Nuestro viaje lo realizamos en julio y agosto de 2013, en coche desde España. Alternamos noches de hotel con cámping, aunque estas últimas fueron la mayoría. Es un país con larga tradición campista, por lo que cuenta con muy buenas infraestructuras.
Unas cuantas generalidades a modo de introducción, antes de comenzar con el relato del viaje en sí:
Unas cuantas generalidades a modo de introducción, antes de comenzar con el relato del viaje en sí:
Información: una vez decidido nuestro destino, me puse en contacto con la oficina de turismo austriaca y también con las de las diferentes regiones via mail. A los pocos días ya había recibido en mi casa, y sin ningún coste, un amplio surtido de folletos e información sobre el país (hasta un mapa de carreteras muy completo y totalmente actualizado).
Itinerario: diseñamos un poco la ruta a seguir, pero sabiendo que podríamos modificarla sobre la marcha en atención a nuestras preferencias, el tiempo, el presupuesto y otros imprevistos. Si teníamos claro que queríamos evitar cruzar Suiza por el tema de la viñeta. Al final sacrificamos la visita a Carintia, decidimos sobre la marcha pasar un par de noches en Hungría y también adelantamos el regreso a casa unos cuantos días antes de lo previsto. Fueron 23 días de viaje en los que recorrimos 5631km y sólo llevábamos reservadas las 2 primeras noches, en Limoges y Friburgo.
Carreteras: se encuentran en perfectísimo estado, tanto las autopistas y las nacionales, como las carreteras de montaña. Para circular por las primeras hace falta adquirir una viñeta que se pega en el parabrisas. Se puede comprar en las gasolineras y tiene diferentes periodos de validez, nosotros compramos 2 veces la de 10 días de duración (8,30€). En algunos tramos de carretera, puertos de montaña y túneles hay peajes adicionales. Todo está perfectamente señalizado y los austriacos conducen de una forma impecable, en general.
Clima: íbamos concienciados y equipados para sufrir todo tipo de inclemencias meteorológicas: frío, lluvia, tormentas… Fue, sin lugar a dudas, el verano en el que más calor pasamos. Salvo dos chaparrones de verano ocasionales y la niebla en Hallstat todos los días disfrutamos de un tiempo inmejorable, sol abrasador, cielos despejados y temperaturas altísimas, 35-36 grados de media y varias veces alcanzamos los 39º-40ºC.
Presupuesto: pues muy ajustado, como siempre. Llevábamos mucha comida de casa que al final volvió casi intacta, porque encontramos que el comer allí no era nada caro. El grueso de nuestros gastos se dividió de la siguiente forma: Hoteles 330€, campings 375€, diesel 334€, peajes 83,59€, viñetas 16,60€, entradas, comidas y compras a parte.
Precios: cuantos más países recorremos más cuenta nos damos de lo cara que es España. Basta decir que el diesel más caro del viaje, que nos llevó por Francia, Alemania, Austria y Hungría, lo echamos en Irún, a 1,38€. En las compras del día a día, alimentación, ropa, no existe una diferencia sustancial en cuanto a los precios, es más, la comida en general nos pareció equiparada a cualquier supermercado español, eso sin tener en cuenta la diferencia de poder adquisitivo entre un país y otro. Los precios para comer fuera, pues como en todos los sitios, existen muchas opciones que se adecuan a todos los bolsillos.
Horarios: en consonancia con el resto de Europa y totalmente antagónicos a los horarios españoles. Todo cierra muy temprano, sobre las 6 de la tarde, incluso los supermercados. De 12 a 14h es casi imposible encontrar ningún establecimiento abierto y curiosamente los sábados son también día descanso para los comercios, la mayoría sólo abren de 10 a 12 del mediodía. Los domingos todo está cerrado a cal y canto.
Idioma: da gusto ya que todo el mundo habla inglés a muy buen nivel, así que no hay ningún problema para manejarse en este idioma. Si se sabe algo de alemán también es de ayuda (no es nuestro caso), ya que nos encontramos sitios, aunque fueron los menos, en los que los carteles informativos solo estaban en este idioma.
Itinerario: diseñamos un poco la ruta a seguir, pero sabiendo que podríamos modificarla sobre la marcha en atención a nuestras preferencias, el tiempo, el presupuesto y otros imprevistos. Si teníamos claro que queríamos evitar cruzar Suiza por el tema de la viñeta. Al final sacrificamos la visita a Carintia, decidimos sobre la marcha pasar un par de noches en Hungría y también adelantamos el regreso a casa unos cuantos días antes de lo previsto. Fueron 23 días de viaje en los que recorrimos 5631km y sólo llevábamos reservadas las 2 primeras noches, en Limoges y Friburgo.
Carreteras: se encuentran en perfectísimo estado, tanto las autopistas y las nacionales, como las carreteras de montaña. Para circular por las primeras hace falta adquirir una viñeta que se pega en el parabrisas. Se puede comprar en las gasolineras y tiene diferentes periodos de validez, nosotros compramos 2 veces la de 10 días de duración (8,30€). En algunos tramos de carretera, puertos de montaña y túneles hay peajes adicionales. Todo está perfectamente señalizado y los austriacos conducen de una forma impecable, en general.
Clima: íbamos concienciados y equipados para sufrir todo tipo de inclemencias meteorológicas: frío, lluvia, tormentas… Fue, sin lugar a dudas, el verano en el que más calor pasamos. Salvo dos chaparrones de verano ocasionales y la niebla en Hallstat todos los días disfrutamos de un tiempo inmejorable, sol abrasador, cielos despejados y temperaturas altísimas, 35-36 grados de media y varias veces alcanzamos los 39º-40ºC.
Presupuesto: pues muy ajustado, como siempre. Llevábamos mucha comida de casa que al final volvió casi intacta, porque encontramos que el comer allí no era nada caro. El grueso de nuestros gastos se dividió de la siguiente forma: Hoteles 330€, campings 375€, diesel 334€, peajes 83,59€, viñetas 16,60€, entradas, comidas y compras a parte.
Precios: cuantos más países recorremos más cuenta nos damos de lo cara que es España. Basta decir que el diesel más caro del viaje, que nos llevó por Francia, Alemania, Austria y Hungría, lo echamos en Irún, a 1,38€. En las compras del día a día, alimentación, ropa, no existe una diferencia sustancial en cuanto a los precios, es más, la comida en general nos pareció equiparada a cualquier supermercado español, eso sin tener en cuenta la diferencia de poder adquisitivo entre un país y otro. Los precios para comer fuera, pues como en todos los sitios, existen muchas opciones que se adecuan a todos los bolsillos.
Horarios: en consonancia con el resto de Europa y totalmente antagónicos a los horarios españoles. Todo cierra muy temprano, sobre las 6 de la tarde, incluso los supermercados. De 12 a 14h es casi imposible encontrar ningún establecimiento abierto y curiosamente los sábados son también día descanso para los comercios, la mayoría sólo abren de 10 a 12 del mediodía. Los domingos todo está cerrado a cal y canto.
Idioma: da gusto ya que todo el mundo habla inglés a muy buen nivel, así que no hay ningún problema para manejarse en este idioma. Si se sabe algo de alemán también es de ayuda (no es nuestro caso), ya que nos encontramos sitios, aunque fueron los menos, en los que los carteles informativos solo estaban en este idioma.