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Como salimos un poquito más tarde ese día no nos entretuvimos y compramos algo de desayuno en el deli de enfrente (al final en el apartamento no llegamos ni a desayunar).
Aprovecho aquí para comentar algo sobre los delis (abreviatura de Delicatessen). Cuando preparaba el viaje no terminaba de tener claro que eran. Son locales donde sirven las comidas para llevar (tienen bastante variedad a buenos precios), pero algunos de los más famosos son restaurantes normales y corrientes aunque se llamen delis. Al menos esto fue lo que nosotros sacamos en claro .
Cogimos el metro hacia Washington Square Park. Es bonito, aunque a primera hora de la mañana no tenía el ambiente que habíamos visto en tantas fotos.
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El primer barrio que nos pateamos fue Greenwich Village, a cinco minutos andando de Washington Square. De camino vimos el Jefferson Market, un edificio muy bonito que pese al nombre es una biblioteca. Su historia tendrá
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Ni el Upper West Side que habíamos visto el día antes, ni el Upper East Side que veríamos el último día: durante el paseo por Greenwich Village decidimos que habíamos encontrado nuestro barrio neoyorkino preferido para vivir .
Seguimos soñando un rato mientras paseábamos por allí cuando pasó a nuestro lado una muchacha que les explicaba a los que estaban con ella algo descorazonador para nuestros planes de futuro : al parecer los apartamentos (y decían que eran pequeños) que hay en este edificio cuestan cuatro millones de dólares. Cachís, si hubiera sido solo un millón nos lo habríamos planteado .
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Pasamos por la casa de la protagonista de “Sexo en Nueva York”, 66 Perry St (aunque no vemos la serie la zona es preciosa). Los vecinos han puesto una cadena para recordar que allí vive gente de verdad .
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También nos acercamos al Magnolia Bakery (401 Bleecker Street and W. 11th Street): una magdalena había que tomarse para poder opinar sobre si están sobrevaloradas o no y ya puedo decir que las de chocolate en absoluto .
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Sí que soy fan de Friends, así que ni que decir tiene que esta parada en Grove St era obligada
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Una de las últimas paradas en Greenwich Village fue delante de esta casita, la más estrecha de NY (75 1/2 Bedford St).
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Del tranquilo y bohemio Village pasamos al Soho, conocido como el distrito de hierro forjado por la cantidad de edificios de este estilo que tiene. Allí ha habido todo tipo de vecinos, en resumen: hasta mediados del siglo XX fueron edificios industriales, en los años 60 llegaron los artistas que ocuparon los edificios y los convirtieron en lofts que servían a la vez de taller y vivienda. Y por último en los 90 parejas jóvenes adineradas y boutiques reemplazaron a los artistas y convirtieron el Soho en la zona exclusiva que es hoy.
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Y tan exclusiva, no pude resistir la curiosidad de preguntar el precio de una camiseta en Ralph Lauren para un regalo especial que tenía que hacer....y salí de allí escopetada
Incluso en el Soho mirar y pasear es gratis y eso fue lo que seguimos haciendo durante un rato porque la arquitectura nos encantó :
El matrimonio famoso de edificios de Green St: El King y el Queen
El King
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Y “la” Queen, que es el edificio gris del medio
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Si con solo bajar del metro el día anterior en Harlem había tenido la sensación de cambiar de ciudad, esta vez no tuvimos ni que coger el metro: pasamos de los edificios de hierro forjado del Soho a Chinatown sin apenas darnos cuenta.
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No nos entusiasmó para nada Chinatown (el barrio chino de Bangkok nos gustó mucho más), pero esa sensación de haber cambiado completamente de ambiente en apenas un momento sí que mereció la pena .
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Llevábamos apuntado un sitio para comer que no encontramos (no creo que fuera culpa nuestra, estos chinos neoyorkinos tienen muy desordenados los números de las calles ) pero vimos un sitio lleno hasta los bordes de lugareños y pensamos que por algo sería. Acertamos, lo que comimos estaba bueno y además nos reímos bastante intentando entendernos con el camarero que hablaba bastante mal inglés .
Nuestra próxima parada era el barrio de Williamsburg en Brooklyn. Si cogíamos la línea marrón del metro allí en Chinatown desde Canal St solo eran tres paradas hasta la Avenida Marcy (justo después del puente de Williamsburg ), y no nos llevaría mucho tiempo.
Al final tardamos un poquito más de lo previsto por mi culpa . En uno de mis despistes inexplicables hice algo extraño al empujar la puerta giratoria de acceso al andén que se bloqueó y no pude pasar. Al intentar meter la metrocard de nuevo no funcionaba, ponía “Just used”.
Como no nos apetecía pasar la tarde dentro de la estación de metro, le dimos al botoncito de atención para usuarios torpes. Le contamos la película al señor que contestó y en el preciso instante en el que el buen hombre nos explicaba por el interfono lo que teníamos que hacer pasó el metro haciendo un ruido infernal y no escuchamos lo que nos decía.
Aquello fue de coña porque lo intentamos dos veces más y cada vez que el hombre abría la boca llegaba el metro y no nos enterábamos de nada . Finalmente nos consiguió explicar a gritos que teníamos que esperar 6 minutos antes de volver a introducir la tarjeta. Si se os bloquea la tarjeta no la paséis una y otra vez, hasta que pasen seis minutos no hay nada que rascar.
Contra todo pronóstico conseguimos volver a utilizar la metrocard y llegar a Williamsburg, el barrio donde viven los judíos ultraortodoxos. Era algo que tenía curiosidad por ver y no me servía que me lo contaran otros.
En cuanto a la experiencia allí, comprendo que no les guste que haya gente que se presente allí sacándoles fotos en sus narices, de hecho nosotros ni sacamos la cámara porque opino que la curiosidad debe acabar donde empieza el respeto y éramos perfectamente conscientes de que eso les molesta.
Ahora bien, no creo que faltemos al respeto a nadie por el simple hecho de pasear por una calle en Nueva York y sin embargo no nos sentimos del todo cómodos allí, fue justo la sensación opuesta a la que habíamos tenido el día anterior en la misa gospel.
Los judíos de Williamsburg son jasídicos satmer, procedentes de Rumanía y Hungría. Al doblar una esquina nos encontramos a un grupo muy numeroso congregado a las puertas de un edificio: los hombres y niños a un lado de las escaleras y las mujeres y niñas al otro.
Llamaba la atención ver a los chiquillos de corta edad con los tirabuzones y la kiphá (el sombrerito). Las mujeres llevan pelucas (únicamente pueden enseñarle el pelo a sus maridos en la intimidad y según creo las húngaras incluso se lo rapan al casarse). Algunos hombres llevaban shtraimel, el sombrero típico del sabbath a pesar de ser lunes.
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Cogimos el metro de vuelta a Chinatown para dar un paseo por lo poquito que queda de Little Italy (por si queda alguien que no lo sepa, están literalmente invadidos por los chinos y si no fijaros en el letrero del edificio que está detrás del cartel de Welcome to Little Italy ).
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Sacamos la típica foto del edificio con los colores de la bandera italiana
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Esta otra que nos hizo gracia
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Y nos concentramos en el principal motivo de nuestra visita al barrio: buscar una pastelería para probar los cannolis (unos dulces que salen muchas veces en la serie de Los Soprano, de la que somos muy fans ). Al día siguiente íbamos a probar los del barrio italiano de Boston que tienen mucha fama, pero teníamos que comernos estos también para poder comparar. Resulta que los había de tres clases y claro, nos vimos en la penosa obligación de probar uno de cada .
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Mientras los tomábamos el cielo empezó a ponerse feísimo, y nos dimos prisa en volver al Soho para pasear un poco más por allí.
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Aguantó un poco, pero media hora más tarde empezó a llover y lo consideramos una señal divina clarísima para que aprovecháramos e hiciéramos algunas compras , porque no volvimos a ver la lluvia en todo el viaje. Libros e imanes aparte en el tema compras hemos suspendido seguro , pero al menos el par de horitas que duró el chaparrón los aprovechamos para comprarnos dos pares de Levi’s cada uno y algunos regalos para los demás. Los Levi’s los compramos a buen precio en una tienda OMG que nos pillaba a un paso de donde empezó a llover.
Después volvimos a la zona de Times Square para seguir haciendo algunas compras y ya que estábamos nos acercamos a la tienda de regalos del Rockefeller Center.
De camino pasamos por la tienda de los M&M para ver los expendedores enormes y sacar la foto friki del Tony M&Manero .
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Como apenas habíamos probado bocado en todo el día, tomamos la cena más ligerita de todo el viaje : no podía faltar el sandwich de pastrami del Carnegie Deli (en la 7ª Av con la 55 th) que habíamos visto en un programa de Planeta Finito en el que salía Flo. El sitio está lleno de fotos de famosos valientes que se han atrevido con el sándwich y nosotros no íbamos a ser menos que ellos , así que le echamos valor y pedimos uno para compartir con queso.
Esto fue lo que nos trajeron :
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Os aseguramos que debajo de esa montaña de queso y pastrami (un tipo de carne mechada con sabor ahumado, diríamos nosotros) había una rebanada de pan, por si alguien duda de que sea un sandwich .
Aquí ya quedaba poco para rendirme
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Cuando lo vimos no podíamos aguantar la risa y el camarero también se reía con nosotros, pero no por el pastrami, sino porque le hacía gracia mi camiseta .
Al día siguiente teníamos que madrugar mucho porque el autobús a Boston salía a las 6:30 de la mañana, pero estábamos muy cerca de casa y el pastrami necesitaba su tiempo para ir bajando así que cruzamos a un pub irlandés muy animado que había enfrente para ayudarlo a bajar con una buena Smithwick (en honor a Gasolines ) antes de irnos a dormir.
Notas:
www.magnoliabakery.com/
www.omgjeans.com/store-locator.html Hay varias tiendas OMG en Manhattan.
www.carnegiedeli.com/home.php