final me piden si me puedo hacer una foto con ellos ¡yo encantada! Además aprovecho para hacer una yo también. Si no fuese por los rasgos, sería difícil saber quién soy yo, pues tengo su mismo tamaño.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Hoy también hemos tenido suerte con el tiempo así que nos vamos andando hasta la estación, a través de calles estrechas y muy animadas. Tomamos de nuevo la JR Nara Line (plat. 5) y al pararse el tren en Fushimi Inari he estado a punto de bajarme y hacer las fotos que ayer no pude, pero me ha dado un poco de pereza. Al llegar a Kyoto, nos hemos sentado un rato en el Starbucks junto a la estación, para descansar un poco y ver el ambientillo de la ciudad, pues es nuestra última noche aquí. De camino al hotel, entramos en un super a por las cosas del desayuno de mañana. Como es temprano, le pido la tarjeta de su cámara a mi compi y me bajo a descargar las fotos de ayer en mi pen.

Kyoto es una ciudad fascinante y se ha hecho con el número uno de mi ranking de “ciudades favoritas” desbancando de ese puesto nada menos que a París.
*** Imagen borrada de Tinypic ***

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