El plan para hoy es visitar la Explanada de las Mezquitas.
Nos levantamos a las 5.30am para poder desayunar cuando abre el restaurante en el hotel a las 6.30 y tomar algo rápido. No queremos que se haga una fila como la que vimos hace un par de días. Al final entre pitos y flautas llegamos a la zona de entrada y ya hay fila; al final hacemos una hora aproximadamente de cola.
La única puerta de acceso se encuentra a la derecha del Muro de las Lamentaciones y se accede a la Explanada a través de un puente por encima del mismo. Llama la atención que la entrada también está controlada por el ejercito israelí y hay que pasar un control de seguridad para acceder a la zona.
Una vez dentro realmente solo se pueden ver los edificios por fuera ya que solo los musulmanes pueden entrar en la Cúpula de la Roca y en la Mezquita de Al-Aqsa. Yo intenté hacerme el tonto pero de manera muy tajante me invitaron a irme. En todo caso, solo el estar junto a la Cúpula es algo increíble; la hemos visto cientos de veces en la tele y ahora estamos delante de ella.
Los azulejos del exterior son una maravilla y los de la pequeña cúpula son impresionantes.
Una vez visitada toca volver al hotel a por las maletas. Cogemos un taxi (NIS 70) hasta la estación de autobuses para llegar a Tel Aviv y allí un sherut (NIS 25) que nos deja en la estación de buses de HaHagana en algo menos de una hora. De allí cogemos el 16 para llegar al hotel.
Como las habitaciones aun no estaban listas, dejamos las maletas y nos vamos a dar una vuelta por el mercado del Carmel y volvemos a tomar un par de humus en el mismo sitio que el día que llegamos, que bueno!! Después de volver al hotel y descansar un rato, nos fuimos a ver un poco la Ciudad Blanca. Sinceramente no entiendo como le mantienen la calificación de Patrimonio de la Humanidad cuando el barrio está hecho polvo, la mayoría de los edificios necesitan una buena de pintura, algunos están que se caen y otros tantos están llenos de graffitis (supongo que el dinero habrá ayudado a recibir la calificación de la Unesco). En todo caso el paseo es muy agradable, hay gente por la calle aunque haya anochecido, gente con niños, paseando perros, en terrazas... Muy diferente a Jerusalem. En la intersección del Carmel con Allenby había una mujer cantando y estaba lleno de gente alrededor, fue divertido.
A última hora de la tarde había quedado con una amiga de la universidad israelí que hacía 14 años que no veía. La verdad es que estuvo bien reencontrarnos y además tuvimos la oportunidad de hacerle un montón de preguntas de como se vive por allí. Cenamos unas ensaladas y acabamos tomando algo junto a la zona del Teatro Habima.
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