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El recorrido de hoy iba a ser largo y por eso quedamos para desayunar a las ocho. Allí nos sentamos a desayunar en las mesas del patio que a esta hora están a la sombra. Los sirven los dos hijos. El desayuno es sencillo pero abundante: huevos duros, fiambre, pan, zumo de manzana y café. No podemos con todo.
Cargamos el coche y sobre las nueve salimos con dirección Ston en Croacia. El plan es fotografiar las murallas y seguir hasta Orebić.
Cuando recorremos la zona más nueva de Mostar en el camino de salida, volvemos a pensar en lo que han pasado esta gente y nos hacemos solidarios de ellos y quisieramos que puedan salir adelante y entren pronto en la Comunidad Europea. Por cierto, es curioso, que en las matrículas de Croacia los coches nuevos llevan la matrícula europea con la banda azul izquierda,con la HR de Croacia y las estrellas, casi estrenando pues pertenecen a la Comunidad Europea desde el 1 de julio de este año. Bosnia, tiene los coches ya con la matrícula europea, con BiH. Pero como no pertenecen a la Comunidad, no llevan estrellas. Creo que con eso y el que admitan euros, indican que tienen muchas ganas de que ocurra.
El GPS nos marcaba la ruta hasta Metković (frontera), tomar la Jadranska Magistrala y seguir la costa, cruzar la frontera y entrar en Bosnia, recorrer su única salida al mar, y pasar de nuevo la frontera. Nos dijimos ¡Mi madre, pasar tres fronteras seguidas! ¿Y si pasa como en Vrgorac? Las alternativas eran: Una, coger un ferry en Ploce que acorta el camino que queríamos, pues lleva a Trpanj (¡No se asusten se lee Terpani!), a media hora de Orebić. Pero entre esperar, el horario y lo que tarda, sólo se ahorra kilómetros. O dos, meterse por el interior de Bosnia y pasar la frontera por Imotica. Pero viendo las carreteras bosnias y en Google como es el paso fronterizo aquí, llegamos a la conclusión: ¡Batamos nuestro record Guinness de paso de fronteras en un día! ¡El GPS manda...!
La carretera que lleva pues hasta Metković está muy bien y sigue el curso del Río Neretva que desemboca precisamente en Ploce en un delta. El paso fronterizo no tiene nada que ver con el de Vrgorac. Y aunque se forma cola, pasamos bastante rápido. De nuevo en Croacia la carretera sube para superar la estribaciones montañosas que acompañan a la costa y permite ver los campos cultivados del delta. Cuando se llega a la costa se ve el llamado Canal del Neretva, que separa el continente de la Península de Pelješac (Pelyechac). Realmente bonito.
Volvimos a cruzar la frontera y aquí la cola era bastante larga pero, como la anterior, tiene apartados para los autobuses y varías vías, algunas exclusivas para los los viajeros de la Comunidad Europea, y el ritmo es mejor.
Estabamos de nuevo en Bosnia. Son unos 22 kilómetros de costa que divide Croacia (por ello se está dando vueltas a la idea del llamado Puente de Pelješac, que saltaría a la Península sin cruzar Bosnia). La única ciudad costera de Bosnia es Neum por donde pasa la carretera. Es turística totalmente y el ambiente no se diferencia de lo que se ve en Croacia. Para que se hagan una idea tomo otra foto prestada:
Volvimos a pasar la frontera y otra vez a Croacia. Entre todo habíamos perdido bastante tiempo de parones y queríamos llegar a Orebić antes de la 13 horas, pues después había un parón de una hora en el traslado a Korčula. Por tanto, cuando llegamos a Mali Ston (donde nos hubiera gustado tomarnos unos mejillones u ostras), donde se ven las plataformas de mejillones, y Ston (la foto de la muralla) lo dejamos para la vuelta y no paramos. Lo que si vimos fueron los visitantes caminando por la muralla, que recuerda a la china, y nos pareció una locura con el calor que hacía a esa hora.
Seguimos pues la ruta atravesando la Península de Pelješac. La orografía de la Península forma como una U con elevaciones en los extremos y plana por medio y por tanto la carretera es de lo más variado. La carretera pasa por zona de viñedos, con bodegas por todas partes, que hacen el vino de uva original de la zona, olivares, montaña y costa. Nos gustó recorrerla.
Finalmente llegamos a Orebić y faltaban 10 minutos para la una. Entramos en la zona de aparcamiento. Punto 42° 58.4956' N,17° 10.4523' E. Y tuvimos una vez más suerte y encontramos sitio. Pagamos al encargado 4 horas de aparcamiento: 8 kunas/hora. Y buscamos la salida del ferry.
Aquí debo explicarles una cosa: Para ir a Korčula, en verano, hay dos posibilidades: Una, el ferry de Jadrolinija que lleva pasajeros y coches y otra, unos barcos (que luego resultaron barcazas a motor) que llevan solo pasajeros.
El primero es cada hora, pero lleva hasta Dominče, a dos kilómetros de la Stari Grad (Ciudad Vieja) de Korčula y habría que coger un taxi, si no llevas coche, para ir a la ciudad vieja. Y los otros, que también salen cada hora (pero saltan de la 13 a las 15 horas), que te dejan directamente en la Ciudad Vieja.
Vimos la cola de coches para el ferry y preguntamos en la taquilla por los otros barcos y resulta que era al lado de donde dejamos el coche. Así que llegamos con la lengua fuera justo a la una cuando empezaban a subir los pasajeros. Se paga a bordo: 15 kunas por pasajero/trayecto. Pero al fín estabamos rumbo a Korčula.
Como el sol apretaba de lo lindo, como era habitual todos los días, el paseo por el tranquilo brazo de mar que separa Orebić de Korčula, es de lo más agradable. Ibamos en los asientos exteriores pegados a la proa, viendo acercarse la isla y alejandose la vista de la costa peninsular. Nos sentíamos como esos propietarios de yates que luego vimos pasar tomando el sol desde sus embarcaciones. ¡Soy culpable, lo siento, lo pensé! ¡Pero fue solo un momento! ¡Me encantaría ser millonario y poder pasear en mi yate por estas costas...!
No llegó ni a media hora el viaje. Desembarcamos en el muelle pegado a las murallas de la Ciudad Vieja y directamente nos fuimos a buscar un restaurante en el paseo marítimo que mira a Orebić. Lo encontramos. Se llama la Konoba Morski Konjic (que significa caballito de mar). Entre el lugar, las vistas, el fresquito asombroso que había allí y la comida estupenda ¡Ni me acuerdo de la comida! Me volvía ese malévolo pensamiento recurrente: ¡Quiero vivir así todo el año! El precio si lo recuerdo ¡Guardo la factura! Fueron 407 kunas. ¡Sí, era más caro que en los demás sitios, pero cuatro personas...! Me consolé: no hay que ser rico para disfrutar...
Empezamos después el recorrido. La entrada por la Torre Veliki Ravelin (La Gran Ravelin)
La Catedral de San Marcos
El nombre de la Catedral y la existencia en la isla del apellido Polo fue suficiente para crear la idea de que el Marco Polo nació aquí. Existe incluso la llamada casa de Marco Polo. Pero no se ha podido ratificar documentalmente esa idea, pero es bonita que el famoso explorador no hubiera nacido en Venecia, sino en uno de sus territorios.
La Stari Grad tiene la curiosidad de tener la forma de pez con las calles curvadas como si se tratara de su raspa. Es la forma de no sufrir los vientos que soplan por estos pagos.
Tras disfrutar de sus callejuelas y el ambiente tan especial, tomamos el barco de vuelta a Orebić.
Llegamos viendo la playa y el ambiente veraniego total reinante, así que decidimos ir a bañarnos. En principio dijimos de ir Žuljana, que estaba en el camino, pero desviándose, pues algún bloguero la recomienda encarecidamente en su diario. Y con esa idea ibamos cuando pasamos por Drače, cuya playa está lindando con la carretera y no había sino unos chiquillos bañándose. Y no lo pensamos más, paramos el coche, en la misma orilla. Nos cambiamos. Nos pusimos nuestras zapatillas. ¡Y al agua! Parecía una piscina, pues el mar estaba plano como un plato, el agua clara y nada fría y las vistas magníficas.
Tras quedarnos fresquitos. Era sobre las 5 de la tarde, retomamos el camino hacia Ston. Una foto rápida a las murallas
y camino a Dubrovnik. Final de nuestra ruta y viaje. Y de la que hablaremos mañana.
Habíamos quedado con la propietaria, Ana, a las ocho. Era sobre la siete cuando llegabamos. Como quedaba tiempo primero echamos gasolina pues el depósito estaba casi seco, pero desde Ston no hay gasolineras en toda la carretera ¡Así, que cuidado! Nos acercamos a las murallas de la Ciudad Vieja con el coche, sin parar, y luego nos fuimos al supermercado Konsum a comprar las cosas necesarias para las comidas que nos quedaban. Y finalmente nos dirigimos al apartamento. El elegido fue una casa sita en Zagrebacka Ulica, que alquilamos a través de www.budgetplaces.com pues salía más barato. Las fotos no engañaban. Fue 70 € por noche. Estuvimos dos. Como dicen está a quince minutos andando de la Ciudad Antigua. Y con parking (no tocaremos el coche hasta pasado mañana). Y el supermercado esta a 500 metros. ¡Para Dubrovnik, en estas fechas me pareció perfecto!.
Tomamos posesión de la casa y tras el largo recorrido el resto del día lo dedicamos a descansar.
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