05:50, y ya estaba sonando el despertador. En esta ocasión, la furgoneta-taxi que nos recogía para la excursión hacía su primera escala en nuestro hotel, y a las 06:40 ya estaba esperando en la puerta del lobby. Antes, había que pasar por el snack bar 24hrs a desayunar algo, ya que el buffet principal no abría hasta las 7 am.
Por delante un largo camino pasando por el hotel de Xcaret a recoger al resto de la excursión (los mismos que habíamos hecho la anterior dos días antes), y más de 115 km hasta Puerto Juárez, al norte da Cancún donde nos recogía una lancha para llevarnos a Isla Mujeres. Allí conocimos a Juan Carlos Hedding, que aprovecho para ir de excrusión también con su hija, su hermana y su sobrino.
Una vez en el puerto, compramos una botella de ron en un Oxxo cercano para amenizar el día en la isla, y a embarcar en nuestra lancha. Afortunadamente tenía techo, así que evitamos pegarnos la primera insolación del día.
GALEÓN EN PUERTO JUÁREZ
EMBARCANDO
La lancha no era la más veloz del caribe, imagino que por seguridad y para no asustar a nadie a pantocazos, o quizá el motor no daba para más, así que el viaje se hizo algo largo, quizá 30 o 40 minutos. La verdad es que viendo el mar azul, se te olvida lo que es el tiempo, así que procuramos disfrutar del entorno mientras el resto de barquitos nos iban pasando por los lados
Y por fin llegamos a Isla Mujeres, atracando en unos muelles en la zona norte de la isla, donde se concentra la mayoría de viviendas. Lo primero que asombra ver es que para nada es un sitio tranquilo y descivilizado. Coches, tiendas, gasolinera, mucha gente....y por supuesto carritos de golf, ideales para conocer la isla.
LLEGANDO
Allí alquilamos 3 carritos de golf por una hora para recorrer la isla. (salen a 180 pesos la hora, y también se pueden alquilar el dia completo), y salimos dirección sur a recorrernos la isla entera hasta el final de la misma. Paramos en un primer punto, junto a un aeropuerto militar donde nos hicimos unas fotos con un monumento al tiburón ballena, y seguimos la marcha.
El camino realmente no es gran cosa, íbamos por una carretera llena de badenes que obligaban a frenar casi en seco, y al ser una carretera por el interior, no podíamos disfrutar de las vistas. Eso si, la diversión venía del pique que llevábamos con los carritos, a unos 40 km/h de velocidad
DANDOLE GAS AL CARRITO
Después de aproximadamente 20 minutos, llegamos a la punta sur de la isla. Es una zona de acantilados de unos 8 metros, y pradera rocosa con diferentes monumentos y esculturas dedicadas a la diosa Ixchel. Hay que pagar por entrar, creo que 30 pesos, pero como íbamos con el tiempo justo, lo vimos desde fuera. Mirando hacia Cancún desde allí se puede apreciar una de las vistas más espectaculares, y es esa mezcla de colores azules, en lo que parece, según Juan Carlos, que un pintor ha tirado un cubo de color azul turquesa sobre otro de azul oscuro.
PUNTA SUR
AZULES ESPECTACULARES
Por allí hay varias esculturas, una de ellas dedicada a las iguanas, el animal más común de toda la zona, y por supuesto, a la diosa Ixchel.
Ya tocaba volver a devolver el carrito (es lo malo de esta excursión, que entre ir a la punta sur y volver, ya son casi 45 min), aunque esta vez la vuelta fue por otra carretera menos transitada, que iba paralela al mar por la vertiente norte. Zona con buenas casa (chalets mejor dicho), que contrastaban con barrios más humildes.
Una vez devueltos los carros dimos un paseo por el pueblo (corto, ya que el sol apretaba y teníamos muchas ganas de playa), y a embarcar de nuevo, esta vez a la punta norte, donde había una gran piscina natural de agua turquesa, y no más de un metro de profundidad.
Y en efecto....llegar allí y ver esta imagen, era sentirte en el auténtico caribe.
Estuvimos casi una hora por alli chapotenado, buceando por una zona de rocas cercana, viendo erizos, estrellas de mar...y hasta rayas!! Todo amenizado con un poquito de ron para animar bien el día.
De allí pasamos a otra zona esta vez con más profundidad para hacer snorkel. Minutos antes, una típica nube caribeña de formación ultra rápida empezó a descargar con fuerza sobre nosotros como si tuviera que soltarlo todo en 5 minutos. Dentro de la lancha se estaba "algo" a cubierto, pero el mejor lugar para pasar el chaparrón era dentro del mar, así que gafas, tubo, aletas...y abajo.
Por exigencias de no se quien ahora mismo, es necesario hacer snorkel con un chaleco. Quizá por seguridad, pero más pensado para que nadie descienda a los fondos y se lleve algo que no debe. Son zonas protegidas y hay que respetarlas. Junto a las zonas más rocosas pudimos ver peces de todo tipo, estrellas, esponjas, barracudas....y hasta una virgen!!. Es un recorrido acotado por boyas, y casualmente con una corriente fuerte a favor. Eso si, como intentes volver lo llevas crudo. Con la corriente y el chaleco, se hacía imposible. Solo había que dejarse llevar, y disfrutar.
Y por fin llegó la hora de comer. Atracó la barca en otra zona (la verdad es que la cara este de la isla son todo embarcaderos) justo frente al restaurante. Allí mismo, y en una zona acotada, tenían dos tiburones gato (quizá algo drogados ) para hacerse foto con ellos. No hay que pagar, aunque piden la "voluntad recomendada" de 15 pesos. Algo "barato" solo por tener cerca un bicho así.
Mientras se hacía la comida, aprovechamos para visitar la Tortugranja, a apenas 100m de allí. Es un mini acuario por así decirlo, con diferentes tipos de tortugas, de todos los tamaños desde las recién nacidas hasta las más grandes que estaban en una zona acotada fuera en el mar, zona con cientos de nidos esperando eclosionar, peceras con rayas, pulpos, peces exóticos, caballitos de mar, y una bañera abierta donde un hombre muy simpático (todo un lobo de mar retirado) nos sacó estrellas, erizos, y una graciosa cacerola de mar (cangrejo herradura), animal curioso que tiene por ejemplo la sangre azul, y que dicen que puede frenar el VIH al ser un coagulante de toxinas. Nuevamente, toda una bonita experiencia.
De vuelta al restaurante ya estaba todo preparado para disfrutar del pescado tikin xic (estaba incluído en el precio de la excursión, solo se pagaban aparte las bebidas).
Nos lo sirvieron en unas bandejas donde habían además otros ingredientes, y por supuesto tortitas para hacer fajitas para el que quisiera, yo uno de ellos. Creo que repetí dos veces bandeja, y con casi más de 10 fajitas, debo reconocer que me gustó.
Una hora de descanso, donde ya buscábamos las sombras más que el sol, y vuelta de nuevo con la lancha a la península (si, como España). Nuevamente viaje lento y largo, pero ameno mirando la infinidad del mar azul.
Una vez en tierra, nos dimos un agua en unas duchas que habían junto al embarcadero para quitarnos la sal, y vuelta a la furgoneta. Siguiente parada, Mercado 28 de Cancún, a seguir con las compras.
Un mercado orientado 100% al turista, con venta de regalos, joyería, artesanía y adornos típicos, y por supuesto, donde hay que regatear mucho. Yo personalmente odio regatear, se que al final me lo voy a llevar, pero me agota estar 30 minutos en un sitio para que al final me lo deje a mitad de precio. El mercado en sí es un sitio chulo, muy estrecho y por supuesto con mucho calor. Al ser 8 los que íbamos, nos movimos poco y no pudimos ver mucho, pero hicimos bastantes compras conjuntas en la apenas hora de tiempo que teníamos..
Finalmente, agotados de regatear y con un golpe de calor, conseguimos comprar el grueso de regalos a buen precio trás negociaciones y volvimos a la furgoneta a hacer la vuelta al hotel (110km)
Una vez allí, descanso y a cenar al primer temático, que curiosamente, no era el que habíamos reservado. La chica que nos hizo la reserva el primer día se hizo un buen lío, y al final nos cruzó todas las reservas de la semana, con lo que nos presentamos en en gourmet, cuando la reserva era en el de pescados. Esa primera noche nos dio igual, fuimos al "Frutos del Mar", donde por cierto cenamos de maravilla y en una excelente situación junto al mar, pero nos molestó bastante el tremendo error, así que a la mañana siguiente acordamos ir a quejarnos y que nos dieran el orden que habíamos elegido el primer día.
Una de las muchas casualidades del mundo quiso que allí en el restaurante me encontrara a mi primo y su mujer, que casualmente viven en Madrid a escasos 20 km de nuestra casa y al que veo más bien poco. Llegaron un día después que nosotros y se hospedaban en el BP Tulum, así que le dije que ya quedaríamos un día allí para vernos, porque esa noche ya se iban a dormir.
Trás la cena, fuimos a tomarnos una copa a la discoteca de la Hacienda, de donde salimos escopeteados. Mala música, poca gente y llena de niñatos. En fin, la experiencia de la discoteca "Congas" del Bahía Principe de Punta Cana nos hizo pensar que sería igual, pero no. Así que a la 1 a la cama, y a descansar del agotador día.