Hoy toca visitar Bratislava, capital y mayor ciudad de Eslovaquia, así que pronto nos ponemos en camino hacia la estación de Keleti, a la cual llegamos andando pues habíamos visto el día anterior que llegábamos en 20 minutos y habíamos salido con tiempo. Una vez llegamos, buscamos el tren en los monitores y tuvimos suerte que a los pocos minutos llegó el tren, indicaron la vía y allí que fuimos!
El tren estaba muy bien, los típicos EuroCity de compartimentos que circulan por Europa. Nos metimos en un compartimento y tuvimos suerte que no iba mucha gente y pudimos ir tranquilamente solos. El tren salió a las 9 y media y llegó poco antes de las 12 y cuarto y el trayecto, contemplando los paisajes se nos hizo realmente corto.
Según salimos de la estación, vemos unos buses que deben llevar directamente al centro, pero nosotros decidimos caminar para ir viendo poco a poco con lo que nos encontrábamos y gran decisión, viendo unos bonitos edificios justo antes de llegar al Palacio Presidencial.
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Decir que llevaba apuntes de los sitios que no debía perderme pero no una guía detallada, por lo que nos dejamos querer por la pequeña capital y llevar donde ella quisiera.
Eslovaquia está lleno de multitud de iglesias, y Bratislava no iba a ser menos. Justo cuando vamos a llegar al centro tenemos la primera visión del famoso Castillo de Bratislava.
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Y ahí nos metimos al casco antiguo, entrando por la bonita Puerta de San Miguel, conocida allí como Michalska Brana, torre construida en la primera mitad del siglo XIV.
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Bajamos la pequeña calle peatonal hasta llegar a la preciosa plaza hlavne namestie, que ahora en navidades estaba llena de puestos con todo tipo de comida.
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Estuvimos dudando de si comer allí o buscar algún restaurante local, pero viendo que había muchísima gente, muchos de ellos con pinta de locales que comían allí, decidimos quedarnos, y personalmente me zampé una especie de bocadillo redondo relleno de 2 filetes inmensos de pollo con mostaza y bastante bien de precio, por unos 3€ que estaba delicioso.
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Con la tripa llena, seguimos descendiendo por la calle peatonal, donde nos encontramos con una de las múltiples estatuas que hay en Bratislava y posiblemente la más conocida.
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Seguimos descendiendo hasta llegar a la Plaza Hviezdoslav, donde se encuentra el antiguo edificio del Teatro Nacional Eslovaco y muchísimos puestos navideños con todo tipo de souvenirs.
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En este momento decidimos salirnos un poco del casco viejo para no perdernos un edificio muy recomendado aunque no tan conocido y que fue el que más nos gustó de Bratislava, la Iglesia de Isabel o más conocida como la Iglesia Azul.
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Toda de azul, tanto por dentro como por fuera, parece que está hecha de nubes de chuchería y te sientes tentado a darla un mordisco

Después de esta visita, de camino al centro, paramos en un buen bar a tomarnos la deliciosa Pilsner Urquell checa, que la sirven en la mayoría de bares eslovacos. Después del descanso, volvimos hacia el centro y subimos pasando por varios edificios bonitos, plazas, iglesias y por el ayuntamiento.
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Una vez de nuevo en la parte de arriba nos pusimos a pensar, ¿subimos al castillo? o caminamos traanquilamente por la ciudad. Al final, como estábamos cansados del traqueteo de Budapest y el día no era muy bueno (hacía un frío horrible, bastante más que en Budapest, siempre bajo cero) y con las nubes igual las vistas no iban a ser demasiado buenas y tampoco teníamos intención de entrar dentro, por lo que desde el puente, con el castillo a un lado y el centro al otro decidimos ir hacia la nave espacial que divisamos a lo lejos.
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El ovni, para el que no lo sepa, resulta ser el Puente Nuevo de Bratislava, oficialmente Puente SNP por las siglas del Levantamiento Nacional Eslovaco, cuelga directamente de cables de acero, sin pilares.
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Una vez visto, recorremos la ancha calle de la Plaza Hviezdoslav y sus puestos navideños y volvemos hacia la plaza Hlavne Namestie para verla de noche, con sus luces iluminadas.
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La verdad es que Bratislava de noche gana bastante más. Sus luces, sus puestos navideños, sus árboles de navidad, le dan un precioso toque y aprovechamos los puestos de la plaza para tomarnos unos ricos creps tradicionales.
Una vez ha anochecido hay más y más gente, bastante más que la poca que había durante el día y los puestos de la plaza están continuamente haciendo comida.
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Después de esta visita y con la sed del dulce decidimos hacer otro alto a tomar esa rica cerveza checa y descansar antes de partir hacia la estación en un bar justo a la entrada de la Puerta de San Miguel, muy recomendable el lugar, precioso por dentro.
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Una vez salimos, decimos adiós al centro de Bratislava y ponemos rumbo a la estación. Decidimos volver andando, ya que tenemos tiempo para el paseo de 15-20 minutos y además habíamos visto de camino un supermercado que nos vino genial para comprar varias cosas para prepararnos una buena cena en el tren, ya que era demasiado pronto para cenar en Bratislava pero cuando llegásemos a Budapest sería algo tarde y tendríamos hambre en el tren, y así se nos hizo más ameno el viaje.
Por cierto, otra de las cosas más bonitas que vimos, fue el Palacio iluminado de noche, se veía a gran distancia y las luces siguiendo sus formas le quedaba asombrosamente bien.
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Una vez llegamos a la estación, nos tocó esperar un poco pues además se retrasó, debía salir a las 17:53 pero finalmente nos fuimos sobre las seis y cinco.
Cuando salimos a la vía, había muchísima gente!! Todos estábamos esperando el bus que llegaba de Viena y cuando abrió las puertas, todos a lo loco al tren! Madre mía, menos mal que conseguimos llegar a un compartimento y tener asiento justo para nosotros, pues mucha gente se tuvo que quedar de pie en el estrechísimo y frío pasillo que hay fuera de los compartimentos.
Ésto nos sorprendió bastante, pero casi todo el mundo se bajó en la primera parada, frontera con Hungría, pues debía ser gente que había salido de trabajar y regresaba a su casa, por lo que después de esa parada ya estábamos solos en el compartimento, para cenar tranquilamente y disfrutar del regreso a Budapest a eso de las 20.30.
Ya hablaré en la etapa de conclusiones sobre Bratislava, pero desde aquí quiero decir que aunque no es una ciudad a la que iría a cosa hecha, si que está bien una visita de un día desde Budapest o desde Viena, o como paso para unas horas o pasar la noche en el camino entre ambas ciudades. Hay edificios interesantes, nosotros no subimos hacia el castillo ni Slavin y nos perdimos alguna otra cosa, pero quisimos tener un día de "descanso" con esta visita y traemos un gran recuerdo. Nos divertimos mucho encontrando las estatuas repartidas por la ciudad, y la plaza Hlavne Namestie y la Iglesia Azul son visitas imprescindibles.