Nos levantamos, desayunamos y nos pusimos a andar rumbo al parlamento, pues hoy teníamos reservada la visita a las 10.30.
De camino, pasamos por la Plaza de la Libertad, Szabadsag ter, en la que se encuentran numerosos edificios antiguos que rodean al monumento en conmemoración de la ocupación soviética que expulsó a los alemanes, y dos estatuas famosas, las de Ronald Reagan y Harry Hill Bandholtz.
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Según se sale de la plaza en dirección al Parlamento, como no podía ser menos en esta ciudad llena de estatuas nos encontramos esta vez con Imre Nagy, el primer ministro reformista de la ciudad.
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Y llegamos a la plaza del Parlamento, plaza que estaba completamente levantada por las obras. El Parlamento no estaba en remodelación por lo que no fastidiaba las vistas, pero de la plaza poco quedaba, por lo que la entrada era un poco caótica con tanta valla, pero cuando llegamos nos dijeron de esperar unos minutos y cuando llegó la hora del grupo en español y en italiano nos abrieron la valla para acercarnos a la puerta del Parlamento.
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La verdad es que esperamos más de la cuenta. Entraron primero los italianos y cuando por fin entramos los del pequeño grupo en español habían pasado ya casi 20 minutos con respecto al horario de inicio..
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No os destriparé la visita, pero aunque la guía española era bastante seca y contaba lo justo, que entramos super tarde y la visita fue muy corta y que ahora hay que pagar 6€ (para los ciudadanos EU), decir que merece mucho la pena. La escalinata de la entrada, las salas por las que se pasa, la sala de la cúpula, el cambio de guardia, la famosísima Corona de San Esteban con su cruz torcida, el salón de la Asamblea Nacional.. Cada rincón del edificio está plagado de detalles, es una visita imprescindible.
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Una vez salimos, fuimos en busca del monumento de los Zapatos en el Danubio, pero estaban todos los alrededores a la plaza levantados y vallados y no había manera de llegar desde esa zona, por lo que decidimos dejarlo para el día siguiente y ahora ir en busca de la avenida más emblemática de Budapest, la Avenida Andrássy con origen en 1872 y Patrimonio de la Humanidad.
En el camino, aprovechamos a comer cerca de una de los lugares más importantes de la avenida, la Ópera Nacional de Hungría con una de las mejores acústicas del mundo.
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Siguiendo por la avenida, se puede apreciar fácilmente la llamativa Casa del Terror o Terror Haza, edificio que sirvió de cuartel general de la policía secreta AVH y que actualmente es un museo que recoge los crímenes cometidos durante los regímenes fascistas y comunistas en Hungría y conmemora a sus víctimas.
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Continuamos caminando por la avenida y aunque mucha gente coja el metro directamente hasta la plaza de los Hérores, conviene al menos hacer un viaje caminando porque se ven casas y palacios neorrenacentistas, edificios con preciosas fachadas, algunos realmente antiguos, otros renovados, esculturas, tiendas de moda, etc.
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Y el fin de la avenida es otro lugar mágico, la Plaza de los Héroes o Hosok Tere. En el centro se encuentra el Memorial del Milenio y en las hileras de columnas, personajes históricos húngaros.
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Después de un buen rato contemplando las estatuas tan bien realizadas, continuamos hacia nuestro gran destino, el Balneario Szechenyi. Yo tenía algunas dudas de cómo sería aquello en pleno invierno, pero una vez estado allí, debo decir que es una visita imprescindible, no se puede ir a Budapest sin pasar por este Balneario, sobretodo si es en pleno invierno.
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Pagamos la entrada (4100 HUF, una con cabina a 4600), nos dieron la pulsera, nos cambiamos en la cabina, todo limpio y se estaba cómodo de temperatura dentro del balneario por el pasillo, pero ahora tocaba lo más duro, ¡¡salir en bañador a la calle!! Estábamos a esa hora a 1-2º y la piscina sin estar demasiado lejos implica 15 segundos corriendo, dejar las chanclas y la toalla rápidamente y meterte. Y así lo hicimos nosotros y todo el mundo. Bastante divertido ver correr a la gente para entrar y salir, pero nada que impida no visitarlo y una vez entras, a 38º es una GOZADA.
Nos divertimos muchísimo, descansamos, nos relajamos, nos dejamos llevar por la corriente en la piscina circular a toda pastilla, nos sentamos en la zona de jacuzzi con burbujas, cascadas y todos los chorros de agua caliente. Además como no había demasiada gente disfrutamos tranquilamente.
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Y cayó la noche, y la sensación de estar en la piscina a 38º y que afuera haya menos de 0º, que se haga de noche y todos los vapores del agua que casi no deja ver a pocos metros, es indescriptible.
Cuando por fin salimos, nos acercamos al Castillo de Vajdahunyad, que es una copia en parte del famoso castillo de Transilvania.
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También merece mucho la pena recorrer ese lado del parque, el castillo es muy bonito, así como una iglesia en el interior del parque o algunas de sus estatuas.
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Una de esas estatuas, la estatua del Anónimo, es una imagen muy conocida, de un cronista del siglo XII y autor de los primeros libros históricos sobre los antiguos húngaros. Hay una creencia de que tocar el lápiz te trae buena suerte.
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Al salir de allí y camino de la Plaza, nos paramos un rato a admirar la enorme pista de hielo, en la que patinaba mucha gente y nos tentó, pero al final decidimos que después del relax termal, mejor volver tranquilamente hacia el apartamento y no dedicarnos a rebozarnos por la nieve que a mí lo de patinar no se me da demasiado bien

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Una vez en la Plaza de los Héroes, volvimos a admirar sus figuras cargadas de emoción, nos hicimos muchas fotos y nos pusimos a andar tranquilamente por la avenida totalmente iluminada con luces navideñas.
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Y antes de cenar y de llegar a casa, una cosa que debe hacerse en Budapest es disfrutar de uno de sus múltiples bares en ruinas, remodelados y que están genial por dentro. Aquí os dejo una foto de la entrada al más conocido, el szimpla kert.
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Y con ello y una buena cena nos despedimos de un maravilloso día, lleno de visitas imprescindibles, en el que nos lo habíamos pasado realmente bien.
