Como comenté en la etapa anterior habíamos hecho un cambio de planes debido a que no habíamos podido mandar las maletas a Tokyo. En un principio íbamos a visitar Nara y luego ir a nuestro hotel en Osaka, pero al ir cargados con las maletas decidimos ir primero a Osaka, dejar las maletas en el hotel, y después ir a Nara.
El día había amanecido muy lluvioso, prácticamente diluviaba, y es que luego nos enteramos que había un tifón, fue uno de los días que más nos llovió del viaje, y la verdad es que ir cargados con las maletas y el paraguas era lo peor, menos mal que en Shinkansen desde Kyoto a Nara era un momentito.
Al llegar a Osaka vimos que teníamos que coger el metro para llegar a nuestro Hotel, eran unas pocas paradas y al llegar estaba cayendo una verdadera tromba, así que nos tuvimos que refugiar debajo del toldo de una tienda hasta que amainara un poquito. En cuanto paró nos fuimos directos a nuestro hotel, era el Cross Hotel, un hotelazo de cuatro estrellas que nos había salido muy bien de precio ya que lo pillamos en una pagina de Internet que te ofrecía hoteles sorpresa a buenos precios.
La verdad es que al entrar chorreando y cargados de maletas pensábamos que en un hotel de tanto nivel nos iban a mirar mal, pero no contábamos con la educación japonesa, ni nos pusieron caras raras ni nada, fueron todo amabilidad, guardaron nuestras maletas porque no se podía hacer el check in hasta las 12 y nos dieron una ficha con un número para localizarlas luego.
También nos informamos de como llegar a Nara y resulta que desde la misma estación de metro a la que habíamos llegado al hotel, tras cruzar un centro comercial se llegaba a Nara con un tren local.
Mención aparate merece la parada de metro de Osaka que nos pillaba más cerca del hotel, la estación de Namba, tenia un centro comercial en su interior con un laberinto de calles repletas de tiendas y restaurantes, todo a la última, bastante parecido a Tokyo, los lavabos tenían como tres partes ponías las manos en la primera y salía agua, luego en la segunda y te salía jabón y en la tercera te las secaba.
De aquí cogimos el tren local y nos fuimos para Nara, la verdad es que el tren era un poco incomodo para lo que es normal en Japón, pero el trayecto era muy corto y nosotros estábamos más preocupados por el tiempo, que no nos daba tregua.
Al llegar a Nara, y como no queríamos estar todo el día, decidimos ver lo básico básico, es decir la zona de nara-koen con el gran buda y el templo Kasuga Taisha. Nos informamos en la estación de tren y después de ver que autobús nos dejaba más cerca decidimos coger uno que nos dejaba en el templo Kasuga Taisha.
Al llegar a la zona del templo seguía lloviendo mucho así que pasamos por las amplias calles del parque lo más rápido que pudimos, una pena porque lo que podíamos ver desde el camino era muy bonito.

El templo en si nos gusto bastante, con una sala muy oscura ( lo único bueno que tuvo la lluvia porque así el día estaba más oscuro y resaltaba más la sala) llena de linternas encendidas,


Cuando ya salíamos del templo paró de llover y pudimos aprovechar para poder dar una vuelta por el precioso parque de Nara-koen. Aquello era muy bonito con grandes explanadas de hierba que contrastaban con los caminos boscosos que las rodeaban, y por supuesto los ciervos que te encontrabas a cada paso. No pudimos resistirnos al ver un cartel que ponía casa de los ciervos, fuimos a ver que había allí.







Compramos las galletas y mientras las comprábamos ya teníamos a unos cuantos alrededor pegándonos golpecitos con el morro, pero al oír el ruido de las galletas al partirse, los que había cerca se volvieron locos y vinieron todos y nos rodearon, mientras le dabas a uno los otros te estiraban de la camiseta, te empujaban y se te restregaban, y como estaban empapados y llenos de barro por la lluvia nos pusieron perdidos, pero fue una experiencia muy divertida.




Salimos del hotel, y aunque habíamos pensado ir a ver el acuario o el edificio Umeda Sky cuando vimos el ambiente tan animado que había en Dotombori decidimos pasar toda la tarde empapándonos de él.




Una cosa curiosa es que vimos bastantes puestos con zapatillas deportivas muy bien de precio, yo no entiendo mucho de marcas, pero había zapatillas quicksilver a 12 euros, intenté comprar unas, ya que las mías después de dos tifones estaban bastante destrozadas, pero fue imposible encontrar nada de mi talla, gasto una 44, una pena.
Estuvimos toda la tarde y parte de la noche andando por esta zona y probamos las deliciosas Tako-yaki (bolas de pulpo), hicimos las últimas compras y nos volvimos al hotel para darnos un buen baño y disfrutar de la vista de Osaka.

En la cama pusimos la tele y había una especie de documental en Inglés que te explicaba un poco como era la ciudad de Osaka, y la verdad es que había muchas cosas para ver y nos quedamos un poco tristes por no haberle dedicado más tiempo y es que el ambiente que habíamos visto era excepcional y nos habíamos dejado mucho por ver.
Dejamos las maletas bien preparadas y nos fuimos a dormir ya que al día siguiente teníamos que darnos un buen madrugón para ir hasta Tokyo y aprovechar nuestro último día en este país tan maravilloso.